"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

miércoles, 15 de octubre de 2014

¡SALVAR AL PLANETA!

Por Leyla Carrillo Ramírez

Científicos, ecologistas y habitantes de países ribereños coinciden sobre la necesidad de salvar a nuestro planeta. No lo secuestrarán extraterrestres de otra galaxia, ni lo exterminarán robots malignos. Los destructores serán algunos seres humanos, gobiernos prepotentes, transnacionales energéticas, químicas y de productos contaminantes. ¿Qué hacer?

Quien escuche sobre sucesivas e interminables cumbres, reuniones informales, debates gubernamentales y planes mágicos, puede pensar que la solución es inminente. El prolongado debate durante las conferencias denominadas COP, en Bali, Doha, Copenhague, Cancún, Berlín o Nairobi aun no alcanza resultados eficaces. El denominado Panel para el Cambio Climático (IPCC) insiste sobre los acontecimientos que afectan a nuestro planeta, mientras que las Acciones Nacionales para Mitigar los daños al clima, promover un desarrollo sostenible y reducir las emisiones contaminantes (NAMA) reciben un irrisorio apoyo de los países ricos.

Lancemos una ojeada a la situación actual: las emisiones de efecto invernadero se incrementaron en un 70% entre 1970 y 2004 y se multiplicarán en las próximas décadas; las Organizaciones Mundiales de la Salud y Meteorológica alertan sobre el impacto del cambio climático sobre la salud, un mayor riesgo de temperaturas extremas, inundaciones, sequías, oleadas de frío, ciclones y tifones, tormentas invernales y temperaturas extremas que afectan a la América del Norte, Mongolia, China, Australia, Brasil, Suráfrica, Filipinas y las islas del Caribe.

El Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) advierten sobre el aumento acelerado del nivel marino; el grave, generalizado e irreversible impacto del calentamiento global sobre los sistemas naturales, los seres humanos y la salud; las amenazas al océano Ártico (en 2012 el casquete polar se redujo a la mitad); la disminución del agua dulce en África; océanos más ácidos con declive de la pesca en el 50%. También afecta al turismo y las operaciones portuarias. El resultado es un mayor riesgo alimentario y más desempleo; el incremento de la mortalidad por inundaciones y otros eventos meteorológicos.

El dióxido de carbono –culpable del calentamiento global- se elevó a 396 partes por millón en 2013, el mayor en 30 años; el de metano en 253% y el de óxido nitroso en 121%. Aunque los países ricos escuchen de soslayo los llamados a reducir el efecto invernadero, ya comienzan a preocuparse en Reino Unido, España y Estados Unidos. No es solo un problema para los pobres.

¿Qué necesitamos? Incrementar la energía alternativa no contaminante, reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero; olvidarnos de opciones como el gas de esquisto; acometer un gran cambio para frenar el calentamiento global, que debe ser institucional y tecnológico, con inversiones sustanciales y reducir la vulnerabilidad de los Pequeños Estados Insulares y africanos. Los buscadores de riquezas deben concientizar que el planeta nos alberga a todos y que, más temprano que tarde, su destrucción también alcanzará a todos.

El amor a la Pacha Mama y la defensa del agua como parte del legado aimara del buen vivir y el vivir bien deben constituirse en una divisa universal para salvar al planeta.

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