"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 23 de octubre de 2013

Alan Greenspan no ha aprendido nada de la crisis financiera

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Marco Antonio Moreno

Alan Greenspan fue considerado como un maestro de la política monetaria durante su larga presidencia de la Reserva Federal, de 1987 a 2006. Sin embargo, al año de su retiro comenzó a sufrir serias acusaciones por implantar las políticas monetarias que ayudaron a incubar la crisis financiera que estalló en julio de 2007 y luego se propagó globalmente con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008. Tanto es así, que a las pocas semanas de la quiebra de Lehman, Greenspan protagonizaba el más impresionante mea culpa en el edificio del Capitolio, reconociendo que había puesto toda su fe en que el libre mercado sería capaz de regularse a sí mismo. En octubre de 2008, en la audiencia con Henry Waxman, Alan Greenspan admitió:
“Sí, he encontrado un defecto en la ideología del libre mercado. No sé cuán significativo o profundo es. Pero he estado muy angustiado por esto”
-Waxman pide a Greenspan que aclare sus palabras: “En otras palabras, ¿usted encuentra que su visión del mundo, su ideología, no estaba bien, que no estaba funcionando?”
“Absolutamente” respondió Greenspan. “Eso es precisamente lo que me sorprendió, porque he estado convencido por más de 40 años que estaba haciendo mi trabajo excepcionalmente bien. Pero ahora todo eso se ha derrumbado. Todo el edificio intelectual se derrumbó en el verano del año pasado”Greenspan fue acusado de ser uno de los principales culpables del hinchamiento de las burbujas, pues bajo su dirección la Fed mantuvo la tasa de interés de referencia entre 0% y 2,5% por demasiado tiempo (más de seis años). Sin embargo, no sabe por qué muchos economistas lo culpan de la crisis desatada a un año de su partida de la Fed. Como indica en su último libro, desconoce toda la cadena de acciones que precipitó el colapso económico bajo sus propias narices. Greenspan dice que “los bajos tipos de interés y el aumento de la oferta monetaria bajo mi mandato no tuvieron nada que ver con la burbuja inmobiliaria. Eso es ridículo”. Aquí veremos por qué Greenspan es culpable.

Las armas financieras de destrucción masiva
Desde su poderosa posición como presidente de la Reserva Federal, Greenspan frustó constante y enérgicamente todos los intentos de regular el crecimiento explosivo de los mercados de derivados financieros (un mercado que de la nada a principios de los años 90 llegó a 126 billones de dólares en 2002, casi diez veces el PIB de Estados Unidos), aduciendo que “reducían los riesgos del mercado”. Pese a las advertencias de inversores como George Soros, que prefería ignorarlos al desconocer su misterioso funcionamiento, o Warren Buffet, que no dudó en calificarlos como una bomba de tiempo y “armas financieras de destrucción masiva”. Durante más de una década Greenspan ganó todos los debates señalando que “los derivados son un vehículo extremadamente útil para transferir el riesgo y sería un grave error regular esos contratos con mayor profundidad”

Hoy sabemos a lo que condujeron los derivados implantados por Alan Greenspan, Robert Rubin y Larry Summers para licuar las pérdidas de las recurrentes crisis financieras ocurridas en los años 90. Curiosamente, Greenspan, Rubin y Summers figuraron en la portada de la revista Time en febrero de 1999 con el título Los hombres que salvaron al mundo). El salvataje transitorio fue tras la quiebra de Long Term Capital Management, el primer llamado de atención sobre el tsunami de los derivados financieros. Lejos de salvar al mundo, los derivados defendidos por Greenspan tienen aún a la economía mundial en estado de shock, y el sistema financiero lleva cinco años desapalancándose de esa gigantesca burbuja que pasó de 126 billones de dólares en 2002, a 550 billones de dólares en 2008 y 700 billones de dólares, (US$700.000.000.000.000, más de diez veces el PIB global), en 2011, de acuerdo al Banco de Pagos Internacionales. La activación de ese ambicioso experimento patrocinado por Greenspan, que se dejó al libre funcionamiento de las fuerzas del mercado, es lo que tiene a la economía mundial en penumbras, y con un respiradero artificial de miles de millones de dólares para mantener al sistema a flote. Si Greenspan hubiese facilitado la regulación de los derivados financieros, la crisis podría haberse evitado o reducido.

Los derivados se crearon para suavizar (o “cubrir”) las pérdidas de inversión, por ejemplo, frente a las pérdidas de deuda o títulos hipotecarios. Pero al hacerse masivos, al tomar riesgos cada vez más complejos, al generalizarse en grandes paquetes de deuda que se comercializan en todo el mundo, no solo aumenta el riesgo y la cadena de contratos que cubren deudas, sino que la exposición a un pequeño impago desata el peligro de un efecto dominó de impagos. Greenspan siempre apostó por que Wall Street se encargaría de regular sin problemas este mercado, y de ahí que a lo largo de toda la década de los años 90 rechazó una y otra vez los argumentos de quienes exigían una supervisión mayor al sistema financiero.

Una forma sencilla de explicar la operatoria de este proceso es la siguiente: en un sistema de apalancamiento de 1/10, con 100 euros se apuesta el equivalente a 1.000 euros. Si el valor del activo se duplica usted gana 1,900 euros (2.000 de la operación menos los 100 de la inversión inicial), pero basta una caída del 10 por ciento para que pierda todo su capital inicial. En los felices años 90 muchos se enriquecieron con esta forma de apuestas generando las burbujas especulativas que reventarían en la década siguiente. Muchos perdieron todo su capital por jugar en estas apuestas, e insólitamente los gobiernos salieron en su rescate. Nada de esto es tomado en cuenta por Alan Greenspan.
“Nadie podría haber evitado la crisis”

El ex presidente de la Reserva Federal, a sus 87 años, se desdice de sus dichos de hace cinco años en su nuevo libro: The Map and the Territory (“El mapa y el territorio”), en el cual señala que nadie podría haber desarticulado las amenazas que causaron la crisis, dado que nadie podría haberla advertido. Greenspan olvida todas las advertencias que se hicieron desde los años 90 frente a la amenaza potencial que representaban las burbujas, visibles para muchos economistas, menos para Greenspan.

Para Greenspan, el pronóstico económico tradicional no podría haber impedido la toma de riesgos irracional que infló las catastróficas burbujas de precios en activos como la vivienda o las acciones de alta tecnología. Tras la crisis de las puntocom, el año 2002, Greenspan citó la obra de Robert Shiller y habló de la “Exuberancia irracional de los mercados”. Sin embargo, muy pronto se olvidó y Greenspan no hizo nada para detener esos brotes de irracionalidad. Dejó que las burbujas siguieran su camino con la fe de un devoto de que los propios mercados se encargarían de regularlas.

Ahora Greenspan dice que no tuvo nada que ver con la crisis y que no pueden echarle la culpa a él, dado que “el movimiento de los mercados es muy dificil de predecir”. Curiosas declaraciones de quien era considerado el gran gurú del sistema financiero, el maestro que lograba con un solo gesto calmar la furia de los mercados. Así pareció hacerlo tras el estallido de la crisis mexicana en 1994, la crisis asiática de 1997, y las crisis de Rusia y Brasil en 1998, junto a la quiebra de Long Term Capital Management, que costó la friolera de mil millones de dólares, una cifra menor en comparación a los costes de la crisis actual, que supera los 16 billones de dólares (US$16.000.000.000.000).

Una “verdad revelada”
De acuerdo a esta entrevista ofrecida a The Wall Street Journal, a propósito del lanzamiento de su libro, Greenspan declara haber descubierto hace menos de un año, y como una gran revelación, cómo el aumento de las ganancias empresariales provocaron una considerable caída en el ahorro del país, y cómo esta caída en el ahorro (que si bien era compensada con los préstamos del exterior) implicaba una erosión de la inversión en capital y nuevos proyectos.

Es curioso que esta “verdad revelada” de Greenspan sea uno de los principios básicos de la macroeconomía que todo estudiante de primer año aprende: lo que no se consume se ahorra o invierte; la igualdad ahorro=inversión es una causalidad matemática intrínseca en los modelos de flujo y es también incluida en el Modelo IS/LM. El hecho que el Modelo IS/LMpierda relevancia es justamente producto de la manipulación que hace el sistema financiero de la tasa de interés, dado que el suministro de dinero, por la vía de los derivados, es muy superior a la base monetaria real. Como además nunca se conoce la oferta real de dinero dado que es la banca privada la que crea el dinero sin un patrón regulatorio estándar (10 o 200 veces la base monetaria), es imposible encontrar el equilibrio entre el suministro de dinero y la preferencia por la liquidez (que se expresa a lo largo de la curva LM).

Greenspan tampoco detecta que uno de los elementos claves en el aumento de las ganancias son las bajas de impuestos que patrocinó en los gobiernos de George Bush I y George Bush II, aunque en agosto de 2010 pedía derogar todas las rebajas de impuestos de la era Bush. Al descontar impuestos las empresas quedan con más recursos para especular en los mercados financieros y alimentar las burbujas de activos que potencian los derivados financieros. Lo más insólito es que Greenspan, tras cinco años de crisis aún no vea problema en los derivados financieros que tienen al mundo en penumbras. Sin duda desconoce que, tal como expresó Warren Buffet, son armas financieras de destrucción masiva. O, como dijo Paul Samuelson, son unos verdaderos monstruos a lo Frankenstein que están fuera de control.

Lo que sí detecta Alan Greenspan en la que es la parte más provocativa de su libro, es su afirmación de que el gasto público en seguridad social y salud, así como otros programas de ayuda social es la razón de que la economía de Estados Unidos ha crecido más lentamente en las últimas décadas. Curioso y contradictorio que manifieste su admiración por David Kahneman, economista que justamente valora los planes de salud y el bienestar de la gente como principío de una vida en la cual el dinero no es lo único que importa. Esto confirma el adn randiano de Greenspan, donde predomina el individualismo y la avaricia, credo filosófico que está en la otra arista de esta crisis incubada desde los años 80.

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