"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

domingo, 29 de enero de 2017

Martí, s.f.: dos notas sobre el poder de la palabra

“Orador sin instrucción es palmera sin aire. ¿De qué le sirven las hojas a la palma si el benévolo alisio no las mueve? ¿De qué le sirve el cauce al río si no tiene agua que rodar por él? ¿De qué le sirve la fluidez al orador si no tiene nutrición en el intelecto que corresponda a las facilidades de los labios? […] Cuando no se piensa claro no se habla claro. Ni basta conocer una materia sola; porque cuando se asciende a la tribuna, - que la tribuna es una iluminada majestad – no se miden los rayos de este sol, no se cuentan las ondas de este mar; tiende el alma su vuelo poderoso, lo único que pesa se hace ave que vuela; calienta la lengua una especie de fuego sibilítico; truécase el hombre en numen, y anonada, convence, reivindica, destruye, reconstruye, exalta, quema”.

1975, XIX, 449: “Notas. Sobre la oratoria”.

“Si el hombre hubiera llegado ya a ser Dios, que por esto tengo el ir purificando su conducta, y generalizando sus facultades hasta confundirse con la inmensidad, generadora y generalizadora, si a esto hubiese llegado el hombre: ¿qué es el hablar? Me preguntaría. Y yo le diría: volar. Pero como no somos todavía más que desventurados pavos reales, y el plumaje variado del alma no alcanza a cubrir la deformidad de nuestros pies, que nos atan a la tierra, analogía inmensa, como las raíces a los árboles, las orillas al mar y los márgenes al río, si me pregunta qué es hablar, yo diré: es una función divina que se cumple honrosamente. Es una fuerza superior que se expresa con fuerzas humanas. Es una celestialidad imperfecta que necesita, para obrar sobre los hombres, amoldarse a ellos y estudiarse en ellos. De aquí el profundo estudio necesario. El modo de dominar a los espíritus, el más seguro y honrado, es el de hacerse entender que se les conoce. Se tiene un involuntario respeto hacia el que penetra en nuestra alma. Y el respeto va aparejado a la obediencia, inferioridad todavía necesaria para el buen gobierno de estos imperfectos mundos”.

1975, XIX, 450: “Notas. Sobre la oratoria”.

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