Andrés Gómez, director de Areítodigital
Miami.- Y muchos ingenuamente pensamos que al menos por ahora la carrera política del repugnante senador federal Marco Rubio había terminado. En marzo pasado sus equivocadas pretensiones a la candidatura presidencial del Partido Republicano, fracasaron estrepitosamente, cuando fue aniquilado en las primarias republicanas de la Florida, el Estado que representa, por Donald Trump, por un margen de 441 mil votos [1,077, 221 votos por Trump –el 45.7% del total-; y 636,653 votos por Marquito Rubito –el 27% del total; los otros votos fueron a favor del senador Ted Cruz y del gobernador John Kasich] y Marquito se retiró de la campaña presidencial, compungido y atormentado, jurando una y otra vez, que en enero próximo, cuando expirara su término como senador, sería un ciudadano común y corriente…
Pero Marquito Rubito, además de haber demostrado a través de su carrera política, ser un político ambicioso, oportunista y traicionero, también ahora demuestra ser un político perjuro, aunque, a fin de cuentas, eso no es nada extraño en este país para esa calaña de gente.
En esta etapa de la campaña electoral nacional el Partido Republicano está evidentemente desesperado. Sabiendo que una gran catástrofe política podría avecinársele en las elecciones generales del próximo 8 de noviembre, con el fenómeno de Donald Trump siendo su candidato a la presidencia de la república, en las que además de la presidencia también pudiera perder su mayoría en el senado federal en esas elecciones. Y al no tener otro candidato más creíble en la Florida para ser su candidato para el senado en noviembre, ha tenido que recurrir a la piltrafa política de Rubito como su mejor alternativa para intentar mantener esa senaduría en manos republicanas y así mejorar sus posibilidades de mantener el control del senado. Prometiéndole a Rubito millonarias sumas de dinero para financiar su campaña a la reelección al senado. Dinero para las campañas políticas es lo que sobra en este país. Y Marquito, ni corto ni perezoso, en un intento de resucitar como Lázaro, aceptó.
Cada dos años un tercio de los 100 escaños en el senado federal, dos por cada Estado de la Unión, van a elecciones. En ésta 24 de estos puestos están ocupados por republicanos y solamente 10 por demócratas. Actualmente está compuesto por 54 senadores republicanos y 45 demócratas. A cuatro meses de las elecciones del 8 de noviembre ya se vislumbra que al menos 7 de los escaños en el senado en manos republicanas están en peligro, incluyendo el de la Florida ocupado por Marquito Rubito, así podrían perder la mayoría en esa Cámara. Mucho, mucho falta de aquí a las elecciones en noviembre. Y mucho va a suceder en ese largo tiempo político.
Aunque nada bueno se augura para un fragmentado partido republicano renuente a apoyar a su eventual candidato presidencial como se requiere para impedir una grave derrota electoral. Y en ese posible alud político pudieran hundirse las posibilidades del continuo control del Partido Republicano del senado o aún peor de ambas Cámaras del Congreso como ocurrió en 1964 cuando el gigantesco alud político provocado por la candidatura presidencial republicana del senador archiconservador Barry Goldwater la cual conllevó a la división del Partido Republicano.
Hay que recordar que cuando Marquito Rubito fue electo al senado federal, aunque era una figura de renombre en los círculos políticos de la Florida, era prácticamente un desconocido para el electorado en general. Entonces era un político joven, físicamente atractivo – factor muy importante en la democracia estadounidense-, se hizo el favorito del entonces poderoso Tea Party, aunque ya estaba manchado por creíbles acusaciones de corrupción que nunca han sido aclaradas. Quedan como cuentas por cobrar… Ganó su escaño frente a una oposición dividida y desmoralizada, en un año electoral que con gran fuerza favoreció nacionalmente al Partido Republicano, afectando de esa manera también al estado de la Florida. Rubito ganó esas elecciones con el 48.89% de los votos emitidos, si bien el total de los votos combinados de la dividida oposición por el escaño ganado por Rubito logró superar su total por 54,742 votos.
Hoy en día la percepción pública de Rubito es harina de otro costal. Rubito ha sido un senador de ópera bufa. Es el senador que ha tenido más ausencias en el senado, inclusive, para votos de gran importancia. El 29 de octubre pasado el influyente diario del sur de la Florida, el Florida Sun Sentinel, en un sonado editorial, le pidió la renuncia a su puesto en el senado por escandalosamente incumplir sus deberes como senador, reflejando un sentir general en este Estado.
Marquito ha jugado a la política como se juega a la ruleta. En la Florida se le conoce por ser corrupto, por ignorante de los problemas más serios que afectan a la sociedad en que vivimos, y ser producto de grandes intereses financieros y políticos que lo han utilizado para sus propios propósitos a los que se ha entregado desenfrenadamente. Ha sido también la gran esperanza del sector más reaccionario de la derecha cubano americana en la Florida y en Washington, sector, a su vez, acabado, sumido en la más indigente bancarrota política.
Además, en un momento reciente, que no suponía iría a aspirar a su reelección en el senado, fue el escogido por la extrema derecha cubana para proponer en el senado el fin de los beneficios financieros y otras mercedes que la Ley de Ajuste Cubano (ley que ha devenido en veneno político para esa derecha por cubanos de más reciente llegada a este país que mayoritariamente favorecen la normalización de las relaciones con Cuba) le sigue brindado a los cubanos que llegan a Estados Unidos para acogerse a su magnificiencia. Esta acción le va a costar muchos votos de esos cubanos y sus familiares que se inscribirán aún en más números para poder votar y que sin duda votarán en las próximas elecciones, y no precisamente a su favor.
Su decisión para aspirar a su reelección ha suscitado una ola de reacciones adversas a la misma y en tonos sumamente ofensivos contra Marquito por parte aún de elementos de la propia derecha cubana, que en nada simpatizan con la decisión de mejorar las relaciones con Cuba.
Seguro estoy que durante los próximos meses volveré a tratar el caso de Marquito Rubito. Y para que se sepa mejor de quien se trata, sus nombres y apellidos son, Marco Antonio Rubio García, nació en Miami en mayo de 1971, de padres que emigraron de Cuba en 1956 por apremiantes necesidades económicas, tres años antes del triunfo del proceso revolucionario en 1959.
Rubito, como siempre, trató de vender gato por liebre cuando representó a sus padres como lo que nunca fueron, y públicamente mantuvo por años como que habían salido de Cuba por razones políticas e ideológicas, huyendo despavoridamente del comunismo cruel y sanguinario, claro, después del triunfo revolucionario en 1959. La prensa lo obligó a retractarse de esa otra mentira.
¡Ay Marquito, Marquito, Marquito Rubito! ¡Naciste maldito! //
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