"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 29 de agosto de 2015

Entrevista a Ana Belén Montes desde su celda en una prisión de EEUU



Por Conte Nieves.*

En la coyuntura del establecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos de Norteamérica, me doy la licencia de no perder ese histórico evento para imaginariamente darle la oportunidad a Ana Belén Montes de expresar sus pensamientos y sentimientos. Es imposible que en su condición de aislamiento pueda ser entrevistada e incluso quizás ni sepa todo lo que está ocurriendo entre ambos países, cuando ella luchó porque este momento llegara.

Veamos los resultados de la entrevista.

CN: ¿Qué piensa del establecimiento de las relaciones diplomáticas el 20 de julio de 2015, entre Cuba y los Estados Unidos de Norteamérica?
 
 ABM: En mi alegato expliqué que estaba en contra de la política de mi gobierno contra la Isla y ello me impulsó a solidarizarme con el pueblo cubano. Era un sueño casi imposible en lograr un cambio en la política de Estados Unidos de Norteamérica con Cuba y ahora se llega a alcanzar. Son los complejos entramados de la política internacional. La política del gobierno norteamericano cambiará con Cuba y eso es lo que quería. Pero, deseo más. Quiero que se cambie no solo con la Isla, sino con el resto del mundo. Es una utopía que algún dia también se alcanzará. Me siento contenta que esto haya ocurrido.

CN: Eres conocedora de las formas de comportarse los gobiernos norteamericanos. ¿Qué piensas de sus intenciones con Cuba?

ABM: El pensamiento de los políticos norteamericanos es pragmático y quieren lograr cambiarle el carácter  a la Revolución Cubana a largo plazo. Hay hipocresía y cinismo, pero están corriendo el riesgo que todo esto se le torne en un boomerang, porque el silencio sobre Cuba se acabará y los ciudadanos norteamericanos que acudan a la Isla verán la generosidad de los cubanos y vivenciarán personalmente lo que allí ocurre. La política de los medios de comunicación distorsionadores y silenciadores del tema Cuba, quedará en cierto sentido atrás. No será absolutamente.

Hay otro riesgo y es el del impacto de la presencia norteamericana en la Isla. Les digo a los cubanos algo que siempre he pensado y dicho a aquellos con los que compartí mi solidaridad con Cuba. A mí lo que me importa es que la Revolución Cubana exista. Las cuestiones internas de los cubanos es asunto de los cubanos. Incluso no me importa quien esté en el futuro; no es cuestión de nombres. Lo necesario es que haya Revolución Cubana siempre, a partir de la capacidad que se tenga para resolver los problemas. Tienen que cuidar la Revolución. Yo traté de hacerlo.

CN: La solidaridad con Cuba te llevó a estar en prisión con condiciones de aislamiento. ¿Estás arrepentida de lo realizado?

ABM: Si me arrepiento me niego a mí misma y me sentiría insatisfecha. No está en el marco de mi lógica. Siempre supe las consecuencias posibles de lo que hacía. Era un riesgo que tenía que correr. El estar recluida en prisión es algo que he ido aprendiendo gradualmente a soportar, pero en mi fuero interno estoy tranquila. Hice lo que tenía que hacer. ¿Arrepentimiento? En estos años nunca me he arrepentido.

CN: ¿Dónde queda tu vida personal?

ABM: No tengo hijos ni esposo. Creo que ese fue el precio que a partir de un momento me di cuenta que tenía que asumir. Me interesó tener un compañero y formar una familia; pero no fue posible porque en la marcha todo se tornó complejo. Mi refugio personal es saber que hice algo útil y que no solo defendí a Cuba; también defendía al pueblo norteamericano. Hoy me concentro en resistir ante los intentos de quebrar mi voluntad.

CN: ¿Qué mensaje envías al pueblo cubano y al norteamericano?

ABM: Antes quiero decirte que estoy totalmente aislada. Vivo en condiciones de extrema presión psicológica. Me tienen, salvando la distancia, como si fuera una monja en un convento de clausura. No tengo el más mínimo contacto con el mundo, salvo el que idealmente me imagino. Resistiré hasta el final aunque sea difícil.

A los cubanos, reiterarle que no dejen perder el sueño de la utopía revolucionaria que convirtieron la realidad. Que se cuiden del gobierno norteamericano y sepan leer donde están las buenas y las malas intenciones. No todo es malo. No todo es bueno. Seguir venciendo y resistiendo con sabiduría e inteligencia. Esa ha sido la carta de triunfo.

A los norteamericanos, que aprendan a conocer y entender al pueblo cubano. Creo que en la medida que el proceso de entendimiento entre los dos países avance, aquí se comenzarán a ver distinta a la Isla, a su pueblo y a sus líderes. La sociedad norteamericana tiene que empujar para que en el tiempo el pensamiento de los políticos norteamericanos cambie y el Congreso tenga otra composición que favorezca el contacto sincero con los países. Tiene que pasar tiempo.

Nos despedimos de Ana Belén Montes llenos de satisfacción y admiración por su persona. No la vimos quebrada por sus condiciones de vida. Hay una mujer esbelta y bella, con una extraordinaria entereza. Quedamos en tratar de intercambiar a futuro sobre otros temas.

Para el gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, Ana Belén Montes está condenada al ostracismo y estaría en el más absoluto silencio. No se dieron cuenta que “fuerzas superiores” y no exactamente extraterrenales o esotéricas, sino solidarias, asumirían su voz para no dejarla abandonada. De tal forma que su pensamiento se está conociendo desde su celda utilizándonos como “médium” para ello. Ana nunca más estará callada. Siempre alguien en algún lugar del mundo tomará sus ideas para divulgarlas.

Es por eso que, previo acuerdo con la entrevistada y agradecido por su gentileza de ella, ponemos a disposición del lector la primera parte de esta segunda entrevista.

CN: ¿Qué piensas de esta posibilidad de dar a conocer tus ideas y pensamientos al mundo, cuando te quieren silenciar?

ABM: Lo primero es que sepan las personas que existo. Estoy aquí y no en silencio. Es una oportunidad formidable para alguien como yo que está totalmente aislada.

Lo segundo, silenciarme no será posible. Mi acto de compromiso con la Isla es un hecho imposible desconocer. La idea de entrevistarme y de hacer que mi voz se mantenga viva es una muestra de solidaridad que agradezco, ya que es importante se conozca el porqué de mi admiración por Cuba.

CN: ¿Cómo te encuentras física y psicológicamente?

ABM: Trato de mantenerme en forma física. Siempre tuve el hábito de acudir a hacer ejercicios; en este sentido cuidaba mucho de mi dieta diariamente. En eso era obsesiva. Ahora, en otras condiciones me mantengo haciendo los ejercicios. De la dieta no voy a hablar, porque en una prisión no hay mucho que escoger, que no sea lo que te dan. Como mujer acostumbraba a preocuparme por mi presencia. No se puede perder el sentido de resultar atractiva, es un don que la naturaleza nos ha permitido ejercer y nunca quise desaprovecharlo.

Psicológicamente el internamiento tiene un impacto. Lo más importante es el no poder comunicarme con ninguna persona. Es por eso que tengo mis largos monólogos. Tengo a mi favor, aunque no es lo mismo, que estoy acostumbrada a vivir sola. Y hay algo interesante. En la sociedad norteamericana uno está rodeado de gente, pero en ocasiones está muy solo. Por momentos a lo largo de la vida tuve esa vivencia. La sociedad norteamericana está llena de matices y uno de ellos puede ser la soledad “acompañada” que en ocasiones se percibe. Estoy convencida que el gobierno norteamericano quiere embotarme sensorialmente: que deje de escuchar, de sentir, de hablar, de oler, de ver y pensar. No lo van a lograr. Como todo ser humano a lo largo de mi vida he tenido mis momentos de desajustes, pero tengo la inteligencia suficiente para llamarme a capítulo y asumir el autocontrol de mis acciones. Es un reto subsistir. Otros lo han logrado. Yo también lo lograré.

Antes de ser detenida, seguí la situación de los cubanos en la Florida en septiembre de 1998 (se refiere a los cubanos que formaron parte de la llamada red “Avispa”). A ellos también quisieron quebrantarlos y se portaron con firmeza. A mí me toca hacer lo mismo.

CN: ¿Qué puedes decirnos de tus carceleros?

ABM: Hay poco contacto. Unos saben porque estoy aquí, a otros probablemente no les interesa y hacen su trabajo. Este es un lugar donde una mirada de un tipo u otra, una breve frase, determinado gesto, tienen para uno un significado que denote apoyo o rechazo y hay de todo un poco.

CN: Nos interesa retomar el tema de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

ABM: En la entrevista anterior definí la política de Estados Unidos hacia la Isla, de hipócrita y cínica. Así la veo y así la percibe el politólogo Daniel Estulin. Hay una diferencia entre el sentido que otras personas y yo adjudicamos a las relaciones entre ambos países y el que algunos políticos del gobierno y el Congreso le dan, empezando por el presidente. De ahí que, parafraseando a Julius Fucick en su “Reportaje al pie de la horca”, les diga: “Cubanos, los he amado, estad alertas”.

Para mí es importante que la Isla esté alerta y muy atenta al desarrollo de los acontecimientos.

Muchos norteamericanos acudirán en “buena onda”, al decir de los mexicanos; otros pueden que, inducidos por la manipulación gubernamental, traten de hacer daño.

Ustedes han demostrado inteligencia, valentía y fortaleza a lo largo de décadas. Sé que no les faltara en esta oportunidad. Estados Unidos abre los brazos para abrazar a la Isla y, conociendo el pensamiento político norteamericano, este es “el abrazo de la muerte”. Ahora lo importante es que ustedes no se dejen envolver por el “cisne negro” que es el gobierno de Estados Unidos y hagan lo que han venido haciendo siempre ante las acciones del gobierno norteamericano: revertir el sentido de lo que este quiere. Así siempre le han ganado. Es increíble que dos países pequeños como la Isla y Viet Nam hayan vencido a Estados Unidos.

Es importante que en la Isla sepan que hay muchos norteamericanos honestos, aunque el sistema crea una forma de pensar que nos hace creer superiores, dueños del mundo. Por eso para que las cosas cambien realmente, tiene que venir un cataclismo político en la vida norteamericana que haga evolucionar el pensamiento, la psicología y la cultura del país, preservando lo mejor que tengamos y modificando lo perjudicial.

No está a la vista ese cambio. Pero llegará. Me siento una contribuyente a ese cambio. Hay otras personas que también lo han hecho. No pretendo darme exclusividad.

Continuará…

*Colaborador de La Mala Palabra.

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