"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 1 de noviembre de 2014

¿Cómo podrían Estados Unidos y Cuba modificar sus relaciones al asistir a la Cumbre de las Américas?

Rachel Delevie-Orey, Progreso Semanal
 
Durante las últimas dos décadas, la Cumbre de las Américas ha convocado a los jefes de estado del Hemisferio Occidental sin la participación de Cuba. Eso es probable que cambie. En abril de 2015, Panamá será anfitrión de la próxima. Al gobierno cubano se le enviará una invitación.

Durante mucho tiempo, Estados Unidos se ha opuesto a la participación de Cuba en la Cumbre –y el presidente Obama aún no ha confirmado la asistencia de Estados Unidos– pero todo indica que tanto él como el presidente Raúl Castro estarán allí. En diciembre de 2013, se dieron brevemente la mano en el funeral del expresidente sudafricano Nelson Mandela. Aquel encuentro provocó gran conmoción y ningún cambio de política. ¿Será diferente esta Cumbre?

Esta reunión está llena de oportunidades para que los dos países se ataquen entre sí. Estados Unidos está presionando para agregar un componente de sociedad civil a la agenda que coloca a la democracia en el centro de las discusiones. Cuba pudiera utilizar las discusiones económicas para subrayar los daños causados por el embargo. Pero la Cumbre también pudiera presentar una oportunidad para implementar opciones de políticas que reducen tensiones y abren la puerta a una cooperación ulterior.

En el Foco de este mes preguntamos: ¿Cómo podrían Estados Unidos y Cuba tener impacto sobre sus relaciones al asistir a la Cumbre de las Américas?

He aquí tres panoramas:
Las relaciones mejoran
Las relaciones empeoran
Las relaciones permanecen iguales




Primer escenario: Las relaciones mejoran

Si Estados Unidos y Cuba usan la cumbre para mejorar las relaciones bilaterales, veremos la acción bastante antes de la propia Cumbre. Al igual que la mayoría de las reuniones de alto nivel, las agendas y las consultas se determinan de antemano. Como la Cumbre enfocará a la región en su conjunto, las oportunidades formales para acercamientos bilaterales y cambios de política están restringidas hasta que se acerque la Cumbre. Una mejoría de la relación EE.UU.-Cuba desbrozaría el camino para una reunión menos tensa y más productiva.

Varias opciones de política están a disposición de la administración Obama. Estados Unidos podría reanudar las relaciones diplomáticas y sacar a Cuba de la lista de estados promotores del terrorismo, la cual incluye también a Siria, Irán y Sudán. Aunque muy discutidas, no es probable que se tomen estas medidas antes de la Cumbre. El gobierno cubano actualmente facilita las conversaciones de paz entre el gobierno colombiano y las FARC, una organización guerrillera terrorista que ha contribuido a cincuenta años de violencia en Colombia. Si Cuba logra que se llegue a un acuerdo, esto puede servir como justificación para sacarla de la lista de estados promotores del terror –pero es improbable que el acuerdo se logre antes de la Cumbre.

En su lugar, la Casa Blanca puede considerar ampliar aún más las regulaciones de viajes para permitir el “viaje con sentido” –esto incluye actividades relacionadas con propósitos religiosos, educativos y humanitarios, y otros temas similares– bajo una licencia general, lo que permitiría que muchos más norteamericanos viajen a Cuba. El presidente Obama comenzó por permitir que los norteamericanos enviarán remesas a Cuba (similar a la política implementada originalmente por el presidente Clinton), lo cual podría ser ampliado a permitir la inversión formal en negocios privados. Una nueva clase empresarial ha emergido en años recientes bajo las reformas económicas de Raúl Castro y un flujo de inversiones norteamericanas podría fortalecer estos pequeños negocios incipientes. Apoyar a tales empresas fortalece el libre mercado en Cuba, un objetivo central de Estados Unidos. La administración también puede explorar vías para que operen en Cuba firmas de telecomunicaciones con sede en EE.UU. Esto traería nuevos ingresos a las firmas norteamericanas, mientras que ayuda a reducir los costos de comunicación para los pequeños negocios independientes. Se podría expandir ampliamente el acceso a Internet.

Pero la cooperación no es una calle en un solo sentido. Cuba también puede buscar mejorar las relaciones bilaterales como prueba de su deseo para la cooperación hemisférica. La opción más evidente para Cuba sería liberar al contratista de la USAID Alan Gross. Después de cumplir cinco años de una condena a prisión de quince años, Gross se encuentra en precario estado de salud física y mental. Su encarcelamiento es un obstáculo para las relaciones EE.UU.-Cuba, mientras que su liberación podría abrir la posibilidad de una negociación con Cuba. Estados Unidos ha estado reacio a un intercambio con prisioneros cubanos –originalmente conocidos como los Cinco de Cuba, y ahora los Tres de Cuba– pero eso puede cambiar en el esfuerzo por traer de vuelta a Gross a Estados Unidos.

Finalmente, la crisis del ébola en África Occidental presenta una oportunidad singular para la cooperación. Estados Unidos ha prometido enviar a 3 000 soldados a los países afectados y ha establecido un centro de tratamiento en Monrovia, Liberia. Cuba se ha comprometido con enviar a 465 trabajadores de la salud a la región, más que cualquier otro gobierno. La coordinación será decisiva entre gobiernos y ONGs, lo que la convertirá en terreno fértil para la cooperación entre EE.UU. y Cuba. La Habana fue anfitriona de una reunión el 29 de octubre en busca de una respuesta latinoamericana a la crisis, y Estados Unidos envió a un representante del Centro para el Control de Enfermedades, una refrescante demostración de la voluntad de ambos países para coordinar en asuntos de preocupación mutua.

Segundo escenario: Las relaciones empeoran

Si ninguno de los dos países toma medidas para mejorar las relaciones, en la Cumbre habrá una atmósfera tensa. Sin duda Estados Unidos se empeñará en tratar el tema de los derechos humanos y la democracia en Cuba con énfasis en el papel de la sociedad civil. Si Cuba se siente atacada, Castro probablemente contraatacará con la retórica acerca del imperialismo norteamericano. Esperen que los amigos de Cuba, como Venezuela, Nicaragua y Bolivia, apoyen las acusaciones de Castro.

La Cumbre pudiera convertirse en una tormenta de fuego de pedanterías provenientes de ambos países, lo que impediría el progreso acerca de asuntos de importancia. Estados Unidos y Cuba podrían dar marcha atrás a recientes medidas que aliviaron las restricciones, lo que resultaría en regulaciones más estrictas a los viajes; más limitaciones al movimiento de diplomáticos; y una negativa a participar en esfuerzos conjuntos como la coordinación para la limpieza medioambiental, el crimen transnacional e inmigración.

Si la Cumbre es secuestrada por este conflicto de décadas, será dañino no solo para la relación bilateral, sino para las relaciones de cada país con la región. Estados Unidos tiene más que perder en términos de apalancamiento e influencia regionales, ahora que está haciendo un énfasis renovado en una mayor asociación. Seguramente exasperaría a los líderes latinoamericanos que una reunión regional se enfocara en este feudo. El futuro y el valor de la Cumbre toda serían cuestionados.

Tercer Escenario: Las relaciones permanecen iguales

El presidente Obama ha mostrado poca disposición a gastar capital político en lo que muchos consideran asuntos marginales o incorregibles. Cuba cabe en ambas categorías. Con tantas crisis globales a la mano, el presidente Obama puede que no esté dispuesto a correr los riesgos políticos necesarios para implementar cualquier cambio en la política hacia Cuba.

Las encuestas muestran sin lugar a dudas que la mayoría de los norteamericanos apoyan el fin del embargo a Cuba, pero no es una prioridad de política. La Cumbre pudiera servir de escenario a otro apretón de manos que hiera a algunos que apoyan el embargo y sea aplaudido por los defensores del cambio, pero que es olvidado con el próximo ciclo de noticias.

Cuba, por su parte, no carece de relaciones diplomáticas globales. Si el presidente Raúl Castro considera que la Cumbre es simplemente otro foro internacional en el que su país es bienvenido –a pesar de las protestas de Estados Unidos– puede pensar que es una victoria suficiente. La Cumbre y la participación de Cuba sirven como evidencia más que bastante del gran prestigio de Cuba ante otras naciones.

Mantener el status quo de la relación EE.UU.-Cuba no descarta que sea una Cumbre productiva. Otros asuntos deben ser discutidos. Sin embargo, con la presencia del presidente Obama y del presidente Castro en el mismo salón será un reto hacer que la prensa se enfoque en otra cosa.

(Tomado de The Atlantic Council. Traducido por Progreso Semanal)

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