El precio de los alimentos del campo se convirtió, desde diciembre del pasado año, en tema que no pocos capitalinos cuestionan, pues aunque en ese mes comenzaron a funcionar nuevas fórmulas de comercialización, aún no se percibe su impacto en la tarima.
Luego de que productores de La Habana, Artemisa y Mayabeque -territorios protagonistas de ese experimento- alegaran como causantes de tal contrasentido la consabida triada: pésimas condiciones climáticas, insuficientes insumos y, por tanto, bajos rendimientos, funcionarios del Ministerio de la Agricultura (MINAG) ofrecieron a la AIN sus consideraciones.
“El clima nos ha jugado una mala pasada y realmente esto no es una mera justificación. En la campaña de frío -del primero de septiembre al 18 de febrero- prácticamente no hubo ni sequía ni bajas temperaturas, vitales para el desarrollo de renglones como el tomate”, dijo Gilberto Hernández Díaz, director de Cultivos Varios del organismo.
“Esta realidad determinó que en los mencionados territorios occidentales la producción de esa hortaliza decreciera en más de cuatro mil toneladas en diciembre de 2013, en relación con igual período del año anterior, lo cual representa en la capital la disminución de cinco libras per cápita”, aseguró.
A su vez, José Luis Román, jefe de Departamento de Viandas, comentó que alimentos como la papa y el frijol, tampoco llegando a la edad óptima para su cosecha, con afectaciones en los tamaños del fruto, en la floración y en otros aspectos que inciden sobre los rendimientos.
“No obstante, -señaló Hernández Díaz- en visitas a varios productores comprobamos que ellos no se han quedado de brazos cruzados, y aun cuando algunos perdieron completamente cultivos como el tomate, continúan sembrándolo.
“Ellos quieren completar el plan, pues existe un contrato al cual deben responder y demostrar que la siembra estuvo dañada por problemas climáticos o fitosanitarios”, aclaró.
Además, subrayó, los campesinos están conscientes de que sembrar es la única forma de compensar los bajos rendimientos.
Si bien las lluvias y las altas temperaturas afectaron, otra realidad resulta irrefutable: el monopolio de los precios, bajo la justificada oferta y demanda, se ha afianzado tanto en el mercado mayorista de abasto El Trigal, el primero del país, como en las placitas administradas por nuevas formas de gestión y en las surtidas por cooperativas agrícolas.
Aun cuando la culpa recae en las condiciones climáticas, desde ya se evidencia la necesidad de tener ojo avizor sobre los llamados costos de producción.
“Hoy es muy difícil controlar los gastos de los productores, pues aunque vivan en el propio territorio y sus tierras sean colindantes, las inversiones pueden ser diferentes”, acotó Hernández Díaz.
Por su parte, Idael Saserio Torres, especialista en comercialización en Mayabeque, argumentó: “Hay quienes establecen el precio de determinado alimento, y luego el resto de los vendedores se rigen por él. Cuando se logre crear una cultura de venta mayorista, acompañada del incremento de los rendimientos, la realidad será distinta.
“En ese sentido, El Trigal (ubicado en La Habana) significará una escuela, cuando hoy constituye experiencia bastante joven. Sus comerciantes, antes dedicados exclusivamente a la producción, ahora conocen el mercado”, refirió.
Subrayó cómo las cooperativas que abastecen las placitas en la capital deberán lograr la variedad en las producciones, solo así bajarán los precios agrícolas.
Insuficientes insumos fue otra de las razones esgrimidas por la mayoría de los productores sobre los desmedidos precios que alcanzaron los tomates en diciembre y hasta finales de enero, inusual para ese período del año.
Al respecto, María del Carmen Fagés Plasencia, directora de Compras e Importaciones del Grupo Empresarial de Logística del MINAG (GELMA), aseveró: “A veces el problema consiste en la llegada oportuna de los insumos, no en su cantidad. Durante 2013, contamos con fertilizantes, pero hubo dificultades con su entrega puntual, y así ocurrió con instrumentos como el machete y la lima.
“Aunque los aseguramientos no sean suficientes, pues dependemos de financiamiento, de contrataciones externas y suministradores nacionales, quienes a su vez adquieren la materia prima en el extranjero, los resultados deberán ser otros si logramos identificar el momento y el lugar donde más hagan faltan”, apuntó.
“En tal empeño, hemos trabajado desde el año anterior de conjunto con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeño, con el objetivo de aproximar los insumos a las bases productivas a partir de la creación de centros comerciales en cada municipio; incluso, en aquellos muy extensos, se han creado subsedes, pues antes los almacenes se concentraban en las cabeceras provinciales”, expuso.
Según Fagés Plasencia, hasta la fecha se han conformado 129 en todo el país, proceso que se prevé culminar en el primer trimestre de este año.
“Así GELMA se convertirá en el comercializador mayorista especializado en insumos agropecuarios, tarea que requerirá conocer las características de cada región en aras de ajustar los equipamientos, recursos y prestación de servicios técnicos, de acuerdo con la demanda”, refirió la especialista.
José Manuel González Raismundo, director comercial de esa entidad, insistió en que la contratación se realizará de manera directa con las cooperativas, acompañadas por la Empresa Agropecuaria, la cual debe certificar los planes de producción previstos.
“El conocimiento de las particularidades de cada base productiva, condición indispensable de la nueva forma de gestión, nos conducirá a ser más eficientes”, valoró.
La rebaja de los precios de los alimentos del agro dependerá, sin dudas, de no pocos actores -hasta de la naturaleza-, aunque buena parte de tal responsabilidad continúe, sobre todo, en las manos y en la conciencia del productor y comercializador.
Luego de que productores de La Habana, Artemisa y Mayabeque -territorios protagonistas de ese experimento- alegaran como causantes de tal contrasentido la consabida triada: pésimas condiciones climáticas, insuficientes insumos y, por tanto, bajos rendimientos, funcionarios del Ministerio de la Agricultura (MINAG) ofrecieron a la AIN sus consideraciones.
“El clima nos ha jugado una mala pasada y realmente esto no es una mera justificación. En la campaña de frío -del primero de septiembre al 18 de febrero- prácticamente no hubo ni sequía ni bajas temperaturas, vitales para el desarrollo de renglones como el tomate”, dijo Gilberto Hernández Díaz, director de Cultivos Varios del organismo.
“Esta realidad determinó que en los mencionados territorios occidentales la producción de esa hortaliza decreciera en más de cuatro mil toneladas en diciembre de 2013, en relación con igual período del año anterior, lo cual representa en la capital la disminución de cinco libras per cápita”, aseguró.
A su vez, José Luis Román, jefe de Departamento de Viandas, comentó que alimentos como la papa y el frijol, tampoco llegando a la edad óptima para su cosecha, con afectaciones en los tamaños del fruto, en la floración y en otros aspectos que inciden sobre los rendimientos.
“No obstante, -señaló Hernández Díaz- en visitas a varios productores comprobamos que ellos no se han quedado de brazos cruzados, y aun cuando algunos perdieron completamente cultivos como el tomate, continúan sembrándolo.
“Ellos quieren completar el plan, pues existe un contrato al cual deben responder y demostrar que la siembra estuvo dañada por problemas climáticos o fitosanitarios”, aclaró.
Además, subrayó, los campesinos están conscientes de que sembrar es la única forma de compensar los bajos rendimientos.
Si bien las lluvias y las altas temperaturas afectaron, otra realidad resulta irrefutable: el monopolio de los precios, bajo la justificada oferta y demanda, se ha afianzado tanto en el mercado mayorista de abasto El Trigal, el primero del país, como en las placitas administradas por nuevas formas de gestión y en las surtidas por cooperativas agrícolas.
Aun cuando la culpa recae en las condiciones climáticas, desde ya se evidencia la necesidad de tener ojo avizor sobre los llamados costos de producción.
“Hoy es muy difícil controlar los gastos de los productores, pues aunque vivan en el propio territorio y sus tierras sean colindantes, las inversiones pueden ser diferentes”, acotó Hernández Díaz.
Por su parte, Idael Saserio Torres, especialista en comercialización en Mayabeque, argumentó: “Hay quienes establecen el precio de determinado alimento, y luego el resto de los vendedores se rigen por él. Cuando se logre crear una cultura de venta mayorista, acompañada del incremento de los rendimientos, la realidad será distinta.
“En ese sentido, El Trigal (ubicado en La Habana) significará una escuela, cuando hoy constituye experiencia bastante joven. Sus comerciantes, antes dedicados exclusivamente a la producción, ahora conocen el mercado”, refirió.
Subrayó cómo las cooperativas que abastecen las placitas en la capital deberán lograr la variedad en las producciones, solo así bajarán los precios agrícolas.
Insuficientes insumos fue otra de las razones esgrimidas por la mayoría de los productores sobre los desmedidos precios que alcanzaron los tomates en diciembre y hasta finales de enero, inusual para ese período del año.
Al respecto, María del Carmen Fagés Plasencia, directora de Compras e Importaciones del Grupo Empresarial de Logística del MINAG (GELMA), aseveró: “A veces el problema consiste en la llegada oportuna de los insumos, no en su cantidad. Durante 2013, contamos con fertilizantes, pero hubo dificultades con su entrega puntual, y así ocurrió con instrumentos como el machete y la lima.
“Aunque los aseguramientos no sean suficientes, pues dependemos de financiamiento, de contrataciones externas y suministradores nacionales, quienes a su vez adquieren la materia prima en el extranjero, los resultados deberán ser otros si logramos identificar el momento y el lugar donde más hagan faltan”, apuntó.
“En tal empeño, hemos trabajado desde el año anterior de conjunto con la Asociación Nacional de Agricultores Pequeño, con el objetivo de aproximar los insumos a las bases productivas a partir de la creación de centros comerciales en cada municipio; incluso, en aquellos muy extensos, se han creado subsedes, pues antes los almacenes se concentraban en las cabeceras provinciales”, expuso.
Según Fagés Plasencia, hasta la fecha se han conformado 129 en todo el país, proceso que se prevé culminar en el primer trimestre de este año.
“Así GELMA se convertirá en el comercializador mayorista especializado en insumos agropecuarios, tarea que requerirá conocer las características de cada región en aras de ajustar los equipamientos, recursos y prestación de servicios técnicos, de acuerdo con la demanda”, refirió la especialista.
José Manuel González Raismundo, director comercial de esa entidad, insistió en que la contratación se realizará de manera directa con las cooperativas, acompañadas por la Empresa Agropecuaria, la cual debe certificar los planes de producción previstos.
“El conocimiento de las particularidades de cada base productiva, condición indispensable de la nueva forma de gestión, nos conducirá a ser más eficientes”, valoró.
La rebaja de los precios de los alimentos del agro dependerá, sin dudas, de no pocos actores -hasta de la naturaleza-, aunque buena parte de tal responsabilidad continúe, sobre todo, en las manos y en la conciencia del productor y comercializador.
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