Por Hubert Escaith*
La rápida expansión de las cadenas de valor mundiales (CVM) desde finales de los 80 ha cambiado la naturaleza del comercio internacional. Dichas cadenas de valor han dado paso a una nueva era de competitividad internacional, lo que ha supuesto la reestructuración de las compañías multinacionales y las economías nacionales.
La interconexión entre los procesos de producción que se llevan a cabo en numerosos países también ha definido una nueva división de trabajo, en la que cada segmento de la cadena de valor se especializa en un conjunto de funciones particulares relativas a la producción.
En el proceso de cambio, se han creado nuevas oportunidades de comercio y producción en los países en desarrollo, mientras que las compañías de las economías industrializadas se han ido centrando cada vez más en los principales segmentos con un valor añadido de sus negocios.
La mejora de las capacidades de producción en los países emergentes y la mayor facilidad para hacer negocios a nivel mundial, han dado lugar a nuevas posibilidades de externalización del trabajo, y han propiciado la entrada de nuevos actores del sector industrial. Una de las consecuencias más visibles de las CVM ha sido que la fabricación de grandes cantidades de producción ha pasado de los países industrializados a las economías emergentes, especialmente en Asia.
En el nuevo contexto internacional, fomentado por las CVM, es cada vez más difícil mantener la autonomía de las industrias nacionales y las políticas económicas nacionales.
El hecho de que el comercio dentro de las CVM sigue constituyendo un territorio para el que no existen datos estadísticos es igualmente importante para la formulación de políticas. Hasta hace poco tiempo, no existía información suficiente para comprender el alcance y las implicaciones de los cambios realizados a nivel estructural. Como todo el valor de las importaciones se atribuye al último país de la cadena de valor, independientemente del origen de las diferentes partes y componentes introducidos en el producto final, los datos estadísticos tradicionales no muestran el origen económico del valor añadido en cada fase a lo largo de la cadena de valor que contiene el producto. Cuando las industrias entran en CVM y se importa un elevado porcentaje de los insumos intermedios, puede que una valoración tradicional basada en registros personalizados distorsione significativamente la relevancia económica de los flujos comerciales bilaterales.
El 16 de enero de 2013, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), presentaron una base de datos destinada a evaluar el comercio mundial con respecto al valor añadido. Una serie de iniciativas internacionales aprobadas durante dicho evento han cubierto la falta de datos estadísticos. Las nuevas cifras disponibles permiten entender mejor los flujos comerciales bilaterales, y evitar posibles interpretaciones erróneas o decisiones políticas inadecuadas, dado que aquellos hacen referencia a la contribución realizada por sectores y países individuales a la generación de contenido de valor añadido en todo el mundo.
Al tener en cuenta solo el valor añadido, se puede estimar el comercio mundial sin hacer un doble análisis. En 2008, las exportaciones de valor añadido representaban aproximadamente un 80 % de las exportaciones brutas. En otras palabras, cerca de un 30 % del comercio se compone de la reexportación de insumos intermedios. La diferencia entre las cifras relativas a las exportaciones brutas y las de valor añadido, que se conoce como el índice del valor añadido en las exportaciones, ha descendido en aproximadamente un 8 % desde 1995, lo que implica una mayor interdependencia de las economías nacionales.
Calcular el contenido nacional de las exportaciones supone estimar no solo el valor añadido aportado por la industria exportadora, sino también la contribución realizada por los proveedores nacionales que ofrecen bienes y servicios intermedios a dicha industria.
En este caso, no todos los sectores se ven afectados de la misma manera. Algunas industrias utilizan mucho los insumos, ya sean comprados de otras industrias nacionales o importados, mientras que otras dependen menos de los insumos intermedios. Tal y como se esperaba la externalización internacional ha tenido mayores repercusiones en el comercio de bienes manufacturados.
El índice del valor añadido en las exportaciones en el sector industrial, que ya era el más bajo de todos los sectores en 1995, con 50 %, disminuyó hasta 42 % en 2008. Durante este período, las industrias extractivas también dependían cada vez más de las importaciones, mientras que en la agricultura apenas se apreciaban transformaciones.
Los cambios más impactantes se observan en los servicios, un sector que a veces ha sido clasificado como no comercializable por la teoría económica. De hecho, los servicios son una parte fundamental de las CVM. Al facilitar el tránsito de bienes intermedios a lo largo de una cadena de suministro, y hacer posible la comunicación y coordinación entre sus respectivas unidades de producción, los servicios son la cinta transportadora que mantiene activa la cadena de suministro.
Además, las industrias manufactureras nacionales proveedoras de primer o segundo nivel en las cadenas de suministro internacionales, contratan prestaciones de los proveedores locales, ya sean públicos, de logística o empresariales. Por tanto, la verdadera contribución de los servicios a los resultados brutos de las industrias que producen bienes es elevada. Sin embargo, esto no se percibe en las estadísticas de comercio tradicionales, ya que el coste de los servicios está incluido en el precio final de los bienes.
El índice del valor añadido de las exportaciones mundiales de servicios comerciales está muy por encima del 100 %, lo que sugiere que en el costo de producción de los bienes manufacturados se incluye un valor añadido significativo, adquirido de los proveedores, que luego se incluye en el comercio de bienes. En otras palabras, gran parte del valor de los bienes adquiridos a nivel mundial proviene del sector de los servicios.
Asimismo, conviene señalar que los servicios están sujetos a la externalización internacional. El índice del valor añadido de las exportaciones para los mismos disminuyó en un 30% entre 1995 y 2008, lo que indica que los servicios, al igual que los bienes, están siendo disgregados y comercializados individualmente a nivel internacional. Algunos países en desarrollo, como la India o Filipinas, han sabido aprovechar esta oportunidad y llevar a cabo exportaciones mundiales de la modalidad del tipo empresarial.
La participación de los servicios en las exportaciones mundiales se duplica cuando se mide el comercio en valor añadido, en lugar de medir el precio comercial bruto. Como se puede observar en las gráficas que muestran la estructura del comercio mundial, este sector es el que más contribuye al valor del comercio mundial mientras que la participación de la industria se ve reducida. Este resultado tiene dos repercusiones importantes en la política económica:
"La primera está relacionada con el empleo. En las economías modernas, la mayoría de los trabajos pertenecen al sector de los servicios, mientras que cada vez son menos los empresarios que se dedican a la industria manufacturera. Esto es el resultado del progreso técnico y de su relación con el aumento de la productividad laboral. Como el comercio en valor añadido también es conocido como el comercio basado en actividades, los resultados indican que hay muchos más puestos de trabajo relacionados con el comercio de lo que se creía.
"La segunda está relacionada con los servicios. Los servicios desempeñan un papel crucial a la hora de determinar la competitividad internacional de los sectores nacionales de producción de bienes. Cuando gran parte del coste final de producción de un producto manufacturado se debe a los servicios empresariales incluidos, el coste y la calidad de los servicios se convierten en factores clave de la competitividad internacional, especialmente en el caso del segmento de mayor valor añadido del mercado".
La contribución de los servicios al contenido de exportaciones nacionales varía dependiendo de los sectores, y es mucho mayor en los productos manufacturados que en las materias primas. Una media de todos los países muestra que el porcentaje de valor añadido de los servicios nacionales en el valor bruto total de las exportaciones de productos manufacturados era aproximadamente un 20 % en 2008, en comparación con 10 % en el caso de las materias primas.
Como se puede observar en la tabla de contenido de servicios nacionales en la exportación de bienes, este promedio esconde grandes diferencias entre los distintos países.
En algunas economías, el contenido de servicios nacionales en el valor bruto de las exportaciones de materias primas puede llegar incluso a 23 %. Entre los primeros 10 países en términos de contenido de servicios se incluyen economías avanzadas como Australia, Francia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, al igual que algunas naciones en desarrollo como Brasil y Sudáfrica. Esto es importante y alentador al analizar los multiplicadores comerciales y de desarrollo de los países en progreso que cuentan con una gran reserva de recursos naturales.
La base de datos de la OCDE/OMC sobre el análisis del comercio en valor añadido cada vez incluirá más países y se hará más sólida. Otra línea de trabajo sobre las CVM consiste en medir la generación y transferencia de ingresos, ya sea a través de los beneficios o de las remuneraciones de los trabajadores.
Una vez identificado el impacto laboral y financiero, se verán mejor las contribuciones subyacentes que el comercio aporta al desarrollo, lo que beneficiará no solo a los participantes y a los posibles actores de las cadenas de valor, sino también a los formuladores de políticas que pretenden asegurar una gobernanza mundial sostenible.
*Estadístico jefe, División de Estudios Económicos y Estadística, OMC. Tomado de Forum de Comercio Internacional, no. 1, 2013.
La interconexión entre los procesos de producción que se llevan a cabo en numerosos países también ha definido una nueva división de trabajo, en la que cada segmento de la cadena de valor se especializa en un conjunto de funciones particulares relativas a la producción.
En el proceso de cambio, se han creado nuevas oportunidades de comercio y producción en los países en desarrollo, mientras que las compañías de las economías industrializadas se han ido centrando cada vez más en los principales segmentos con un valor añadido de sus negocios.
La mejora de las capacidades de producción en los países emergentes y la mayor facilidad para hacer negocios a nivel mundial, han dado lugar a nuevas posibilidades de externalización del trabajo, y han propiciado la entrada de nuevos actores del sector industrial. Una de las consecuencias más visibles de las CVM ha sido que la fabricación de grandes cantidades de producción ha pasado de los países industrializados a las economías emergentes, especialmente en Asia.
En el nuevo contexto internacional, fomentado por las CVM, es cada vez más difícil mantener la autonomía de las industrias nacionales y las políticas económicas nacionales.
El hecho de que el comercio dentro de las CVM sigue constituyendo un territorio para el que no existen datos estadísticos es igualmente importante para la formulación de políticas. Hasta hace poco tiempo, no existía información suficiente para comprender el alcance y las implicaciones de los cambios realizados a nivel estructural. Como todo el valor de las importaciones se atribuye al último país de la cadena de valor, independientemente del origen de las diferentes partes y componentes introducidos en el producto final, los datos estadísticos tradicionales no muestran el origen económico del valor añadido en cada fase a lo largo de la cadena de valor que contiene el producto. Cuando las industrias entran en CVM y se importa un elevado porcentaje de los insumos intermedios, puede que una valoración tradicional basada en registros personalizados distorsione significativamente la relevancia económica de los flujos comerciales bilaterales.
El 16 de enero de 2013, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización Mundial del Comercio (OMC), presentaron una base de datos destinada a evaluar el comercio mundial con respecto al valor añadido. Una serie de iniciativas internacionales aprobadas durante dicho evento han cubierto la falta de datos estadísticos. Las nuevas cifras disponibles permiten entender mejor los flujos comerciales bilaterales, y evitar posibles interpretaciones erróneas o decisiones políticas inadecuadas, dado que aquellos hacen referencia a la contribución realizada por sectores y países individuales a la generación de contenido de valor añadido en todo el mundo.
Al tener en cuenta solo el valor añadido, se puede estimar el comercio mundial sin hacer un doble análisis. En 2008, las exportaciones de valor añadido representaban aproximadamente un 80 % de las exportaciones brutas. En otras palabras, cerca de un 30 % del comercio se compone de la reexportación de insumos intermedios. La diferencia entre las cifras relativas a las exportaciones brutas y las de valor añadido, que se conoce como el índice del valor añadido en las exportaciones, ha descendido en aproximadamente un 8 % desde 1995, lo que implica una mayor interdependencia de las economías nacionales.
Calcular el contenido nacional de las exportaciones supone estimar no solo el valor añadido aportado por la industria exportadora, sino también la contribución realizada por los proveedores nacionales que ofrecen bienes y servicios intermedios a dicha industria.
En este caso, no todos los sectores se ven afectados de la misma manera. Algunas industrias utilizan mucho los insumos, ya sean comprados de otras industrias nacionales o importados, mientras que otras dependen menos de los insumos intermedios. Tal y como se esperaba la externalización internacional ha tenido mayores repercusiones en el comercio de bienes manufacturados.
El índice del valor añadido en las exportaciones en el sector industrial, que ya era el más bajo de todos los sectores en 1995, con 50 %, disminuyó hasta 42 % en 2008. Durante este período, las industrias extractivas también dependían cada vez más de las importaciones, mientras que en la agricultura apenas se apreciaban transformaciones.
Los cambios más impactantes se observan en los servicios, un sector que a veces ha sido clasificado como no comercializable por la teoría económica. De hecho, los servicios son una parte fundamental de las CVM. Al facilitar el tránsito de bienes intermedios a lo largo de una cadena de suministro, y hacer posible la comunicación y coordinación entre sus respectivas unidades de producción, los servicios son la cinta transportadora que mantiene activa la cadena de suministro.
Además, las industrias manufactureras nacionales proveedoras de primer o segundo nivel en las cadenas de suministro internacionales, contratan prestaciones de los proveedores locales, ya sean públicos, de logística o empresariales. Por tanto, la verdadera contribución de los servicios a los resultados brutos de las industrias que producen bienes es elevada. Sin embargo, esto no se percibe en las estadísticas de comercio tradicionales, ya que el coste de los servicios está incluido en el precio final de los bienes.
El índice del valor añadido de las exportaciones mundiales de servicios comerciales está muy por encima del 100 %, lo que sugiere que en el costo de producción de los bienes manufacturados se incluye un valor añadido significativo, adquirido de los proveedores, que luego se incluye en el comercio de bienes. En otras palabras, gran parte del valor de los bienes adquiridos a nivel mundial proviene del sector de los servicios.
Asimismo, conviene señalar que los servicios están sujetos a la externalización internacional. El índice del valor añadido de las exportaciones para los mismos disminuyó en un 30% entre 1995 y 2008, lo que indica que los servicios, al igual que los bienes, están siendo disgregados y comercializados individualmente a nivel internacional. Algunos países en desarrollo, como la India o Filipinas, han sabido aprovechar esta oportunidad y llevar a cabo exportaciones mundiales de la modalidad del tipo empresarial.
La participación de los servicios en las exportaciones mundiales se duplica cuando se mide el comercio en valor añadido, en lugar de medir el precio comercial bruto. Como se puede observar en las gráficas que muestran la estructura del comercio mundial, este sector es el que más contribuye al valor del comercio mundial mientras que la participación de la industria se ve reducida. Este resultado tiene dos repercusiones importantes en la política económica:
"La primera está relacionada con el empleo. En las economías modernas, la mayoría de los trabajos pertenecen al sector de los servicios, mientras que cada vez son menos los empresarios que se dedican a la industria manufacturera. Esto es el resultado del progreso técnico y de su relación con el aumento de la productividad laboral. Como el comercio en valor añadido también es conocido como el comercio basado en actividades, los resultados indican que hay muchos más puestos de trabajo relacionados con el comercio de lo que se creía.
"La segunda está relacionada con los servicios. Los servicios desempeñan un papel crucial a la hora de determinar la competitividad internacional de los sectores nacionales de producción de bienes. Cuando gran parte del coste final de producción de un producto manufacturado se debe a los servicios empresariales incluidos, el coste y la calidad de los servicios se convierten en factores clave de la competitividad internacional, especialmente en el caso del segmento de mayor valor añadido del mercado".
La contribución de los servicios al contenido de exportaciones nacionales varía dependiendo de los sectores, y es mucho mayor en los productos manufacturados que en las materias primas. Una media de todos los países muestra que el porcentaje de valor añadido de los servicios nacionales en el valor bruto total de las exportaciones de productos manufacturados era aproximadamente un 20 % en 2008, en comparación con 10 % en el caso de las materias primas.
Como se puede observar en la tabla de contenido de servicios nacionales en la exportación de bienes, este promedio esconde grandes diferencias entre los distintos países.
En algunas economías, el contenido de servicios nacionales en el valor bruto de las exportaciones de materias primas puede llegar incluso a 23 %. Entre los primeros 10 países en términos de contenido de servicios se incluyen economías avanzadas como Australia, Francia, Nueva Zelanda y Estados Unidos, al igual que algunas naciones en desarrollo como Brasil y Sudáfrica. Esto es importante y alentador al analizar los multiplicadores comerciales y de desarrollo de los países en progreso que cuentan con una gran reserva de recursos naturales.
La base de datos de la OCDE/OMC sobre el análisis del comercio en valor añadido cada vez incluirá más países y se hará más sólida. Otra línea de trabajo sobre las CVM consiste en medir la generación y transferencia de ingresos, ya sea a través de los beneficios o de las remuneraciones de los trabajadores.
Una vez identificado el impacto laboral y financiero, se verán mejor las contribuciones subyacentes que el comercio aporta al desarrollo, lo que beneficiará no solo a los participantes y a los posibles actores de las cadenas de valor, sino también a los formuladores de políticas que pretenden asegurar una gobernanza mundial sostenible.
*Estadístico jefe, División de Estudios Económicos y Estadística, OMC. Tomado de Forum de Comercio Internacional, no. 1, 2013.
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