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Durante años, y sin entender sus razones, Cuba fue criticada por la existencia de la llamada “tarjeta blanca” para salir al extranjero; luego de implementar una actualización migratoria que facilita a sus ciudadanos viajar al exterior, siguen criticándola.
Los cubanos pueden viajar a cualquier parte del mundo siempre y cuando dispongan de autorización por parte del país que recibe. Hay varios países que según acuerdos vigentes con Cuba no exigen visas a los cubanos para darles entradas, como es el caso de Ecuador. País que después de un tiempo de libre entrada ha tenido que implementar una cuidadosa revisión de requisitos y razones de los viajes, porque algunas personas inescrupulosas han aprovechado el estímulo que crea la Ley de Ajuste Cubano para montar un negocio de tráfico humano que conduce a estos viajeros ilegalmente desde Ecuador, a través de Centroamérica, hacia los Estados Unidos.
Alrededor de esto se creó recientemente una situación difícil en la frontera entre Costa Rica y Nicaragua, donde un grupo de cubanos pasó ilegalmente la línea entre los dos países, y luego de llegar a Peñas Blancas fueron regresados a Costa Rica por autoridades nicaragüenses. Más adelante daré detalles sobre esto.
No quiero hablar de cifras. Unos hablaron de miles, otros de centenares o de decenas. Un hecho que llama la atención, y es algo que la prensa del sur de la Florida no ha hecho esfuerzo por aclarar, es por qué se produjo esta vez tal embotellamiento de cubanos en el paso de Costa Rica hacia Nicaragua, si como se ha denunciado desde hace tiempo el contrabando humano a través de Centroamérica se ha convertido en una actividad regular. Como declaró el canciller de Costa Rica Manuel González a medios de prensa de su país, esta infracción es algo que se ha venido consintiendo por varios gobiernos centroamericanos que “miraban hacia otro lado”; sin excluir por supuesto al propio gobierno costarricense.
Sobre lo que sucedió en esta ocasión provocando la aglomeración de emigrantes ilegales en la citada frontera, ofrece luz un editorial del periódico La Nación de Costa Rica, publicado este martes 17 de noviembre. El medio destaca en primer lugar que el tráfico humano a través del país ha alcanzado proporciones anteriormente desconocidas. Dice La Nación que “Hasta hace pocos días, el negocio se mantenía activo y nadie parecía percatarse, o prefería no hacerlo, de su enorme crecimiento”. Entre las causas de ese auge puede señalarse la ambición de los inescrupulosos traficantes, conocidos como coyotes; y la también creciente propaganda, hecha principalmente por la prensa de Miami, encaminada a atemorizar a los cubanos con que la Ley de Ajuste Cubano está a punto de ser abolida, por lo que deben apurarse quienes deseen emigrar al “paraíso terrenal” de los Estados Unidos.
Pero el editorial del periódico La Nación revela un dato fundamental, desatendido por los medios, que esclarece bastante la situación creada: “Bastó con que una de las más poderosas y eficientes bandas de coyotes fuera desarticulada en nuestro país (Costa Rica) para que el drama saliera a la superficie e hiciera crisis.” Lo que puede concluirse de esta información es que al ser detenidos los traficantes, las operaciones ilegales abortaron temporalmente y los emigrantes cubanos quedaron a su suerte, varados y desorientados, en la parada costarricense de su ruta ilegal hacia los Estados Unidos. De otro modo podía estacionarse un grupo, dos, tres…; pero no “cientos” o “miles” de personas.
¿Qué hizo Costa Rica cuando esta papa caliente le cayó entre las manos? Pues que el viernes 13 le otorgó visas temporales por 7 días a una parte de esos cubanos, facilitándoles la entrada a Nicaragua, donde les fue cerrado el paso el domingo 15. ¿Avisó el gobierno de Costa Rica a las autoridades de Nicaragua que había decidido apoyar el paso de los emigrantes a través de su territorio? No lo hizo. Como, por cierto, tampoco hizo Panamá con las autoridades costarricenses; de lo que estas ahora también se quejan demostrando lo relativo del “humanismo” que dicen profesar.
Así que Nicaragua lo tomó como una violación de su territorio nacional y empezó a regresar a los recién llegados; una porción de los cuales se resistió, provocándose el cierre temporal (ya restablecido) del tráfico vehicular y algunos desórdenes.
Quiero decir que no me gusta nada ver a compatriotas cubanos en escenas donde se usa la fuerza; sobre todo si hay niños y ancianos que a lo mejor fueron puestos en esa situación sin su consentimiento; aunque tampoco me gusta que negociantes y periodistas inescrupulosos les den cuerda para que desafíen las autoridades de otros países.
Si de verdad las autoridades costarricenses fueran tan “humanitarias” como se dice, muy bien podían haberles otorgado una visa de permanencia de mayor duración; o solicitar al gobierno de los Estados Unidos, a donde quieren llegar, que les dé el visado directamente.
Pero digo más. Si Costa Rica, los legisladores cubanoamericanos y otras personas que han estado clamando “justicia” por estas personas quieren que esta situación de ahora y otras similares en el futuro se solucionen, deben cesar de promover la emigración ilegal y pedir a Estados Unidos que si de todas formas les va a dar entrada en su territorio, les entregue la visa en La Habana a todos los que la soliciten; o de lo contrario que elimine la Ley de Ajuste Cubano y la condición de “pies secos pies mojados”, y converse seriamente con las autoridades cubanas la forma de establecer una emigración totalmente legal.
Mientras todo esto sucede; y si no se encuentra otra salida, yo me atrevo a darles un consejo a esos compatriotas atrapados entre tantos intereses extraños: regresen a Cuba. Nadie se los impide. Salieron legalmente; no tienen que renovar sus papeles hasta dentro de aproximadamente dos años; no han perdido nada de lo que dejaron atrás. Para más seguridad, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba publicó una declaración que garantiza: “los ciudadanos cubanos que hayan salido legalmente del país y cumplan con la legislación migratoria vigente tienen derecho a retornar a Cuba, sí así lo desean.”
Digo esto porque las cosas se pueden complicar. Alrededor del infortunio de estos cubanos están apareciendo buitres que los pretenden aprovechar. Como dijo el colega Eddie Levy en nuestro programa La Tarde se Mueve del martes, no por gusto los mismos que hace unos días declaraban que deseaban llegar a Estados Unidos para mejorar económicamente, han empezado a decir, quizás aconsejados por algunos abogados y políticos oportunistas, que están huyendo del comunismo, de la represión, de la falta de democracia, etc. Incluso se pudo ver en televisión a un inescrupuloso periodista de Miami que les pedía que corearan “Libertad, libertad”; lo que además de ser humanamente miserable es muy poco profesional.
Este martes en Miami un grupo de personas entre las que se encontraba Ramón Saúl Sánchez, un violento personaje que se les da ahora de luchador pacífico, se presentó ante el Consulado de Nicaragua para entregar una queja. Las autoridades consulares no lo recibieron por precaución; pues estimaron que este asunto ya venía enfocándose con manifiesta violencia.
La mayoría de las pancartas que portaban estos manifestantes no tenían que ver con reclamos “humanitarios”. Tomaban claro partido en el diferendo bilateral al proclamar por un lado “Gracias Costa Rica por respetar los derechos humanos”; mientras que en otros cartones habían escrito: “Nicaragua, paren el abuso”. Había también señas de una utilización partidista del incidente; en defensa de la oposición y una crítica al actual gobierno de Nicaragua que nada tiene que ver con el problema migratorio. Unos carteles decían: “No a Daniel”, “No al canal”, “No al fraude”, “No a los crímenes”.
Los medios de Miami se han empeñado en presentar esto como una “crisis humanitaria”; cuando en verdad es una cuestión de soberanía territorial de cada país por donde se trate de cruzar ilegalmente. Por otra parte se quiere convertir en un problema internacional que perjudique las relaciones entre Cuba y Estados Unidos; el proceso hacia la normalización que la extrema derecha miamense no acaba de entender, ni de aceptar. Todos esos senadores y congresistas que quieren construir un muro infranqueable en la frontera para que no entre ni un emigrante más a los Estados Unidos, cambian de criterio si se trata de cubanos porque eso les permite difamar a la Revolución.
La verdad que no tienen remedio. En lugar de improvisar políticas y manipular la información, deberían defender principios acorde con la realidad. Cuba tiene su política definida; es la misma de siempre y la ratifica ahora, una vez más, la declaración de la cancillería cuando dice: “El Ministerio de Relaciones Exteriores reafirma el compromiso del gobierno de Cuba con una emigración legal, segura y ordenada.”
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