Imprimir artículo
Por Caridad Carrobello
Cubahora
Por Caridad Carrobello
Cubahora
Los cambios en la comercialización agrícola han despertado diversas reacciones entre los habitantes de las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque. Desde inicios de julio, muchos consumidores alzan el dedo pulgar en señal de aprobación al apreciar mayor variedad de surtidos y buena calidad en viandas, hortalizas, frutas y granos; pero otras personas hacen la señal contraria, ya que se ven afectados por una ligera alza de los precios o desajustes de funcionamiento en algunos mercados.
Aún es muy temprano para juzgar los cambios que dan respuesta al Lineamiento 183, dentro de la nueva política económica y social cubana, con el fin de: “Transformar el sistema de acopio y comercialización de las producciones agropecuarias mediante mecanismos de gestión más ágiles que contribuyan a reducir las pérdidas, al simplificar los vínculos entre la producción primaria y el consumidor final.”
Además, es lógico que existan opiniones encontradas. En Cuba ese tipo de comercialización siempre estuvo regido por mecanismos estatales, mediante la entidad de Acopio –primero a cargo del Ministerio de la Agricultura y luego en manos del Comercio Interior. Pero por su ineficiente resultado fue objeto de numerosas críticas de la población y de la Comisión Agroalimentaria del Parlamento, pues se demostró que los mecanismos existentes complicaban en exceso los pasos de recogida de los productos, transporte, almacenamiento y venta final, con el consiguiente deterioro de las mercancías.
Hoy la nación se encuentra ante el reto de explorar nuevas fórmulas con el fin de simplificar el camino por el cual llega el alimento a las mesas.
¿EN QUÉ CONSISTEN LOS CAMBIOS?
Las empresas agropecuarias y sus unidades productoras deben cumplir primero sus contratos de suministro al consumo social, que incluye a las instalaciones de Salud Pública, Educación y Deporte. Igual han de asegurar las dietas médicas y los alimentos necesarios para los comedores de algunos centros priorizados, así como los abastos pactados con el turismo, la exportación, la gastronomía, la industria de conservas y la empresa de semillas.
La novedad radica en que el resto de las producciones agrícolas puede ser ofertado libremente a la red minorista de comercio en Mayabeque, Artemisa y La Habana. Y otro elemento importante es que una buena parte de los antiguos centros comercializadores, con la aprobación de sus trabajadores,se convierten en cooperativas no agropecuarias, mientras otros siguen bajo la fórmula estatal, pero con escenarios similares de gestión que los antes mencionados.
En el primer período de sesiones de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo Jorge, explicó que desde hace dos años se está trabajando en el perfeccionamiento de la comercialización de los productos agropecuarios en las tres provincias citadas.
Amplió Murillo que las cooperativas de nuevo tipo pagan un arrendamiento por el inmueble donde desarrollan su actividad comercial y tienen plena libertad para contratar la mercancía que consideren necesaria para el expendio cotidiano; asimismo fijan los salarios y ganancias finales de sus asociados.De salir bien, el experimento se extenderá al resto del país rectificando todo lo que haya que corregir, añadió el dirigente.
Maykel Vega Contreras, presidente de la cooperativa no agropecuaria ubicada en las calles capitalinas de 26 y 41, en Nuevo Vedado, expresa que “desde el primero de julio rompimos con el esquema que antes implicaba a un sinnúmero de intermediarios, y por lo cual las mercancías a veces se pasaban tres o cuatro días dando vueltas hasta llegar a nuestras tarimas. Ahora estamos comprando directamente en el mercado de abasto de 114 (que luego se trasladará al remozado centro El Trigal), y a cooperativas agropecuarias de La Habana; así podemos escoger la cantidad y la calidad también.”
Por otro lado, un grupo de unidades productoras artemiseñas y mayabequenses arrendarán mercados seleccionados en la capital; ya está lista la documentación de ese proceso con la Empresa Provincial de Mercados Agropecuarios de La Habana, y el inicio de la nueva modalidad de venta se hará tan pronto estén aprobadas las normas legales que lo regirán. El estado cubano tiene previsto arrendar ochenta camiones a la base productiva para garantizar el transporte de las mercancías.
DE MÁS Y DE MENOS
No cabe duda de que perfeccionar la comercialización agrícola es un objetivo muy complejo en el contexto cubano, por la insuficiente producción obtenida en los campos. A la par, se requiere no solo de la voluntad de las instituciones a cargo, sino también de recursos y de esquemas organizativos más eficientes. Y lo más difícil: hace falta un cambio de mentalidad entre los sujetos implicados, los mismos que durante décadas estuvieron amoldados a viejos esquemas de centralización económica.
Una muestra de lo último es que en el recorrido de esta reportera por las provincias de Artemisa y Mayabeque, para conocer el criterio existente entre los miembros de las cooperativas agrícolas a cargo de unos setenta y siete mercados de nuevo tipo en la capital, varios entrevistados consideraron muy complicado estar vigilando cada detalle que ocurra en las tarimas, cuando sus labores principales se efectúan a kilómetros de distancia. El mayabequense Leandro Martínez, presidente de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) 17 de Mayo, una de las mejores entidades de su tipo en cultivos varios, dijo “Para mí lo fundamental es producir y producir”.
Otro ejemplo de lo difícil que se hace el cambio para algunos, está en las palabras de Luis Manuel Echemendía, presidente de la Cooperativa no agropecuaria Vives, ubicada en el municipio capitalino de La Habana Vieja. “Yo llevo veintidós años de experiencia en el giro del comercio, pero estaba adaptado a recibirlo todo; ahora tengo que salir a buscar. Empezamos en un mundo que es nuevo para nosotros, debemos adentrarnos en la competencia de la oferta y la demanda, y el mayor reto es acostumbrar a mis trabajadores a pensar como cooperativistas”.
Hasta los propios consumidores, quienes en su mayoría reclaman fijar un límite de precios máximos a los productos ofertados, también necesitan ir cambiando de mentalidad.
Por ahora, como excepción, se protegen los expendios de cada libra de papa (a un peso en moneda nacional); de chícharo (a 3.50) y de arroz importado (a 5.00 pesos).Pero el estado, aclaró Murillo ante el Parlamento Cubano, no puede seguir poniendo topes a los productos agrícolas vendidos a la población.
Se espera que al romper las condiciones monopólicas en la comercialización y al potenciar el incremento productivo, para lo cual ya se han dado pasos con la entrega de tierras en usufructo, más la nueva legislación para desatar los límites que tenían las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, así como con próximas decisiones que beneficiarán las compras a los productores agrícolas, se abrirán definitivamente las únicas salidas a la estabilidad de los precios y a una posible tendencia a que bajen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar