Progreso Semanal • 10 de marzo, 2014
Autoras: Lisandra Díaz Padrón y Rachel D. Rojas
Fotos: Lisandra Díaz Padrón y Claudio Peláez
Autoras: Lisandra Díaz Padrón y Rachel D. Rojas
Fotos: Lisandra Díaz Padrón y Claudio Peláez
¿Por qué comer papas fritas se ha vuelto tan difícil? Hace solo unas semanas se comenzó a vender papas en los mercados de la capital después de una larga temporada de ausencia. Las largas —y a veces violentas— colas indican que la oferta está muy por debajo de la demanda, y la etapa de cosecha concluirá con resultados muy inferiores a las expectativas de la población. Progreso Semanal fue a buscar las respuestas.
La “sequía” de papas en Cuba es un hecho desde hace un par de años. Y se estima que este año, luego de culminada la “Campaña de Frío” (febrero-marzo), tampoco se dispondrá de la Solanum tuberosum. Esto en un país donde en los 80s existió un Instituto de Investigaciones de la Papa; que además llegó a exportar el tubérculo en 1996; en el que se sembraban miles de caballerías de esta vianda, incluso en la región oriental, y con un altísimo rendimiento. ¿Por qué ha desaparecido entonces?
Oriunda de Los Andes, la papa necesita un conjunto de condiciones climáticas y estructurales para su producción exitosa que no se están cumpliendo en la Isla. No se trata solo, en palabras del fitosanitario Ermenegildo Paredes, especialista del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, de un clima de entre 15 y 20 ºC, o de lo que en el argot agrícola se denomina un complejo y costoso “paquete tecnológico” (fertilizantes, insecticidas, sistema de riego, etc.), debido a que no es una especie endémica en el país. También necesita un abastecimiento estable de semillas: un estimado de alrededor de 80 quintales por hectárea (ha). Probablemente aquí se halle el primer conflicto.
Oriunda de Los Andes, la papa necesita un conjunto de condiciones climáticas y estructurales para su producción exitosa que no se están cumpliendo en la Isla. No se trata solo, en palabras del fitosanitario Ermenegildo Paredes, especialista del Instituto de Investigaciones de Sanidad Vegetal, de un clima de entre 15 y 20 ºC, o de lo que en el argot agrícola se denomina un complejo y costoso “paquete tecnológico” (fertilizantes, insecticidas, sistema de riego, etc.), debido a que no es una especie endémica en el país. También necesita un abastecimiento estable de semillas: un estimado de alrededor de 80 quintales por hectárea (ha). Probablemente aquí se halle el primer conflicto.
Rendimientos agrícolas estatales para el cultivo de papa en Cuba
Añot/ha
1986 275
1987 262
1988 229
1989 222
2006 25
2007 15
2008 20
2009 22
2010 22
2011 22
1987 262
1988 229
1989 222
2006 25
2007 15
2008 20
2009 22
2010 22
2011 22
Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y La agricultura en Cuba. Evolución y trayectoria (1959-2005) de Armando Nova González.
En Cuba, la mayor parte de las semillas que se destinan al cultivo de la papa es importada, fundamentalmente de Holanda y Canadá. Pero también es cultivada, entre otras, una variedad de papa nacional, la Romano. De hecho, esta es la que se ha cosechado durante la primera etapa de la Campaña de Frío en Güines y Güira de Melena, municipios con una larga tradición papera. Es decir, esta es la papa que ha llegado a los puntos de distribución en La Habana por estos días.
Pero, de acuerdo a varias de las fuentes consultadas, la Romano tiene un menor rendimiento y potencial de reproducción que las variedades importadas: entre 5500 a 6000 quintales por caballería (13.4 ha) para la primera, y alrededor de 6500 quintales para las segundas. Y según Jorge Librado Fleites Ponce, director de la Empresa Agropecuaria de Güira de Melena, en el caso de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) Niceto Pérez, el rendimiento de la Romano en la actual cosecha ni siquiera ha llegado a los 5000 quintales.
A esto se suma la drástica reducción de las áreas de cultivo, de acuerdo a Fleites, por la poca disponibilidad de semillas. En función de esta variable, y de la gran dependencia tecnológica de la planta, este año fueron sembradas 10 caballerías en el municipio Güira de Melena, cuando solo el año pasado la cifra era 20 (alrededor de 260 ha).
Producción en años anteriores. Fuente: Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) y La agricultura en Cuba. Evolución y trayectoria (1959-2005), de Armando Nova González.
Además está la crisis económica mundial. El precio de las papas se incrementó en un 47 por ciento durante el pasado año. El estado cubano invierte aproximadamente 10 millones de dólares solo en la compra de semillas.
Este panorama económico y la fuerte tradición culinaria que en Cuba existe alrededor del alimento han establecido las reglas del juego. En Cuba la papa es un asunto de “seguridad nacional”, y uno de los productos alimenticios cuya producción es subsidiada estatalmente, según fija la Resolución 366 del Ministerio de Finanzas y Precios.
A la población una libra de papa le cuesta 1 peso cubano, y el gasto del Estado en este renglón agrícola suma cada año más de 30 millones de dólares, para una producción de 86 mil t en 2013.
En las condiciones que impone la dualidad monetaria una entidad productiva como la CPA Niceto Pérez no registra en su ficha de costos estos gastos en divisas en que incurre el Estado.
Este año los productores de esa cooperativa pudieron comprar las semillas a 56 pesos cubanos el quintal. “Para esta cosecha se prevé entregar 4 mil quintales (qq) –que se traducen en alrededor de 18 mil pesos–, cuando en esta finca se solían producir 11 mil qq (49 500 pesos)”, compara Ramón Díaz Ulloa, jefe de Bahuma 3, tierras ubicadas en la provincia Mayabeque, Güines. De aquí se deduce que, en estas condiciones, también algunos productores tendrán pérdidas.
Omar Barroso, presidente de la Niceto Pérez en Güira, también confirma las dificultades para cumplir su plan de 17.1 toneladas (t) de papas por ha. En esta CPA, donde durante la década del 80 fueron sembradas hasta 400 ha del cultivo, este año solo fueron sembradas 57. Un municipio, además, cuya fiesta popular se dedica todos los años a este tubérculo, la Fiesta de la Papa, y donde se encuentra uno de los frigoríficos más grandes de América Latina, el cual garantizaba la distribución del producto durante todo el año. Con tan poca producción, de esta cosecha solo una mínima parte se almacenará en frigoríficos, con excepción de las semillas y algunas reservas para el consumo social (escuelas, hospitales, etc.).
Y el clima, que no ayuda
“Realmente las condiciones climáticas nos golpearon mucho. En diciembre cayeron 200 milímetros de agua en esta zona, y la tierra se compactó cuando la semilla ya estaba preparada. Tuvimos que arriesgarnos y sembrar en esas condiciones”, cuenta Ulloa desde Güines.
Exacto. Los efectos del cambio climático inciden cada vez más en el bajo rendimiento de este cultivo. Apenas se sintieron las bajas temperaturas en la actual “temporada invernal”. En Güira, el mes de enero cerró con 3 ºC por encima de la media histórica. Entonces, como mecanismo de defensa, la planta “se encoge” ante las altas temperaturas, por lo que se reproduce en una menor escala.
Por otro lado, hubo un tiempo en que la siembra se extendía a todo el territorio. Pero a partir del severo aumento de las temperaturas, el gobierno decidió reducir el número de tierras dedicadas al cultivo. Ermenegildo Paredes explicó que, luego de estudios de suelos y zonas con microclima, se restringió la actividad solamente a algunas regiones de la otrora Habana Campo (Artemisa y Mayabeque), Matanzas, Cienfuegos y Ciego de Ávila, con la intención potenciar los recursos.
Este clima, además de influir negativamente en el crecimiento del fruto, propicia la aparición de plagas y enfermedades. Una de las más comunes en Cuba es el Tizón, el cual, fundamentalmente en la etapa de floración, puede acabar con el sembrado en menos de 72 horas. No obstante, según el especialista Paredes, en esta campaña ese factor no ha representado un problema, porque —explica Fleites desde Güira— el paquete tecnológico estuvo completo este año.
Pues sí, no hay papa para todos
Una vez iniciada la etapa de cosecha, se incorporan las Empresas Comercializadoras de cada municipio al recorrido de la papa, punto de acopio y principales encargadas de su distribución: del campo a estos almacenes. La vianda, como explica Herminio Ravelo, director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Comercializadora de Güira de Melena, tiene entonces tres destinos fundamentales: turismo, comercio y consumo social. Como la papa es un producto de “balance nacional”, su destino está prefijado desde antes de salir del surco.
Ravelo informa que este municipio productor se planificó para la entrega de 552 t. De ese total deben ser entregadas al turismo 25 t, pero en esta primera etapa de la cosecha sólo han logrado enviar 14 t. Desde que se comenzó a repartir el tubérculo, la población de Güira ha recibido 26 de las 44 t que fueron previstas. El resto de las papas se destinan a la capital, repartidas en 69 puntos de distribución, los cuales comprenden 17 mercados organizadas como cooperativas no agropecuarias y 52 mercados estatales (o arrendados por particulares).
El proceso se torna complejo: “Los especialistas de la empresas agropecuarias hacen un pronóstico de las papas que serán recogidas. A partir de ese dato, el Grupo Empresarial de la Agricultura de la provincia (con la orientación del Ministerio de la Agricultura) decide las cantidades reservadas al consumo social, al municipio y a la capital”, explica René Lima Monteagudo, director de la unidad de acopio en Güines.
Lo cierto es que las cantidades son insuficientes ante las expectativas de una población acostumbrada a consumir papas durante todo el año. Por ejemplo, el pasado jueves 27 de febrero la propia Unidad Empresarial de Base comercializadora de Güines, envió 5,8 t hacia el Cerro, repartidas por la Unidad de Mercado de ese municipio en tres puntos de venta: en menos de dos horas el producto ya se había agotado.
“Sé que ya se está vendiendo, pero todavía no he podido probar una. Su precio es justo, también la venta es normada, pero someterse a las largas colas es un tormento”, cuenta Olga Hernández, vecina de Bejucal, municipio ubicado en Mayabeque, una de los territorios que más papas produce.
Los capitalinos, al igual que los residentes en las propias provincias productoras, a duras penas pueden acceder al producto. Se ven policías organizando las colas en los puntos de ventas seleccionados. Se dice que más de un cliente ha perdido los estribos. Y, por si fuera poco, los revendedores se aprovechan de la escasez: una pequeña jaba de papas (entre 4 y 5 libras) por el “módico” precio de 1 CUC.
“No han bastado las regulaciones en la venta (10 Lb por persona), el problema continua siendo el mismo: poco abasto. De un momento a otro la tarima se queda sin nada. En más de una ocasión he regresado a mi casa con las manos vacías”, cuenta Yoel Miranda, vecino del Cerro.
Atenta contra la producción de papas más de un factor decisivo: el aumento de los precios de las semillas, la lluvia, las altas temperaturas, la reducción de tierras para el cultivo, los altos costos del subsidio del producto… Todo indica que, una vez concluida la actual cosecha, las papas volverán a ser un espejismo en las cocinas cubanas. Para ese momento, solo quedarán almacenadas en los frigoríficos alrededor de 4900 t, equivalentes a 21 días de distribución en La Habana. Este será, seguramente, el último llamado del año para las papas.
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