La
visita de Vladimir Putin a Cuba en julio de 2014 marcó un momento a
partir del cual existen muchas posibilidades para relanzar las
relaciones económicas entre Cuba y Rusia, que transitaron por un proceso
de virtual estancamiento a lo largo de los últimos 23 años.
Con la desaparición de la URSS en diciembre de 1991, la Federación Rusa asumió el desarrollo de los vínculos económicos y financieros con Cuba. Sin embargo, la aplicación de una fuerte política neoliberal por el gobierno de Boris Yeltsin entre 1992 y 1999 repercutió negativamente en sus relaciones económicas con nuestro país.
Bajo estas circunstancias, la firma de diversos acuerdos bilaterales en 1992, 1993 y 1996 para tratar de reanimar las relaciones económicas no produjo resultado alguno. De este modo, el intercambio comercial con la URSS, que en 1991 representaba el 62,7% del total que realizaba Cuba, cayó con Rusia más de 94% a la altura de 1995, representando en ese año solo el 5,7%. En términos de la balanza comercial, la Isla mantuvo un saldo positivo en sus relaciones con Rusia hasta 2004.
Con la elección de Putin como presidente en 2000 y su visita a Cuba en ese mismo año, los vínculos económicos parecieron cobrar un nuevo impulso, que incluyó el otorgamiento por la parte rusa de un crédito comercial de 50 millones de dólares. En esos momentos se despejaron un grupo de temas de carácter político pendientes de discusión desde 1992 y fueron identificadas por Cuba las esferas de negocios bajo las nuevas condiciones, basadas en el beneficio mutuo que debía presidir las relaciones económicas a partir de ese momento.
Sin embargo, un tema no tuvo solución en ese instante. La deuda externa con la antigua Unión Soviética siguió siendo un asunto escabroso entre los dos países. Al respecto, cabe apuntar que la deuda valorada por Rusia en 1992 alcanzaba 20 848 millones de rublos transferibles, o 23 141.3 millones de pesos a la tasa de cambio de entonces.
Por otro lado, los perjuicios sufridos por Cuba con la desaparición abrupta y sin compensaciones de todos los vínculos económicos con la antigua URSS fue objeto de reclamación por la parte cubana, sobre la base de la existencia de obligaciones mutuas entre los dos países.
Luego de varios años de negociaciones infructuosas, Cuba presentó en 1998 una reclamación por daños sufridos entre 1991 y 1995, que se elevó a 36 363 millones de rublos transferibles o 40 363 millones de pesos cubanos, pero tampoco fue aceptada por la parte rusa.
Las relaciones comerciales entre los dos países no avanzarían en los años subsiguientes. En efecto, el peso del intercambio comercial con Rusia bajó del 7,5% del total en 2000 al 1,9% en 2005, y se mantuvo a ese nivel hasta 2013.
Entretanto, el turismo ruso comenzó a ganar presencia en Cuba a partir de 1996, creciendo muy lentamente desde entonces, cuando representaba el 0,9% del total de visitantes, hasta alcanzar el 2,5% en 2013, pero aún con fuertes fluctuaciones.
No obstante, a partir de 2006 se comenzaron a materializar algunas medidas para ampliar los vínculos comerciales, al firmarse en ese año un crédito por 250 millones de dólares a pagar en diez años y con muy baja tasa de interés, en tanto se ajustaron los pagos de la deuda contraída con Rusia a partir de 1992.
También en noviembre de 2008 visitó Cuba el presidente Dimitri Medvedev, otorgando algunas facilidades adicionales, y en enero de 2009 visitó Rusia el presidente Raúl Castro, ocasión en la que se firmó un memorándum “Sobre los principios de la colaboración estratégica entre Cuba y Rusia” y se rubricaron otros 34 documentos en diferentes esferas de colaboración.
El impacto de estos acuerdos se ha apreciado en la presencia de piezas de repuestos y equipos rusos en múltiples esferas de la economía. Especialmente, se destaca el inicio de la recapitalización de la flota aérea comercial cubana con la adquisición de modernas aeronaves tipo IL-96 y TU-204, a las que se han añadido más recientemente los AN-158 de producción conjunta entre Rusia y Ucrania.
Además, recientemente se han firmado acuerdos para la creación de una aerolínea conjunta entre Cuba, Rusia y un tercer asociado, y para convertir el aeropuerto de San Antonio de los Baños en una terminal internacional, un proyecto que abarca hasta 2020.
Un significativo avance en las relaciones bilaterales se produjo en febrero de 2013, cuando -en ocasión de otra visita de Medvedev a Cuba, ahora como primer ministro- se acordó la condonación del 90% de la deuda registrada con la antigua URSS, ascendente a 35 000 millones de dólares en esos momentos. Putin anunció posteriormente que los 3 500 millones restantes se liquidarían en diez años, en un proceso que conllevaría inversiones rusas en Cuba.
Finalmente, la visita de Putin en julio de 2014 sirvió de marco para la firma de diez nuevos convenios de colaboración que incluyen -entre sus aspectos más importantes- un memorándum de entendimiento para un contrato de construcción de cuatro unidades de generación eléctrica de 220 MW, con un valor estimado de 1 000 millones de dólares; otro referido a la producción y aplicación de luminarias basadas en la tecnología LED; un acuerdo para el desarrollo y explotación de pozos de petróleo, optimizando los procesos de extracción, y un memorándum de entendimiento para la modernización y reconstrucción de unidades de energía hidroeléctrica.
Con relación al petróleo, ya compañías rusas han estado presentes en la exploración del crudo off shore y recientemente se firmó un acuerdo entre las compañías Zarubezhneft y Rosneft con CUPET, para un programa de trabajo a partir del año 2015.
Sin dudas, el acercamiento de Rusia con Cuba y también con varios países de América Latina obedece al rumbo geoestratégico que ha tomado ese país ante la compleja coyuntura internacional, lo cual ha servido de impulso para lograr un mayor ámbito de coincidencia en múltiples esferas de la política internacional.
Por otro lado, ese proceso ha posibilitado un trabajo de captación y análisis de oportunidades de negocio con la Isla que resultan prometedoras en el campo de la energía, el transporte y la biotecnología, entre aquellas esferas donde existe el mayor potencial inmediato para el desarrollo de relaciones mutuamente ventajosas.
Por Jose Luis Rodriguez
Con la desaparición de la URSS en diciembre de 1991, la Federación Rusa asumió el desarrollo de los vínculos económicos y financieros con Cuba. Sin embargo, la aplicación de una fuerte política neoliberal por el gobierno de Boris Yeltsin entre 1992 y 1999 repercutió negativamente en sus relaciones económicas con nuestro país.
Bajo estas circunstancias, la firma de diversos acuerdos bilaterales en 1992, 1993 y 1996 para tratar de reanimar las relaciones económicas no produjo resultado alguno. De este modo, el intercambio comercial con la URSS, que en 1991 representaba el 62,7% del total que realizaba Cuba, cayó con Rusia más de 94% a la altura de 1995, representando en ese año solo el 5,7%. En términos de la balanza comercial, la Isla mantuvo un saldo positivo en sus relaciones con Rusia hasta 2004.
Con la elección de Putin como presidente en 2000 y su visita a Cuba en ese mismo año, los vínculos económicos parecieron cobrar un nuevo impulso, que incluyó el otorgamiento por la parte rusa de un crédito comercial de 50 millones de dólares. En esos momentos se despejaron un grupo de temas de carácter político pendientes de discusión desde 1992 y fueron identificadas por Cuba las esferas de negocios bajo las nuevas condiciones, basadas en el beneficio mutuo que debía presidir las relaciones económicas a partir de ese momento.
Sin embargo, un tema no tuvo solución en ese instante. La deuda externa con la antigua Unión Soviética siguió siendo un asunto escabroso entre los dos países. Al respecto, cabe apuntar que la deuda valorada por Rusia en 1992 alcanzaba 20 848 millones de rublos transferibles, o 23 141.3 millones de pesos a la tasa de cambio de entonces.
Por otro lado, los perjuicios sufridos por Cuba con la desaparición abrupta y sin compensaciones de todos los vínculos económicos con la antigua URSS fue objeto de reclamación por la parte cubana, sobre la base de la existencia de obligaciones mutuas entre los dos países.
Luego de varios años de negociaciones infructuosas, Cuba presentó en 1998 una reclamación por daños sufridos entre 1991 y 1995, que se elevó a 36 363 millones de rublos transferibles o 40 363 millones de pesos cubanos, pero tampoco fue aceptada por la parte rusa.
Las relaciones comerciales entre los dos países no avanzarían en los años subsiguientes. En efecto, el peso del intercambio comercial con Rusia bajó del 7,5% del total en 2000 al 1,9% en 2005, y se mantuvo a ese nivel hasta 2013.
Entretanto, el turismo ruso comenzó a ganar presencia en Cuba a partir de 1996, creciendo muy lentamente desde entonces, cuando representaba el 0,9% del total de visitantes, hasta alcanzar el 2,5% en 2013, pero aún con fuertes fluctuaciones.
No obstante, a partir de 2006 se comenzaron a materializar algunas medidas para ampliar los vínculos comerciales, al firmarse en ese año un crédito por 250 millones de dólares a pagar en diez años y con muy baja tasa de interés, en tanto se ajustaron los pagos de la deuda contraída con Rusia a partir de 1992.
También en noviembre de 2008 visitó Cuba el presidente Dimitri Medvedev, otorgando algunas facilidades adicionales, y en enero de 2009 visitó Rusia el presidente Raúl Castro, ocasión en la que se firmó un memorándum “Sobre los principios de la colaboración estratégica entre Cuba y Rusia” y se rubricaron otros 34 documentos en diferentes esferas de colaboración.
El impacto de estos acuerdos se ha apreciado en la presencia de piezas de repuestos y equipos rusos en múltiples esferas de la economía. Especialmente, se destaca el inicio de la recapitalización de la flota aérea comercial cubana con la adquisición de modernas aeronaves tipo IL-96 y TU-204, a las que se han añadido más recientemente los AN-158 de producción conjunta entre Rusia y Ucrania.
Además, recientemente se han firmado acuerdos para la creación de una aerolínea conjunta entre Cuba, Rusia y un tercer asociado, y para convertir el aeropuerto de San Antonio de los Baños en una terminal internacional, un proyecto que abarca hasta 2020.
Un significativo avance en las relaciones bilaterales se produjo en febrero de 2013, cuando -en ocasión de otra visita de Medvedev a Cuba, ahora como primer ministro- se acordó la condonación del 90% de la deuda registrada con la antigua URSS, ascendente a 35 000 millones de dólares en esos momentos. Putin anunció posteriormente que los 3 500 millones restantes se liquidarían en diez años, en un proceso que conllevaría inversiones rusas en Cuba.
Finalmente, la visita de Putin en julio de 2014 sirvió de marco para la firma de diez nuevos convenios de colaboración que incluyen -entre sus aspectos más importantes- un memorándum de entendimiento para un contrato de construcción de cuatro unidades de generación eléctrica de 220 MW, con un valor estimado de 1 000 millones de dólares; otro referido a la producción y aplicación de luminarias basadas en la tecnología LED; un acuerdo para el desarrollo y explotación de pozos de petróleo, optimizando los procesos de extracción, y un memorándum de entendimiento para la modernización y reconstrucción de unidades de energía hidroeléctrica.
Con relación al petróleo, ya compañías rusas han estado presentes en la exploración del crudo off shore y recientemente se firmó un acuerdo entre las compañías Zarubezhneft y Rosneft con CUPET, para un programa de trabajo a partir del año 2015.
Sin dudas, el acercamiento de Rusia con Cuba y también con varios países de América Latina obedece al rumbo geoestratégico que ha tomado ese país ante la compleja coyuntura internacional, lo cual ha servido de impulso para lograr un mayor ámbito de coincidencia en múltiples esferas de la política internacional.
Por otro lado, ese proceso ha posibilitado un trabajo de captación y análisis de oportunidades de negocio con la Isla que resultan prometedoras en el campo de la energía, el transporte y la biotecnología, entre aquellas esferas donde existe el mayor potencial inmediato para el desarrollo de relaciones mutuamente ventajosas.
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de Vladimir Putin a Cuba en julio de 2014 marcó un momento a partir del cual
existen muchas posibilidades para relanzar las relaciones económicas entre Cuba
y Rusia, que transitaron por un proceso de virtual estancamiento a lo largo de
los últimos 23 años.
Con la desaparición de la URSS en diciembre de 1991, la Federación Rusa asumió el desarrollo de los vínculos económicos y financieros con Cuba. Sin embargo, la aplicación de una fuerte política neoliberal por el gobierno de Boris Yeltsin entre 1992 y 1999 repercutió negativamente en sus relaciones económicas con nuestro país.
Bajo estas circunstancias, la firma de diversos acuerdos bilaterales en 1992, 1993 y 1996 para tratar de reanimar las relaciones económicas no produjo resultado alguno. De este modo, el intercambio comercial con la URSS, que en 1991 representaba el 62,7% del total que realizaba Cuba, cayó con Rusia más de 94% a la altura de 1995, representando en ese año solo el 5,7%. En términos de la balanza comercial, la Isla mantuvo un saldo positivo en sus relaciones con Rusia hasta 2004.
Con la elección de Putin como presidente en 2000 y su visita a Cuba en ese mismo año, los vínculos económicos parecieron cobrar un nuevo impulso, que incluyó el otorgamiento por la parte rusa de un crédito comercial de 50 millones de dólares. En esos momentos se despejaron un grupo de temas de carácter político pendientes de discusión desde 1992 y fueron identificadas por Cuba las esferas de negocios bajo las nuevas condiciones, basadas en el beneficio mutuo que debía presidir las relaciones económicas a partir de ese momento.
Sin embargo, un tema no tuvo solución en ese instante. La deuda externa con la antigua Unión Soviética siguió siendo un asunto escabroso entre los dos países. Al respecto, cabe apuntar que la deuda valorada por Rusia en 1992 alcanzaba 20 848 millones de rublos transferibles, o 23 141.3 millones de pesos a la tasa de cambio de entonces.
Por otro lado, los perjuicios sufridos por Cuba con la desaparición abrupta y sin compensaciones de todos los vínculos económicos con la antigua URSS fue objeto de reclamación por la parte cubana, sobre la base de la existencia de obligaciones mutuas entre los dos países.
Luego de varios años de negociaciones infructuosas, Cuba presentó en 1998 una reclamación por daños sufridos entre 1991 y 1995, que se elevó a 36 363 millones de rublos transferibles o 40 363 millones de pesos cubanos, pero tampoco fue aceptada por la parte rusa.
Las relaciones comerciales entre los dos países no avanzarían en los años subsiguientes. En efecto, el peso del intercambio comercial con Rusia bajó del 7,5% del total en 2000 al 1,9% en 2005, y se mantuvo a ese nivel hasta 2013.
Entretanto, el turismo ruso comenzó a ganar presencia en Cuba a partir de 1996, creciendo muy lentamente desde entonces, cuando representaba el 0,9% del total de visitantes, hasta alcanzar el 2,5% en 2013, pero aún con fuertes fluctuaciones.
No obstante, a partir de 2006 se comenzaron a materializar algunas medidas para ampliar los vínculos comerciales, al firmarse en ese año un crédito por 250 millones de dólares a pagar en diez años y con muy baja tasa de interés, en tanto se ajustaron los pagos de la deuda contraída con Rusia a partir de 1992.
También en noviembre de 2008 visitó Cuba el presidente Dimitri Medvedev, otorgando algunas facilidades adicionales, y en enero de 2009 visitó Rusia el presidente Raúl Castro, ocasión en la que se firmó un memorándum “Sobre los principios de la colaboración estratégica entre Cuba y Rusia” y se rubricaron otros 34 documentos en diferentes esferas de colaboración.
El impacto de estos acuerdos se ha apreciado en la presencia de piezas de repuestos y equipos rusos en múltiples esferas de la economía. Especialmente, se destaca el inicio de la recapitalización de la flota aérea comercial cubana con la adquisición de modernas aeronaves tipo IL-96 y TU-204, a las que se han añadido más recientemente los AN-158 de producción conjunta entre Rusia y Ucrania.
Además, recientemente se han firmado acuerdos para la creación de una aerolínea conjunta entre Cuba, Rusia y un tercer asociado, y para convertir el aeropuerto de San Antonio de los Baños en una terminal internacional, un proyecto que abarca hasta 2020.
Un significativo avance en las relaciones bilaterales se produjo en febrero de 2013, cuando -en ocasión de otra visita de Medvedev a Cuba, ahora como primer ministro- se acordó la condonación del 90% de la deuda registrada con la antigua URSS, ascendente a 35 000 millones de dólares en esos momentos. Putin anunció posteriormente que los 3 500 millones restantes se liquidarían en diez años, en un proceso que conllevaría inversiones rusas en Cuba.
Finalmente, la visita de Putin en julio de 2014 sirvió de marco para la firma de diez nuevos convenios de colaboración que incluyen -entre sus aspectos más importantes- un memorándum de entendimiento para un contrato de construcción de cuatro unidades de generación eléctrica de 220 MW, con un valor estimado de 1 000 millones de dólares; otro referido a la producción y aplicación de luminarias basadas en la tecnología LED; un acuerdo para el desarrollo y explotación de pozos de petróleo, optimizando los procesos de extracción, y un memorándum de entendimiento para la modernización y reconstrucción de unidades de energía hidroeléctrica.
Con relación al petróleo, ya compañías rusas han estado presentes en la exploración del crudo off shore y recientemente se firmó un acuerdo entre las compañías Zarubezhneft y Rosneft con CUPET, para un programa de trabajo a partir del año 2015.
Sin dudas, el acercamiento de Rusia con Cuba y también con varios países de América Latina obedece al rumbo geoestratégico que ha tomado ese país ante la compleja coyuntura internacional, lo cual ha servido de impulso para lograr un mayor ámbito de coincidencia en múltiples esferas de la política internacional.
Por otro lado, ese proceso ha posibilitado un trabajo de captación y análisis de oportunidades de negocio con la Isla que resultan prometedoras en el campo de la energía, el transporte y la biotecnología, entre aquellas esferas donde existe el mayor potencial inmediato para el desarrollo de relaciones mutuamente ventajosas.
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