El papa Francisco, entre periodistas, a bordo del avión que le transportó de Sri
Lanka a Filipinas. AP / ALESSANDRA TARANTINO
El Pontífice juzga «aberrante» matar en nombre de Dios, pero deplora las ofensas - «Solo pido que en el caso de un atentado no me duela», bromea el jefe de la Iglesia
EL PERIÓDICO / MANILA
El papa Francisco se explayó ayer sobre los límites de la libertad de expresión, los ataques a la fe y el choque de religiones. Lo hizo a bordo del avión que le trasladaba desde Sri Lanka hasta Filipinas durante una rueda de prensa de 40 minutos en la que planeó constantemente el atentado en París a la revista satírica Charlie Hebdo. El Pontífice calificó de «aberrante» asesinar en nombre de Dios, pero subrayó que «no se puede provocar, no se puede ofender la fe de los demás, no se puede burlarse de la fe. No se puede», dijo enfático.
Al pontífice no se le escapó el sentido de la pregunta que le hicieron los periodistas franceses sobre la relación entre la libertad de expresión y la libertad de religión. «Creo que ambos son derechos humanos fundamentales. Pero todo el mundo -prosiguió- tiene el derecho a tener esa libertad sin ofender a nadie». «¿Usted es francés? Vayamos a lo de París, hablemos claro», le espetó a uno de los periodistas: «Matar en nombre de Dios es una aberración». Después comenzó a hablar de la libertad de expresión, de la que afirmó que es un derecho y una obligación, pero que «tiene límites».
«Es verdad que no se puede reaccionar violentamente, pero si Gasbarri (el Papa aludió a uno de sus colaboradores, junto a él en el avión), gran amigo, dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!», aseguró. «No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás», reiteró.
En el avión, en su viaje hacia Filipinas, el Papa respondió a ocho preguntas, una de ellas también sobre las supuestas amenazas del extremismo islámico. E incluso bromeó sobre la posibilidad de reforzar su seguridad ante la amenaza de sufrir atentados. Lo hizo en el marco de una noticia publicada esta semana en un diario italiano, desmentida por el Vaticano, que hacía referencia a unas supuestas informaciones del espionaje israelí y estadounidense sobre un inminente ataque a la santa sede.
«Yo digo siempre que tengo un defecto, que tengo una buena dosis de inconsciencia», dijo Francisco cuando se le preguntó sobre si tenía miedo y si había pensado en elevar el nivel de su seguridad en los viajes o en el Vaticano. Eso sí, Francisco se mostró preocupado por los fieles que acuden a sus actos. Sin embargo, intentó quitar hierro al asunto cuando bromeó y aseguró: «Yo solo pido un gracia, que en el caso de atentado no me duela porque no soy valiente ante el dolor. De esto tengo mucho miedo». Y añadió: «Sé que estoy en las manos de Dios, pero también sé que hay atención a la seguridad», resaltó.
INTENTOS DE ASESINATO
La cuestión de la seguridad será fundamental en Filipinas, donde ya desde hoy el pontífice argentino tiene la agenda plagada de eventos. A su llegada a la base aérea de Villamor, en Manila, fue recibido por el mandatario filipino, Benigno Aquino, a quien visitará en el palacio presidencial.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, no quiso dar cifras sobre la multitud que salió a la calle para dar la bienvenida a Francisco, aunque aseguró que fue «impresionante» y que eran «cientos y cientos de miles de personas».
Por ello, Filipinas, el país con más católicos de Asia, ha preparado uno de los operativos de seguridad más espectaculares de su historia. Más de 50.000 soldados y agentes de policía se desplegaron por las calles de la capital. Wilben Mayor, portavoz de la policía filipina, admitió el nerviosismo del cuerpo. El domingo se espera que cinco millones de fieles sigan un oficio papal.
En 1970, un artista boliviano disfrazado de cura trató de apuñalar al papa Pablo VI en el aeropuerto de Manila. En 1995, un grupo de yihadistas islamistas, incluido el cerebro de la bomba en el World Trade Center de 1993, trató de asesinar a Juan Pablo II, pero la trama se descubrió tras un incendio accidental que prendió en un apartamento de Manila. Aquina dijo ayer que no constaba ninguna amenaza a Francisco.
Al pontífice no se le escapó el sentido de la pregunta que le hicieron los periodistas franceses sobre la relación entre la libertad de expresión y la libertad de religión. «Creo que ambos son derechos humanos fundamentales. Pero todo el mundo -prosiguió- tiene el derecho a tener esa libertad sin ofender a nadie». «¿Usted es francés? Vayamos a lo de París, hablemos claro», le espetó a uno de los periodistas: «Matar en nombre de Dios es una aberración». Después comenzó a hablar de la libertad de expresión, de la que afirmó que es un derecho y una obligación, pero que «tiene límites».
«Es verdad que no se puede reaccionar violentamente, pero si Gasbarri (el Papa aludió a uno de sus colaboradores, junto a él en el avión), gran amigo, dice una mala palabra de mi mamá, puede esperarse un puñetazo. ¡Es normal!», aseguró. «No se pude provocar, no se puede insultar la fe de los demás», reiteró.
En el avión, en su viaje hacia Filipinas, el Papa respondió a ocho preguntas, una de ellas también sobre las supuestas amenazas del extremismo islámico. E incluso bromeó sobre la posibilidad de reforzar su seguridad ante la amenaza de sufrir atentados. Lo hizo en el marco de una noticia publicada esta semana en un diario italiano, desmentida por el Vaticano, que hacía referencia a unas supuestas informaciones del espionaje israelí y estadounidense sobre un inminente ataque a la santa sede.
«Yo digo siempre que tengo un defecto, que tengo una buena dosis de inconsciencia», dijo Francisco cuando se le preguntó sobre si tenía miedo y si había pensado en elevar el nivel de su seguridad en los viajes o en el Vaticano. Eso sí, Francisco se mostró preocupado por los fieles que acuden a sus actos. Sin embargo, intentó quitar hierro al asunto cuando bromeó y aseguró: «Yo solo pido un gracia, que en el caso de atentado no me duela porque no soy valiente ante el dolor. De esto tengo mucho miedo». Y añadió: «Sé que estoy en las manos de Dios, pero también sé que hay atención a la seguridad», resaltó.
INTENTOS DE ASESINATO
La cuestión de la seguridad será fundamental en Filipinas, donde ya desde hoy el pontífice argentino tiene la agenda plagada de eventos. A su llegada a la base aérea de Villamor, en Manila, fue recibido por el mandatario filipino, Benigno Aquino, a quien visitará en el palacio presidencial.
El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, no quiso dar cifras sobre la multitud que salió a la calle para dar la bienvenida a Francisco, aunque aseguró que fue «impresionante» y que eran «cientos y cientos de miles de personas».
Por ello, Filipinas, el país con más católicos de Asia, ha preparado uno de los operativos de seguridad más espectaculares de su historia. Más de 50.000 soldados y agentes de policía se desplegaron por las calles de la capital. Wilben Mayor, portavoz de la policía filipina, admitió el nerviosismo del cuerpo. El domingo se espera que cinco millones de fieles sigan un oficio papal.
En 1970, un artista boliviano disfrazado de cura trató de apuñalar al papa Pablo VI en el aeropuerto de Manila. En 1995, un grupo de yihadistas islamistas, incluido el cerebro de la bomba en el World Trade Center de 1993, trató de asesinar a Juan Pablo II, pero la trama se descubrió tras un incendio accidental que prendió en un apartamento de Manila. Aquina dijo ayer que no constaba ninguna amenaza a Francisco.
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