“¡Tan enamorados que andamos de pueblos que tienen poca liga y ningún parentesco con los nuestros, y tan desatendidos que dejamos otros países que viven de nuestra misma alma, y no serán jamás – aunque acá o allá asome un Judas la cabeza – más que una gran nación espiritual! Como niñas en estación de amor echan los ojos ansiosos por el aire azul en busca de gallardo novio, así vivimos suspensos de toda idea y grandeza ajena, que trae cuño de Francia o Norteamérica; y en plantar bellacamente en suelo de cierto Estado y de cierta historia, ideas nacidas de otro Estado y de otra historia, perdemos las fuerzas que nos hacen falta para presentarnos al mundo – que nos ve desamorados y como entre nubes – compactos de visión y unos en la marcha, ofreciendo a la tierra el espectáculo ni visto de una familia de pueblos que adelanta a iguales pasos en un continente libre. A Homero leemos: pues, ¿fue más pintoresca, más ingenua, más heroica la formación de los pueblos griegos que la de nuestros pueblos americanos?”
Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VII, 324 - 325: “Agrupamiento de pueblos”. La América, Nueva York, junio de 1883.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar