Por: Paul Krugman Premio Nobel de Economia
En una reciente entrada e Internet para el Roosevelt Institute, el analista económico Mike Konczal decía casi todo lo que hay que decir sobre los motivos subyacentes para la complejidad de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible que, a su vez, ha provocado los actuales problemas tecnológicos. Básicamente, la asistencia sanitaria de Obama no es complicada porque los programas de seguridad social tengan que ser complicados: ni la Seguridad Social ni Medicare son complejos en su estructura. Como escribía Konczal, es complicada porque las limitaciones políticas hicieron que un sistema sencillo de un pagador único no fuese factible.
Ha quedado claro desde el principio que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible establece una especie de mecanismo de Rube Goldberg: un sistema complicado que se supone que al final reproduzca más o menos los resultados de un pagador único, pero manteniendo la participación de las empresas aseguradoras privadas y manteniendo baja la importante cantidad de los gastos públicos a través de la evaluación financiera. Esto no hace que sea inviable: los intercambios entre estados están funcionando y el sitio web de la asistencia sanitaria del Gobierno se arreglará probablemente antes de que todo arranque. Pero sí ha hecho que hubiese muchas más probabilidades de que su lanzamiento fuese una chapuza.
Por eso Konczal tiene razón al decir que los problemas de la aplicación no ponen de manifiesto problemas con la idea del seguro social; están poniendo de manifiesto el precio que pagamos por insistir en que las compañías de seguros sigan en la mezcla, cuando son de poca utilidad.
¿Significa esto que los liberales deberían haber insistido en el pagador único o nada? No. La opción del pagador único no iba a ser posible, en parte debido al poder del grupo de presión de los seguros y en parte porque los votantes no habrían optado por un sistema que eliminaba su cobertura actual y la sustituía por algo desconocido. Sí, la asistencia sanitaria de Obama es una solución intermedia un tanto complicada, pero si eso es lo que hacía falta para cubrir a los no asegurados, que así sea.
Y aunque el lanzamiento chapucero sea exasperante – cuéntenme entre aquellos que piensan que los liberales ayudan mejor a su propia causa admitiéndolo en vez de tratar de encubrir la chapuza – sigue habiendo muchas posibilidades de que esto funcione y haga que EE UU sea un lugar mucho mejor.
Republicanos de chiste
¿Se ha dado cuenta alguien de lo mucho que se parece la postura del Partido Republicano sobre la asistencia sanitaria de Obama al clásico chiste clásico de las dos señoras en un hotel de las Catskills?
Señora nº1: “La comida aquí es horrible, ¡no hay quien se la coma!”.
Señora nº2. “¡Y las raciones son muy pequeñas!”.
Republicano nº1: “¡La asistencia sanitaria de Obama es la esclavitud!”.
Republicano nº2: “¡Y es muy difícil apuntarse!”.
© 2013 The New York Times
Traducción de News Clips
En una reciente entrada e Internet para el Roosevelt Institute, el analista económico Mike Konczal decía casi todo lo que hay que decir sobre los motivos subyacentes para la complejidad de la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible que, a su vez, ha provocado los actuales problemas tecnológicos. Básicamente, la asistencia sanitaria de Obama no es complicada porque los programas de seguridad social tengan que ser complicados: ni la Seguridad Social ni Medicare son complejos en su estructura. Como escribía Konczal, es complicada porque las limitaciones políticas hicieron que un sistema sencillo de un pagador único no fuese factible.
Ha quedado claro desde el principio que la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible establece una especie de mecanismo de Rube Goldberg: un sistema complicado que se supone que al final reproduzca más o menos los resultados de un pagador único, pero manteniendo la participación de las empresas aseguradoras privadas y manteniendo baja la importante cantidad de los gastos públicos a través de la evaluación financiera. Esto no hace que sea inviable: los intercambios entre estados están funcionando y el sitio web de la asistencia sanitaria del Gobierno se arreglará probablemente antes de que todo arranque. Pero sí ha hecho que hubiese muchas más probabilidades de que su lanzamiento fuese una chapuza.
Por eso Konczal tiene razón al decir que los problemas de la aplicación no ponen de manifiesto problemas con la idea del seguro social; están poniendo de manifiesto el precio que pagamos por insistir en que las compañías de seguros sigan en la mezcla, cuando son de poca utilidad.
¿Significa esto que los liberales deberían haber insistido en el pagador único o nada? No. La opción del pagador único no iba a ser posible, en parte debido al poder del grupo de presión de los seguros y en parte porque los votantes no habrían optado por un sistema que eliminaba su cobertura actual y la sustituía por algo desconocido. Sí, la asistencia sanitaria de Obama es una solución intermedia un tanto complicada, pero si eso es lo que hacía falta para cubrir a los no asegurados, que así sea.
Y aunque el lanzamiento chapucero sea exasperante – cuéntenme entre aquellos que piensan que los liberales ayudan mejor a su propia causa admitiéndolo en vez de tratar de encubrir la chapuza – sigue habiendo muchas posibilidades de que esto funcione y haga que EE UU sea un lugar mucho mejor.
Republicanos de chiste
¿Se ha dado cuenta alguien de lo mucho que se parece la postura del Partido Republicano sobre la asistencia sanitaria de Obama al clásico chiste clásico de las dos señoras en un hotel de las Catskills?
Señora nº1: “La comida aquí es horrible, ¡no hay quien se la coma!”.
Señora nº2. “¡Y las raciones son muy pequeñas!”.
Republicano nº1: “¡La asistencia sanitaria de Obama es la esclavitud!”.
Republicano nº2: “¡Y es muy difícil apuntarse!”.
© 2013 The New York Times
Traducción de News Clips
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