"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 15 de octubre de 2014

Entrevista a Arturo López Levy II. La reconciliación es posible

1. Algunas personas consideran que los cambios operados actualmente en la isla debieron tener lugar mucho antes. ¿Cree usted que anteriormente existían condiciones para llevar a cabo este proceso?
 
Si. La adopción de límites de mandato, y las reformas económica y migratoria se retrasaron más de una década amontonando cambios que pudieron haber ocurrido de forma mejor secuenciada.

Más que llorar sobre la leche derramada prefiero llamar la atención sobre el tiempo que se está perdiendo ahora. Los datos que presentan estudios de economistas cubanos como Viviana Togores, Angela Ferrol, y Maria del Carmen Zabala sobre las zonas de pobreza y riesgo en Cuba y en la Habana son espeluznantes. Según Togores en 2004, el 48 % de la población expresa no poder satisfacer completamente sus necesidades alimentarias. Hay evidencias que apuntan una superposición de las diferencias de ingreso y clase con región y raza. Con la tendencia alcista en el mercado mundial a los precios de los alimentos y la alta dependencia cubana de importaciones es casi un cuadro perfecto para una crisis.

Con esos truenos no hay espacio para la dilación en adoptar el desarrollo económico y la seguridad alimentarias como metas centrales. Se trata de apurar reformas como la descentralización, la liberalización de precios, cerrar la dualidad monetaria y abrir por lo menos la agricultura a las inversiones de cualquier capital legítimo nacional o extranjero, tanto en la grande como en la pequeña y mediana empresa. Salvando las distancias, en una situación similar, al final de la guerra de 1895-1898, cuando los campos habían sido arrasados por la tea incendiaria y la reconcentración, el secretario de agricultura del gobierno interventor, el patriota cubano Perfecto Lacoste abrió el país a la importación de ganado, cercas, aperos de labranza, en fin, todo lo que facilitase la seguridad alimentaria.

Nunca será el tiempo perfecto para hacer cambios drásticos pero el actual momento es relativamente favorable. En lo interno, el presidente Raúl Castro puede apurar las reformas como no lo podrá hacer Díaz-Canel en un contexto de liderazgo más colectivo, con más consultas y debates. Desde una lógica institucional sería positivo que los cambios más dolorosos que requieren un consenso civil-militar ocurran bajo su egida pues tiene un poder arbitral en la relación PCC-Fuerzas Armadas difícil de equiparar. Nada heterodoxo de lo que Raúl haga para sacar el proyecto a flote, será cuestionado desde el aparato partidista o las FAR.

En lo externo, hay una relación privilegiada con Brasil, que ahora se extiende a Rusia y China. La situación en Venezuela apunta a estabilizarse, los convenios de cooperación en salud y otras áreas se han expandido en América Latina y África. Hay la posibilidad de un acuerdo con Europa que reemplace la posición común. Llegan los dos últimos años de la administración Obama donde el presidente tendrá posibilidades de tomar iniciativas en política exterior, y particularmente hacia Cuba que pueden ser positivas, o por lo menos no deben agravar lo perjudicial de la política en curso.

La comunidad cubano-americana está muy dividida en torno al tema del embargo/bloqueo estadounidense contra Cuba. A eso ayuda la retórica de Obama que no parece comprometida a mantener el statu quo. Eso podría cambiar si en 2016 gana un republicano, lo que es una probabilidad alta si la historia es guía.

Si no es ahora ¿cuándo?

2. Economistas cubanos han señalado la necesidad de que el trabajo por cuenta propia no se restrinja esencialmente a trabajos manuales, como hasta ahora ha sido, sino se amplíe a otros perfiles de orden intelectual. ¿Cómo cree usted que pudiera concretarse esa idea?

El uso del capital humano se inserta en el problema mayor del modelo económico que se pretende adoptar. El reloj político de la reforma ya está sonando la medianoche. No es tiempo de experimentar con lo que es conocimiento fundamental de la ciencia económica. Como dijo Janos Kornai, la idea de darle al mercado la libertad de un pájaro en la jaula de la economía planificada ha demostrado ser un callejón sin salida. China y Vietnam progresaron aceleradamente porque resolvieron ese dilema adoptando una economía de mercado regulada, no una economía de comando con segmentos amurallados de mercado. La estructura central a construir debe ser una de competencia, y eso requiere un cambio de mentalidad y modelo, no una mera actualización.

Suficientes evidencias demuestran que a nivel de la pequeña y mediana propiedad donde el dueño y el gerente coinciden, los entes privados y cooperativos tienden a ser más eficientes que los estatales. La clave en este caso estaría en facilitar la competencia, facilitando la entrada de nuevos empresarios al sector. Más que definir otros perfiles que favorezcan el trabajo por cuenta propia para el personal más calificado, lo urgente es definir las actividades que estarían vetadas a la pequeña y mediana propiedad privada o cooperativa, facilitando todas las demás. Un área donde sí me parece es importante mucha regulación y pausa es la financiera, incluyendo los seguros.

3. En un artículo publicado en Espacio Laical 2/2009 usted expresó: “Es hora de reconocer que el diálogo entre cubanos tiene valor en sí mismo y distinguir aquello que para cada uno es negociable de lo que no lo es. Nadie está exento del llamado a encontrar espacios y valores comunes y a pensar en una patria “con todos y para el bien de todos”. ¿Cuáles considera usted que sean los primeros pasos para lograr dicha reconciliación?

Los primeros pasos ya se han dado. Uno de los consejos que expresé directamente a los directivos del Cuba Study Group, que tienen en Miami un proyecto de reconciliación, es que antes de ponerse a traer experiencias de otras naciones deberían reconocer y discutir las experiencias históricas de esa agenda entre cubanos. No han hecho caso y es su derecho pero creo que es importante y respetuoso reconocer los pasos de diálogo y entendimiento que han tomado cubanos que nos precedieron tanto en Cuba como en la diáspora.

Allí está la reforma migratoria, la facilitación y defensa de los viajes comunitarios con mártires como Carlos Muñiz Varela y Luciano Nieves, los diálogos inter-fe de las comunidades religiosas cubanas, la discusión del tema en varias semanas sociales católicas, y las reuniones de la nación y la emigración, en las que se registraron importantes avances como la creación de la División de atención a cubanos residentes en el exterior del MINREX, un paso institucional de importantes consecuencias.

¿Cuáles son los pasos próximos? La reconciliación nacional no es un evento, es un proceso que se inserta en la dinámica política del país. Hoy hay temas que de modo natural se levantan como la cuestión racial, la reforma económica con su crítica implícita a la ofensiva revolucionaria de 1968, la reforma migratoria, con cuestionamientos al maltrato impolítico que sufrió a una parte de la emigración, la diversidad de orientación sexual, y el bloqueo, que no es solo quitarlo sino reconocer el daño que ha causado al pueblo cubano. Reconciliación no es que los demás reconozcan las injusticias que se cometieron contra uno, hay que reconocer los comportamientos hostiles en los que cada uno se ha involucrado.

El ejemplo de lo que pasó en la URSS es algo que Cuba debe tomar como lección para evitarlo. Como dije en la X Semana Social Católica no creo que en Cuba sea conveniente una gran comisión de reconciliación nacional sino dividir y realizar el trabajo con grupos específicos en secuencias separadas. Algunas instituciones y culturas del sistema comunista tienen muy bajo nivel de adaptabilidad a nuevas misiones, y son incapaces de lidiar con las demandas de participación y reclamos que emergen de un contexto de reforma y liberalización. La reconciliación para ser nacional tiene que ser soberana, y nacionalista. No le haría bien al país crear una atmosfera de desarraigo sacando de la noche a la mañana toda la mugre histórica.

Para entender el papel de la tradición en contextos modernizadores me ha sido muy útil la obra de Edmund Burke y su crítica a la revolución francesa. En un momento donde la meta más importante es el desarrollo económico seria desmovilizador que los temas patrióticos fueran desplazados por el hipercriticismo, las medias verdades o interpretaciones manipuladoras. Lo que una sociedad quiere y cree ser influye en lo que es.

Una cosa es comprender la historia en su complejidad humana y otra es emprenderla contra el pasado. No se le puede hacer a la revolución lo que originalmente algunos ideólogos comunistas le hicieron a la república, y que se ha ido rectificando con trabajo, dedicación y esfuerzo por jóvenes y no tan jóvenes historiadores dentro y fuera de Cuba. En eso como en muchas cosas más hay que leer y discutir la obra de José Martí.

Próximamente "Entrevista a Arturo López Levy III: concentrarse en el futuro". ¿Cuál debe ser la relación del Estado con el mercado? ¿Como propiciar que la emigración cubana invierta en el país? ¿Qué ocurriría si se levantara el bloqueo de EEUU?

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