Aurelio Pedroso • 14 de Julio, 2017
LA HABANA. A pesar de algunos esfuerzos por elevar los salarios de trabajadores y profesionales aún sigue siendo, más que un dolor de cabeza, una insoportable jaqueca para las autoridades el controvertido tema salarial a partir del presupuesto oficial de que su aumento está condicionado por una mayor productividad.
Nada más parecido a aquello de qué fue primero, si el huevo o la gallina. Pongamos los pies sobre la tierra y veremos que sin incentivos no hay progreso.
No hay que ser economista para percatarse de los problemas que ello acarrea. Es más, cualquiera que haya sido dado de baja de la facultad de Economía en el primer semestre de la carrera por bajo rendimiento académico (por no decir bruto para los números) se puede percatar de que las cosas van de mal en peor y que ya es hora de encontrar otra solución.
Lo que más siento personalmente porque en ello va la salud, vida y muerte de todos nosotros, es el caso de nuestros médicos y paramédicos. Después de duros y costosos años de formación, no pocos han tomado rumbo fuera de la Isla y otros tantos, como un caso verídico y reciente, han optado por colgar sus batas blancas e irse a trabajar a como dé lugar en restaurantes privados por no contar con buenas casas con las que en tres días de renta se factura lo de un mes en un hospital.
Hace poco perdí una muela y cuál no sería la exclamación de un estomatólogo ya consagrado, con alumnos extranjeros en su gabinete, cuando expresó que “ y todo esto por veinte pesos cubanos al día”.
No sé qué pensarán los expertos policiales que se dedican al análisis de las causas por las cuales la gente comete los delitos, pero me atrevería a asegurar que entre las primeras están las insuficientes remuneraciones por el trabajo que realizan, amén de la ausencia de principios morales que debemos aprender en la propia cuna.
No es la primera vez ni la última que menciono el caso del cura de nuestra parroquia. Quizás tenga licencia Papal, emitida de puño y letra por el Sumo Pontífice, para absolver de pecados y unas cuantas oraciones a quienes en la quietud y confianza que les depara un confesionario, le comentan que se han robado par de pollos del centro de trabajo. “Hijo, mucho cuidado con eso, que si te sorprenden será peor”. Advertencias y no castigo por incumplir con uno de los diez mandamientos católicos.
No conozco el dato, aunque tal vez lo tenga la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), de cuántos profesionales universitarios están ejerciendo oficios y no profesiones estudiadas.
La mencionada Oficina ha dado a conocer pormenorizadamente el salario medio en Cuba. Al instante, medios de prensa internacionales dividieron entre 24 y dieron a conocer la miseria que en dólares ganaba la gente. No estoy de acuerdo en tales números. Siempre he pensado que no ilustran bien la problemática porque no cuentan las facturas de salud y educación, entre otras, que son gratuitas y las que pudieran derivarse del consumo de agua y gas que son subvencionados.
La tapa al pomo, si es que sería correcta la frase en asunto tan serio, me la proporcionó un amigo de toda confianza que labora como ingeniero en una empresa extranjera. Resulta que otra nueva entidad está buscando ingenieros a los que se les ofrece carro, 300 CUC de gratificación (por debajo de la mesa), teléfono móvil y otras ventajas. Y no los acaban de encontrar. Vieron algunos recomendados y ya ellos tienen montado su propio negocio. Sencilla y llanamente, no les interesa tan aparente y suculenta propuesta.
Anécdotas sobran y no es menester continuar relatándolas porque cualquier cubano posee su propia colección.
Mucha, demasiada corrupción y doble moral está generando a diversas instancias este problema con orígenes básicamente económicos y no políticos. Pero cuidado no tome un camino político porque entonces la solución será más difícil de encontrar. Más que la famosa aguja del pajar. Guardar la cabeza bajo el ala, como hace el avestruz, sería un error letal en un proyecto de socialismo de nuevo tipo que precisa de tino y audacia al mismo tiempo.
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