¿Por qué es incompatible trabajar en un medio cubano y colaborar con uno extranjero? ¿Significa esto dejar de ser revolucionarios?
Estas preguntas rondaban mi cabeza cuando supe de la carta escrita por algunos periodistas del Periódico Vanguardia y dirigida a la Unión de Periodistas de Cuba. Este no es un tema nuevo y ojalá pronto sea un tema viejo.
Mis preguntas, que también pueden ser las de muchos, probablemente tengan miles de respuestas diferentes, dependiendo de quiénes seamos, de nuestros objetivos, profesionales, personales… dependiendo también de cómo entendamos la realidad que hoy nos circunda, de cómo estemos implicados con esta.
“Como periodistas elegimos el derecho a publicar en medios digitales o impresos que no representan ofensas a la dignidad plena del hombre y la mujer, ni significan una amenaza a la soberanía de nuestro país”.
Así comienza la carta, pero me quedo con la última frase, que no representen “una amenaza a la soberanía de nuestro país”. Que los periodistas cubanos escriban en sitios donde no se hace crítica sino se desacredita esta sociedad, que es la suya también, ¿cuenta cómo amenaza a la soberanía cubana?
Se habla de que el hecho de cuestionarnos lo anterior ya es incongruente, entonces ¿es supuesto desconocimiento, justificación, o falta de compromiso?
Se trata de un problema ético, que apela estrictamente a la consecuencia de nuestros actos y principios, y también es una cuestión práctica, de sentido común, no queramos parecer ingenuos.
¿En qué lugar del mundo el medio que contrata a un periodista permite que este venda o regale, como se prefiera entender, su talento, su conocimiento, su habilidad, su tiempo a otro medio? Repito, no seamos ingenuos, la decisión de permanecer en uno u otro lugar es individual, pero la de prohibir esa ambivalencia, la de no aceptar el juego a dos bandos, es indiscutiblemente de cada uno de los medios.
De esta manera funciona en todos los grandes consorcios de la información y la comunicación a nivel mundial y también en los medios pequeños, los alternativos, incluso en las redes sociales. Los empleadores regulan los deberes y derechos de los periodistas y estos quedan plasmados en el contrato laboral.
La editora del diario español de El País, aseguraba en entrevista para la televisión española, que en su medio “no hay una directriz de grupo” de prohibir la participación de sus periodistas en otros espacios, pero que el director de cada medio "tiene autonomía" para tomar las decisiones que estime convenientes con respecto a la participación de sus empleados en otros periódicos o canales de televisión.
La BBC, por otra parte, confirmó también lo que ya había adelantado hace algún tiempo; los periodistas que tengan un puesto oficial en la casa e incluso los colaboradores cuyos ingresos procedan mayoritariamente de la BBC no podrán colaborar con otros medios. La medida va dirigida básicamente a los artículos con contenido político y excluye sólo a aquellas publicaciones relacionadas con temas como cocina o bricolaje.
Televisión Española, también anunciaba nuevas normas para sus periodistas en la red social Twitter. Bajo el sello de RTVE, no se podrán compartir noticias que no sean extraídas de la web de la televisora, en ningún formato: ni textos, ni fotos, ni audio, ni vídeo. Aunque sea informativamente relevante.
Así sucede en el mundo, los nuevos medios, o los tradicionales, las redes, a las que acceder bajo el nombre de una entidad mediática puede suponer un reto a la hora de definir su presencia, su postura y su reputación. Y ello implica a todos sus empleados. Ya es hora de que los medios de prensa cubanos, se protejan realmente en este sentido, pues es además una forma de proteger y respetar a sus audiencias.
Es cierto que en Cuba hace falta cada vez más un marco legal que regule la actividad de la prensa y de los periodistas cubanos, para que no queden tanto obligaciones como oportunidades solo en palabras, para que no haya lugar a dudas o verdades a medias. Pero no nos escondamos detrás de esto porque se trata de ser éticos y consecuentes, no de leyes y papeles.
Ser periodista, no importa si joven o no tan joven, es ser irreverente, innovador, ambicioso, pero es también ser consecuente, comprometido, sincero, ético, un periodista sin principios queda totalmente desnudo.
La ética es un requisito transversal, permanente y universal desde cualquier soporte de prensa. En periodismo la deontología profesional es la única garantía para la credibilidad de los periodistas ante los ciudadanos.
No se puede dar la espalda a lo que ocurre a nuestro alrededor, aunque no nos guste, hay que sentar las pautas tal vez, sin hacer juicios ni buscar culpables y guiados solo por la premisa de que no se puede exigir fidelidad a quien no siente compromiso; con el hecho de saber nuestros, solo a los fieles y comprometidos ya habremos ganado.
Es que son "medios extranjeros" pero solo hablan de Cuba o tienen secciones específicas para Cuba. ¿No es raro que con tantos problemas en países de nuestro entorno, donde se puede incluso morir por por hacer periodismo, emisoras públicas de países poderosos solo abran este tipo de proyectos para Cuba? ¿Se es más libre escribiendo en esos medios? ¿Se puede en ellos criticar las monarquías constitucionales que los sustentan, las dependencias coloniales que poseen en el Caribe y su participación como parte de la OTAN en guerras como las de Afganistán? ¿En otro que no es propiedad de poderosos gobiernos sino de un dueño que declaró "contraproducente" pedir la libertad de Los Cinco en un medio de comunicación de Miami, se puede hacer un reportaje de investigación sobre los graves probemas financieros que la agencia Reuters le sacó a la luz el pasado año? ¿O la única libertad posible allí es para denostar a esta Isla?
Como ha dicho la directora del diario mexicano La Jornada, para muchos el mejor periódico de América Latina, al explicar su postura hacia Cuba: "Otra cosa es la crítica, pero la independiente, no la que dicta el poder ya sea desde Washington, Miami o Madrid" y es esa esa la que necesitamos y en la que creo.
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