“[En torno a la cuestión del griego y el latín] se concretan dos épocas, - la que muere y la que alborea. La educación ornamental y florida que bastaba en los siglos de definidas aristocracias a hombres cuya existencia proveía la organización injusta e imperfecta de las naciones; la educación literaria y metafísica, último mampuesto de los que creen en la necesidad de levantar, con una clase impenetrable y ultrailustrada, una valla a las nuevas corrientes impetuosas de la humanidad, que por todas partes acometen y triunfan; la educación antigua, de poemas griegos y libros latinos, e historias de Livio y Suetonio, - libra ahora sus últimos combates contra la educación que asoma y se impone, hija legítima de la impaciencia de los hombres, libres ya para aprender y obrar, que necesitan saber cómo está hecha, y se mueve y transforma, la tierra que han de mejorar y de la que han de extraer con sus propias manos los medios del bien universal y del mantenimiento propio.”
Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975: VIII, 429: “Reforma esencial en el programa de las universidades americanas”. La América,Nueva York, enero de 1884.
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