El gobierno se propone transformar la matriz energética cubana para elevar de cuatro a 24 por ciento la participación de fuentes renovables en la generación eléctrica.
Después de vivir casi un siglo obsesionados con el petróleo,
los cubanos vuelven los ojos hacia fuentes de energía más saludables y
duraderas. La búsqueda de territorios propicios para la instalación de
parques eólicos y solares se suma a proyectos para explotar, bajo un
nuevo sello, la mina histórica de riqueza en Cuba, la caña de azúcar.
Casi a la par del boom petrolero de Estados Unidos a inicios del
pasado siglo, Cuba se enganchó al carro de las importaciones totales de
combustibles y a los sueños de encontrar algún día sus propios
yacimientos. La dependencia energética extrema derivó hacia sucesivas
crisis económicas cuando perdió casi de golpe, una y otra vez, a su
suministrador mopólico: a inicios de los 60 al quebrarse los lazos
comerciales con EEUU y cuatro décadas más tarde al desaparecer la Unión
Soviética.
Como reacción, en los años 90 la nación caribeña acudió a la fórmula de contratos a riesgo con compañías extranjeras para explorar y ampliar sus yacimientos de petróleo. La extracción nacional subió, desde niveles irrisorios, a cuatro millones toneladas por año, si se suma el equivalente a un millón de toneladas de gas. Con esa producción, el país cubre alrededor de la mitad de su consumo energético. La otra parte la importa de Venezuela.
Sin embargo, expertos y funcionarios gubernamentales reconocieron en un programa televisivo, Mesa Redonda, dedicado al tema, que la dependencia de combustibles importados es todavía alta. Además de los riesgos consecuentes, suben los costos de la generación eléctrica al descansar casi totalmente –un 96 por ciento- sobre el empleo de hidrocarburos.
La baja eficiencia de la mayoría de las termoeléctricas y las altas pérdidas en las redes de distribución encarecen aún más la generación de electricidad. Cada kilowatt hora (kWh) cuesta 21 centavos de dólar.
Aunque los cubanos siguen soñando con ampliar sus yacimientos petrolíferos, sobre todo mediante exploraciones en su territorio del Golfo de México, el gobierno ha redirigido sus apuestas a favor de las fuentes renovables de energía.
En la sesión parlamentaria celebrada en julio pasado, el vicepresidente encargado de conducir los cambios del modelo económico cubano, Marino Murillo, informó a los diputados planes de invertir 3.600 millones de dólares para desarrollar vías de energía alternativas. El propósito es transformar la matriz energética cubana para elevar hasta un 24 por ciento la participación de las fuentes renovables, dijo. Hoy solo contribuyen con el 4,3 por ciento.
Para dar salto tan ambicioso, el país desarrolla varias opciones. Los parques de paneles solares se incluyen entre las más novedosas. En Cantarrana, provincia de Cienfuegos, en el centro del país, trabaja la primera de esas instalaciones, dotada con más de 14.000 paneles fotovoltaicos. Desde su puesta en marcha, en diciembre del 2012, hasta mediados de agosto de este año, ha entregado más de 4.740 megaWatts/hora al Sistema Energético Nacional, de acuerdo con reportes de la prensa cubana.
La generación en Cantarrana a partir de la radiación solar le ahorró al país 3.021 toneladas de combustible y evitó la emisión a la atmósfera de 3.769 toneladas de dióxido de carbono, declaró el técnico en explotación de centrales eléctricas, Daniel López Torres.
Cuba ha instalado ya ocho parques fotovoltaicos similares, con una capacidad total de 12.000 kW, al que se agregarían 10.000 kW antes de concluir el primer trimestre del próximo año. El plan es alcanzar una capacidad de 700.000, con una inversión de mil millones de dólares. Como paso previo, centros especializados determinaron mediante un Mapa Solar de Cuba que la radiación es prácticamente uniforme en todo el país.
No ocurre igual con la localización del potencial energético de los vientos. De acuerdo con el Mapa Eólico, actualizado el año pasado, la región más promisoria se halla a lo largo de la costa norte, desde el centro hasta el extremo oriental de la isla. Los dos mayores parques de ese tipo (el primero con seis aerogeneradores de 850 kW de potencia cada uno, y el segundo con otros seis de 750 kW cada uno) trabajan ya cerca de la ciudad costera de Gibara, provincia oriental de Holguín.
Los planes gubernamentales divulgados en la Mesa Redonda realizada a mediados de agosto aspiran a instalar una capacidad de generación de 633.000 kW a partir de la energía eólica, mediante una inversión superior a 1.100 millones de dólares. El gasto se recuperaría en un plazo de cuatro a seis años, mucho más rápido que los mencionados parques de paneles solares, que tomarían entre 11 y 13 años para cubrir la inversión.
Las mayores expectativas, sin embargo, apuntan a la explotación de la biomasa cañera. Con un costo de 1.290 millones de dólares, recuperable en un plazo de seis a ocho años, el gobierno se propone desarrollar plantas bioeléctricas asociadas a 19 centrales azucareros, para emplear el bagazo y otras materias primas de origen vegetal. Cuando se ejecuten esos planes, la industria que soportó durante siglos a la economía cubana, participaría en el 14 por ciento de la generación eléctrica. Los vientos suministrarían el 5,4 por ciento y la radiación solar, el 3,5 por ciento. Entre las tres, aportan hoy menos del 4 por ciento.
Para expandir en tal escala el empleo de las fuentes renovables, el país necesita 3.700 millones de dólares. ¿De dónde saldrá el financiamiento? Funcionarios del Ministerio de Energía y Minas informaron en la Mesa Redonda que el país buscaría el dinero a través de créditos gubernamentales con otros países. También mediante la inversión extranjera directa. Uno de los primeros pasos lo dio Cuba al pactar con firmas británicas el desarrollo de centrales eléctricas en la industria azucarera. (2014).
Como reacción, en los años 90 la nación caribeña acudió a la fórmula de contratos a riesgo con compañías extranjeras para explorar y ampliar sus yacimientos de petróleo. La extracción nacional subió, desde niveles irrisorios, a cuatro millones toneladas por año, si se suma el equivalente a un millón de toneladas de gas. Con esa producción, el país cubre alrededor de la mitad de su consumo energético. La otra parte la importa de Venezuela.
Sin embargo, expertos y funcionarios gubernamentales reconocieron en un programa televisivo, Mesa Redonda, dedicado al tema, que la dependencia de combustibles importados es todavía alta. Además de los riesgos consecuentes, suben los costos de la generación eléctrica al descansar casi totalmente –un 96 por ciento- sobre el empleo de hidrocarburos.
La baja eficiencia de la mayoría de las termoeléctricas y las altas pérdidas en las redes de distribución encarecen aún más la generación de electricidad. Cada kilowatt hora (kWh) cuesta 21 centavos de dólar.
Aunque los cubanos siguen soñando con ampliar sus yacimientos petrolíferos, sobre todo mediante exploraciones en su territorio del Golfo de México, el gobierno ha redirigido sus apuestas a favor de las fuentes renovables de energía.
En la sesión parlamentaria celebrada en julio pasado, el vicepresidente encargado de conducir los cambios del modelo económico cubano, Marino Murillo, informó a los diputados planes de invertir 3.600 millones de dólares para desarrollar vías de energía alternativas. El propósito es transformar la matriz energética cubana para elevar hasta un 24 por ciento la participación de las fuentes renovables, dijo. Hoy solo contribuyen con el 4,3 por ciento.
Para dar salto tan ambicioso, el país desarrolla varias opciones. Los parques de paneles solares se incluyen entre las más novedosas. En Cantarrana, provincia de Cienfuegos, en el centro del país, trabaja la primera de esas instalaciones, dotada con más de 14.000 paneles fotovoltaicos. Desde su puesta en marcha, en diciembre del 2012, hasta mediados de agosto de este año, ha entregado más de 4.740 megaWatts/hora al Sistema Energético Nacional, de acuerdo con reportes de la prensa cubana.
La generación en Cantarrana a partir de la radiación solar le ahorró al país 3.021 toneladas de combustible y evitó la emisión a la atmósfera de 3.769 toneladas de dióxido de carbono, declaró el técnico en explotación de centrales eléctricas, Daniel López Torres.
Cuba ha instalado ya ocho parques fotovoltaicos similares, con una capacidad total de 12.000 kW, al que se agregarían 10.000 kW antes de concluir el primer trimestre del próximo año. El plan es alcanzar una capacidad de 700.000, con una inversión de mil millones de dólares. Como paso previo, centros especializados determinaron mediante un Mapa Solar de Cuba que la radiación es prácticamente uniforme en todo el país.
No ocurre igual con la localización del potencial energético de los vientos. De acuerdo con el Mapa Eólico, actualizado el año pasado, la región más promisoria se halla a lo largo de la costa norte, desde el centro hasta el extremo oriental de la isla. Los dos mayores parques de ese tipo (el primero con seis aerogeneradores de 850 kW de potencia cada uno, y el segundo con otros seis de 750 kW cada uno) trabajan ya cerca de la ciudad costera de Gibara, provincia oriental de Holguín.
Los planes gubernamentales divulgados en la Mesa Redonda realizada a mediados de agosto aspiran a instalar una capacidad de generación de 633.000 kW a partir de la energía eólica, mediante una inversión superior a 1.100 millones de dólares. El gasto se recuperaría en un plazo de cuatro a seis años, mucho más rápido que los mencionados parques de paneles solares, que tomarían entre 11 y 13 años para cubrir la inversión.
Las mayores expectativas, sin embargo, apuntan a la explotación de la biomasa cañera. Con un costo de 1.290 millones de dólares, recuperable en un plazo de seis a ocho años, el gobierno se propone desarrollar plantas bioeléctricas asociadas a 19 centrales azucareros, para emplear el bagazo y otras materias primas de origen vegetal. Cuando se ejecuten esos planes, la industria que soportó durante siglos a la economía cubana, participaría en el 14 por ciento de la generación eléctrica. Los vientos suministrarían el 5,4 por ciento y la radiación solar, el 3,5 por ciento. Entre las tres, aportan hoy menos del 4 por ciento.
Para expandir en tal escala el empleo de las fuentes renovables, el país necesita 3.700 millones de dólares. ¿De dónde saldrá el financiamiento? Funcionarios del Ministerio de Energía y Minas informaron en la Mesa Redonda que el país buscaría el dinero a través de créditos gubernamentales con otros países. También mediante la inversión extranjera directa. Uno de los primeros pasos lo dio Cuba al pactar con firmas británicas el desarrollo de centrales eléctricas en la industria azucarera. (2014).
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