OnCuba - Abraham Jiménez Enoa - 10 marzo, 2015
Desde la Copa Mundial de Francia en 1938, Cuba no había estado en el obturador del fútbol mundial. Ahora ha vuelto y desde La Habana, el próximo 2 de junio, se verá el Cosmos, cuando el club de fútbol de New York, en el que militan los españoles Raúl González y Marcos Senna, se enfrente en partido amistoso a la selección nacional.
The New York Cosmos pertenece a la North American Soccer League (NASL) que es la categoría inferior a la Major League Soccer (MLS) y alcanzaron fama mundial en la década del setenta cuando lograron vestir con sus franelas a Edson Arantes do Nascimento (Pelé), Franz Beckenbauer, Carlos Alberto y Johan Neeskens.
Según la página oficial (http://www.nycosmos.com/) del club, el plantel aterrizará en La Habana el próximo verano aprovechando un parón de la temporada norteña y como parte de la preparación de Cuba para la Copa de Oro de la CONCACAF. De esta manera, se convertirán en la primera escuadra profesional de los Estados Unidos en pisar suelo antillano después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países el pasado 17 de diciembre.
A continuación, tres impresiones, tres declaraciones exclusivas, tres personas vinculadas al fútbol en Cuba, tres historias. Un jugador que puede estar entre los convocados al partido, un ex integrante de la selección nacional y un aficionado, comentan a OnCuba.
El veterano
A Miguel Ángel Gándara no le gusta que le interrumpan sus secciones de entrenamientos. Ni siquiera te atiende cuando los niños, de 9 y 10 años, están dándole vuelta a la pista de la Ciudad Deportiva. “Tengo que prestarles atención porque si no se relajan y piensan que correr para obtener una mayor capacidad física es un ejercicio sin importancia. A los niños hay que llevarlos de la mano desde pequeños para crearles el hábito del entrenamiento”, me suelta sin mirarme, de soslayo.
Gándara, conocido como el “Miki”, fue durante la década de los noventa uno de los jugadores más vistosos en el país. Un mediocentro de pierna educada, de salida limpia, el hombre orquesta del equipo de la capital, los botines por donde pasaban todos los balones, el maestro que guiaba la sinfonía que se encargaban de tocar los Bobadilla, Roldán y compañía. Un jugador dedicado a surcar defensas con trazos entrelineas como punzadas de ojal, el tipo de volante que se ha extinguido en el país.
“Que equipos profesionales vengan a topar en Cuba es un gran logro, lo mejor que le puede pasar al fútbol cubano, de hecho, si tanto ha retrocedido o si tanto no ha podido desarrollarse, es producto de la ausencia de este tipo de roce internacional.”
¿Dentro de la cancha fungías como Marco Senna?, pregunto. “Posicionalmente si, sobre todo en los finales de mi carrera, pero yo tenía más dotes de creador. Senna es más bien el secante, el tipo del trabajo sucio, aunque tiene buen pie y una salida exquisita”. ¿Y Raúl?, otra interrogante. “Eso es un monstruo, se ha cansado de hacer goles en Europa, en el Mundo. Vamos a tener el placer de que uno de los jugadores más grande del Real Madrid juegue en Cuba estando aún activo como futbolista”.
El jugador
Andy Baquero ya participó en una Copa Mundial de fútbol, acudió en el 2013 con la selección sub 20 de Cuba a la cita en Turquía. Allí quedaron en primera ronda, no pasaron el examen, amén de la buena cara, de las buenas sensaciones que dejaron en la grama. Baquero también formó parte del plantel que alcanzó la medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos de Veracruz. Se pudiera decir, sin miedo a equivocarse, que su generación ha sido una de las más exitosas y talentosas de las dos últimas décadas en Cuba.
Andy es defensor y juega por el andarivel derecho, aunque, en ocasiones, en las selecciones nacionales suelen ubicarlo a pierna cambiada para custodiar la banda. Su mayor talento es su condición física, su capacidad para subir como un punzante y relegarse luego para dar una mano en defensa. Él posiblemente sea uno de los convocados en la lista del plantel que enfrentará en partido amistoso al The New York Cosmos.
“Sería un gran honor formar parte de esa plantilla, va a ser un partido histórico y todos los jugadores queremos estar ahí. En el Cosmos han jugado muchos de los mejores jugadores de la historia universal del fútbol, desde Pelé hasta Beckenbauer y ahora cuentan con Raúl, otro ilustre jugador”.
Baquero, es fanático del Real Madrid y de concretarse su inclusión en la selección que enfrentará al Cosmos, compartirá cancha con uno de los iconos del club merengue. “Una cosa fabulosa, nunca lo hubiese imaginado, ese partido nos pondrá en la mirilla del universo, tenemos que prepararnos bien para dar lo mejor imagen. Más allá de que sea un partido amistoso, queremos ganarlo y demostrar que nosotros podemos enfrentarnos a jugadores profesionales”.
El fanático
Andy Baquero apunta a la convocatoria de la selección nacional de Cuba que enfrentará a The New York Cosmos.
Roy Hernández no me quiere creer. Piensa que lo estoy timando, que fui solo a su casa a buscar el balón de fútbol porque ya es hora de cruzar la cerca de la escuela secundaria Fructuoso Rodríguez en el Vedado y caer en el patio y acomodar en la cancha de cemento las porterías improvisadas que nacieron de la armazón de unas mesas escolares.
Roy tiene 28 años y lo único que posee son esas tardes. Las espera durante todo el día, durante toda la noche. No hace más nada, no piensa en más nada, solo en que baje un poco el sol y engancharse una de sus chamarretas del Real Madrid, acordonarse un par de tenis Adidas viejos remendados con esparadrapo en las puntas y salir a jugar fútbol. Los padres de Roy se fueron hace 12 años a España a probar fortuna, no la han conseguido, como mismo no han podido traerse a Roy con ellos. De todo lo que le prometieron, solo han podido cumplir dos cosas: una, no perder la comunicación con él y dos, mandarle la camiseta del Real Madrid de cada temporada.
Pero de todas esas camisetas, la que Roy más aprecia es la de Raúl González Blanco. La negra con ribetes en dorados con la que los merengues levantaron su octava Copa de Campeones de Europa en Saint-Denis en el 2000. Pocos en Cuba tienen a Raúl como jugador predilecto, el español ya está llegando al final de su carrera, nunca ganó nada con su selección nacional y no es el clásico tipo que con la esférica en sus pies, pueda hacer una filigrana y sacarse un conejo de la chistera.
En el paquete semanal no vienen videos de jugadas suyas compiladas, esos archivos de cinco minutos que recuerdan a los jugadores legendarios en sus carreras más endiabladas a campo traviesa desparramando rivales no existen. Pero en la retina de todos si está alojado al número 7 del Madrid portando su cinta de capitán, mandando a callar con el dedo índice a toda la grada Camp Nou, sus goles en las finales de Champions, sus vaselinas mano a mano con arqueros como sello de definición y su efigie como ángel de Madrid.
“Que sí creo que esto es un sueño, no, esto es una locura. Quién me iba a decir a mí que iba a ver a jugar a Raúl en Cuba, eso nadie lo imaginaba”, me dice Roy cuando le doy la noticia. “Si eso no es una de esas bolas que inventa la gente, ahora sí creo que Cuba se está poniendo buena. Todo el mundo está viniendo, ahora a los famosos les ha dado por conocer esta Isla”.
¿Irás al partido o lo verás por la televisión?, le pregunto. “No hay manera de que me pueda quedar en casa, llevo años siguiendo a Raúl, es mi jugador, y de pronto se aparece en mi país, lo menos que puedo hacer es ir al Marrero a que me firme esta camiseta. Ese no es un cualquiera, fue el capitán del Real Madrid por años, uno de l
os tipos más queridos, en unos años lo van a enchapar y poner junto a la Cibeles”.
Roy Hernández no me quiere creer. Piensa que lo estoy timando, que fui solo a su casa a buscar el balón de fútbol porque ya es hora de cruzar la cerca de la escuela secundaria Fructuoso Rodríguez en el Vedado y caer en el patio y acomodar en la cancha de cemento las porterías improvisadas que nacieron de la armazón de unas mesas escolares.
Roy tiene 28 años y lo único que posee son esas tardes. Las espera durante todo el día, durante toda la noche. No hace más nada, no piensa en más nada, solo en que baje un poco el sol y engancharse una de sus chamarretas del Real Madrid, acordonarse un par de tenis Adidas viejos remendados con esparadrapo en las puntas y salir a jugar fútbol. Los padres de Roy se fueron hace 12 años a España a probar fortuna, no la han conseguido, como mismo no han podido traerse a Roy con ellos. De todo lo que le prometieron, solo han podido cumplir dos cosas: una, no perder la comunicación con él y dos, mandarle la camiseta del Real Madrid de cada temporada.
Pero de todas esas camisetas, la que Roy más aprecia es la de Raúl González Blanco. La negra con ribetes en dorados con la que los merengues levantaron su octava Copa de Campeones de Europa en Saint-Denis en el 2000. Pocos en Cuba tienen a Raúl como jugador predilecto, el español ya está llegando al final de su carrera, nunca ganó nada con su selección nacional y no es el clásico tipo que con la esférica en sus pies, pueda hacer una filigrana y sacarse un conejo de la chistera.
En el paquete semanal no vienen videos de jugadas suyas compiladas, esos archivos de cinco minutos que recuerdan a los jugadores legendarios en sus carreras más endiabladas a campo traviesa desparramando rivales no existen. Pero en la retina de todos si está alojado al número 7 del Madrid portando su cinta de capitán, mandando a callar con el dedo índice a toda la grada Camp Nou, sus goles en las finales de Champions, sus vaselinas mano a mano con arqueros como sello de definición y su efigie como ángel de Madrid.
“Que sí creo que esto es un sueño, no, esto es una locura. Quién me iba a decir a mí que iba a ver a jugar a Raúl en Cuba, eso nadie lo imaginaba”, me dice Roy cuando le doy la noticia. “Si eso no es una de esas bolas que inventa la gente, ahora sí creo que Cuba se está poniendo buena. Todo el mundo está viniendo, ahora a los famosos les ha dado por conocer esta Isla”.
¿Irás al partido o lo verás por la televisión?, le pregunto. “No hay manera de que me pueda quedar en casa, llevo años siguiendo a Raúl, es mi jugador, y de pronto se aparece en mi país, lo menos que puedo hacer es ir al Marrero a que me firme esta camiseta. Ese no es un cualquiera, fue el capitán del Real Madrid por años, uno de l
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