La actitud crítica y contestataria del cantautor, que se dio a conocer en los años 80 del siglo pasado, motivó la aparición de esta obra.
La Habana, 26 feb.- “Habáname: la ciudad musical de Carlos Varela” podría ser el primero de otros libros monográficos sobre prominentes cantautores de la segunda generación de la nueva trova cubana como Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Santiago Feliú (1962-2014) y Donato Poveda.
Este acercamiento inicial de carácter histórico, sociocultural y musicológico a la obra del autor de discos como Jalisco Park (1989) y Monedas al aire (1990), que realizara un grupo de ocho investigadores y periodistas de diferentes latitudes, llama la atención sobre la importancia que tiene la producción poética y musical de estos artistas para analizar y comprender la realidad de la nación caribeña.
La selección de ensayos presentada en la 23 Feria Internacional del Libro, que recorre el país hasta marzo próximo, pretende demostrar que Varela y sus contemporáneos han abierto con sus canciones sustanciales líneas de debate en la esfera pública nacional y han aportado perspectivas agudas sobre los problemas de su tiempo.
Una de las compiladoras de los ensayos que aquí aparecen, la historiadora canadiense Karen Dubinsky, apunta que a los treinta años de haber comenzado su carrera, el cantautor que ha dado motivo al volumen acentúa su posición “como uno de los más destacados poetas y comentaristas” de lo que sucede en su entorno.
“Habáname…” repasa la trayectoria de Varela desde sus años de alumno en el Instituto Superior de Arte y la formación de su primera banda en la etapa estudiantil, describe su relación con exponentes del Movimiento de la Nueva Trova -cuyos máximos exponentes son Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola (1946-2005)- y sus colegas de generación.
Paralelamente analiza la consolidación de su discurso, que asegura ha estado siempre “cargado políticamente”.
En su texto, el crítico e investigador cubano Joaquín Borges Triana aborda con profundidad el contexto en que surgieron estas inquietudes e hicieron que la obra se enfocaran en la “crisis de ciertos valores y defendiera una suerte de reconsideración de determinadas estrategias y políticas a nivel social”.
Los conflictos generacionales que comenzaron a hacerse evidentes en Cuba en la tercera década de la Revolución de 1959, las divisiones provocadas por la emigración hacia los Estados Unidos, la escalada de la burocracia al interior de las instituciones del estado socialista, la preocupación por el papel del arte en la sociedad, entre otros temas, han sido motivos fundamentales en la producción de Varela desde sus inicios.
Por ello, en el libro de Ediciones La Memoria, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, se hace referencia también a los procesos de censura que ha tenido que enfrentar el cantautor, del mismo modo que otros creadores, al punto de distanciarse por temporadas bastante largas de los medios de comunicación y los escenarios cubanos.
En un ensayo centrado en la obra de Varela durante la década del 90 del siglo XX, etapa en que la nación entró en una depresión económica extendida hasta hoy, la periodista Xenia Reloba afirma que a él y sus compañeros “les tocó lidiar con la incomprensión de no pocas instituciones y funcionarios preocupados por esa `rara´ manera de ver y expresar nuestra cotidianidad”.
Aunque las políticas culturales en el país han tendido a la reconciliación y a la apertura con respecto a etapas anteriores, todavía la figura de Carlos Varela constituye motivo de polémicas ocasionales.
El libro también da cuenta de este tema y de cómo el artista ha logrado el reconocimiento internacional, sobre todo en Estados Unidos, país en el que completó dos giras recientemente como parte de las cuales se entrevistó con varios senadores para abogar por la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana.
“La intensidad de sus letras y la sostenida popularidad entre los cubanos de la diáspora y de la isla hacen de él una figura ilustrativa para aquellos interesados en la política de la música popular –en cualquier país- así como en la historia y el futuro de Cuba”, señalan en el libro Dubisnky y la cubana María Caridad Cumaná. Durante la presentación de “Habáname…”, tanto los autores como el propio músico, insistieron en la necesidad de que esta obra, que continúa la estela de otras como “Trovadores de la herejía” (Editorial Abril, 2012) dé paso a la publicación de nuevos textos sobre la generación de los 80 (del siglo XX) en la trova y la canción cubana contemporánea.
La Habana, 26 feb.- “Habáname: la ciudad musical de Carlos Varela” podría ser el primero de otros libros monográficos sobre prominentes cantautores de la segunda generación de la nueva trova cubana como Gerardo Alfonso, Frank Delgado, Santiago Feliú (1962-2014) y Donato Poveda.
Este acercamiento inicial de carácter histórico, sociocultural y musicológico a la obra del autor de discos como Jalisco Park (1989) y Monedas al aire (1990), que realizara un grupo de ocho investigadores y periodistas de diferentes latitudes, llama la atención sobre la importancia que tiene la producción poética y musical de estos artistas para analizar y comprender la realidad de la nación caribeña.
La selección de ensayos presentada en la 23 Feria Internacional del Libro, que recorre el país hasta marzo próximo, pretende demostrar que Varela y sus contemporáneos han abierto con sus canciones sustanciales líneas de debate en la esfera pública nacional y han aportado perspectivas agudas sobre los problemas de su tiempo.
Una de las compiladoras de los ensayos que aquí aparecen, la historiadora canadiense Karen Dubinsky, apunta que a los treinta años de haber comenzado su carrera, el cantautor que ha dado motivo al volumen acentúa su posición “como uno de los más destacados poetas y comentaristas” de lo que sucede en su entorno.
“Habáname…” repasa la trayectoria de Varela desde sus años de alumno en el Instituto Superior de Arte y la formación de su primera banda en la etapa estudiantil, describe su relación con exponentes del Movimiento de la Nueva Trova -cuyos máximos exponentes son Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Noel Nicola (1946-2005)- y sus colegas de generación.
Paralelamente analiza la consolidación de su discurso, que asegura ha estado siempre “cargado políticamente”.
En su texto, el crítico e investigador cubano Joaquín Borges Triana aborda con profundidad el contexto en que surgieron estas inquietudes e hicieron que la obra se enfocaran en la “crisis de ciertos valores y defendiera una suerte de reconsideración de determinadas estrategias y políticas a nivel social”.
Los conflictos generacionales que comenzaron a hacerse evidentes en Cuba en la tercera década de la Revolución de 1959, las divisiones provocadas por la emigración hacia los Estados Unidos, la escalada de la burocracia al interior de las instituciones del estado socialista, la preocupación por el papel del arte en la sociedad, entre otros temas, han sido motivos fundamentales en la producción de Varela desde sus inicios.
Por ello, en el libro de Ediciones La Memoria, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, se hace referencia también a los procesos de censura que ha tenido que enfrentar el cantautor, del mismo modo que otros creadores, al punto de distanciarse por temporadas bastante largas de los medios de comunicación y los escenarios cubanos.
En un ensayo centrado en la obra de Varela durante la década del 90 del siglo XX, etapa en que la nación entró en una depresión económica extendida hasta hoy, la periodista Xenia Reloba afirma que a él y sus compañeros “les tocó lidiar con la incomprensión de no pocas instituciones y funcionarios preocupados por esa `rara´ manera de ver y expresar nuestra cotidianidad”.
Aunque las políticas culturales en el país han tendido a la reconciliación y a la apertura con respecto a etapas anteriores, todavía la figura de Carlos Varela constituye motivo de polémicas ocasionales.
El libro también da cuenta de este tema y de cómo el artista ha logrado el reconocimiento internacional, sobre todo en Estados Unidos, país en el que completó dos giras recientemente como parte de las cuales se entrevistó con varios senadores para abogar por la normalización de las relaciones entre Washington y La Habana.
“La intensidad de sus letras y la sostenida popularidad entre los cubanos de la diáspora y de la isla hacen de él una figura ilustrativa para aquellos interesados en la política de la música popular –en cualquier país- así como en la historia y el futuro de Cuba”, señalan en el libro Dubisnky y la cubana María Caridad Cumaná. Durante la presentación de “Habáname…”, tanto los autores como el propio músico, insistieron en la necesidad de que esta obra, que continúa la estela de otras como “Trovadores de la herejía” (Editorial Abril, 2012) dé paso a la publicación de nuevos textos sobre la generación de los 80 (del siglo XX) en la trova y la canción cubana contemporánea.
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