IPS Lluvias inoportunas y fallas industriales amenazan con moderar el récord de diez años planificado por esta agroindustria en la actual cosecha.
Aunque algunas regiones agrícolas de Cuba empiezan a enviar señales de preocupación por el avance de la sequía, precipitaciones aisladas pero intensas en febrero y marzo le aguaron la marcha a la producción azucarera en dos meses clave para la zafra. Después de una primera etapa irregular, tropiezos achacados no solo al clima ponen en riesgo el crecimiento anunciado para la cosecha 2013-2014.
La llamada zafra chica –hasta el cierre de diciembre- comenzó el 20 de noviembre con la incorporación temprana de un número de centrales azucareros mucho mayor a los que lo hicieron en 2012. Ese factor, unido a una mayor disponibilidad de caña en los campos, alentó planes de dar un salto del 18 por ciento en la producción de azúcar: ascendería, en tal caso, de 1,5 millones a 1,8 millones de toneladas en la zafra pasada, el nivel más alto en los últimos diez años.
El crecimiento recuperado desde hace un trienio revive expectativas en torno a una industria que, tras sostener durante siglos a la economía cubana, se hundió casi totalmente a partir de los años 90. La evolución de los meses recientes, sin embargo, amenaza con moderar el récord previsto, sobre todo por ahogos del territorio oriental.
Al concluir diciembre, los ingenios cubanos habían fabricado un 10 por ciento menos que lo planificado, aunque la cantidad de azúcar superaba en un 13 por ciento a la producción de igual etapa del año anterior. Las reiteradas dificultades técnicas de ocho centrales, incluido el mayor productor del país, el Antonio Guiteras, de la oriental provincia de Las Tunas, provocaron el primer tropezón sensible de la presente temporada.
Las lluvias extemporáneas aparecieron desde diciembre, con paradas costosas para los rendimientos fabriles, la productividad y los planes. A las incómodas precipitaciones se sumaron problemas por mala preparación y reparaciones industriales ineficientes previas a la cosecha. Además de la provincia tunera, padecieron un alto número de roturas e interrupciones los ingenios de Holguín, Granma, también en el oriente cubano, mientras en occidente enfrentaron conflictos similares Artemisa y Matanzas, según el informe del Grupo Empresarial Azcuba.
Solo siete provincias alcanzaron los planes en la zafra chica. Entre los incumplidores se encuentran varios de los territorios de más peso en la producción azucarera, como Villa Clara y Las Tunas.
La mala preparación para la zafra de algunos centrales, como el Antonio Guiteras, de la provincia oriental de Las Tunas, ha determinado también en paradas lamentables de la industria.
Con el nuevo año, aumentó el peligro de incumplir el plan nuevamente –en la zafra anterior, la industria azucarera elevó la producción en un 8 por ciento, pero quedó alrededor de 200.000 toneladas por debajo de las previsiones.
Las lluvias, que suelen aliviar las preocupaciones de la agricultura, volvieron a mediados de febrero con una intensidad que resultó inoportuna para el corte de caña en algunas regiones. La combinación de las precipitaciones con un promedio de temperatura más propio del verano ha generado un nivel de humedad ambiental que retarda la maduración de la caña y afecta el rendimiento industrial, además de dificultar el acceso de las cosechadoras a los cañaverales.
Un especialista de Azcuba, Liobel Hernández Pérez, atribuyó recientemente el 64 por ciento de lo dejado de producir a problemas objetivos y el resto a situaciones subjetivas. Aludía, en el primer caso, a factores climáticos esencialmente y, con el otro, a fallas humanas, como causa de las demoras.
Reflejo de las expectativas que renacen en torno al azúcar, la prensa cubana retoma gradualmente la atención sobre un sector –con tormentos por el clima, incluidos- que casi había desaparecido de los medios durante años.
El diario Granma calificó de costosos los atrasos hasta febrero. “La zafra azucarera pudo haber tenido ya un 20 por ciento más del crudo fabricado”, reveló.
Las Tunas, una de las provincias que continuaba estancada en marzo con los mayores atrasos –junto con Granma y Matanzas-, registró hasta el segundo mes del año un acumulado de 115,2 milímetros de lluvias, cifra que duplica la media histórica local. Tal comportamiento forzó la parada de dos de los tres centrales en operación actualmente, incluido nuevamente el Antonio Guiteras, debilitado además por fallas industriales.
También reportan tiempo perdido, costos de producción más altos e incumplimientos de los planes, por precipitaciones, arrancadas tardías y desajustes técnicos, ingenios importantes de las provincias de Santiago de Cuba, Holguín, Villa Clara y Mayabeque.
El presidente de Azcuba, Orlando Celso García, informó una disminución del ritmo de producción en febrero. “Ha estado lloviendo insistentemente en todo el país y eso nos ha afectado la molida casi en su totalidad”, declaró a medios de prensa. “Hoy no logramos el rendimiento industrial planificado y algunas plantaciones manifiestan retardo en su maduración. Son factores determinantes que obstaculizan el avance de la zafra”, dijo Celso García.
A pesar de contar “con la caña necesaria”, el máximo directivo de la agroindustria azucarera cubana admitió que “pudieran peligrar nuestros cumplimientos productivos antes de mayo próximo”. La perspectiva de extender la zafra más allá de abril genera nerviosismo y preocupación porque con la primavera comienza habitualmente la temporada de lluvias. Los tropiezos vividos hasta el presente pueden tornarse entonces un maleficio insalvable. Bien sabe esta agroindustria que a quien tarde trilla, la lluvia le pilla. (2014)
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