Enrique Cirules es una figura conocida y admirada del paisaje intelectual cubano. Este prestigioso escritor y ensayista, miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es el autor de numerosos libros que tuvieron un gran éxito. Algunos títulos, como Conversación con el último norteamericano o El imperio de La Habana, tuvieron un merecido eco internacional y fueron traducidos a varios idiomas.
Este especialista de la cultura cubana tiene varios temas de predilección: el mar, la guerra y el amor. Primero el mar: en efecto, nada más natural para un insular que la fascinación por esta inmensidad azul, a la vez fuente de esperanzas y de angustias. Luego la guerra: Cuba, patria de José Martí y tierra de espíritus libres, estuvo marcada por la más larga y sangrienta guerra de independencia de la historia de América Latina y sufre un estado de sitio implacable impuesto por Estados Unidos desde 1959 por proclamar con fuerza su deseo de emancipación. Por fin el amor: Cirules recuerda sin duda que la Revolución Cubana es primero y ante todo una declaración de amor a los oprimidos, a los humillados y a los aplastados de este mundo, un grito de esperanza y de rebeldía a favor de la “cariátide” –para retomar el término que usaba Victor Hugo para designar a la plebe– el símbolo de la insumisión y de la irreverencia de los pordioseros, de los reprobados y de los desgraciados, decididos a tomar las riendas de su propio destino.
Pero Enrique Cirules es un apasionado de la figura de Ernest Hemingway (1899-1961), como lo ilustra esta obra cautivadora titulada Hemingway, ese desconocido. Este libro constituye una empresa de rescate del autor de El viejo y el mar y nos revela varias facetas poco conocidas del más universal de los escritores estadounidenses, particularmente su relación con Cuba. Este ensayo obtuvo una mención más que merecida en el Concurso 2013 del prestigioso Premio Literario Casa de las Américas, en el cual tuve el honor de participar como miembro del jurado.
Ernest Hemingway ocupa un lugar aparte entre los escritores del siglo XX y varias de sus obras se han convertido en clásicos de la literatura universal. Durante su vida publicó siete novelas, seis recopilaciones de cuentos y dos ensayos. Varios escritos más se publicarían a título póstumo.
Pero además de ser un hombre de ideas Hemingway fue sobre todo un hombre de acción. Procedente de una familia acomodada de Oak Park, cerca de Chicago, el joven Ernest, a pesar de sus innegables disposiciones intelectuales, renunció a una carrera universitaria para elegir la profesión de periodista en el Kansas City Star. En 1918, en plena Primera Guerra Mundial, trabajó en la Cruz Roja italiana como conductor de ambulancia y viajó para el frente. Resultó gravemente herido por un disparo de mortero. A pesar de sus heridas en las piernas, Hemingway no vaciló en auxiliar a un soldado italiano. Recibió la Medalla Italiana al Valor por este acto de valentía. Esta experiencia inspiraría su novela Adiós a las armas.
Hemingway siempre sintió una aversión profunda a todas las injusticias, sobre todo las que golpeaban despiadadamente a los más vulnerables. Antifascista convencido, corresponsal de guerra durante la el conflicto fratricida español entre 1936 y 1939, se dedicó en cuerpo y alma en el combate a favor de la República, asediada por las hordas franquistas y sus partidarios, a saber “la gente de bien” y la Iglesia Católica, quienes rechazaban visceralmente la abolición de los privilegios, la repartición de las riquezas y la justicia social. En 1938 estuvo hasta el final en la Batalla del Ebro, último bastión republicano. Su obra maestra Por quién doblan las campanas reconstruye la tragedia del pueblo español, abandonado a su suerte por una Europa temerosa de un conflicto mundial y unas elites espantadas por la idea de ver “el yugo de la disparidad de las fortunas” –para citar al inolvidable Henri Guillemin– finalmente sacudido y de asistir a la emergencia de una verdadera democracia popular y participativa. Para ellas el fascismo era un mal menor ya que permanecían intactas las estructuras sociales.
Frente a la barbarie nazi, Hemingway se involucró otra vez en la lucha contra el totalitarismo y fundó una agencia antifascista en Cuba, entonces dominada por Fulgencio Batista, fiel aliado de Washington, quien traicionó la Revolución de 1933. Hemingway incluso participó en la caza de los submarinos alemanes en alta mar, cerca de las costas cubanas con su yate Pilar. En 1947 recibiría la Medalla de Bronce al Valor por su compromiso contra el fascismo.
Una profunda historia de amor une a Hemingway a Cuba y Enrique Cirules se consagra con brío a recordar esos lazos inquebrantables. No es por casualidad que la historia de El Viejo y el mar, su obra más famosa que le valdría el Premio Pulitzer en 1953, se desarrolle en la isla del Caribe, donde el escritor estadounidense vivió muchos años entre el Hotel Ambos Mundos y su propiedad Finca Vigía. Una anécdota basta para ilustrar su apego al pueblo cubano. Tras su consagración literaria en 1954, año cuando recibió el Premio Nobel, Hemingway eligió a un periodista cubano para conceder su primera entrevista sobre el tema. Él, americano, declararía con mucho afecto: “Soy el primer cubano que consigue un Premio Nobel”. Hemingway, quien vio con preocupación el auge del fascismo en Cuba con el golpe de Estado de Fulgencio Batista en 1952 y el establecimiento de un Estado mafioso, acogió con entusiasmo el triunfo de la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro, con el cual mantendría relaciones cordiales hasta su salida definitiva de Cuba en 1960.
Enrique Cirules, mediante su biografía apasionada y comprometida, nos recuerda sin duda la cosa más importante a propósito de Ernest Hemingway más allá de su extraordinario talento literario: supo cumplir su primer deber de ciudadano libre siendo un eterno indignado.
Enrique Cirules, Hemingway, ese desconocido, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 2015.
Este ensayo tuvo una “mención honorífica” del Premio Casa de las Américas 2013
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