Las transformaciones emprendidas en Cuba entraron en una encrucijada difícil.
Después de abrir espacio a los negocios privados y eliminar prohibiciones, el proceso cubano de cambios económicos ha dirigido la mirada hacia las políticas monetaria y cambiaria, las inversiones extranjeras y las empresas estatales, que soportan el peso mayor de la economía. Pero la población continúa aguardando por resultados, mientras la desaceleración del PIB amenaza con acentuarse en 2014.
Las transformaciones emprendidas en Cuba entraron en una encrucijada difícil: el gobierno profundiza y hasta acelera la llamada actualización del modelo económico, pero, simultáneamente, la economía pierde impulso, se complican los indicadores financieros y para la población demora la hora de catar los beneficios. Algunas medidas, incluso, generan tensión en el ambiente.
En la segunda y última sesión parlamentaria de 2013, el Presidente Raúl Castro rechazó por enésima vez los reclamos de apurar los cambios. Tras proclamar la voluntad de continuar avanzando en la implementación de los acuerdos y lineamientos económicos adoptados en el VI Congreso del Partido, celebrado en abril de 2011, reiteró la decisión de hacerlo “sin prisas, pero sin pausas, a pesar de variadas exhortaciones con sanas intenciones y otras que definitivamente no lo son”.
Renuente a “saltarse etapas” porque “irremisiblemente, en lugar de adelantar en la materialización de un programa conduce al retroceso y la derrota”, declaró también que “nos encontramos entre los más interesados en avanzar todavía a mayor velocidad”.
Lo cierto es que, aunque las autoridades abogan por la cautela y la gradualidad, a partir del pasado año la reforma económica cubana tomó impulso y abrió las puertas a cambios más ambiciosos y novedosos, a juzgar por el recuento de medidas instrumentadas en 2013 y las anunciadas para 2014.
El Jefe de la Comisión gubernamental encargada de conducir las transformaciones, el vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo, había anticipado ese giro en diciembre de 2012. Ante la Asamblea Nacional del Popular, dijo que el proceso “se empieza a adentrar en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad”. Advirtió que "las tareas (…) en función de implementar los Lineamientos, durante el 2013 y el 2014 serán las más complejas, de mayor importancia e impacto en la actualización del modelo económico y en toda la sociedad".
En similar escenario legislativo, Murillo retomó la idea un año después. Según la prensa nacional, en diciembre de 2013 dijo nuevamente a los diputados que en los próximos dos años se debían realizar las tareas más técnicas y complejas del proceso de ajustes e innovaciones de las políticas económicas.
Sin embargo, en contradicción con los resultados que podrían esperarse y que el propio gobierno previó para el quinquenio --en 2010 proyectó un crecimiento promedio anual del producto interno bruto (PIB) de 5,1 por ciento hasta 2015--, en cada uno de los tres últimos años la economía ha crecido lentamente y menos que lo planificado. Pero si antes de 2013 el avance al menos superaba al del año previo, esta vez quedó por debajo de 2012.
La economía amenaza con desacelerarse más aún este año, justo cuando los cambios entran en aguas más profundas.
Pierde impulso la economía
En 2013 la economía cubana creció casi un punto porcentual menos que el 3,6 por ciento planificado. De hecho, en la primera versión del plan anual presentado ante el Parlamento, el ministro de Economía Adel Yzquierdo propuso un crecimiento ligeramente mayor: 3,7. Pero el PIB solo aumentó 2,7 por ciento.
Después de abrir espacio a los negocios privados y eliminar prohibiciones, el proceso cubano de cambios económicos ha dirigido la mirada hacia las políticas monetaria y cambiaria, las inversiones extranjeras y las empresas estatales, que soportan el peso mayor de la economía. Pero la población continúa aguardando por resultados, mientras la desaceleración del PIB amenaza con acentuarse en 2014.
Las transformaciones emprendidas en Cuba entraron en una encrucijada difícil: el gobierno profundiza y hasta acelera la llamada actualización del modelo económico, pero, simultáneamente, la economía pierde impulso, se complican los indicadores financieros y para la población demora la hora de catar los beneficios. Algunas medidas, incluso, generan tensión en el ambiente.
En la segunda y última sesión parlamentaria de 2013, el Presidente Raúl Castro rechazó por enésima vez los reclamos de apurar los cambios. Tras proclamar la voluntad de continuar avanzando en la implementación de los acuerdos y lineamientos económicos adoptados en el VI Congreso del Partido, celebrado en abril de 2011, reiteró la decisión de hacerlo “sin prisas, pero sin pausas, a pesar de variadas exhortaciones con sanas intenciones y otras que definitivamente no lo son”.
Renuente a “saltarse etapas” porque “irremisiblemente, en lugar de adelantar en la materialización de un programa conduce al retroceso y la derrota”, declaró también que “nos encontramos entre los más interesados en avanzar todavía a mayor velocidad”.
Lo cierto es que, aunque las autoridades abogan por la cautela y la gradualidad, a partir del pasado año la reforma económica cubana tomó impulso y abrió las puertas a cambios más ambiciosos y novedosos, a juzgar por el recuento de medidas instrumentadas en 2013 y las anunciadas para 2014.
El Jefe de la Comisión gubernamental encargada de conducir las transformaciones, el vicepresidente del Consejo de Ministros Marino Murillo, había anticipado ese giro en diciembre de 2012. Ante la Asamblea Nacional del Popular, dijo que el proceso “se empieza a adentrar en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad”. Advirtió que "las tareas (…) en función de implementar los Lineamientos, durante el 2013 y el 2014 serán las más complejas, de mayor importancia e impacto en la actualización del modelo económico y en toda la sociedad".
En similar escenario legislativo, Murillo retomó la idea un año después. Según la prensa nacional, en diciembre de 2013 dijo nuevamente a los diputados que en los próximos dos años se debían realizar las tareas más técnicas y complejas del proceso de ajustes e innovaciones de las políticas económicas.
Sin embargo, en contradicción con los resultados que podrían esperarse y que el propio gobierno previó para el quinquenio --en 2010 proyectó un crecimiento promedio anual del producto interno bruto (PIB) de 5,1 por ciento hasta 2015--, en cada uno de los tres últimos años la economía ha crecido lentamente y menos que lo planificado. Pero si antes de 2013 el avance al menos superaba al del año previo, esta vez quedó por debajo de 2012.
La economía amenaza con desacelerarse más aún este año, justo cuando los cambios entran en aguas más profundas.
Pierde impulso la economía
En 2013 la economía cubana creció casi un punto porcentual menos que el 3,6 por ciento planificado. De hecho, en la primera versión del plan anual presentado ante el Parlamento, el ministro de Economía Adel Yzquierdo propuso un crecimiento ligeramente mayor: 3,7. Pero el PIB solo aumentó 2,7 por ciento.
La desaceleración de la economía se veía venir, después de crecer en el primer semestre un tibio 2,3 por ciento. Entre las causas, el gobierno citó entonces los daños dejados por el huracán Sandy, que castigó al oriente cubano en octubre de 2012. Las acciones de recuperación costaron al país 6.900 millones de pesos, informó el Ministerio de Economía y Planificación (MEP). Ante esa arrancada del año, las autoridades reajustaron en julio las previsiones de crecimiento anual a un rango entre 2,5 y tres por ciento.
El avance final superó levemente la media regional. De acuerdo con el informe preliminar de la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), los países del área promediaron un crecimiento de 2,6 por ciento, a cuatro décimas del tres por ciento previsto en julio.
La agencia regional de Naciones Unidas consideró que “un menor dinamismo de la demanda externa, una mayor volatilidad financiera internacional y una caída en el consumo fueron los factores que incidieron en un desempeño económico más modesto de los países en 2013”.
Unido a factores como una desaceleración de la masa salarial y del crédito, la economía latinoamericana se resintió por la contracción del consumo y una depreciación de productos básicos, cuya exportación a mejores precios había constituido años antes un escudo de América Latina y el Caribe frente a la crisis de polos importantes de la economía mundial, como Europa occidental.
Según la Cepal, “un deterioro generalizado de los términos de intercambio -propiciado por la continuación de la caída en el precio de los productos básicos- incidió en que el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos pasara de 1,8 por ciento en 2012 a 2,5 por ciento del PIB en 2013, principalmente como resultado de un aumento mayor de las importaciones frente a las exportaciones de bienes”.
En contraste, Yzquierdo se quejó por el alza paralela del precio de alimentos importados, unido al “bajo crecimiento de la industria manufacturera a causa de limitaciones financieras y tecnológicas”. Gastos mayores en las compras en el mercado internacional y, a la par, ingresos en moneda dura menores a los previstos pesaron negativamente en la recaudación planificada del país.
El ministro reconoció, igualmente, fallas internas que gravaron la actividad frente a los mercados externos, como dificultades en los contratos, deficiencias en los procesos de conciliación y planificación de la producción y atrasos en las importaciones, por bajas ejecuciones de las capacidades de crédito.
Perspectivas del comercio exterior
El ambiente internacional mantiene amenazas para la economía insular en el año recién iniciado. Varios de los principales productos cubanos de exportación enfrentan el riesgo de menores precios.
El níquel, primer lugar en la exportación cubana de bienes y tercer lugar en la cartera general de bienes y servicios, se hundió en julio a su cotización más baja en tres años en el mercado mundial: 13.377 dólares por tonelada, según informes de Reuters desde la Bolsa de Metales de Londres. Sobre ese precio se mantuvo prácticamente estancado, luego de alcanzar en febrero el máximo del año (18.590 dólares por tonelada). En diciembre cerró pegado a 14.000 dólares.
Con tales tendencias en el mercado internacional, probablemente ese mineral haya aportado a los ingresos cubanos menos de mil millones de dólares en 2013. De confirmarse ese dato, sería la segunda caída anual consecutiva tras retroceder en 2012 a 1.060 millones dólares, casi un tercio por debajo del año previo, de acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba.
Las perspectivas no son alentadoras. Señales de sobre abastecimiento, unidas a limitaciones de la demanda en el importante polo industrial europeo, han mantenido sin cambios los precios, pese a expectativas de alza animadas por la fortaleza de la demanda asiática, las previsiones de recuperación económica global hechas por el Banco Mundial y la prohibición a la exportación de metales decidida por el gobierno de Indonesia, país que suministra entre 18 y 20 por ciento del níquel mundial.
Una evidencia de la oscuridad del horizonte es que, mientras analistas del Barclays confían en una mejor cotización para 2014, los de PNB París han recortado las proyecciones de precios de la mayoría de los metales básicos, incluido el níquel.
Los estudios del Ministerio cubano de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras observan el panorama con pesimismo, por el aumento de inventarios en la Bolsa de Metales de Londres y las expectativas de incremento internacional de la producción y exportación de níquel. Lo concreto es que no ha remontado la baja cotización con que finalizó diciembre.
Recuperación azucarera
Otro importante rubro de exportación cubana sobre el cual penden nubarrones externos es el azúcar.
La depresión de los cañaverales, fuente de la materia prima, era el factor que más golpeaba a la industria azucarera; por ese motivo la zafra 2009-2010 se hundió a su producción más baja en un siglo: 1.168.200 toneladas. Pero en el trienio posterior creció a un ritmo anual del 12 por ciento, en la medida en que se recuperan la siembra y la cosecha de caña.
La inestabilidad de los precios internacionales no ha impedido que el aporte de las exportaciones cubanas de azúcar casi se haya duplicado en tres años, hasta más de 455 millones de dólares en 2012.
De 2013 todavía no existen datos oficiales, pero a juzgar por los indicadores de producción y la tendencia de precios externos, los ingresos cubanos a cuenta del azúcar pueden haber crecido. El sobre abastecimiento del mercado mundial ha debilitado la cotización desde hace varios años, pero no tanto como temían algunos productores. Las previsiones bajistas de precios enfriaron los planes de producción de países clave y esto alivió la presión sobre el mercado.
Para el nuevo año los pronósticos son ambiguos. Según la consultora brasileña Datagro, el superávit mundial de azúcar caería en 68 por ciento en la temporada 2013-2014 respecto al ciclo anterior, debido a un creciente consumo mundial.
La Organización Internacional del Azúcar (OIA) espera igual tendencia: una caída del superávit global a 4,5 millones de toneladas en 2013-2014, aunque advirtió que esto no ayudaría a los precios del endulzante. En el período previo, el exceso de inventarios del mercado mundial de azúcar sobrepasó los nueve millones de toneladas.
Otras consultoras de experiencia, como Kingsman y Czarnikow, coinciden en pronosticar reducción del excedente global de azúcar, pero aún observan la oferta superior a la demanda. Por eso esperan recortes de la zafra en algunos países y un incremento de la demanda ante los bajos precios, factores que pudieran forzar un alza de la cotización en el mediano plazo. Por el contrario, bancos especializados en mercados de productos básicos, como Morgan Stanley y Societe General, de Estados Unidos y Francia respectivamente, no aguardan reducciones de la cosecha en el mayor productor, Brasil.
La agroindustria azucarera cubana navega abiertamente en dirección contraria: no renuncia a ampliar la producción de manera sostenida. Para la actual zafra, 2013-2014, el grupo empresarial Azcuba ha planificado un salto del 18 por ciento.
Aumentó el número de ingenios que empezó a moler más temprano, aunque han tropezado esta vez desde las primeras semanas con lluvias inoportunas y exceso de humedad, un lastre incómodo para los rendimientos y la productividad de los centrales.
De los productos primarios a la alta tecnología
A otros rubros principales de exportación les ha ido bien en las temporadas recientes. Los ingresos cubanos a cuenta del tabaco, por ejemplo, han ascendido levemente –hasta 224 millones de dólares en 2012, según reporta la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) en la edición 2013 del Anuario Estadístico.
Informes parciales de la corporación Habanos S.A. (empresa mixta de Cubatabaco y la británica Altadis S.A.) indican que en 2013 comercializó en el mercado internacional entre dos y un tres por ciento más de puros, luego de alcanzar 416 millones de dólares un año antes. Poseedora de una extensa red de distribución en 160 países, su venta de Cohíbas, Montecristo, Partagás, Romeo y Julieta y otras marcas creció en mercados tradicionales de Europa --Suiza, Francia, Alemania y el Reino Unido--, mientras decreció en España.
Pero el horizonte también se muestra encapotado para este producto. Los caprichos del clima han maltratado el cultivo de la codiciada hoja.
Lluvias inusuales en la actual temporada invernal frustraron la siembra de tabaco, que se ejecuta habitualmente entre noviembre y enero. Pinar del Río, provincia que aporta 70 por ciento de esa producción, perdió 813 hectáreas y otras mil padecieron afectaciones parciales, de un plan superior a 15.000 hectáreas. Los vegueros alargaron en mes y medio el cronograma de siembra, en un intento por reducir las pérdidas.
Dirigentes del grupo empresarial BioCubaFarma –suma centros de investigación, empresas productoras y comercializadoras– declararon en 2013 la aspiración de duplicar en los próximos años la producción. Prevén alcanzar más de 5.000 millones de dólares, luego de ingresar 2.779 millones en el quinquenio anterior, mediante la venta de 50 productos de la biotecnología y de la industria farmacéutica a más de 50 países.
La expansión de este sector ha introducido un nuevo matiz en la cartera de exportaciones cubanas, entre las que han predominado durante siglos las materias primas de bajo valor agregado. La oferta cubana ahora incluye medicamentos genéricos, vacunas terapéuticas y profilácticas (preventivas), biofármacos, sistemas de diagnóstico y equipos médicos de avanzada tecnología.
Dicha industria ha conferido, a la par, mayor autonomía al suministro interno en esa área. Durante el pasado año, la industria cubana produjo 580 de los 880 renglones del Cuadro Básico de Medicamentos, incluidas ocho de las trece vacunas empleadas en el programa de inmunización.
Otra alternativa que ha transformado también el signo exportador cubano son los servicios profesionales de alto valor agregado. En expansión hasta convertirse en el primer renglón de la balanza de pagos cubana, aportan más de 6.000 millones de dólares, sobre todo a costa del personal médico enviado a numerosos países de la región y de otros continentes. Entre los latinoamericanos, Brasil recién se ha incorporado a los destinos de las misiones médicas cubanas.
Sumado a los ingresos del turismo, los servicios soportan alrededor del 70 por ciento de las entradas por exportaciones. Su predominio en la oferta cubana al exterior compensa la profunda brecha entre la exportación y la importación de bienes.
El avance final superó levemente la media regional. De acuerdo con el informe preliminar de la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (Cepal), los países del área promediaron un crecimiento de 2,6 por ciento, a cuatro décimas del tres por ciento previsto en julio.
La agencia regional de Naciones Unidas consideró que “un menor dinamismo de la demanda externa, una mayor volatilidad financiera internacional y una caída en el consumo fueron los factores que incidieron en un desempeño económico más modesto de los países en 2013”.
Unido a factores como una desaceleración de la masa salarial y del crédito, la economía latinoamericana se resintió por la contracción del consumo y una depreciación de productos básicos, cuya exportación a mejores precios había constituido años antes un escudo de América Latina y el Caribe frente a la crisis de polos importantes de la economía mundial, como Europa occidental.
Según la Cepal, “un deterioro generalizado de los términos de intercambio -propiciado por la continuación de la caída en el precio de los productos básicos- incidió en que el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos pasara de 1,8 por ciento en 2012 a 2,5 por ciento del PIB en 2013, principalmente como resultado de un aumento mayor de las importaciones frente a las exportaciones de bienes”.
La oreja peluda asomó también tras el caso cubano. Al evaluar las causas del incumplimiento en 2013 y proyectar un crecimiento del PIB aún menor para 2014, el ministro de Economía mencionó “la caída de los precios en rubros exportables como el azúcar y el níquel”, reportó el periódico Granma.
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El ministro reconoció, igualmente, fallas internas que gravaron la actividad frente a los mercados externos, como dificultades en los contratos, deficiencias en los procesos de conciliación y planificación de la producción y atrasos en las importaciones, por bajas ejecuciones de las capacidades de crédito.
Perspectivas del comercio exterior
El ambiente internacional mantiene amenazas para la economía insular en el año recién iniciado. Varios de los principales productos cubanos de exportación enfrentan el riesgo de menores precios.
El níquel, primer lugar en la exportación cubana de bienes y tercer lugar en la cartera general de bienes y servicios, se hundió en julio a su cotización más baja en tres años en el mercado mundial: 13.377 dólares por tonelada, según informes de Reuters desde la Bolsa de Metales de Londres. Sobre ese precio se mantuvo prácticamente estancado, luego de alcanzar en febrero el máximo del año (18.590 dólares por tonelada). En diciembre cerró pegado a 14.000 dólares.
Con tales tendencias en el mercado internacional, probablemente ese mineral haya aportado a los ingresos cubanos menos de mil millones de dólares en 2013. De confirmarse ese dato, sería la segunda caída anual consecutiva tras retroceder en 2012 a 1.060 millones dólares, casi un tercio por debajo del año previo, de acuerdo con el Anuario Estadístico de Cuba.
Las perspectivas no son alentadoras. Señales de sobre abastecimiento, unidas a limitaciones de la demanda en el importante polo industrial europeo, han mantenido sin cambios los precios, pese a expectativas de alza animadas por la fortaleza de la demanda asiática, las previsiones de recuperación económica global hechas por el Banco Mundial y la prohibición a la exportación de metales decidida por el gobierno de Indonesia, país que suministra entre 18 y 20 por ciento del níquel mundial.
Una evidencia de la oscuridad del horizonte es que, mientras analistas del Barclays confían en una mejor cotización para 2014, los de PNB París han recortado las proyecciones de precios de la mayoría de los metales básicos, incluido el níquel.
Los estudios del Ministerio cubano de Comercio Exterior e Inversiones Extranjeras observan el panorama con pesimismo, por el aumento de inventarios en la Bolsa de Metales de Londres y las expectativas de incremento internacional de la producción y exportación de níquel. Lo concreto es que no ha remontado la baja cotización con que finalizó diciembre.
Recuperación azucarera
Otro importante rubro de exportación cubana sobre el cual penden nubarrones externos es el azúcar.
A pesar de la violenta contracción experimentada tras cerrar el gobierno cubano más de la mitad de los centrales de que disponía el país, la producción ha tomado una senda de recuperación. Aunque no alcanzó los planes, la zafra 2012-2013 produjo más de 1,5 millones de toneladas, ocho por ciento por encima de la cosecha anterior.
Después de hundirse a mínimos de un siglo en 2010, la producción azucarera ha iniciado un ciclo de recuperación; se propone crecer un 18 por ciento en la actual zafra.
La depresión de los cañaverales, fuente de la materia prima, era el factor que más golpeaba a la industria azucarera; por ese motivo la zafra 2009-2010 se hundió a su producción más baja en un siglo: 1.168.200 toneladas. Pero en el trienio posterior creció a un ritmo anual del 12 por ciento, en la medida en que se recuperan la siembra y la cosecha de caña.
La inestabilidad de los precios internacionales no ha impedido que el aporte de las exportaciones cubanas de azúcar casi se haya duplicado en tres años, hasta más de 455 millones de dólares en 2012.
De 2013 todavía no existen datos oficiales, pero a juzgar por los indicadores de producción y la tendencia de precios externos, los ingresos cubanos a cuenta del azúcar pueden haber crecido. El sobre abastecimiento del mercado mundial ha debilitado la cotización desde hace varios años, pero no tanto como temían algunos productores. Las previsiones bajistas de precios enfriaron los planes de producción de países clave y esto alivió la presión sobre el mercado.
Para el nuevo año los pronósticos son ambiguos. Según la consultora brasileña Datagro, el superávit mundial de azúcar caería en 68 por ciento en la temporada 2013-2014 respecto al ciclo anterior, debido a un creciente consumo mundial.
La Organización Internacional del Azúcar (OIA) espera igual tendencia: una caída del superávit global a 4,5 millones de toneladas en 2013-2014, aunque advirtió que esto no ayudaría a los precios del endulzante. En el período previo, el exceso de inventarios del mercado mundial de azúcar sobrepasó los nueve millones de toneladas.
Otras consultoras de experiencia, como Kingsman y Czarnikow, coinciden en pronosticar reducción del excedente global de azúcar, pero aún observan la oferta superior a la demanda. Por eso esperan recortes de la zafra en algunos países y un incremento de la demanda ante los bajos precios, factores que pudieran forzar un alza de la cotización en el mediano plazo. Por el contrario, bancos especializados en mercados de productos básicos, como Morgan Stanley y Societe General, de Estados Unidos y Francia respectivamente, no aguardan reducciones de la cosecha en el mayor productor, Brasil.
La agroindustria azucarera cubana navega abiertamente en dirección contraria: no renuncia a ampliar la producción de manera sostenida. Para la actual zafra, 2013-2014, el grupo empresarial Azcuba ha planificado un salto del 18 por ciento.
Aumentó el número de ingenios que empezó a moler más temprano, aunque han tropezado esta vez desde las primeras semanas con lluvias inoportunas y exceso de humedad, un lastre incómodo para los rendimientos y la productividad de los centrales.
De los productos primarios a la alta tecnología
A otros rubros principales de exportación les ha ido bien en las temporadas recientes. Los ingresos cubanos a cuenta del tabaco, por ejemplo, han ascendido levemente –hasta 224 millones de dólares en 2012, según reporta la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) en la edición 2013 del Anuario Estadístico.
Informes parciales de la corporación Habanos S.A. (empresa mixta de Cubatabaco y la británica Altadis S.A.) indican que en 2013 comercializó en el mercado internacional entre dos y un tres por ciento más de puros, luego de alcanzar 416 millones de dólares un año antes. Poseedora de una extensa red de distribución en 160 países, su venta de Cohíbas, Montecristo, Partagás, Romeo y Julieta y otras marcas creció en mercados tradicionales de Europa --Suiza, Francia, Alemania y el Reino Unido--, mientras decreció en España.
Pero el horizonte también se muestra encapotado para este producto. Los caprichos del clima han maltratado el cultivo de la codiciada hoja.
Lluvias inusuales en la actual temporada invernal frustraron la siembra de tabaco, que se ejecuta habitualmente entre noviembre y enero. Pinar del Río, provincia que aporta 70 por ciento de esa producción, perdió 813 hectáreas y otras mil padecieron afectaciones parciales, de un plan superior a 15.000 hectáreas. Los vegueros alargaron en mes y medio el cronograma de siembra, en un intento por reducir las pérdidas.
Mejor le ha ido a un sector menos expuesto a los castigos de la naturaleza: la industria biotecnológica y farmacéutica. Según el Anuario Estadístico, sus productos ocupan el segundo lugar entre los rubros de exportación, con ingresos de 553 millones de dólares en 2012.
La industria farmacéutica, en segundo lugar de la exportación cubana de bienes, planifica duplicar en los próximos años los 2.779 millones de dólares ingresados en el quinquenio pasado.
Dirigentes del grupo empresarial BioCubaFarma –suma centros de investigación, empresas productoras y comercializadoras– declararon en 2013 la aspiración de duplicar en los próximos años la producción. Prevén alcanzar más de 5.000 millones de dólares, luego de ingresar 2.779 millones en el quinquenio anterior, mediante la venta de 50 productos de la biotecnología y de la industria farmacéutica a más de 50 países.
La expansión de este sector ha introducido un nuevo matiz en la cartera de exportaciones cubanas, entre las que han predominado durante siglos las materias primas de bajo valor agregado. La oferta cubana ahora incluye medicamentos genéricos, vacunas terapéuticas y profilácticas (preventivas), biofármacos, sistemas de diagnóstico y equipos médicos de avanzada tecnología.
Dicha industria ha conferido, a la par, mayor autonomía al suministro interno en esa área. Durante el pasado año, la industria cubana produjo 580 de los 880 renglones del Cuadro Básico de Medicamentos, incluidas ocho de las trece vacunas empleadas en el programa de inmunización.
Otra alternativa que ha transformado también el signo exportador cubano son los servicios profesionales de alto valor agregado. En expansión hasta convertirse en el primer renglón de la balanza de pagos cubana, aportan más de 6.000 millones de dólares, sobre todo a costa del personal médico enviado a numerosos países de la región y de otros continentes. Entre los latinoamericanos, Brasil recién se ha incorporado a los destinos de las misiones médicas cubanas.
Sumado a los ingresos del turismo, los servicios soportan alrededor del 70 por ciento de las entradas por exportaciones. Su predominio en la oferta cubana al exterior compensa la profunda brecha entre la exportación y la importación de bienes.
La llegada de visitantes perdió impulso y prácticamente se estancó en 2013. Fuente de los datos: ONEI
Por esa razón, en 2013 la economía cubana consiguió un saldo positivo de 1.256 millones de dólares en la balanza comercial de bienes y servicios, según el informe preliminar ofrecido por el ministro de Economía a los diputados.
Pese a los nuevos signos comerciales, todavía la oferta resulta estrecha; no le restan prioridad, por tanto, a una política defendida por las autoridades cubanas: diversificar mercados y productos de exportación y sustituir importaciones.
Turismo y finanzas
El balance positivo en la caja del Estado encubre cientos de millones de dólares que quedaron sin entrar en 2013, a juzgar por los incumplimientos de planes en varias actividades.
Uno de los sectores que más solvencia tributa al país, el turismo, quedó a distancia, una vez más, de los tres millones de visitantes extranjeros a que aspiraba. Un año antes, en reunión con diputados, el ministro de Turismo, Manuel Marrero, había proclamado la meta de 3,1 millones. Pero 2013 realmente resultó adverso hasta octubre. Si el cierre anual consiguió de todas maneras un avance mínimo sobre 2012, fue a cuenta de una excelente arrancada de la actual temporada alta en Cuba. Los flujos de noviembre y diciembre (7,6 y 8,8 por ciento, respectivamente) compensaron la baja acumulada en meses anteriores.
Al final, la industria del ocio se apuntó un nuevo récord de dos millones 852.572 visitantes, cifra superior en un ínfimo 0,5 por ciento a la de 2012.
Sin embargo, si los ingresos en moneda dura enfrentaron un incumplimiento similar al número de turistas planificado, entonces al país se le habrán escapado más de 200 millones de dólares por concepto de visitantes que nunca llegaron. Un año antes, el sector obtuvo 2.678 millones de dólares, según la ONEI.
Las fallas no han enfriado el fuerte programa de inversiones en hoteles einstalaciones extrahoteleras. El gobierno se ha propuesto expandir el número de habitaciones y la industria del ocio en general y convertirla en locomotora real de la economía. La actividad agropecuaria y numerosas industrias nacionales tienen en las redes hoteleras clientes más asequibles que los competitivos mercados externos.
Las pérdidas del turismo se sumaron a las atribuidas a una combinación de alimentos importados más caros y baja de precios en exportaciones importantes. Sin embargo, ingresos en volumen menor a lo previsto no atenuaron la persistencia con que el gobierno intenta poner orden en sus finanzas externas.
Entre los casos más notorios se encuentra el acuerdo para reestructurar la deuda histórica con Rusia. Moscú le condonó a La Habana el 90 por ciento de un débito de 32.000 millones de dólares, entre el país caribeño y la antigua Unión Soviética. El acuerdo establece la devolución de los restantes 3.200 millones en un plazo de 10 años. China, Japón y México son otros países con los que Cuba ha pactado ajustes de igual índole.
Recuento de transformaciones
La combinación de un escenario internacional difícil, limitaciones financieras y la necesidad de enfrentar con “mayor objetividad”, según Yzquierdo, las proyecciones del proceso inversionista –área de incumplimientos reiterados año tras año– pesaron a la hora de planificar en 2014 un crecimiento del PIB inferior al registro anterior: 2,2 por ciento.
“No nos satisface en lo absoluto”, dijo el Presidente de Cuba ante el Parlamento. Pero lo defendió como “fruto de un profundo y objetivo análisis de nuestras actuales posibilidades”.
En paradoja aparente con la desaceleración prevista, Cuba inició 2013 con un grupo de transformaciones que pasan de la eliminación de nudos y prohibiciones elementales y la expansión de negocios privados a la implementación de formas de gestión no estatal de mayor alcance y a cambios en políticas y áreas que soportan el peso principal de la economía.
El año comenzó con la creación de cooperativas en sectores no agropecuarios de la economía. Hasta ese momento los actores no estatales –presentes históricamente en el mundo agrario, empresas mixtas y representaciones comerciales extranjeras, habían ganado protagonismo creciente mediante la ampliación del trabajo por cuenta propia.
El número de personas con licencia para trabajar de manera independiente ascendió, según reportes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a 444.109 al cierre de noviembre pasado, 11 por ciento por encima del registro de un año atrás. La ganancia, 44.763 en términos absolutos, resulta mayor que la experimentada en 2012, año en que perdió impulso la incorporación a esta nueva forma de empleo no estatal.
A fin de año, sin embargo, las autoridades adoptaron medidas para atajar alternativas de autoempleo que definieron como ilegales, por no estar incluidas entre las actividades autorizadas, en particular la venta de ropa importada y las salas de cine en tercera dimensión.
Además de reconocer “el deber de facilitar el trabajo por cuenta propia y desterrar estigmas y prejuicios que existían hacia él, también tiene que garantizarse por todos el orden y el respeto a la Ley”, reclamó el mandatario cubano. “Cada paso que demos debe acompañarse del establecimiento y preservación de un clima de orden, disciplina y exigencia”, resumió.
En una polémica sesión, el Parlamento aprobó en diciembre un nuevo Código de Trabajo, que estrena regulaciones para las relaciones laborales en el sector de trabajadores por cuenta propia. Como mayor novedad, confiere protección a “trabajadores contratados por personas naturales autorizadas para ello y por formas asociativas”. Establece las condiciones que debe garantizar el empleador en las relaciones entre personas naturales: duración de la jornada laboral, salario mínimo y pago por vacaciones, entre otras. Confirma y legaliza, indirectamente, la presencia de la microempresa privada en Cuba.
Sin embargo, las transformaciones del modelo económico cubano entraron en un terreno de mayor hondura con la extensión de las formas cooperativas, presentes solo en la agricultura, hacia otras actividades económicas.
El primer grupo de 124 cooperativas entró en escena en julio. Luego se sumaron otras, para cerrar el año con un total de 250 en funcionamiento –una veintena más en formación y otras 228 en proceso de aprobación. Operan en actividades que, bajo la sombrilla estatal, arrastraban viejos conflictos de eficiencia y otros vicios: gastronomía, comercio, construcción, mercados agropecuarios, transporte de pasajeros, reparaciones y reciclaje de materias primas, entre otras.
Como forma de propiedad social, el gobierno parece más inclinado a favorecer el cooperativismo en el ámbito económico no estatal. A diferencia de las opciones abiertas al trabajo por cuenta propia –y a las microempresas privadas–, la legislación permite la formación de cooperativas en actividades profesionales, aunque por el momento solo incluye una cifra limitada: traducción, informática y contabilidad.
Créditos y alimentos
En apoyo al empeño por expandir las formas no estatales de gestión económica, la banca cubana imprimió hace un par de años un nuevo giro a su política crediticia y la ha flexibilizado posteriormente de manera continuada.
En febrero del año pasado el Banco Central de Cuba (BCC), el MEP y el MFP introdujeron un paquete de instrucciones y resoluciones que amplía el abanico de garantías que la banca admite de los solicitantes de crédito –incluidos pequeños agricultores y trabajadores por cuenta propia– o de sus codeudores. A la par, dieron luz verde a las entidades estatales para contratar y pagar los servicios de trabajadores por cuenta propia.
Sin embargo, como tendencia estos nuevos actores de la economía cubana han guardado distancia del ventanillo de los créditos. En un programa de la televisión cubana –Mesa Redonda–, directivos del BCC informaron a fines del año pasado que solo habían “otorgado créditos a más de 550 trabajadores por cuenta propia”, de 218.400 préstamos autorizados a personas naturales de diciembre de 2011 a similar fecha de 2013, por un monto superior a 1.773 millones de pesos.
Los representantes del Banco Central achacan esa frialdad a la falta de cultura e información y la incertidumbre de los cuentapropistas. Expertos estiman, sin embargo, que este sector ha buscado el capital inicial de sus negocios en ahorros propios, la venta de bienes personales, la ayuda solidaria de familiares y amigos, incluida las remesas y otros soportes.
Interesado en atraer a ese segmento de clientes, el BCC dio otro paso para flexibilizar aún más la oferta; en octubre del año pasado rebajó, mediante Resolución 88, de 3.000 a 1.000 pesos cubanos el préstamo mínimo que pueden solicitar las personas naturales.
A diferencia de los trabajadores privados, las nuevas cooperativas han mostrado mayor disposición para negociar con los bancos. Al cierre del año, 96, más de un tercio de las existentes, habían recibido préstamos bancarios, fundamentalmente como capital de trabajo inicial.
Hasta la fecha, el grueso de los créditos, alrededor del 95 por ciento, los han solicitado consumidores para adquirir materiales de construcción.
La política crediticia subió otro escalón en enero de 2014, al agregar para los consumidores la posibilidad de financiar mediante créditos la compra de enseres de cocinas, incluidos hornillas y equipamiento eléctrico, tanto en la red de tiendas en pesos convertibles (CUC) como ante la oferta en pesos cubanos (CUP).
Al poner la mirilla sobre las empresas estatales, las transformaciones económicas entraron en una etapa más compleja en 2013 y deben profundizarse en 2014.La nueva alternativa busca alivio a tensiones generadas entre la población por la mala calidad de equipos entregados por el Estado con la Revolución Energética iniciada en 2004. Pero también apoya la reactivación del consumo interno, fundamental para dinamizar la economía cubana, pero deprimido por el bajo poder adquisitivo general de la población cubana.
Con la mirilla en igual dirección –el consumo–, la Comisión gubernamental de Implementación de los Lineamientos emprendió en noviembre experimentos con los mercados agropecuarios en tres provincias occidentales –La Habana, Mayabeque y Artemisa–, a fin de estimular la actividad agropecuaria.
La producción de alimentos, definida por el gobierno como un asunto de seguridad nacional, no ha reaccionado aún como se esperaba a las sucesivas y numerosas medidas adoptadas desde hace más de un quinquenio, que incluyen desde la entrega de tierras ociosas en usufructo gratuito a cooperativas y agricultores privados hasta el incremento de precios ofrecidos a los productores por algunas de sus cosechas, entre otras.
Quizás el progreso más significativo se aprecia en el crecimiento del cultivo del arroz, esencial en la dieta del cubano, que ha constituido tradicionalmente uno de los principales rubros de importación.
Cambios a las puertas
Una noticia que generó gran revuelo en la población cubana fue la decisión del Consejo de Ministros de eliminar en diciembre la prohibición a la compra venta de autos y otros vehículos entre particulares, existente desde hacía décadas. Igualmente anuló el mecanismo burocrático de cartas con cuño del Ministerio de Transporte para adquirir un auto y otras regulaciones legales que limitaban cualquier operación comercial en este campo.
Pero la bienvenida inicial a la caída de una barrera más –le antecedió la liberación de la compra venta de viviendas– cambió de tono cuando salieron a la luz los onerosos precios puestos por el gobierno a los autos, en línea con su dictamen de asumir “precios minoristas semejantes a los que reconoce el mercado entre particulares”.
La conmoción social resultó mayor y más profunda, verdaderamente, ante otra noticia: el inicio de un programa hacia la unificación monetaria en el país, anunciado oficialmente en octubre.
Mediante nota publicada en el periódico Granma, el gobierno informó la arrancada de un cronograma para eliminar la dualidad monetaria y cambiaria, a la que acudió en 1993 como tabla de salvamento ante una crisis económica que generó en esos años una peligrosa espiral inflacionaria.
Si la mayoría de la sociedad recibió con beneplácito en aquel momento la legalización de la tenencia de divisas y luego la entrada del peso convertible en circulación, la extensión en el tiempo de la deformación monetaria y cambiaria ha generado conflictos severos y diversos. Empresas, inversiones y comercio exterior por un lado y consumo minorista por otro tropiezan permanentemente en una economía lastrada por la persistencia de dos monedas y dos tasas de cambios –la oficial (1 dólar o 1 CUC x 1 CUP) y la de la red de casas de cambio, CADECA, a que tiene acceso la población (1 CUC x 25 CUP).
Aunque se reserva información, la nota oficial da a conocer que “los principales cambios en esta primera etapa, se producirán en el sector de las personas jurídicas”. Apunta primero hacia el mundo empresarial, con un objetivo explícito: “propiciar las condiciones para el incremento de la eficiencia, la mejor medición de los hechos económicos y el estímulo a los sectores que producen bienes y servicios para la exportación y la sustitución de importaciones”.
Para una segunda etapa quedan las personas naturales o el consumo minorista.
Considerando las señales ofrecidas por la escueta información, la complejidad del proceso y las opiniones de expertos, al país le tomará varios años avanzar hacia la unificación monetaria, aunque el gobierno la reconoce como un paso básico para “acometer transformaciones de mayor alcance y profundidad en materia de salarios y pensiones, precios y tarifas, subsidios y tributos”, según razonó Raúl Castro en la sesión parlamentaria de julio de 2013.
La supresión de la dualidad monetaria representará un paso trascendental para el funcionamiento de las empresas. Hoy trabajan con una contabilidad de doble signo monetario que impide ver con precisión cuáles son rentables y cuáles no, o al menos hasta qué punto son reales las utilidades que registran.
El cambio de la política monetaria tendrá antecedentes oportunos en el ámbito empresarial.
A mediados de año, una reunión del Consejo de Ministros respaldó medidas con el propósito de “desatar los nudos que traban la gestión de las entidades económicas”, a fin de otorgar más independencia a las direcciones de las mismas a la hora de tomar decisiones económicas.
El Ministerio de Economía puso en vigor, además, mediante la Resolución 134, un nuevo modo de establecer el objeto social de empresas, cooperativas y unidades presupuestadas de carácter comercial, que rompe con el rígido verticalismo tradicional del modelo económico cubano.
Poco después, el Jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, Marino Murillo, anunció nuevas directivas del Plan Nacional de la Economía que ofrecen más autonomía a las empresas del Estado, en el camino hacia la descentralización del modelo económico cubano. Pero las disposiciones prometen, a la par, mayor exigencia hacia las entidades endeudadas o incapaces de producir con eficiencia.
Las reglas del juego cambian para el mercado mayorista, la administración de inventarios, la importación y los sistemas de pago por resultados, entre otras novedades, pero quizás la de mayor impacto sea la introducción de nuevas variantes para la capitalización. Las empresas no tendrán que aportar la amortización al Estado a partir de 2014 y podrán retener también 50 por ciento de las utilidades después del impuesto. Según Murillo, la primera opción deja unos 500 millones de pesos en manos de las empresas y la segunda, equivale aproximadamente a 3.600 millones.
Las direcciones empresariales tendrán autonomía para decidir qué hacer con ese capital. Pero, a la vez, el gobierno advirtió que reducirá los millonarios gastos que el Presupuesto destinaba a la recapitalización del sistema empresarial.
Evidentemente, el proceso de transformaciones del modelo económico comienza a entrar en el terreno de la empresa estatal, soporte principal de la economía cubana, después de pasos iniciales más centrados en liberalizar y ampliar el área privada en una economía que era casi totalmente propiedad del Estado.
Nueva etapa para inversiones extranjeras
Si las autoridades avanzan en la dirección proclamada, el nuevo año promete cambios más ambiciosos y hasta osados. Existen evidencias, incluso, de voluntad política por apurarlos.
En una programación inusual, la Asamblea Nacional del Poder Popular adelantó para el próximo mes de marzo una sesión extraordinaria para aprobar una nueva ley de inversiones extranjeras, , aunque funcionarios del Ministerio de Comercio Exterior comentaron posteriormente la posibilidad de que la jornada legislativa especial se pospusiera para abril.
Los mandatarios de Brasil y Cuba, Dilma Rousseff y Raúl Castro, inauguraron la Terminal de Contenedores de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, una de las inversiones más ambiciosas de Cuba en la última década.Como anticipo, la arrancada de la Zona Especial de Desarrollo (ZED) Mariel, 45 kilómetros al oeste de La Habana, envió una señal, al abrir una puerta a los negocios con empresarios extranjeros.
Durante la inauguración oficial de la Terminal de Contenedores ubicada en ese enclave, el mandatario cubano reveló que “ahora comienza una nueva etapa en la que nos proponemos fomentar importantes inversiones nacionales y extranjeras en la Zona Especial de Desarrollo Mariel que permitan incrementar la exportación, la sustitución efectiva de importaciones, los proyectos de alta tecnología y desarrollo local y que contribuyan con nuevas fuentes de empleo”.
La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, presente a la hora de cortar la cinta inaugural de la Terminal, anunció un nuevo financiamiento, de 290 millones, para la ZED, que se suma a los 802 millones de dólares invertidos en la primera etapa por el gobierno del gigante suramericano.
Los cambios, visibles a escala de decisiones gubernamentales, todavía no se reflejan en término de indicadores macroeconómicos y, sobre todo, demoran sus frutos para la mayoría de la población. Entre expectativas, dudas y conjeturas, la gran interrogante es cuándo llegarán. La asimetría entre la velocidad de los pasos y la percepción de resultados confirma la complejidad y considerable longitud del camino que recorren los cubanos.
Por esa razón, en 2013 la economía cubana consiguió un saldo positivo de 1.256 millones de dólares en la balanza comercial de bienes y servicios, según el informe preliminar ofrecido por el ministro de Economía a los diputados.
Pese a los nuevos signos comerciales, todavía la oferta resulta estrecha; no le restan prioridad, por tanto, a una política defendida por las autoridades cubanas: diversificar mercados y productos de exportación y sustituir importaciones.
Turismo y finanzas
El balance positivo en la caja del Estado encubre cientos de millones de dólares que quedaron sin entrar en 2013, a juzgar por los incumplimientos de planes en varias actividades.
Uno de los sectores que más solvencia tributa al país, el turismo, quedó a distancia, una vez más, de los tres millones de visitantes extranjeros a que aspiraba. Un año antes, en reunión con diputados, el ministro de Turismo, Manuel Marrero, había proclamado la meta de 3,1 millones. Pero 2013 realmente resultó adverso hasta octubre. Si el cierre anual consiguió de todas maneras un avance mínimo sobre 2012, fue a cuenta de una excelente arrancada de la actual temporada alta en Cuba. Los flujos de noviembre y diciembre (7,6 y 8,8 por ciento, respectivamente) compensaron la baja acumulada en meses anteriores.
gráfico-exportaciones
Sin embargo, si los ingresos en moneda dura enfrentaron un incumplimiento similar al número de turistas planificado, entonces al país se le habrán escapado más de 200 millones de dólares por concepto de visitantes que nunca llegaron. Un año antes, el sector obtuvo 2.678 millones de dólares, según la ONEI.
Las fallas no han enfriado el fuerte programa de inversiones en hoteles einstalaciones extrahoteleras. El gobierno se ha propuesto expandir el número de habitaciones y la industria del ocio en general y convertirla en locomotora real de la economía. La actividad agropecuaria y numerosas industrias nacionales tienen en las redes hoteleras clientes más asequibles que los competitivos mercados externos.
Las pérdidas del turismo se sumaron a las atribuidas a una combinación de alimentos importados más caros y baja de precios en exportaciones importantes. Sin embargo, ingresos en volumen menor a lo previsto no atenuaron la persistencia con que el gobierno intenta poner orden en sus finanzas externas.
En el discurso final del año, el presidente Raúl Castro retomó el tema: “A lo largo del 2013 y a pesar del recrudecimiento del bloqueo norteamericano, especialmente en el plano comercial y financiero, la crisis económica global y las limitaciones de nuestra economía para acceder a fuentes de crédito externo, se continuó cumpliendo estrictamente con las obligaciones financieras asumidas”.
El arribo de visitantes extranjeros se reanimó con la temporada alta, luego de un año con tendencia decreciente.
En particular, anunció el “avance significativo” en procesos de reestructuración de la deuda externa, un objetivo planteado para favorecer “la credibilidad internacional de la economía cubana”. Entre los casos más notorios se encuentra el acuerdo para reestructurar la deuda histórica con Rusia. Moscú le condonó a La Habana el 90 por ciento de un débito de 32.000 millones de dólares, entre el país caribeño y la antigua Unión Soviética. El acuerdo establece la devolución de los restantes 3.200 millones en un plazo de 10 años. China, Japón y México son otros países con los que Cuba ha pactado ajustes de igual índole.
Recuento de transformaciones
La combinación de un escenario internacional difícil, limitaciones financieras y la necesidad de enfrentar con “mayor objetividad”, según Yzquierdo, las proyecciones del proceso inversionista –área de incumplimientos reiterados año tras año– pesaron a la hora de planificar en 2014 un crecimiento del PIB inferior al registro anterior: 2,2 por ciento.
“No nos satisface en lo absoluto”, dijo el Presidente de Cuba ante el Parlamento. Pero lo defendió como “fruto de un profundo y objetivo análisis de nuestras actuales posibilidades”.
En paradoja aparente con la desaceleración prevista, Cuba inició 2013 con un grupo de transformaciones que pasan de la eliminación de nudos y prohibiciones elementales y la expansión de negocios privados a la implementación de formas de gestión no estatal de mayor alcance y a cambios en políticas y áreas que soportan el peso principal de la economía.
El año comenzó con la creación de cooperativas en sectores no agropecuarios de la economía. Hasta ese momento los actores no estatales –presentes históricamente en el mundo agrario, empresas mixtas y representaciones comerciales extranjeras, habían ganado protagonismo creciente mediante la ampliación del trabajo por cuenta propia.
La entrada de 250 cooperativas no agropecuarias al escenario económico diversificó las formas de gestión no estatales.
El número de personas con licencia para trabajar de manera independiente ascendió, según reportes del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a 444.109 al cierre de noviembre pasado, 11 por ciento por encima del registro de un año atrás. La ganancia, 44.763 en términos absolutos, resulta mayor que la experimentada en 2012, año en que perdió impulso la incorporación a esta nueva forma de empleo no estatal.
A fin de año, sin embargo, las autoridades adoptaron medidas para atajar alternativas de autoempleo que definieron como ilegales, por no estar incluidas entre las actividades autorizadas, en particular la venta de ropa importada y las salas de cine en tercera dimensión.
Además de reconocer “el deber de facilitar el trabajo por cuenta propia y desterrar estigmas y prejuicios que existían hacia él, también tiene que garantizarse por todos el orden y el respeto a la Ley”, reclamó el mandatario cubano. “Cada paso que demos debe acompañarse del establecimiento y preservación de un clima de orden, disciplina y exigencia”, resumió.
En una polémica sesión, el Parlamento aprobó en diciembre un nuevo Código de Trabajo, que estrena regulaciones para las relaciones laborales en el sector de trabajadores por cuenta propia. Como mayor novedad, confiere protección a “trabajadores contratados por personas naturales autorizadas para ello y por formas asociativas”. Establece las condiciones que debe garantizar el empleador en las relaciones entre personas naturales: duración de la jornada laboral, salario mínimo y pago por vacaciones, entre otras. Confirma y legaliza, indirectamente, la presencia de la microempresa privada en Cuba.
Sin embargo, las transformaciones del modelo económico cubano entraron en un terreno de mayor hondura con la extensión de las formas cooperativas, presentes solo en la agricultura, hacia otras actividades económicas.
El primer grupo de 124 cooperativas entró en escena en julio. Luego se sumaron otras, para cerrar el año con un total de 250 en funcionamiento –una veintena más en formación y otras 228 en proceso de aprobación. Operan en actividades que, bajo la sombrilla estatal, arrastraban viejos conflictos de eficiencia y otros vicios: gastronomía, comercio, construcción, mercados agropecuarios, transporte de pasajeros, reparaciones y reciclaje de materias primas, entre otras.
Como forma de propiedad social, el gobierno parece más inclinado a favorecer el cooperativismo en el ámbito económico no estatal. A diferencia de las opciones abiertas al trabajo por cuenta propia –y a las microempresas privadas–, la legislación permite la formación de cooperativas en actividades profesionales, aunque por el momento solo incluye una cifra limitada: traducción, informática y contabilidad.
Créditos y alimentos
En apoyo al empeño por expandir las formas no estatales de gestión económica, la banca cubana imprimió hace un par de años un nuevo giro a su política crediticia y la ha flexibilizado posteriormente de manera continuada.
A inicios de 2013 amplió las garantías posibles para acceder a préstamos bancarios, opción ofrecida a los trabajadores por cuenta propia desde diciembre de 2011, mediante el Decreto-ley 289. El servicio, que brindaba antes a las cooperativas agropecuarias, lo abrió también a las personas naturales interesadas en financiar la compra de materiales de construcción o la contratación de mano de obra para reparar y construir viviendas.
Los trabajadores por cuenta propia han guardado distancia de la banca, a pesar de múltiples medidas para flexibilizar la oferta de créditos a ese nuevo sector de la economía.
En febrero del año pasado el Banco Central de Cuba (BCC), el MEP y el MFP introdujeron un paquete de instrucciones y resoluciones que amplía el abanico de garantías que la banca admite de los solicitantes de crédito –incluidos pequeños agricultores y trabajadores por cuenta propia– o de sus codeudores. A la par, dieron luz verde a las entidades estatales para contratar y pagar los servicios de trabajadores por cuenta propia.
Sin embargo, como tendencia estos nuevos actores de la economía cubana han guardado distancia del ventanillo de los créditos. En un programa de la televisión cubana –Mesa Redonda–, directivos del BCC informaron a fines del año pasado que solo habían “otorgado créditos a más de 550 trabajadores por cuenta propia”, de 218.400 préstamos autorizados a personas naturales de diciembre de 2011 a similar fecha de 2013, por un monto superior a 1.773 millones de pesos.
Los representantes del Banco Central achacan esa frialdad a la falta de cultura e información y la incertidumbre de los cuentapropistas. Expertos estiman, sin embargo, que este sector ha buscado el capital inicial de sus negocios en ahorros propios, la venta de bienes personales, la ayuda solidaria de familiares y amigos, incluida las remesas y otros soportes.
Interesado en atraer a ese segmento de clientes, el BCC dio otro paso para flexibilizar aún más la oferta; en octubre del año pasado rebajó, mediante Resolución 88, de 3.000 a 1.000 pesos cubanos el préstamo mínimo que pueden solicitar las personas naturales.
A diferencia de los trabajadores privados, las nuevas cooperativas han mostrado mayor disposición para negociar con los bancos. Al cierre del año, 96, más de un tercio de las existentes, habían recibido préstamos bancarios, fundamentalmente como capital de trabajo inicial.
Hasta la fecha, el grueso de los créditos, alrededor del 95 por ciento, los han solicitado consumidores para adquirir materiales de construcción.
La política crediticia subió otro escalón en enero de 2014, al agregar para los consumidores la posibilidad de financiar mediante créditos la compra de enseres de cocinas, incluidos hornillas y equipamiento eléctrico, tanto en la red de tiendas en pesos convertibles (CUC) como ante la oferta en pesos cubanos (CUP).
Al poner la mirilla sobre las empresas estatales, las transformaciones económicas entraron en una etapa más compleja en 2013 y deben profundizarse en 2014.La nueva alternativa busca alivio a tensiones generadas entre la población por la mala calidad de equipos entregados por el Estado con la Revolución Energética iniciada en 2004. Pero también apoya la reactivación del consumo interno, fundamental para dinamizar la economía cubana, pero deprimido por el bajo poder adquisitivo general de la población cubana.
Con la mirilla en igual dirección –el consumo–, la Comisión gubernamental de Implementación de los Lineamientos emprendió en noviembre experimentos con los mercados agropecuarios en tres provincias occidentales –La Habana, Mayabeque y Artemisa–, a fin de estimular la actividad agropecuaria.
La producción de alimentos, definida por el gobierno como un asunto de seguridad nacional, no ha reaccionado aún como se esperaba a las sucesivas y numerosas medidas adoptadas desde hace más de un quinquenio, que incluyen desde la entrega de tierras ociosas en usufructo gratuito a cooperativas y agricultores privados hasta el incremento de precios ofrecidos a los productores por algunas de sus cosechas, entre otras.
Quizás el progreso más significativo se aprecia en el crecimiento del cultivo del arroz, esencial en la dieta del cubano, que ha constituido tradicionalmente uno de los principales rubros de importación.
Cambios a las puertas
Una noticia que generó gran revuelo en la población cubana fue la decisión del Consejo de Ministros de eliminar en diciembre la prohibición a la compra venta de autos y otros vehículos entre particulares, existente desde hacía décadas. Igualmente anuló el mecanismo burocrático de cartas con cuño del Ministerio de Transporte para adquirir un auto y otras regulaciones legales que limitaban cualquier operación comercial en este campo.
Pero la bienvenida inicial a la caída de una barrera más –le antecedió la liberación de la compra venta de viviendas– cambió de tono cuando salieron a la luz los onerosos precios puestos por el gobierno a los autos, en línea con su dictamen de asumir “precios minoristas semejantes a los que reconoce el mercado entre particulares”.
El programa para eliminar la dualidad monetaria y cambiaria, anunciado oficialmente a finales de 2013, es una de las líneas que más impacto promete sobre la economía cubana.Al margen del enjuiciamiento popular a la medida, lo cierto es que el poder adquisitivo real de la mayoría de los cubanos está muy alejado del mercado de automóviles, a cualquier nivel de precios.
La conmoción social resultó mayor y más profunda, verdaderamente, ante otra noticia: el inicio de un programa hacia la unificación monetaria en el país, anunciado oficialmente en octubre.
Mediante nota publicada en el periódico Granma, el gobierno informó la arrancada de un cronograma para eliminar la dualidad monetaria y cambiaria, a la que acudió en 1993 como tabla de salvamento ante una crisis económica que generó en esos años una peligrosa espiral inflacionaria.
Si la mayoría de la sociedad recibió con beneplácito en aquel momento la legalización de la tenencia de divisas y luego la entrada del peso convertible en circulación, la extensión en el tiempo de la deformación monetaria y cambiaria ha generado conflictos severos y diversos. Empresas, inversiones y comercio exterior por un lado y consumo minorista por otro tropiezan permanentemente en una economía lastrada por la persistencia de dos monedas y dos tasas de cambios –la oficial (1 dólar o 1 CUC x 1 CUP) y la de la red de casas de cambio, CADECA, a que tiene acceso la población (1 CUC x 25 CUP).
Aunque se reserva información, la nota oficial da a conocer que “los principales cambios en esta primera etapa, se producirán en el sector de las personas jurídicas”. Apunta primero hacia el mundo empresarial, con un objetivo explícito: “propiciar las condiciones para el incremento de la eficiencia, la mejor medición de los hechos económicos y el estímulo a los sectores que producen bienes y servicios para la exportación y la sustitución de importaciones”.
Para una segunda etapa quedan las personas naturales o el consumo minorista.
Considerando las señales ofrecidas por la escueta información, la complejidad del proceso y las opiniones de expertos, al país le tomará varios años avanzar hacia la unificación monetaria, aunque el gobierno la reconoce como un paso básico para “acometer transformaciones de mayor alcance y profundidad en materia de salarios y pensiones, precios y tarifas, subsidios y tributos”, según razonó Raúl Castro en la sesión parlamentaria de julio de 2013.
La supresión de la dualidad monetaria representará un paso trascendental para el funcionamiento de las empresas. Hoy trabajan con una contabilidad de doble signo monetario que impide ver con precisión cuáles son rentables y cuáles no, o al menos hasta qué punto son reales las utilidades que registran.
El cambio de la política monetaria tendrá antecedentes oportunos en el ámbito empresarial.
A mediados de año, una reunión del Consejo de Ministros respaldó medidas con el propósito de “desatar los nudos que traban la gestión de las entidades económicas”, a fin de otorgar más independencia a las direcciones de las mismas a la hora de tomar decisiones económicas.
El Ministerio de Economía puso en vigor, además, mediante la Resolución 134, un nuevo modo de establecer el objeto social de empresas, cooperativas y unidades presupuestadas de carácter comercial, que rompe con el rígido verticalismo tradicional del modelo económico cubano.
Poco después, el Jefe de la Comisión de Implementación de los Lineamientos, Marino Murillo, anunció nuevas directivas del Plan Nacional de la Economía que ofrecen más autonomía a las empresas del Estado, en el camino hacia la descentralización del modelo económico cubano. Pero las disposiciones prometen, a la par, mayor exigencia hacia las entidades endeudadas o incapaces de producir con eficiencia.
Las reglas del juego cambian para el mercado mayorista, la administración de inventarios, la importación y los sistemas de pago por resultados, entre otras novedades, pero quizás la de mayor impacto sea la introducción de nuevas variantes para la capitalización. Las empresas no tendrán que aportar la amortización al Estado a partir de 2014 y podrán retener también 50 por ciento de las utilidades después del impuesto. Según Murillo, la primera opción deja unos 500 millones de pesos en manos de las empresas y la segunda, equivale aproximadamente a 3.600 millones.
Las direcciones empresariales tendrán autonomía para decidir qué hacer con ese capital. Pero, a la vez, el gobierno advirtió que reducirá los millonarios gastos que el Presupuesto destinaba a la recapitalización del sistema empresarial.
Evidentemente, el proceso de transformaciones del modelo económico comienza a entrar en el terreno de la empresa estatal, soporte principal de la economía cubana, después de pasos iniciales más centrados en liberalizar y ampliar el área privada en una economía que era casi totalmente propiedad del Estado.
Nueva etapa para inversiones extranjeras
Si las autoridades avanzan en la dirección proclamada, el nuevo año promete cambios más ambiciosos y hasta osados. Existen evidencias, incluso, de voluntad política por apurarlos.
En una programación inusual, la Asamblea Nacional del Poder Popular adelantó para el próximo mes de marzo una sesión extraordinaria para aprobar una nueva ley de inversiones extranjeras, , aunque funcionarios del Ministerio de Comercio Exterior comentaron posteriormente la posibilidad de que la jornada legislativa especial se pospusiera para abril.
Los mandatarios de Brasil y Cuba, Dilma Rousseff y Raúl Castro, inauguraron la Terminal de Contenedores de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, una de las inversiones más ambiciosas de Cuba en la última década.Como anticipo, la arrancada de la Zona Especial de Desarrollo (ZED) Mariel, 45 kilómetros al oeste de La Habana, envió una señal, al abrir una puerta a los negocios con empresarios extranjeros.
Durante la inauguración oficial de la Terminal de Contenedores ubicada en ese enclave, el mandatario cubano reveló que “ahora comienza una nueva etapa en la que nos proponemos fomentar importantes inversiones nacionales y extranjeras en la Zona Especial de Desarrollo Mariel que permitan incrementar la exportación, la sustitución efectiva de importaciones, los proyectos de alta tecnología y desarrollo local y que contribuyan con nuevas fuentes de empleo”.
La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, presente a la hora de cortar la cinta inaugural de la Terminal, anunció un nuevo financiamiento, de 290 millones, para la ZED, que se suma a los 802 millones de dólares invertidos en la primera etapa por el gobierno del gigante suramericano.
Los cambios, visibles a escala de decisiones gubernamentales, todavía no se reflejan en término de indicadores macroeconómicos y, sobre todo, demoran sus frutos para la mayoría de la población. Entre expectativas, dudas y conjeturas, la gran interrogante es cuándo llegarán. La asimetría entre la velocidad de los pasos y la percepción de resultados confirma la complejidad y considerable longitud del camino que recorren los cubanos.
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