Por Cecilia Crespo
Justo en el teatro Karl Marx estuvo anoche la Vida que por más de dos décadas Pancho Céspedes estuvo buscando desde el título de la canción que dio nombre a su concierto.
“Ustedes están aquí, no me abandonaron, por eso estoy aquí tantos años después”, expresó el cantautor anoche durante la presentación inaugural del VI Festival de Música de Cámara Leo Brouwer.
Fue palpable y contagiosa la energía con que se entregó en el escenario. Una veintena de temas, algunos de su autoría y otros de reconocidos compositores que conforman su habitual repertorio, interpretó Cépedes.
El maestro Leo Brouwer tuvo a su cargo la apertura del evento: “Toda inauguración como esta debe ser rotunda y sensacional, lo más alto, y es lo que van a disfrutar, vamos a tener una voz privilegiada que pertenece a ese grupo de grandes músicos como Benny Moré, Jorrín y Pérez Prado. Muchos latinoamericanos lo adoran y hoy está aquí con nosotros”, precisó.
“Tengo que hablar unas cositas con ustedes porque si no, no llego al final del espectáculo, que es más largo que el que comúnmente hago porque hace veinticuatro años en que oficialmente no podía cantar aquí en esta tierra”, expresó Pancho al iniciar el diálogo con los asistentes a la velada.
Con cincuenta libras de menos que las que tenía cuando popularizó su imprescindible tema Vida loca, y algunos años de más, se desplazó con absoluta destreza por cada uno de los rincones de la escena, y demostró que aún tiene la voz entera, con la potencia del primer día que lo convirtió en un símbolo de la música cubana de estos tiempos.
Entre canción y canción compartió bromas, confesiones, anécdotas y bendiciones para todos los presentes y hasta divisó a un severo periodista en la primera fila y le pidió que escribiera bien de él.
Besó el escenario del teatro, reverenció a su madre Yemayá, a quién más le pidió tocar en Cuba, según confesara, interactuó con su público emocionado, saludó a sus invitados como solo él sabe hacer con su poesía popular, diáfana y corpórea.
Como todo un showman disfrutó cada instante y se encargó de que quienes asistimos percibiéramos su euforia y felicidad por estar entregándose en su añorada presentación ante el público cubano.
Agradeció en reiteradas ocasiones a sus seguidores y a sus dioses, al dios amor “ese que vive dentro de ustedes e hizo posible que hoy cante por ustedes”, comentó.
Temas como Que hago contigo, Señora, se me antoja, Átame la mirada, Remolino y, por supuesto, Vida loca, fueron interpretados.
No faltaron las prolongadas ovaciones, los “¡te amo Pancho!”, las peticiones de temas y las risas. El intérprete evocó a Bola de Nieve, a quien, según ha declarado, tiene hace unos años “encarnaó” y con su permiso interpretó sus temas.
Con una impecable dirección de arte y diseño de luces y sonoro, el espectáculo se extendió por casi tres horas y contó con el desempeño de Rubén Oyalvides en la batería, Julió Baró en el piano, Gonzalo Grasetti en la guitarra, Yadiel Redonet en el bajo y Jorge Pinelo en el saxofón.
Un momento inolvidable del concierto fue cuando arribó al escenario Pablo Milanés junto a quién interpretó los temas Yo no te pido y La felicidad. Agradeció a Pablo por haberlo enseñado a colocar mejor las palabras en las canciones y haber confiado en él.
Milanés se presentó en Cuba por primera vez luego de su reciente operación de trasplante de riñón de la que se encuentra aún recuperándose.
Al concluir la interpretación de su tema Todo es un misterio, Pancho cambió el final y cantó: “Habernos amado ustedes y yo, por eso estamos aquí, porque todo es un misterio”.
Esperemos que esta sea solo la primera de muchas presentaciones del artista para el público cubano, porque de ambas partes sobra “el amor que da sentido a encontrarnos mañana”.
Justo en el teatro Karl Marx estuvo anoche la Vida que por más de dos décadas Pancho Céspedes estuvo buscando desde el título de la canción que dio nombre a su concierto.
“Ustedes están aquí, no me abandonaron, por eso estoy aquí tantos años después”, expresó el cantautor anoche durante la presentación inaugural del VI Festival de Música de Cámara Leo Brouwer.
Fue palpable y contagiosa la energía con que se entregó en el escenario. Una veintena de temas, algunos de su autoría y otros de reconocidos compositores que conforman su habitual repertorio, interpretó Cépedes.
El maestro Leo Brouwer tuvo a su cargo la apertura del evento: “Toda inauguración como esta debe ser rotunda y sensacional, lo más alto, y es lo que van a disfrutar, vamos a tener una voz privilegiada que pertenece a ese grupo de grandes músicos como Benny Moré, Jorrín y Pérez Prado. Muchos latinoamericanos lo adoran y hoy está aquí con nosotros”, precisó.
“Tengo que hablar unas cositas con ustedes porque si no, no llego al final del espectáculo, que es más largo que el que comúnmente hago porque hace veinticuatro años en que oficialmente no podía cantar aquí en esta tierra”, expresó Pancho al iniciar el diálogo con los asistentes a la velada.
Con cincuenta libras de menos que las que tenía cuando popularizó su imprescindible tema Vida loca, y algunos años de más, se desplazó con absoluta destreza por cada uno de los rincones de la escena, y demostró que aún tiene la voz entera, con la potencia del primer día que lo convirtió en un símbolo de la música cubana de estos tiempos.
Entre canción y canción compartió bromas, confesiones, anécdotas y bendiciones para todos los presentes y hasta divisó a un severo periodista en la primera fila y le pidió que escribiera bien de él.
Besó el escenario del teatro, reverenció a su madre Yemayá, a quién más le pidió tocar en Cuba, según confesara, interactuó con su público emocionado, saludó a sus invitados como solo él sabe hacer con su poesía popular, diáfana y corpórea.
Como todo un showman disfrutó cada instante y se encargó de que quienes asistimos percibiéramos su euforia y felicidad por estar entregándose en su añorada presentación ante el público cubano.
Agradeció en reiteradas ocasiones a sus seguidores y a sus dioses, al dios amor “ese que vive dentro de ustedes e hizo posible que hoy cante por ustedes”, comentó.
Temas como Que hago contigo, Señora, se me antoja, Átame la mirada, Remolino y, por supuesto, Vida loca, fueron interpretados.
No faltaron las prolongadas ovaciones, los “¡te amo Pancho!”, las peticiones de temas y las risas. El intérprete evocó a Bola de Nieve, a quien, según ha declarado, tiene hace unos años “encarnaó” y con su permiso interpretó sus temas.
Con una impecable dirección de arte y diseño de luces y sonoro, el espectáculo se extendió por casi tres horas y contó con el desempeño de Rubén Oyalvides en la batería, Julió Baró en el piano, Gonzalo Grasetti en la guitarra, Yadiel Redonet en el bajo y Jorge Pinelo en el saxofón.
Un momento inolvidable del concierto fue cuando arribó al escenario Pablo Milanés junto a quién interpretó los temas Yo no te pido y La felicidad. Agradeció a Pablo por haberlo enseñado a colocar mejor las palabras en las canciones y haber confiado en él.
Milanés se presentó en Cuba por primera vez luego de su reciente operación de trasplante de riñón de la que se encuentra aún recuperándose.
Al concluir la interpretación de su tema Todo es un misterio, Pancho cambió el final y cantó: “Habernos amado ustedes y yo, por eso estamos aquí, porque todo es un misterio”.
Esperemos que esta sea solo la primera de muchas presentaciones del artista para el público cubano, porque de ambas partes sobra “el amor que da sentido a encontrarnos mañana”.
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