La Habana, 28 nov (PL) Los músicos cubanos Frank Fernández y Niurka González obraron el milagro de traer a Mozart, Bach, Gluck, Chaikovski y Chopin al siglo XXI, con transcripciones de algunas piezas no concebidas originalmente para flauta.
Fernández al piano y González con el instrumento de viento estrenaron la víspera una adaptación de la sonata número 15 del genio austriaco Wolfang Amadeus Mozart que culminó con ovaciones por la agudeza de los intérpretes.
El creador de la escuela pianística cubana contemporánea considera a Mozart un universo absolutamente completo y a esta pieza una de las más extraordinarias de su tipo compuestas en época del clasicismo.
Los artistas también interpretaron de conjunto versiones de una sonata y una coral del organista y compositor alemán Juan Sebastián Bach y una melodía de la ópera Orfeo y Eurídice de Gluck, otro brillante creador germano.
Para acentuar el romanticismo del concierto, Fernández leyó un poema de Goethe que inspiró una traducción musical al ruso Piort Ilich Chaikovski, compartió esa pieza con la flautista y además El otoño, del ciclo Las estaciones, del propio autor.
El cubano seleccionó de su repertorio de más de 650 composiciones para disímiles formatos dos obras muy difundidas en este país por la televisión y el cine, los temas de amor de la telenovela Tierra Brava y de la película La gran rebelión.
Aunque la relación entre el piano y la flauta fluyó como un diálogo horizontal en la mayoría de los temas, resulta inevitable subrayar la ecuanimidad y la energía de González para tocar tantas piezas complejas sin descanso.
En las composiciones de Fernández, por ejemplo, ella ocupó un lugar central mientras él sirvió de extraordinario acompañante, y ambos provocaron al auditorio con un éxito cubano del siglo XX, la canción Quiéreme mucho, de Gonzalo Roig.
Para sorpresa del público, fuera de programa, el pianista propuso interpretar el Vals del minuto, del genio polaco Federico Chopin, y la flautista asumió el reto como si en ese momento comenzara el día.
Los asistentes a la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, en esta capital, disfrutaron realmente de un concierto único y original.
Fernández sabe tocar las fibras íntimas de cualquier otro artista y acompañarle desde la respiración, advirtió la primera figura del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, quien comparte proyectos personales con el pianista.
La más internacional de las bailarinas cubanas en activo confesó a Prensa Latina que en los conciertos de Fernández encuentra paz; pues él tiene una sensibilidad especial para ayudar al público a asimilar hasta la última nota de cualquier partitura.
Este artista enriquece el alma, su música llena corazones, sentenció conmovida por el espectáculo y comparó a González con las bailarinas virtuosas, valientes y capaces de introducir nuevas dificultades a la ejecución como si fluyera natural, sin hacer evidente el esfuerzo.
tgj/msm
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