Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada
Los grandes del planeta –Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia– se pelean el apoyo de China, la cual puede definir el rumbo de las alianzas geoeconómicas globales. Lo militar y las geofinanzas son otro asunto.
El mismo día del anuncio del acuerdo de Minsk-2 (http://goo.gl/MVfqi3), Obama invitó al mandarín Xi a una visita oficial a la Casa Blanca en septiembre.
Por lo pronto, Xi asistirá el 9 de mayo en Moscú al aniversario 70 de la victoria de la Gran Guerra Patriótica, lo cual será reciprocado por el zar Vlady Putin con una visita a China a finales del año para conmemorar el triunfo de la guerra antifascista (http://goo.gl/No8HNb).
Por cierto, durante el relevante quinto Congreso Científico de la Vanguardia Internacional –coordinado por la UAM–, celebrado en el Palacio Legislativo de Toluca, estado de México, en una charla privada con Konstantin Sivkov, presidente de la Academia de Asuntos Geopolíticos de Moscú, le inquirí cuál había sido la razón de la ausencia notable del presidente Putin durante 10 días; me confió que se debió a una misión especial del manejo militar en el mar de Barents (el Ártico ruso).
Tampoco hay que perder de vista las trascendentales cumbres tanto del Grupo de Shanghai como del BRICS en la ciudad rusa de Ufá el próximo julio, lo cual denota un asombroso reacomodo de los realineamientos en medio de la fractura global y su caos concomitante.
A mi juicio, existen tres polos que subsisten como fractales (zonas de orden dentro del caos) que probablemente constituyan el nuevo orden tripolar: Estados Unidos, Rusia y China.
En la hipercomplejidad no-lineal del nuevo orden multipolar, dentro de la que destaca la tripolaridad citada, se generan en forma simultánea fuerzas centrípetas y centrífugas, desde el punto de vista multidimensional.
Un grave error de juicio sería sucumbir al reduccionismo simplista unidimensional: sea financierista, sea economicista, sea militarista, sea tecnicista.
Será la suma y resta de todos los vectores de la multidimensionalidad los que definirán los ascensos y declives del nuevo orden multipolar/tripolar cuando los intercambios y/o interrupciones se gestan en sus respectivos niveles (multilayered): a veces verticales y otras horizontales, y hasta diagonales.
La estructura multidimensional de la multipolaridad/tripolaridad será, o ya es, más geométrica, de corte holístico, que aritmética.
En este realineamiento global destaca la asombrosa adhesión de Gran Bretaña (GB) –apodada la pérfida Albión por defender más sus intereses que sus principios– al flamante Banco de Inversiones e Infraestructura de Asia (AIIB, por sus siglas en inglés) encabezado por China con 49 por ciento de las acciones y un capital inicial de 50 mil millones de dólares que rivalizará con el Banco Mundial, con sede en Washington, que lidera EEUU.
Luego de la traición de GB a su supuesto aliado especial estadunidense con su sonora participación al AIIB –que invertirá 8 billones de dólares en los próximos 10 años– otras tres principales economías de la UE –Alemania, Francia e Italia– se sumaron al banco encabezado por China, al unísono de dos paraísos fiscales financieristas: Suiza y Luxemburgo.
Hasta el tóxico neoliberal israelí-británico, Gideon Rachman, muy cercano a los banqueros Rothschild y a su presunto hombre de paja George Soros, alabó en forma ditirámbica la adhesión de GB y despotricó contra EU que se volverá “más aislado y petulante (http://goo.gl/yYBxQl)”.
La relevante adhesión del núcleo geoeconómico europeo al AIIB coloca un clavo más en el féretro de los organismos internacionales creados en Bretton Woods hace 71 años.
A los pocos días de la estampida europea por el seductor renminbi (divisa china), Henry Kissinger, a sus 91 años, visitó con urgencia al mandarín Xi, quizá para palpar el pulso de los políticos chinos, de quienes conoce bien la mentalidad desde el histórico viaje de Nixon en 1972 (http://goo.gl/JzMTKS).
China se posiciona como líder del trascendental banco AIIB y hasta se da el lujo, mediante su máxima agencia calificadora Dagong, de otorgar una elevada tasa de inversiones A- al exorcizado banco ruso Gazprombank (http://goo.gl/cZVw3t), lo cual colisiona con las facciosas cuan descalificadas calificadoras anglosajonas –S&P, Moody’s y Fitch– y encapsula las sanciones económicas y financieras de “Occidente (whatever that means)”.
Como se dice en inglés, el AIIB constituye un genuino game changer, algo así como un punto de inflexión muy significativo en la geoeconomía global, lo cual no se le escapa al editorial chino de Global Times que lo considera como la “encarnación de nuevas relaciones mayores de poder (http://goo.gl/kalZO0)”. Se trata también de un enorme triunfo de la diplomacia china, lo cual festeja el rotativo oficial chino People’s Daily (http://goo.gl/pSfPlC) cuando el AIIB ha superado la resistencia de EU y demuestra que Washington carece de la habilidad para contener el ascenso de China. Bajo la directriz milenaria de la geoestrategia de Sun Tzu del siglo V aC y en el más puro sarcasmo sutil del pragmatismo chino, Global Times, en medio de su apoteosis geoeconómica, invita en forma magnánima a EU a formar parte de su banco en lugar de que lo combata con una mentalidad geopolítica. China no busca la confrontación con Estados Unidos y mantiene los canales abiertos, por lo que Global Times admite que las ventajas de EU radican primordialmente en su poder militar y su poder retórico (léase: sus desinformativos multimedia).
Aduce que tanto el sistema de guerra convencional como los inmensos arsenales nucleares de Estados Unidos le infunden una “estratégica persuasión (nota: el ominoso deterrence o disuasión mediante el terror) a escala global”.
En cuanto a su poder retórico, los multimedia de Estados Unidos tienen la habilidad de infiltrar (¡supersic!) los valores y conceptos en el mundo y constituyen un medio para mantener la influencia de los valores estadounidenses. ¿Hasta cuando?
A juicio del Global Times, el problema con EEUU es que no se puede discutir con ellos a escala política por lo que no solamente la sociedad estadounidense se considera como el líder global sino que EU también se ha desacostumbrado a cualquier desafío en los principales sectores.
El rotativo chino juzga que, pese a todo, EEUU no puede prevenir la diversidad y la innovación que emerge en otras partes del mundo y sustenta que intentar liberarse del dominio de EEUU o superarle no significa un escenario de confrontación.
El editorial considera que algún tipo de competencia le hará sentirse incómodo y la definirá como un desafío. Eso se llama paranoia política.
El AIIB resquebraja la contención de EU, lo cual significa que no puede resistir todo lo que le disgusta, cuando es bienvenido por la mayor parte de otros países, tomando en cuenta que dicho banco no desafía el poder militar de EU y que sus multimedia tampoco podrán seguir injuriando por mucho tiempo.
¿Estará madura la mentalidad intoxicada cuan infatuada de EEUU para admitir su declive global, sin recurrir a una tercera guerra mundial, que sería nuclear y que tampoco ganaría?
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