“Da miedo ver cómo crece esta alma interesada, odiadora y dura. ¿Que se derriben templos? Aquellos donde se predique el odio, o la intolerancia, vénganse abajo en buena hora; pero ¿templos? Ahora se necesitan más que nunca templos de amor y humanidad que desaten todo lo que hay en el hombre de generoso y sujeten todo lo que hay en él, de crudo y vil. Se está en peligro de una revuelta enorme. Y en estas ciudades grandes, hechas de residuos de pueblos enconados y coléricos, donde el dolor, cuando no se exhala en grito de venganza se petrifica en egoísmo; en estas ciudades populosas, hechas de retazos ardientes, los templos han de erigirse a toda prisa.”
1975, X, 80: “Cartas de Martí”. La Nación, Buenos Aires, 26 de octubre de 1884.
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