Martianos-Hermes-Cubainformación.- Hemos hablado del llamado “exilio histórico” en varias oportunidades. Cuando mencionamos este nombre no hay que hacer especificaciones. Se trata de un grupo de cubanos afectados emocionalmente por los acontecimientos que les tocó vivir y la incapacidad para digerirlos, asumirlos razonablemente, conceptualizarlos y actuar con inteligencia y madurez.
La expresión fue acuñada en la ciudad de Miami, por una decena de miles de cubanos llegados a esa ciudad entre el año 1959 y 1965.
Sin temor a equivocarnos, diríamos que el núcleo fundador del término fueron cubanos llegados a esa ciudad antes 1965. Quienes llegaron más tarde en los llamados “vuelos de la libertad”, eran personas disgustadas con la situación interna en Cuba pero a diferencias de los anteriores, habían apoyado en su mayoría al gobierno revolucionario que alcanzó el poder tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista, en 1959.
Los vuelos mencionados fue resultado de un acuerdo entre el gobierno de La Habana y Washington para garantizar una salida ordenada de personas que de algún modo tenían familiares que vivieran en Estados Unidos.
En esos vuelos, que se extendieron desde diciembre de 1965 hasta 1973, salieron una cantidad de cubanos que mayoritariamente no se dejaron arrastrar por las intrigas y la intromisión de Washington en los asuntos internos de Cuba, a raíz del triunfo revolucionario. Muy pocos de ellos pertenecían a la clase económica cuyos intereses se perjudicaron por el inicio de aquel proceso.
Los perjuicios económicos que algunos habían sufrido, fue consecuencia de los compromisos adquiridos por la dirigencia cubana de ese entonces con la URSS y la aceptación de ciertos postulados, de dudosa rigurosidad teórica en términos sociales, que habían definido la estrategia de transformación del Estado Ruso.
Aquellos compromisos confundieron la iniciativa privada con las grandes concentraciones que resultan del proceso productivo. Como consecuencia, se eliminaron múltiples actividades económicas que fueron integradas en grandes complejos organizativos. La medida carecía de base real, porque las mismas correspondían a las múltiples actividades que se crean en el desarrollo y crecimiento económico, pero no responden en esencia al proceso de acumulación del capital.
Vendedores ambulantes, limpia botas, elaboradores domésticos de alimentos, transportistas que facilitaban la llegada de los productos del campo al consumidor final, compradores personales que distribuían esos productos, talleres de reparaciones y de pequeñas producciones de artículos, todo un conjunto de actividades fueron eliminadas y concentradas en gigantescos aparatos burocráticos que probaron no ser funcionales. Ya el capitalismo sabía de estas consecuencias, razón por la cual no lo había intentado aún.
La actividad económica, su desarrollo y su crecimiento, siguen un patrón como resultado de mecanismos que, al transformarse en leyes no admiten adulteraciones sustanciales so pena de convertirse en ineficientes.
Transcurrieron 70 años, lo cual históricamente es irrelevante, para que la humanidad comprendiese que el camino al socialismo tenía que desechar la experiencia soviética sobre el poder político, la actividad económica y la Administración del Estado.
Es dentro de ese proceso, que un número considerable de las personas que abandonaron el país en aquellos “vuelos” entre Cuba y Miami, tomaron la decisión de emigrar.
Aunque aquella emigración tenía razones políticas, carecía de la militancia y los criterios de quienes habían abandonado la Isla en medio de un incontrolable pánico que no se correspondía realmente con los sucesos.
Las personas que emigraron a partir de 1965, en su insatisfacción de ver coartadas sus iniciativas individuales por incomprensibles regulaciones, optaron por irse del país. La decisión estuvo además alentada por la propaganda de Washington por un lado y el acoso al que eran sometidos en sus respectivas localidades, por la intransigencia y agresividad de personas que, en su mayoría, no sabían siquiera a ciencia cierta la consecuencia de lo que hacían.
A pesar del matiz político de aquella emigración masiva, la disposición militante y combativa de todos ellos, distaba mucho de la primera oleada que llegó a Miami entre 1959 y 1965.
Los nuevos llegados no eran bien vistos por aquellos primeros que literalmente habían huido espantados, víctimas de leyendas y de la propaganda mal intencionada, cuidadosamente estudiada y dirigida desde los centro de inteligencia estadounidense.
Ambas orillas han usado el maniqueo para definir los sucesos migratorios y políticos.
Los verdaderos fundadores del llamado “exilio”, inventores de dicha palabra, fueron aquellos que llegaron antes de 1965, la segunda oleada se sumó a la leyenda, pero desde una perspectiva menos combativa y no militante.
Aquellos recién llegados eran considerados “comunistoides” por aquellos que habían llegado a Miami antes de 1965. Eran una especie de traidores o al menos, gente poco confiable.
El gobierno cubano a su vez consideraba “traidores” a todo aquel que emigraba en esos tiempos.
Los hijos de aquellos “exiliados” incorporaron el léxico y repitieron por gravedad el discurso. Pero sus actitudes, en general han respondido a un respeto filial y no a un convencimiento de los compromisos políticos de sus mayores.
El sentido generacional está dado por la formación cultural que nos labramos en el medio donde crecemos. El tiempo va cambiado las realidades y con ello la visión que los hijos adquieren de la vida.
Por esta razón se habla de confrontaciones generacionales, un término que intenta dramatizar las discrepancias resultantes por las diferencias de edad, las cuales no son más que una diferencia fundada en las experiencias vividas y las obligadas soluciones a las nuevas problemáticas creadas en ese devenir.
Como consecuencia cada generación se distancia de los estereotipos creados por la otra.
El “exilio histórico”, puede que sea una linda expresión para quienes nunca se sobrepusieron a los enfrentamientos que la vida en sociedad produce, pero por mucho que sus fundadores se esfuercen en querer dejar ese “legado”, está condenado a la disolución.
Con los acontecimientos que han estado sucediendo en Miami, a lo largo de una historia que va más allá de los dos grupos de cubanos llegados en la década de los años sesenta, esa leyenda y la entelequia de que existen dos Cuba, en pocos años se convertirán en piezas de los museos sociales.
Ocurre en Miami, en Cuba y en todos los sitios donde se han formado comunidades humanas. Existen diferencias generacionales, porque existen cambios socio - ambientales, como consecuencia de los descubrimientos científicos, la tecnología y las nuevas percepciones que nos llegan de esas realidades, a través de las relaciones humanas.
La reunión de Más Santos, recaudando dinero para el Partido Demócrata, en un Condado donde los cubano demócrata han sido catalogados de “comunistas” durante casi cinco décadas, es una prueba de que las generaciones para sobrevivir, no pueden seguir a pie juntillas todos los consejos de sus padres. No debe sorprendernos que en el futuro pueda cambiar su actitud, pero eso también es parte del juego político del Estado que defiende.
Quizás sea bueno seguir hablando de un tema que, por elemental sentido sociológico, está imbricado a la Revolución cubana y será parte esencial en la búsqueda de respuestas para alcanzar un Estado socialista.
Las generaciones de cubanos de ambas orillas se encargarán de ello.
El “exilio” no ha muerto pero está moribundo. Sólo en Miami se dio el fenómeno de una comunidad que haya concebido definirse a sí misma exiliada, otorgándole además a la definición un sentido histórico trascendente. Los cubanos de otros países que se incluyeron en esa definición tomaron el nombre prestado de esa ciudad.
Miami se encamina a pasos agigantados, hacia una sociedad sin exiliados, donde sólo prevalecerán los emigrados y los estadounidenses..
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU.
La expresión fue acuñada en la ciudad de Miami, por una decena de miles de cubanos llegados a esa ciudad entre el año 1959 y 1965.
Sin temor a equivocarnos, diríamos que el núcleo fundador del término fueron cubanos llegados a esa ciudad antes 1965. Quienes llegaron más tarde en los llamados “vuelos de la libertad”, eran personas disgustadas con la situación interna en Cuba pero a diferencias de los anteriores, habían apoyado en su mayoría al gobierno revolucionario que alcanzó el poder tras el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista, en 1959.
Los vuelos mencionados fue resultado de un acuerdo entre el gobierno de La Habana y Washington para garantizar una salida ordenada de personas que de algún modo tenían familiares que vivieran en Estados Unidos.
En esos vuelos, que se extendieron desde diciembre de 1965 hasta 1973, salieron una cantidad de cubanos que mayoritariamente no se dejaron arrastrar por las intrigas y la intromisión de Washington en los asuntos internos de Cuba, a raíz del triunfo revolucionario. Muy pocos de ellos pertenecían a la clase económica cuyos intereses se perjudicaron por el inicio de aquel proceso.
Los perjuicios económicos que algunos habían sufrido, fue consecuencia de los compromisos adquiridos por la dirigencia cubana de ese entonces con la URSS y la aceptación de ciertos postulados, de dudosa rigurosidad teórica en términos sociales, que habían definido la estrategia de transformación del Estado Ruso.
Aquellos compromisos confundieron la iniciativa privada con las grandes concentraciones que resultan del proceso productivo. Como consecuencia, se eliminaron múltiples actividades económicas que fueron integradas en grandes complejos organizativos. La medida carecía de base real, porque las mismas correspondían a las múltiples actividades que se crean en el desarrollo y crecimiento económico, pero no responden en esencia al proceso de acumulación del capital.
Vendedores ambulantes, limpia botas, elaboradores domésticos de alimentos, transportistas que facilitaban la llegada de los productos del campo al consumidor final, compradores personales que distribuían esos productos, talleres de reparaciones y de pequeñas producciones de artículos, todo un conjunto de actividades fueron eliminadas y concentradas en gigantescos aparatos burocráticos que probaron no ser funcionales. Ya el capitalismo sabía de estas consecuencias, razón por la cual no lo había intentado aún.
La actividad económica, su desarrollo y su crecimiento, siguen un patrón como resultado de mecanismos que, al transformarse en leyes no admiten adulteraciones sustanciales so pena de convertirse en ineficientes.
Transcurrieron 70 años, lo cual históricamente es irrelevante, para que la humanidad comprendiese que el camino al socialismo tenía que desechar la experiencia soviética sobre el poder político, la actividad económica y la Administración del Estado.
Es dentro de ese proceso, que un número considerable de las personas que abandonaron el país en aquellos “vuelos” entre Cuba y Miami, tomaron la decisión de emigrar.
Aunque aquella emigración tenía razones políticas, carecía de la militancia y los criterios de quienes habían abandonado la Isla en medio de un incontrolable pánico que no se correspondía realmente con los sucesos.
Las personas que emigraron a partir de 1965, en su insatisfacción de ver coartadas sus iniciativas individuales por incomprensibles regulaciones, optaron por irse del país. La decisión estuvo además alentada por la propaganda de Washington por un lado y el acoso al que eran sometidos en sus respectivas localidades, por la intransigencia y agresividad de personas que, en su mayoría, no sabían siquiera a ciencia cierta la consecuencia de lo que hacían.
A pesar del matiz político de aquella emigración masiva, la disposición militante y combativa de todos ellos, distaba mucho de la primera oleada que llegó a Miami entre 1959 y 1965.
Los nuevos llegados no eran bien vistos por aquellos primeros que literalmente habían huido espantados, víctimas de leyendas y de la propaganda mal intencionada, cuidadosamente estudiada y dirigida desde los centro de inteligencia estadounidense.
Ambas orillas han usado el maniqueo para definir los sucesos migratorios y políticos.
Los verdaderos fundadores del llamado “exilio”, inventores de dicha palabra, fueron aquellos que llegaron antes de 1965, la segunda oleada se sumó a la leyenda, pero desde una perspectiva menos combativa y no militante.
Aquellos recién llegados eran considerados “comunistoides” por aquellos que habían llegado a Miami antes de 1965. Eran una especie de traidores o al menos, gente poco confiable.
El gobierno cubano a su vez consideraba “traidores” a todo aquel que emigraba en esos tiempos.
Los hijos de aquellos “exiliados” incorporaron el léxico y repitieron por gravedad el discurso. Pero sus actitudes, en general han respondido a un respeto filial y no a un convencimiento de los compromisos políticos de sus mayores.
El sentido generacional está dado por la formación cultural que nos labramos en el medio donde crecemos. El tiempo va cambiado las realidades y con ello la visión que los hijos adquieren de la vida.
Por esta razón se habla de confrontaciones generacionales, un término que intenta dramatizar las discrepancias resultantes por las diferencias de edad, las cuales no son más que una diferencia fundada en las experiencias vividas y las obligadas soluciones a las nuevas problemáticas creadas en ese devenir.
Como consecuencia cada generación se distancia de los estereotipos creados por la otra.
El “exilio histórico”, puede que sea una linda expresión para quienes nunca se sobrepusieron a los enfrentamientos que la vida en sociedad produce, pero por mucho que sus fundadores se esfuercen en querer dejar ese “legado”, está condenado a la disolución.
Con los acontecimientos que han estado sucediendo en Miami, a lo largo de una historia que va más allá de los dos grupos de cubanos llegados en la década de los años sesenta, esa leyenda y la entelequia de que existen dos Cuba, en pocos años se convertirán en piezas de los museos sociales.
Ocurre en Miami, en Cuba y en todos los sitios donde se han formado comunidades humanas. Existen diferencias generacionales, porque existen cambios socio - ambientales, como consecuencia de los descubrimientos científicos, la tecnología y las nuevas percepciones que nos llegan de esas realidades, a través de las relaciones humanas.
La reunión de Más Santos, recaudando dinero para el Partido Demócrata, en un Condado donde los cubano demócrata han sido catalogados de “comunistas” durante casi cinco décadas, es una prueba de que las generaciones para sobrevivir, no pueden seguir a pie juntillas todos los consejos de sus padres. No debe sorprendernos que en el futuro pueda cambiar su actitud, pero eso también es parte del juego político del Estado que defiende.
Quizás sea bueno seguir hablando de un tema que, por elemental sentido sociológico, está imbricado a la Revolución cubana y será parte esencial en la búsqueda de respuestas para alcanzar un Estado socialista.
Las generaciones de cubanos de ambas orillas se encargarán de ello.
El “exilio” no ha muerto pero está moribundo. Sólo en Miami se dio el fenómeno de una comunidad que haya concebido definirse a sí misma exiliada, otorgándole además a la definición un sentido histórico trascendente. Los cubanos de otros países que se incluyeron en esa definición tomaron el nombre prestado de esa ciudad.
Miami se encamina a pasos agigantados, hacia una sociedad sin exiliados, donde sólo prevalecerán los emigrados y los estadounidenses..
Así lo veo y así lo digo.
*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en EE.UU.
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