Oscar Elías Biscet está de visita en Estados Unidos desde hace días. Le acompaña su esposa Elsa Morejón, que es visitante más habitual. Biscet se ha presentado en Miami como líder del Proyecto Emilia, otro de los tumbes por los que estos falsos constitucionalistas reciben dinero. Biscet ha prometido en Miami que va a cambiar la constitución para llevar “pacíficamente” a Cuba al capitalismo salvaje que siempre ha deseado la extrema derecha cubanoamericana.
Además de Biscet, en este momento dicen querer reescribir la constitución de Cuba el contrarrevolucionario José Daniel Ferrer, de UNPACU; Carlos Payá, a nombre del titulado Movimiento Cristiano Liberación y Rosa María Payá como cabeza de una web llamada “Cuba decide” que incluye venta de suvenires.
Biscet obtuvo en el año 2011, solicitada por él mismo y aceptada en sus condiciones, una licencia extrapenal. En el año 2003 fue sancionado por llevar a cabo actos de provocación en un contexto muy complejo. Se habían producido los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 y George W. Bush invadía a Irak mientras en Miami la derecha cubanoamericana coreaba en plena calle: “Irak primero, Cuba después”. Se hizo público en Miami el pedido de que se atacara militarmente a Cuba, precisamente por personas protectoras de Biscet.
Para tensar aún más las relaciones entre Cuba y Estados Unidos (no olvidar que Los Cinco ya estaban injustamente detenidos), llegó a La Habana en el 2002 como jefe de la Oficina de Intereses norteamericana James Cason.
Desde su arribo a Cuba Cason se empeñó en realizar una serie de provocaciones, entre las que desatacaba la celebración regular de reuniones con miembros de la llamada oposición interna, a los que premiaba con recursos y dinero para acciones subversivas. El propio Cason asumió posturas impropias de un diplomático y se exhibió en actos protocolares ostentando símbolos militares, por lo que el implacable sentido del humor cubano lo nombró “El Cabo Cason”. Su comportamiento no le hizo daño al socialismo y en cambio estimuló la producción de una serie de dibujos animados muy populares sobre el personaje que quiso montar. El titulado “La vacuna” es particularmente gracioso e inteligente. (https://www.youtube.com/watch?v=HJK1LYBZL38)
En el 2004 Cason instaló en los jardines de la misión diplomática que dirigía un provocador cartel navideño con el número 75, en alusión al llamado grupo de los 75, donde se incluía a Biscet. Las autoridades cubanas pidieron formalmente el retiro del cartel, mientras el pueblo y los artistas protestaron el ofensivo acto. La Tribuna Antimperialista y Martiana, situada frente al edificio de la Oficina de Intereses de Estados Unidos, se convirtió en una plaza de la dignidad y la soberanía ante la maniobra apoyada por los contrarrevolucionarios.
Poco tiempo después, en el año 2005, Cason fue retirado de Cuba y nombrado embajador de Estados Unidos en Paraguay. En el 2008 termina su servicio en el país sudamericano y como para demostrar que la historia continúa y el pasado no puede olvidarse, el ex embajador decide reencarnar el papel de Cabo Cason y se instala en Miami, donde dio inicio a un proceso de conquista de la extrema derecha cubanoamericana, precisamente exhibiendo como principal credencial el apoyo que había prestado a la contrarrevolución mientras estuvo en La Habana.
Sus rejuegos no tardaron en ofrecer resultados y en el año 2011 James Cason se convirtió en alcalde de Coral Gables, un municipio del Condado Miami Dade donde aproximadamente la mitad de sus residentes son cubanoamericanos. Una parte (no todos, porque en Coral Gables también hay pobreza) de buena posición económica y con intereses en la política. O sea, con capacidad para mover votos y donar dinero a las campañas electorales.
Durante sus años en la alcaldía de Coral Gables, Cason no ha olvidado satisfacer las expectativas de la extrema derecha cubanoamericana. Ha utilizado algunas instalaciones situadas en la zona para apoyar a la contrarrevolución. En el Rivera Country Club se hicieron fiestas con el objetivo de recaudar dinero para Yoani Sánchez y Bertha Soler durante sus visitas a Miami. En el día de ayer miércoles 29 de junio en la Casa Bacardí de Coral Gables, sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano Americanos, el tristemente célebre ICCAS, James Cason presentó a Biscet como una víctima a quien supuestamente no se le permite ejercer como médico en Cuba. Todo el mundo sabe que fue precisamente Biscet quien eligió el oficio de ponerse al servicio de fuerzas extranjeras, bien remunerado y premiado.
Cason utilizó la presencia de Biscet como pretexto para criticar la política del presidente Obama hacia Cuba; cosa que debió agradar mucho a los cubanoamericanos de extrema derecha y nostálgicos del batistato, que son quienes frecuentan las actividades del ICCAS.
Biscet, cuyo delirante egocentrismo es conocido, dijo ayer que el gobierno cubano ejerce “un terror de estado selectivo” y que tiene “una política de promoción de abortos”, cuando es conocido que los Programas Materno Infantiles, las instituciones de educación sexual y la televisión insisten diariamente en el control racional de esa práctica. Biscet dijo que “el régimen castrista trata de decapitar el liderazgo del movimiento prodemocracia”, en otra de las tantas referencias a su propia persona. Esto lo usa para sugerir que existen planes de atentar contra su vida como si fuera un líder de peso dentro de la isla, cuando en verdad es un desconocido (él y los otros contrarrevolucionarios) para la mayoría del pueblo cubano.
El dúo Cason – Biscet, que actuó este miércoles en Miami, pone en entredicho una vez más la propuesta del Presidente Obama de que la historia debe ser olvidada. Justamente el conocimiento de la historia es lo que permite denunciar que la política del Cabo Cason contra Cuba no ha terminado, que lo que empezó en el año 2002 cuando llegó a La Habana continúa con el mismo ensañamiento, con el apoyo a los mismos contrarrevolucionarios.
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