El mundo ha perdido demasiada energía intentando volver a los días de una expansión económica rápida anteriores a la crisis de 2008. Hay que aceptar ya que es imposible y esforzarse por adaptarse a la nueva realidad financiera, insiste el fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Internacional de Davos, Klaus Schwab.
"La suposición errónea de que los desafíos del mundo después de la crisis eran solo temporales (…) ha cedido el paso solo a unas recuperaciones deslucidas y no ha servido para abordar los problemas clave como un alto desempleo y la creciente desigualdad. La era poscrisis se acabó y el 'mundo post-post-crisis' está por encima de nosotros. Es la hora de adoptar una nueva forma de soluciones", escribe Schwab en un artículo para el portalProject Syndicate.
El fundador del Foro de Davos llega incluso a formular el principio básico de la nueva realidad. "Ya han pasado los días en los que el pez grande se comía al chico. Ahora va a dominar el pez rápido y el pez lento morirá", opina. Según Schwab, este nuevo orden mundial financiero tendrá nueve características básicas:
1. El crecimiento económico será impulsado por la innovación y la imaginación, y no por el capital o los recursos naturales.
2. El crecimiento económico será más lento, pero potencialmente más estable que antes de la crisis.
3. El motor clave del mercado será el cambio tecnológico. Pero si los efectos de la revolución industrial anterior, de finales del siglo XVIII, no se hicieron sentir hasta un siglo después, los cambios de ahora impactarán en las economías como un tsunami, sin mucha alerta previa y con una fuerza inexorable.
4. Las abundantes interconexiones del mundo de hoy aceleran el ritmo del cambio. El progreso tecnológico no solo afectará a las estructuras económicas, sino, simultáneamente, también a las estructuras gubernamentales, a los mecanismos de seguridad y a la vida cotidiana de la gente.
5. Competir en la economía del siglo XXI requerirá una capacidad de adaptación implacable. No se podrá descartar nada. Cada práctica y cada estándar deberán ser repensados. Cada sector deberá estar preparado para cambiar de los pies a la cabeza.
6. Como parte de un cambio general, ya se está realizando también una revolución minorista. Su base será un cliente que paga por usar un servicio o una mercancía y no por poseerlos.
7. La industria de la producción también quedará transformada y las responsables serán las tecnologías de impresión en tres dimensiones que eliminarán o reformarán las cadenas de suministro.
8. La revolución tecnológica no solo reformará lo que producimos y las vías de producirlo. También remodelará profundamente quienes somos: nuestros hábitos, intereses y visión del mundo. La automatización del trabajo impulsará a más personas hacia unos empleos mejor remunerados y más productivos que se adapten mejor a la nueva era del 'talentismo'.
9. Los Gobiernos tendrán que reaccionar y esforzarse para que los servicios públicos tengan el mismo nivel de eficiencia tecnológica que ofrezcan las empresas privadas.
"La suposición errónea de que los desafíos del mundo después de la crisis eran solo temporales (…) ha cedido el paso solo a unas recuperaciones deslucidas y no ha servido para abordar los problemas clave como un alto desempleo y la creciente desigualdad. La era poscrisis se acabó y el 'mundo post-post-crisis' está por encima de nosotros. Es la hora de adoptar una nueva forma de soluciones", escribe Schwab en un artículo para el portalProject Syndicate.
El fundador del Foro de Davos llega incluso a formular el principio básico de la nueva realidad. "Ya han pasado los días en los que el pez grande se comía al chico. Ahora va a dominar el pez rápido y el pez lento morirá", opina. Según Schwab, este nuevo orden mundial financiero tendrá nueve características básicas:
1. El crecimiento económico será impulsado por la innovación y la imaginación, y no por el capital o los recursos naturales.
2. El crecimiento económico será más lento, pero potencialmente más estable que antes de la crisis.
3. El motor clave del mercado será el cambio tecnológico. Pero si los efectos de la revolución industrial anterior, de finales del siglo XVIII, no se hicieron sentir hasta un siglo después, los cambios de ahora impactarán en las economías como un tsunami, sin mucha alerta previa y con una fuerza inexorable.
4. Las abundantes interconexiones del mundo de hoy aceleran el ritmo del cambio. El progreso tecnológico no solo afectará a las estructuras económicas, sino, simultáneamente, también a las estructuras gubernamentales, a los mecanismos de seguridad y a la vida cotidiana de la gente.
5. Competir en la economía del siglo XXI requerirá una capacidad de adaptación implacable. No se podrá descartar nada. Cada práctica y cada estándar deberán ser repensados. Cada sector deberá estar preparado para cambiar de los pies a la cabeza.
6. Como parte de un cambio general, ya se está realizando también una revolución minorista. Su base será un cliente que paga por usar un servicio o una mercancía y no por poseerlos.
7. La industria de la producción también quedará transformada y las responsables serán las tecnologías de impresión en tres dimensiones que eliminarán o reformarán las cadenas de suministro.
8. La revolución tecnológica no solo reformará lo que producimos y las vías de producirlo. También remodelará profundamente quienes somos: nuestros hábitos, intereses y visión del mundo. La automatización del trabajo impulsará a más personas hacia unos empleos mejor remunerados y más productivos que se adapten mejor a la nueva era del 'talentismo'.
9. Los Gobiernos tendrán que reaccionar y esforzarse para que los servicios públicos tengan el mismo nivel de eficiencia tecnológica que ofrezcan las empresas privadas.
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