Agencias, Cubaencuentro Madrid | 10/05/2018 2:14 pm
El abogado personal de Donald Trump, Michael Cohen, enfrenta crecientes cuestionamientos este miércoles tras revelarse que cobró millones de dólares de un magnate ruso y de empresas que buscaban una vía de acceso privilegiada a la Casa Blanca, informa la AFP.
Entre las empresas que habrían alimentado la cuenta bancaria de Cohen figuran la farmacéutica suiza Novartis, el operador de telecomunicaciones AT&T, la constructora sudcoreana de aviones Korea Aerospace Industries y el hombre de negocios cercano al Kremlin Viktor Vekselberg.
Los pagos fueron dirigidos a una empresa fantasma fundada por el abogado.
La Casa Blanca minimizó el miércoles el alcance de estas revelaciones.
“No escuché al presidente expresar preocupaciones al respecto”, dijo la portavoz de la presidencia Sarah Sanders.
También dijo ignorar si algunas decisiones del Gobierno habían beneficiado a empresas que pagaron a Cohen por sus servicios.
Cohen, de 51 años, quien ya está bajo investigación penal, quedó bajo los focos fundamentalmente por haber comprado el silencio de Stormy Daniels, la estrella porno que afirma haber mantenido un romance con Trump.
Se sabe que el FBI lo tiene en su mira en el marco de las investigaciones dirigidas por el fiscal especial Robert Mueller sobre injerencia política rusa, pero se ignoran las razones precisas de ese interés.
El bufete del abogado en Nueva York fue allanado en abril y el FBI incautó allí abundante documentación posiblemente vinculada al pago a Stormy Daniels revelado por el abogado de la actriz, Michael Avenatti.
El dinero fue a parar a la consultora Essential Consultants, creada en octubre de 2016 y gracias a la cual Cohen pagó $130.000 a Daniels, luego reembolsados por Donald Trump.
Al menos $4,4 millones pasaron por las cajas de Essential Consultants entre los meses previos a la toma de posesión presidencial, de noviembre de 2016 a enero de 2017, y posteriormente.
AT&T reconoció el martes que contrató a Cohen a comienzos de 2017 para tener informaciones privilegiadas sobre el funcionamiento de la Casa Blanca.
La empresa busca adquirir el grupo mediático Time Warner, una operación a la que se opone el Gobierno estadounidense.
Según Avenatti, Cohen también recibió $500.000 de la sociedad de inversiones Columbus Nova, rama estadounidense del grupo ruso Renova dirigido por Viktor Vekselberg, uno de los magnates cercanos al presidente Vladimir Putin sancionados en abril por Washington en respuesta al envenenamiento de un exespía ruso en Londres.
Vekselberg estuvo presente en la ceremonia de investidura de Trump, cuyo equipo de campaña está sospechado de haber coludido con Moscú para incidir en las presidenciales.
Novartis Investments admitió a su vez haber efectuado cuatro pagos de $99.980 a Essential Consultants en función de un contrato firmado en febrero de 2017.
“Tras el cambio de Gobierno, Novartis consideró que Michael Cohen podía aconsejar a la empresa sobre la manera en que el Gobierno de Trump abordaría algunos aspectos de la política de salud”, explicó el grupo farmacéutico.
Señaló no obstante que luego se dio cuenta que Cohen no podía llenar esa expectativa.
Avenatti acusa al abogado personal de Trump de haber cobrado dinero de manera indebida a cambio de contrapartidas.
“Michael Cohen no debería comercializar el acceso al presidente de Estados Unidos”, dijo a CNN.
“Este parece ser el escenario típico del acto de soborno, en el que tienes a una persona cercana a un político, en este caso el presidente de Estados Unidos, lo cual es muy raro, que vende un contacto potencial”, dijo Avenatti.
Apodado el “pitbull” de la Torre Trump, Cohen se encuentra en resumen en el centro de un caldero compuesto de una presunta infidelidad conyugal, pagos indebidos y un cabildeo político rayano aparentemente con la corrupción.
Algunos predicen que el abogado podría incluso “darse vuelta” y colaborar con la investigación rusa a cambio de una actitud indulgente del fiscal.
El sábado por la noche, el programa satírico Saturday Night Live mostró a un Michael Cohen acorralado, interpretado por el actor Ben Stiller, que llama a Trump por una línea telefónica intervenida por el FBI.
“¿Cómo la llevas en prisión?”, pregunta el falso presidente, interpretado por Alec Baldwin. “No estoy en prisión”, responde el abogado. “Bah, es cuestión de dos semanas”, replica “Trump”.
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