Ivet González
Este combustible renovable es después del tabaco el rubro que más ganancias reporta al Ministerio de la Agricultura.
LA HABANA,
28 Nov 2014 (IPS) - Plantas exóticas invasoras como el marabú y
cítricos con plagas son la nueva materia prima en Cuba para hacer carbón
vegetal, un producto artesanal muy demandado en Europa por su llama
azul con poco humo y ceniza.
En 2013, el país exportó 70.200 toneladas de biocarbón a Alemania,
Bélgica, Canadá, España, Francia, Grecia, Italia, Israel, Portugal y
Turquía, a unos 300 dólares por tonelada. Representó un gran salto con
respecto a las más de 40.000 toneladas producidas en 2012 para el
mercado interno y externo.
Este combustible renovable, muy usado en las barbacoas familiares y
en la restauración, es después del tabaco el rubro que más ganancias
reporta al Ministerio de la Agricultura.
"El marabú y la (también invasora) aroma son casi los únicos árboles
que se permiten cortar en los montes de aquí", explicó a IPS el leñador
Guillermo López, de la provincia de Mayabeque, que colinda con La
Habana.
Muchas especies locales están protegidas, como el mangle, que ocupa
4,8 por ciento del territorio y sirvió durante siglos para fabricar
tizones. Desde 2012, el país vedó la explotación de los manglares con el
fin, entre otros, de fortalecer esta barrera costera ante las marejadas
y eventos climáticos extremos.
Se estima que los impenetrables marabusales, de hasta cinco metros de
altura y ramas espinosas, infecta el millón 46.100 hectáreas de tierras
ociosas cubanas, lo que dificulta recuperarlas para mejorar la
deprimida agricultura local.
El área infectada representa 10 por ciento del territorio cubano y 18 por ciento de las tierras agropecuarias.
Por ello, el boom carbonero de la última década en Cuba, uno de los
principales exportadores del mundo, se debe al aprovechamiento de este
arbusto (Dichrostachys cinerea). Originaria de África es la más
extendida de las 323 plantas exóticas invasoras identificadas por los
científicos en el país.
Estas especies vegetales, que llegaron a este país caribeño sobre
todo por la actividad humana, desplazan la flora autóctona y traen
desequilibrios de alto costo ambiental y económico.
Durante los últimos 15 años, López ha cortado arbustos invasores en
los montes al concluir su jornada como operario de una papelera estatal.
Cuenta que vende la carreta de leña a 500 pesos cubanos (20 dólares) a
dulcerías, panaderías y granjas avícolas, todas en manos del Estado.
El salario promedio mensual de un trabajador equivale a 19 dólares en el sector público, el mayor empleador local.
"También produzco carbón de marabú con un amigo. Es una tarea muy
dura porque hay que cortar dos carretas de leña durante una semana, y
armar, tapar y cocinar el horno durante otra semana más. Velamos noche y
día la cocción", detalló López, descendiente de familia campesina.
Este combustible artesanal se logra mediante un proceso de quema, en
ausencia de aire, de maderas duras y semiduras seleccionadas como el
júcaro (Bucida bruceras), yana (Conocarpus erectus), soplillo (Lysiloma
latisiliqua), cítrico, casuarina, eucalipto y marabú.
Incluso la estatal Empresa Agroindustrial Cítricos Ceballos, en la
ciudad de Ciego de Ávila, a 434 kilómetros al este de La Habana, líder
de la exportación carbonera, aprovecha los árboles de cítricos que tala
por envejecimiento o el azote de plagas.
En Cuba se obtiene biocarbón mayormente en hornos de tierra, que se
estructuran con grandes pilas de madera cubiertas de hierbas, tierra y
troncos secos con aberturas para prenderle fuego.
Si bien este método resulta barato, rinde solo un kilogramo de carbón
vegetal por entre ocho y 12 kilogramos de leña, según el artículo
"Nuevas tecnologías de producción de carbón vegetal", del investigador
holandés Hubert E. Stassen.
Además implica riesgos para la salud del productor, no logra una
carbonización uniforme y contamina el ambiente con la emisión de
alquitranes y gases venenosos.
El experto propone facilitar el acceso en los países productores a
recipientes de acero o retortas que se llenan con leña presecada y se
colocan en un horno de carbonización de ladrillo. Esta tecnología
aprovecha más los gases contaminantes y el calor, reduce las emisiones y
obtiene un kilogramo de carbón vegetal por cuatro de leña.
Del último horno, López y su amigo obtuvieron unos 45 sacos de
carbón. "Vendimos cada saco a 50 pesos cubanos (dos dólares). Da buenas
ganancias porque la materia prima está a la mano. Pero nos faltan
recursos como limas y sacos", especificó el productor.
La mayoría de los carboneros y leñadores en Cuba son independientes,
algunos laboran por temporada y otros integran cooperativas
agropecuarias o empresas agrícolas estatales. Entre las provincias con
más auge de la actividad figuran las centrales Cienfuegos, Sancti
Spíritus, Ciego de Ávila y Camagüey, y la oriental Holguín.
Un productor que mantenga un contrato con empresas estatales puede
ganar más de 2.000 pesos cubanos al mes (80 dólares), además de una
remuneración en pesos cubanos convertibles, equivalente al dólar. Antes
del auge de la exportación a Europa, percibía alrededor de 16 dólares
mensuales.
Otros retos inmediatos son modernizar el sector del biocarbón,
mejorar los centros de beneficio (mejora) del producto primario,
garantizar más insumos y medios de protección a los productores, evitar
atrasos en los pagos y atraer la fuerza joven.
"Hoy se paga mejor el carbón, pero quedamos pocos carboneros en
comparación con años atrás cuando éramos mayoría en todos los pueblitos
de por aquí", dijo a IPS el jubilado Enrique Rodríguez, que vive solo en
la periferia del poblado de Girón, en el Área Protegida Ciénaga de
Zapata, a 200 kilómetros al sureste de La Habana.
Rodríguez, de 64 años, cuenta que todavía hace trabajos informales en
el rubro del carbón o "lo que aparezca" para completar su magra
pensión, que frisa los ocho dólares. "Mi oficio de toda la vida fue el
monte", acotó este cortador de madera, que sabe hacer hornos de tierra.
"Los jóvenes actuales prefieren trabajar en el turismo o donde no
suden la camisa", valoró, sentado en el portal de su humilde casa de
madera, contigua al único sitio del pueblo donde está permitido hacer
carbón.
"Las regulaciones del área protegida organizan el trabajo, no lo
limitan", opinó. De hecho, la tala de plantas exóticas invasoras para
hacer biocarbón ayuda a conservar la Ciénaga de Zapata, el mayor humedal
del Caribe.
De indeseable, el marabú comienza a ser valorado como especie energética en Cuba.
Incluso se incluyeron proyectos para aprovechar esta biomasa en la
Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera, presentada este mes
por las autoridades cubanas a los más de 2.000 empresarios de 60 países
que participaron en la Feria Internacional de La Habana 2014.
La reforma económica que desde 2008 impulsa el gobierno de Raúl Castro apunta ahora al capital foráneo para su despegue.
Entre las 246 oportunidades, figuran inversiones de 4,1 millones de
dólares para producir anualmente de forma industrial y a partir de
marabú 3.000 toneladas métricas de carbón vegetal, 2.600 toneladas
métricas de carbón activado y 1.050 toneladas métricas de briquetas
(bloque sólido combustible, totalmente ecológico).
Se le llama carbón activado a un subproducto absorbente, empleado en
la extracción de metales, purificación de agua potable, tratamiento de
aguas residuales, máscaras antigás y en controladores de emisiones de
automóviles, entre otros muchos usos.
Con vistas al mercado europeo y la venta de energía eléctrica
excedente al Sistema Electroenergético Nacional, los negocios comprenden
la edificación de la industria y plantaciones forestales en Granma,
Holguín, Camagüey y Ciego de Ávila.
Editado por Estrella Gutiérrez
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