Por PAQUITA ARMAS FONSECA
Se dice, con razón, que tres grupos de personas están “autorizadas” a inquirir sin que sean… chismosas: juristas, policías, instructores a los que el interrogado debe decir la verdad; especialistas de medicina que también exigen una respuesta exacta, pero el tercer grupo –periodistas, comunicadores, conductores,- partiendo de sus habilidades, pueden conseguir que la persona hable o que deje al entrevistador con el arsenal de preguntas al hombro.
Si Oriana Fallaci, la italiana irreverente, pero culta y conocedora de su oficio, no fue la mejor entrevistadora del siglo XX, está entre los mejores profesionales de ese género a nivel planetario. Cada entrevista suya era el desmontaje del personaje que tenía frente: Henry Kissinger o Yaser Arafat, por poner dos ejemplos. A cada uno lo estudió tanto que sabía hasta la marca de su calzoncillo. Eso es prepararse para desnudar el alma de la persona que queremos “presentar” al público.
Escribo esta introducción para dejar sentado que en mi opinión una buena entrevista escrita o un show televisivo, requieren de una preparación enjundiosa, pero que al final es la obra de dos personas, no de una. Claro si se trata de un programa de televisión existen otros ingredientes: luces, fotografía, música que harán mejor o peor la puesta en pantalla de la conversación.
Hoy en nuestra tv proliferan programas que incluyen entrevistas, como parte de la propuesta del espacio, ahora bien de ENTREVISTAS hay muy pocos. Y en esos está Con dos que se quieran, en su segunda temporada, con el polémico, carismático y buen conductor Amaury Pérez Vidal.
Este espacio con idea original, guion y dirección general del propio Amaury, debe llevar al aire unas setenta conversaciones con hombres y mujeres del arte, los medios de difusión, la ciencia, que se someten a un interrogatorio totalmente desconocido y que puede arrancar respuestas brillantes, buenas, regulares…
Confieso que he visto más de los que han salido al aire y me parece no sólo un programa necesario para el hoy, porque nos permite “ver” con otros ojos a nuestros contemporáneos, sino y sobre todo, que al cabo de veinte años esos testimonios con voz e imagen de los protagonistas, contarán sobre sus vidas, decisiones, dolores, alegrías en una forma amena y culta de escribir la historia.
No soy fan del ballet, pero me encantó saber que fue una cubana la primera que bailó en puntas en Laos y que esa muchacha Viengsay Valdés Herrera, prefiere danzar con su compañía, cubana, que con otras muy reconocidas de otros lugares. De hecho ha tenido que escoger más de una vez y lo ha hecho.
Confieso que lo primero que me sedujo de Con dos que se quieran… fue su presentación, con una escenografía impresionante y lo admirable es que casi todo lo que se ve, pertenece al director de arte, Aramís Badalona, que “mudó” su apartamento para el set, lleno de detalles como esa banderita cubana que Amaury acomoda cada vez que supuestamente llega a su sillón.
A Rafael Solis, el director de fotografía y realización de imagen se le debe el entorno que trasmite paz y una belleza natural, como si se tratara del hogar del conductor. El director de producción es Panchito Álvarez, el de sonido directo Ricardo Tato Pérez y el montaje es de Adrian García.
El equipo de realización lo integran, por supuesto, otro grupo importante de especialistas, entre los que se encuentran, Carmen Rosa Báez, Nereida Ortiz, Nelson Vila, Narciso Fraile, los cámaras Iván Nápoles, Yamil Santana, el asistente de edición Rodolfo Barros, la iluminación de José Oscar Pérez, el maquillaje y la peluquería de Aymara Cisneros y el operador de dolly Luis Juara. Dejo para el final a María Teresa González (Petí), que es editora, economista, sicóloga, y hasta fisiatra de Amaury desde hace más de treinta años.
El tema de presentación Con 2 que se quieran, compuesto e interpretado por Amaury, fue orquestado por Juan Manuel Ceruto, mientras esa misma canción arreglada y cantada por Manuel Argudín, sirve de despedida, cuando van cayendo los créditos y se lee que la serie está dedicada a Maricuza, la eficaz asistente de la temporada anterior pero que murió sin avisarle a nadie y que el equipo le rinde homenaje.
Esta propuesta audiovisual, realizada por el Ministerio de Cultura, el ICAIC y el ICRT con la colaboración en la producción de la Agencia Cubana de Derecho de Autor Musical (ACDAM), es una muestra de que muchos poquitos pueden conseguir un producto de calidad.
Me duele que por problemas de producción las entrevistas no se puedan leer en Cubadebate. De la primera temporada aún busco en ellas de vez en vez, cuando necesito puntualizar algún detalle acerca de una personalidad, por ejemplo, sobre Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, para mí una de las mejores conversaciones publicadas con ese genuino cubano.
Algunos programas gustarán más que otros, de unos se debatirá a partir de lo que Amaury debió preguntar o no. En mi vida profesional conozco a no pocas personas que se han negado a contestar un cuestionario por considerarlo irrespetuoso, no lo creo. El periodista o el conductor puede preguntar lo que desee y quien responde debe atenerse a las consecuencias de lo que dijo.
Esas son las reglas del juego de un show televisivo como este, sobre el que tengo tiempo de volver. Les cuento que Alden, Rubiera dicen… ¡por nadita se me va y en qué lío me hubiera metido! Además si vi los programas, fue para con conocimiento de causa hilvanar estas líneas. Por suerte, a partir de su calidad, puedo sugerirle a Usted, lector o lectora, que se embulle, si no lo está, a sentarse cada martes frente a su televisor para que sean tres lo que se quieran.
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