Por Alejandro Nadal, La Jornada
Francia ha logrado colocar deuda en el mercado internacional a tasas muy bajas y todo mundo se pregunta por qué. La tasa de rendimiento de sus bonos a 10 años ha caído a un nivel récord de 1.24 por ciento, a pesar de una crisis ministerial que se saldó con la renuncia del ministro de economía, de que la economía francesa permanece estancada y el déficit fiscal se sitúa por arriba del nivel fijado en el tratado de Maastricht. La deuda externa total de Francia rebasa por primera vez los 2 billones (castellanos) de euros, el equivalente a 95 por ciento del PIB (por arriba del umbral de 60 por ciento fijado en Maastricht). ¿Cómo explicar las bajas tasas a las que Francia está colocando su deuda soberana?
En realidad, Francia no está sola. La tasa de rendimiento sobre bonos alemanes a 10 años alcanzó hace una semana el nivel récord de 0.91 por ciento. Hasta los países más golpeados por la deuda han podido colocar bonos a menor costo, por ejemplo, la tasa de interés para bonos españoles a 10 años pasó de 2.17 a 2.09 por ciento, mientras que la de bonos italianos del mismo tipo se redujo de 2.4 a 2.3 por ciento.
El costo de fondeo para los países de la eurozona se redujo desde que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), anunció el compromiso de evitar la deflación a cualquier precio. El discurso de Draghi en el simposio de Jackson Hole no deja lugar a dudas. Destacan dos puntos clave. Primero, la crisis de deuda soberana en la eurozona (que arranca en plena forma a partir de 2011) desarticuló los mecanismos de estabilización macroeconómica. En especial, el ajuste fiscal que se llevó a cabo en la mayor parte de los países de la eurozona para conservar la confianza de los inversionistas condujo a un aumento significativo del desempleo.
Además, a pesar de que las tasas de interés se mantenían bajas, el costo del capital se incrementó. La transmisión de la política monetaria se interrumpió y la doble contracción, monetaria y fiscal, profundizó la recesión. Hoy la deflación sigue siendo tema de preocupación para Draghi. La inflación se mantenía en un modesto 2.5 por ciento en el verano de 2012 y hoy alcanza el 0.4 por ciento. Preservar la estabilidad de precios sigue siendo el mandato principal del BCE y Draghi considera que se necesita reactivar la demanda agregada.
El segundo punto es el más importante: Draghi anuncia que la política monetaria debe desempeñar un papel importante para salir de la recesión. Esta retórica confirma los anuncios de mediados de junio sobre las medidas del BCE en materia de adquisición de activos.
Las expectativas de los inversionistas consideran que el BCE procederá a inyectar cantidades masivas de liquidez en la economía de la eurozona en octubre, lo que provocaría una caída todavía más sensible de las tasas de interés de mercado. Es decir, el BCE estaría iniciando una política de flexibilidad cuantitativa, postura que le permitiría adquirir un abanico más amplio de títulos y así asegurar la inserción efectiva de flujos monetarios hacia la economía real vía crédito bancario. De hecho, esta política conduciría a devaluar el euro y promover el retorno a una inflación moderada. La recuperación en Europa se traducirá, según las tesis del BCE, en la salida de capitales del mercado de bonos para acudir al mercado accionario. Pero mientras tanto, con el despliegue de las presiones deflacionarias en la eurozona, los mercados prefieren los bonos soberanos a pesar de sus magros rendimientos.
Pero quizás hay otras razones que explican el comportamiento del mercado de deuda soberana de los países de la eurozona. Uno de ellos es lo que se ha llamado el vuelo o la fuga hacia espacios que ofrecen mayor seguridad. Y por supuesto, el euro no es el único refugio. Después de un periodo de varios años de debilidad, el dólar ha vuelto a resurgir como la moneda más preferida por los inversionistas a escala global.
La fuga hacia un lugar seguro tiene varias causas. La reducción en la actividad económica en China y su impacto global en el ciclo de precios de productos básicos que sostuvo el crecimiento de los mercados emergentes, es un factor clave del desajuste global y anuncia que la recuperación será lenta. Además, los desequilibrios globales (entre países con superávit y deficitarios) siguen siendo un motivo de preocupación y fuente de inestabilidad monetaria y cambiaria. Finalmente, el mismo Draghi destaca la importancia de los riesgos geopolíticos del momento: el conflicto en Ucrania y los desplantes terroristas de ISIL y sus victorias militares no ayudan a calmar los ánimos. Las conexiones con el mundo financiero y la economía real son más fuertes de lo que se piensa.
Todo esto puede ser presagio de que la economía mundial está cerca de otromomento Lehman. La referencia es, por supuesto, al colapso del banco de inversión Lehman Brothers que sacudió al sistema financiero global. Antes del derrumbe parecía que había presiones pero que todo estaba bajo control. Y de pronto, todo cambió.
Twitter: @anadaloficial
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