El precio del WTI (West Texas Intermediate) —la marca del petróleo crudo que sirve como referencia en EE.UU.— entró en caída libre en el segundo semestre del 2014. Cuando empezó a cotizarse por debajo de 50 dólares, muchos comenzaron a hacer analogías con el año 2008, cuando de casi 150 dólares por barril llegó a 30 dólares. Es muy poco probable que esa situación se repita, sostiene el analista energético Robert Rapier.
Edward Morse, jefe de investigaciones internacionales de mercancías de Citigroup, la mayor empresa de servicios financieros del mundo, dijo que los precios del WTI caerían a 20 dólares por barril (y alrededor de 54 dólares por barril para la marca Brent). Gary Cohn, presidente de Goldman Sachs, pronosticó un precio de 30 dólares por barril. El gurú del mercado de materias primas, Dennis Gartman, fue aún más lejos y anunció que no le sorprendería si el crudo llega a caer hasta los 15 dólares por barril.
En realidad, "30 dólares por barril o menos es extremadamente improbable", opina Robert Rapier, vicepresidente ejecutivo de Merica International, una compañía de silvicultura y energía renovable. "Entre el mercado de hoy y el mercado de 2008 hay unas distinciones muy importantes", explica Rapier en su artículo para 'The Wall Street Journal'.
A pesar del mantra repetido sobre la caída de la demanda, la demanda mundial de petróleo creció en más de 5 millones de barriles diarios entre 2008 y 2014, destaca el analista. La demanda sí disminuyó durante ese tiempo en los países desarrollados, pero esta disminución ha sido más que compensada por el aumento de la demanda en las regiones en desarrollo. El Organismo Internacional de Energía pronostica que en 2015 la demanda global crecerá en otros 900.000 barriles diarios, puntualiza Rapier.
Art Berman, un consultor geológico independiente, a su vez, subraya que los precios del crudo caen no porque disminuya el consumo, sino porque la producción crece, sobre todo, la producción del caro petróleo de esquisto. Pero la cuestión del supuesto superávit petrolero no es tan simple como parece.
En el mundo de hoy a cada cuatro barriles del petróleo consumido le corresponde menos de un barril descubierto. Mientras tanto, la extracción del crudo de los yacimientos convencionales cuando empiezan a agotarse es un proceso caro. Los gigantes petroleros prefieren no llegar a la llamada 'etapa terciaria': para explotar los campos petroleros 'maduros' se necesita alta tecnología y mucha inversión. Como resultado, revenden los yacimientos baldíos a empresas menores o simplemente los abandonan.
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