Por Jose Luis Rodriguez *
Entre los proyectos de mayores perspectivas para captar nuevas inversiones extranjeras en Cuba se encuentran los vinculados a la industria biotecnológica y médico-farmacéutica, así como los proyectos mineros asociados al níquel.
En el primer caso se trata de una industria que comenzó a desarrollarse en la década de los 80 a partir de investigadores formados básicamente en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) -fundado en 1965-, quienes recibieron una preparación acelerada en el novedoso campo de la biotecnología y la ingeniería genética.
En 1981 se creó el Frente Biológico y en 1986 se fundó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. A esos hitos siguió la creación de un grupo de importantes centros que operaban sobre la base de desarrollar ciclos completos de investigación-producción-comercialización, en lo que pasaría a llamarse el Polo Científico del Oeste de La Habana, establecido en 1991.
Aun en medio de las carencias del Período especial surgieron centros como el Instituto Finlay, en 1991, y el Centro de Inmunología Molecular, en 1994, en los que el Estado cubano invirtió a futuro cientos de millones de dólares durante varios años.
En noviembre de 2012, y sin perder las características que les dieron origen, estos centros pasaron a formar parte de la organización superior de dirección empresarial BioCubaFarma.
La nueva entidad cuenta con 38 empresas cubanas y 11 en el exterior trabajando en 33 proyectos contra enfermedades infecciosas, 33 proyectos y producciones oncológicas, 18 proyectos y producciones cardiovasculares, así como siete para el tratamiento de la diabetes y otras patologías. BioCubaFarma tiene hoy más de 800 registros sanitarios en el extranjero y más de 1 400 patentes registradas en 50 países.
Los resultados no se hicieron esperar. Además de significativos aportes a la calidad de la medicina cubana, la producción de estos centros se convirtió en un componente esencial de las exportaciones de productos de alta tecnología, que hoy cubren el 13,6% del total, y cuyas ventas previstas para 2014 se estiman en 700 millones de dólares, cifra que deberá aumentar a 1 000 millones en 2015.
Con esas favorables perspectivas, los proyectos de asociación con capital extranjero de la industria biotecnológica y médico-farmacéutica se ubican en la Zona Económica Especial de Mariel e incluyen inversiones por valor de 860 millones de dólares en 13 proyectos.
Entre estas inversiones se destacan una planta para la producción de anticuerpos monoclonales (90 millones); una para la producción de hemoderivados destinada a la elaboración de 100 mil litros de plasma anuales (160 millones); una para producir medicamentos inyectables con capacidad para 20 millones de ampollas, 20 millones de viales y 10 millones de jeringas prellenadas por año (160 millones); una planta para producir vacunas (65 millones) anuales, a lo que se añade una para producir ingredientes farmacéuticos activos de productos biofarmacéuticos para combatir el cáncer y otras enfermedades crónicas.
También resultan significativos los emprendimientos de asociación con el capital extranjero de la empresa de Servicios Médicos Cubanos, que ha brindado asistencia a más de 20 000 pacientes de 71 países en Cuba.
La Cartera de Oportunidades de Negocios cubre también importantes proyectos de inversión en la minería, especialmente la del níquel.
En este caso se destacan la promoción de los yacimientos de Cajálbana (Pinar del Río), con un contenido de 51 millones de toneladas de níquel más cobalto, suficientes para producir entre 10 y 12 000 toneladas anuales, con una inversión calculada de entre 500 y 700 millones de dólares. Igualmente destaca el yacimiento de San Felipe (Camagüey), que contiene unos 300 millones de toneladas del mineral, con una producción anual estimada de 50 a 60 000 toneladas y una inversión total de 4 000 a 4 500 millones de dólares.
Finalmente, vale la pena destacar la importancia de dos proyectos para construir dos fábricas de cemento en Nuevitas y Gibara, con una producción anual de 1,1 millones de toneladas de clinker cada una e inversiones de 410 y 430 millones de dólares, respectivamente, que deben posibilitar la venta de cemento por unos 225 millones de dólares anuales.
La presentación de este amplio catálogo de posibilidades de inversión sienta las bases para un despegue de la inversión extranjera en el país, que será esencial para aumentar los ritmos de crecimiento de la economía cubana en los próximos años. Cumplir con las normas establecidas en la Ley 118 y su Reglamento resulta indispensable para que estos ambiciosos proyectos puedan materializarse.
Entre los proyectos de mayores perspectivas para captar nuevas inversiones extranjeras en Cuba se encuentran los vinculados a la industria biotecnológica y médico-farmacéutica, así como los proyectos mineros asociados al níquel.
En el primer caso se trata de una industria que comenzó a desarrollarse en la década de los 80 a partir de investigadores formados básicamente en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC) -fundado en 1965-, quienes recibieron una preparación acelerada en el novedoso campo de la biotecnología y la ingeniería genética.
En 1981 se creó el Frente Biológico y en 1986 se fundó el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. A esos hitos siguió la creación de un grupo de importantes centros que operaban sobre la base de desarrollar ciclos completos de investigación-producción-comercialización, en lo que pasaría a llamarse el Polo Científico del Oeste de La Habana, establecido en 1991.
Aun en medio de las carencias del Período especial surgieron centros como el Instituto Finlay, en 1991, y el Centro de Inmunología Molecular, en 1994, en los que el Estado cubano invirtió a futuro cientos de millones de dólares durante varios años.
En noviembre de 2012, y sin perder las características que les dieron origen, estos centros pasaron a formar parte de la organización superior de dirección empresarial BioCubaFarma.
La nueva entidad cuenta con 38 empresas cubanas y 11 en el exterior trabajando en 33 proyectos contra enfermedades infecciosas, 33 proyectos y producciones oncológicas, 18 proyectos y producciones cardiovasculares, así como siete para el tratamiento de la diabetes y otras patologías. BioCubaFarma tiene hoy más de 800 registros sanitarios en el extranjero y más de 1 400 patentes registradas en 50 países.
Los resultados no se hicieron esperar. Además de significativos aportes a la calidad de la medicina cubana, la producción de estos centros se convirtió en un componente esencial de las exportaciones de productos de alta tecnología, que hoy cubren el 13,6% del total, y cuyas ventas previstas para 2014 se estiman en 700 millones de dólares, cifra que deberá aumentar a 1 000 millones en 2015.
Con esas favorables perspectivas, los proyectos de asociación con capital extranjero de la industria biotecnológica y médico-farmacéutica se ubican en la Zona Económica Especial de Mariel e incluyen inversiones por valor de 860 millones de dólares en 13 proyectos.
Entre estas inversiones se destacan una planta para la producción de anticuerpos monoclonales (90 millones); una para la producción de hemoderivados destinada a la elaboración de 100 mil litros de plasma anuales (160 millones); una para producir medicamentos inyectables con capacidad para 20 millones de ampollas, 20 millones de viales y 10 millones de jeringas prellenadas por año (160 millones); una planta para producir vacunas (65 millones) anuales, a lo que se añade una para producir ingredientes farmacéuticos activos de productos biofarmacéuticos para combatir el cáncer y otras enfermedades crónicas.
También resultan significativos los emprendimientos de asociación con el capital extranjero de la empresa de Servicios Médicos Cubanos, que ha brindado asistencia a más de 20 000 pacientes de 71 países en Cuba.
La Cartera de Oportunidades de Negocios cubre también importantes proyectos de inversión en la minería, especialmente la del níquel.
En este caso se destacan la promoción de los yacimientos de Cajálbana (Pinar del Río), con un contenido de 51 millones de toneladas de níquel más cobalto, suficientes para producir entre 10 y 12 000 toneladas anuales, con una inversión calculada de entre 500 y 700 millones de dólares. Igualmente destaca el yacimiento de San Felipe (Camagüey), que contiene unos 300 millones de toneladas del mineral, con una producción anual estimada de 50 a 60 000 toneladas y una inversión total de 4 000 a 4 500 millones de dólares.
Finalmente, vale la pena destacar la importancia de dos proyectos para construir dos fábricas de cemento en Nuevitas y Gibara, con una producción anual de 1,1 millones de toneladas de clinker cada una e inversiones de 410 y 430 millones de dólares, respectivamente, que deben posibilitar la venta de cemento por unos 225 millones de dólares anuales.
La presentación de este amplio catálogo de posibilidades de inversión sienta las bases para un despegue de la inversión extranjera en el país, que será esencial para aumentar los ritmos de crecimiento de la economía cubana en los próximos años. Cumplir con las normas establecidas en la Ley 118 y su Reglamento resulta indispensable para que estos ambiciosos proyectos puedan materializarse.
*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM).- See more at: http://www.cubacontemporanea.com/noticias/11871-promocion-de-la-inversion-extranjera-y-la-nueva-cartera-de-negocios-en-cuba-iv#sthash.jIsETi6U.dpuf
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