Infolatam
Denver, (EE.UU) Por ARTURO LÓPEZ LEVY
La visita del canciller francés Laurent Fabius a Cuba es una buena señal para las negociaciones de la Habana con Europa anunciadas a comenzar el próximo 29 de Abril. Fabius fue una de las voces más activas en Europa Occidental, a favor de las sanciones comunitarias contra Cuba a raíz de la primavera negra de 2003. Su visita confirma la actualización de la política europea ante los cambios que han tenido lugar en Cuba y América Latina desde 1996, cuando la posición común fue adoptada.
Cuba es un caso prueba de cara a las urgencias de política exterior europea hacia América Latina frente al avance de China y otros competidores internacionales. Las relaciones europeo-cubanas tienen una lógica triangular en la que EE.UU es el tercer vértice. Europa tiene un tiempo limitado para aprovechar la ausencia empresarial norteamericana en Cuba. La reforma raulista ha empezado a abrir los apetitos empresariales norteamericanos, incluso de los cubanos acaudalados residentes en EE.UU.
A ese cambio en el balance de fuerzas estadounidenses sobre Cuba se suman predecibles catalizadores como el retiro de Raúl Castro en 2018 y el cuadro cerrado en América Latina a favor de una inclusión cubana en la cumbre de las Américas de 2015. Como pívot de un triángulo estratégico romántico-según la teoría de Lowell Dittmer- Bruselas tiene la oportunidad de palanquear tendencias y secuencias acorde a sus intereses. Tiene relaciones amistosas con EE.UU y Cuba, que dada su hostilidad la cortejan en la esperanza de socavar la política de su adversario respectivo.
Cuba ha ayudado al cambio de política europea. Todos los prisioneros de la primavera negra de 2003 fueron liberados, la reforma migratoria tuvo lugar, y la economía cubana avanza hacia un sistema mixto con un importante componente no estatal en el que las empresas europeas entran con ventaja. Cuba presidió la CELAC con éxito y desempeña un papel mediador en las negociaciones para acabar el conflicto civil colombiano
Por casi una década, hasta los más reacios a un entendimiento con Cuba en el Este de Europa y Escandinavia afirmaron que esos pasos abrirían puertas en la colaboración con la Habana. Las aperturas cubanas han dado espacio a actores comprometidos con la identidad europea y su proyección exterior persuasiva. La cancillería holandesa ha argumentado con razón que sin reciprocidad, la credibilidad de la condicionalidad democrática se pone en entredicho. Merito también corresponde al canciller García Margallo, quien afianzo el nuevo consenso bipartidista español y evitó convertir la irresponsabilidad de Ángel Carromero y la muerte del opositor Oswaldo Paya en otro circo político de los partidarios de la política de cambio de régimen.
Las reformas raulistas también confirman la pertinencia del enfoque europeo de compromiso y dialogo. Europa promovió cambios graduales en Cuba que favorecen la promoción de los derechos humanos, una economía de mercado sustentable y el mejoramiento del nivel de vida del pueblo cubano, tal como enuncia la propia posición común. La vinculación del personal cubano que implementa los cambios con intercambios europeos de educación, asesoría e inversión en Cuba es uno de los secretos mejor guardados en la discusión sobre la relación europeo-cubana. Varios de los nuevos administradores empresariales y asesores de los cambios recibieron formación en universidades y empresas vinculadas a Europa y Canadá.
Ese personal cubano dentro del gobierno, la tecnocracia y la sociedad civil es menos temeroso de una transición al mercado porque tiene conocimiento y contactos para realizar sus intereses. En términos de seguridad, programas de colaboración policial contra las drogas como los establecidos con Francia han alentado al gobierno a ampliar la apertura. Varios modelos europeos de administración fiscal y económica son referencia para actores cubanos en el gobierno y los nuevos sectores cooperativo y privado. Los frutos de la interacción europea son evidentes.
Europa también ha aprendido del error que significó aplicar a Cuba el prisma del colapso de los comunismos del Este Europeo. En Cuba, a diferencia de Polonia, el elemento nacionalista sintoniza con la predica del gobierno contra el embargo estadounidense, no con el rechazo a una ocupación soviética que nunca existió. Esa particularidad ha sido palpada por las activas embajadas europeas en la Habana, cuyo personal se mueve con relativa libertad por toda la isla y sabe cómo la política norteamericana quema a todo el que la abraza. No es casual que el ministro Fabius se reunió con el Cardenal Jaime Ortega de la Iglesia Católica, importante gestor de las liberaciones de presos y voz respetada en la sociedad civil cubana por su rechazo a las posturas intervencionistas.
Lejos están las trifulcas contraproducentes del expresidente Aznar, cuya imprudencia ofreció el pretexto perfecto para el cierre del centro cultural español de la Habana, la biblioteca independiente más grande de Cuba en los años 90. Allí, a pesar de la censura de noticias específicas sobre Cuba, miles de cubanos accedieron a la prensa y libros españoles y europeos. Todo eso se perdió en poses anticomunistas sin posibilidades reales de hacer una diferencia en el terreno concreto.
Una política a medir por sus propios objetivos y méritos:
Europa ya tiene intereses estratégicos y económicos asociados a la presencia de sus empresas y redes de influencia dentro de Cuba.
Varios críticos en EE.UU de la visita de Laurent Fabius se han apresurado a anunciar su fracaso porque la política europea hacia Cuba no logrará un cambio de régimen. Ese ejercicio que entraña medir a la diplomacia de Europa a partir de los objetivos del embargo estadounidense es errado por tres razones:
1- Europa, incluyendo aquellos países más críticos del gobierno castrista, jamas ha apoyado el enfoque de Jesse Helms que concibió a Bruselas cual si fuese la capital de un protectorado.
2- Las reformas en dirección a una economía mixta, y las liberalizaciones políticas, como la reforma migratoria, reconocidas como avances por Fabius aumentan la probabilidad de una apertura gradual cubana, el escenario óptimo para los intereses europeos, que ya cuentan con base económica y política en la isla. Esos desarrollos confirman las preferencias europeas por la persuasión y el dialogo en la promoción de derechos humanos, basadas en su propia experiencia histórica (Ostpolitik de Willy Brandt, Conferencia de Seguridad y Cooperacion de Helsinki, condicionalidad democrática en los acuerdos de Cottonou).
3- El sueño de los partidarios del embargo, una rebelión popular producto del hambre y la desesperación, sería una pesadilla para Europa. Europa ya tiene intereses estratégicos y económicos asociados a la presencia de sus empresas y redes de influencia dentro de Cuba. El mejor escenario para los intereses y valores democráticos europeos es un aterrizaje suave cubano hacia un régimen pluripartidista y una economía de mercado, no un desplome súbito del régimen actual. La secuencia óptima para ese resultado es una liberalización cubana, en la que los intereses europeos puedan participar en mayor escala, seguida por un levantamiento del embargo estadounidense que preceda la apertura final del sistema político cubano con una transición pactada al estilo español de los pactos de la Moncloa en 1977.
Por lo pronto, Fabius subrayó el interés francés en las nuevas oportunidades económicas abiertas en la isla, donde ya están presentes el grupo hotelero Accor, y la empresa de vinos y licores Pernod Ricard entre más de sesenta firmas galas. También llamó en un ambiente de diálogo a avanzar más en derechos humanos, particularmente en los cambios políticos. Es un buen anticipo para el dialogo a iniciar a finales de mes.
Todavía hay que ver los pormenores de la nueva postura europea y cuan pragmática será la respuesta cubana. Sin embargo ya es un desarrollo positivo que Francia aventure un nuevo curso europeo de diálogo político, comercio e inversiones. Cuba y Europa tienen mucho que ganar de un acompañamiento crítico europeo a las reformas difíciles que el gobierno cubano implementa.
Denver, (EE.UU) Por ARTURO LÓPEZ LEVY
La visita del canciller francés Laurent Fabius a Cuba es una buena señal para las negociaciones de la Habana con Europa anunciadas a comenzar el próximo 29 de Abril. Fabius fue una de las voces más activas en Europa Occidental, a favor de las sanciones comunitarias contra Cuba a raíz de la primavera negra de 2003. Su visita confirma la actualización de la política europea ante los cambios que han tenido lugar en Cuba y América Latina desde 1996, cuando la posición común fue adoptada.
Cuba es un caso prueba de cara a las urgencias de política exterior europea hacia América Latina frente al avance de China y otros competidores internacionales. Las relaciones europeo-cubanas tienen una lógica triangular en la que EE.UU es el tercer vértice. Europa tiene un tiempo limitado para aprovechar la ausencia empresarial norteamericana en Cuba. La reforma raulista ha empezado a abrir los apetitos empresariales norteamericanos, incluso de los cubanos acaudalados residentes en EE.UU.
A ese cambio en el balance de fuerzas estadounidenses sobre Cuba se suman predecibles catalizadores como el retiro de Raúl Castro en 2018 y el cuadro cerrado en América Latina a favor de una inclusión cubana en la cumbre de las Américas de 2015. Como pívot de un triángulo estratégico romántico-según la teoría de Lowell Dittmer- Bruselas tiene la oportunidad de palanquear tendencias y secuencias acorde a sus intereses. Tiene relaciones amistosas con EE.UU y Cuba, que dada su hostilidad la cortejan en la esperanza de socavar la política de su adversario respectivo.
Cuba ha ayudado al cambio de política europea. Todos los prisioneros de la primavera negra de 2003 fueron liberados, la reforma migratoria tuvo lugar, y la economía cubana avanza hacia un sistema mixto con un importante componente no estatal en el que las empresas europeas entran con ventaja. Cuba presidió la CELAC con éxito y desempeña un papel mediador en las negociaciones para acabar el conflicto civil colombiano
Por casi una década, hasta los más reacios a un entendimiento con Cuba en el Este de Europa y Escandinavia afirmaron que esos pasos abrirían puertas en la colaboración con la Habana. Las aperturas cubanas han dado espacio a actores comprometidos con la identidad europea y su proyección exterior persuasiva. La cancillería holandesa ha argumentado con razón que sin reciprocidad, la credibilidad de la condicionalidad democrática se pone en entredicho. Merito también corresponde al canciller García Margallo, quien afianzo el nuevo consenso bipartidista español y evitó convertir la irresponsabilidad de Ángel Carromero y la muerte del opositor Oswaldo Paya en otro circo político de los partidarios de la política de cambio de régimen.
Las reformas raulistas también confirman la pertinencia del enfoque europeo de compromiso y dialogo. Europa promovió cambios graduales en Cuba que favorecen la promoción de los derechos humanos, una economía de mercado sustentable y el mejoramiento del nivel de vida del pueblo cubano, tal como enuncia la propia posición común. La vinculación del personal cubano que implementa los cambios con intercambios europeos de educación, asesoría e inversión en Cuba es uno de los secretos mejor guardados en la discusión sobre la relación europeo-cubana. Varios de los nuevos administradores empresariales y asesores de los cambios recibieron formación en universidades y empresas vinculadas a Europa y Canadá.
Ese personal cubano dentro del gobierno, la tecnocracia y la sociedad civil es menos temeroso de una transición al mercado porque tiene conocimiento y contactos para realizar sus intereses. En términos de seguridad, programas de colaboración policial contra las drogas como los establecidos con Francia han alentado al gobierno a ampliar la apertura. Varios modelos europeos de administración fiscal y económica son referencia para actores cubanos en el gobierno y los nuevos sectores cooperativo y privado. Los frutos de la interacción europea son evidentes.
Europa también ha aprendido del error que significó aplicar a Cuba el prisma del colapso de los comunismos del Este Europeo. En Cuba, a diferencia de Polonia, el elemento nacionalista sintoniza con la predica del gobierno contra el embargo estadounidense, no con el rechazo a una ocupación soviética que nunca existió. Esa particularidad ha sido palpada por las activas embajadas europeas en la Habana, cuyo personal se mueve con relativa libertad por toda la isla y sabe cómo la política norteamericana quema a todo el que la abraza. No es casual que el ministro Fabius se reunió con el Cardenal Jaime Ortega de la Iglesia Católica, importante gestor de las liberaciones de presos y voz respetada en la sociedad civil cubana por su rechazo a las posturas intervencionistas.
Lejos están las trifulcas contraproducentes del expresidente Aznar, cuya imprudencia ofreció el pretexto perfecto para el cierre del centro cultural español de la Habana, la biblioteca independiente más grande de Cuba en los años 90. Allí, a pesar de la censura de noticias específicas sobre Cuba, miles de cubanos accedieron a la prensa y libros españoles y europeos. Todo eso se perdió en poses anticomunistas sin posibilidades reales de hacer una diferencia en el terreno concreto.
Una política a medir por sus propios objetivos y méritos:
Europa ya tiene intereses estratégicos y económicos asociados a la presencia de sus empresas y redes de influencia dentro de Cuba.
Varios críticos en EE.UU de la visita de Laurent Fabius se han apresurado a anunciar su fracaso porque la política europea hacia Cuba no logrará un cambio de régimen. Ese ejercicio que entraña medir a la diplomacia de Europa a partir de los objetivos del embargo estadounidense es errado por tres razones:
1- Europa, incluyendo aquellos países más críticos del gobierno castrista, jamas ha apoyado el enfoque de Jesse Helms que concibió a Bruselas cual si fuese la capital de un protectorado.
2- Las reformas en dirección a una economía mixta, y las liberalizaciones políticas, como la reforma migratoria, reconocidas como avances por Fabius aumentan la probabilidad de una apertura gradual cubana, el escenario óptimo para los intereses europeos, que ya cuentan con base económica y política en la isla. Esos desarrollos confirman las preferencias europeas por la persuasión y el dialogo en la promoción de derechos humanos, basadas en su propia experiencia histórica (Ostpolitik de Willy Brandt, Conferencia de Seguridad y Cooperacion de Helsinki, condicionalidad democrática en los acuerdos de Cottonou).
3- El sueño de los partidarios del embargo, una rebelión popular producto del hambre y la desesperación, sería una pesadilla para Europa. Europa ya tiene intereses estratégicos y económicos asociados a la presencia de sus empresas y redes de influencia dentro de Cuba. El mejor escenario para los intereses y valores democráticos europeos es un aterrizaje suave cubano hacia un régimen pluripartidista y una economía de mercado, no un desplome súbito del régimen actual. La secuencia óptima para ese resultado es una liberalización cubana, en la que los intereses europeos puedan participar en mayor escala, seguida por un levantamiento del embargo estadounidense que preceda la apertura final del sistema político cubano con una transición pactada al estilo español de los pactos de la Moncloa en 1977.
Por lo pronto, Fabius subrayó el interés francés en las nuevas oportunidades económicas abiertas en la isla, donde ya están presentes el grupo hotelero Accor, y la empresa de vinos y licores Pernod Ricard entre más de sesenta firmas galas. También llamó en un ambiente de diálogo a avanzar más en derechos humanos, particularmente en los cambios políticos. Es un buen anticipo para el dialogo a iniciar a finales de mes.
Todavía hay que ver los pormenores de la nueva postura europea y cuan pragmática será la respuesta cubana. Sin embargo ya es un desarrollo positivo que Francia aventure un nuevo curso europeo de diálogo político, comercio e inversiones. Cuba y Europa tienen mucho que ganar de un acompañamiento crítico europeo a las reformas difíciles que el gobierno cubano implementa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar