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Ronald Suárez Rivas - Granma.- Tras una larga pausa de más de dos décadas, la derivadora Guamá, un proyecto iniciado a finales de los años ochenta y detenido con el periodo especial, vuelve a ser una obra en construcción.
El propósito sigue siendo aprovechar el agua del río del mismo nombre, para apoyar el riego del macizo arrocero de Vueltabajo, mediante el desvío de una buena parte del líquido que hasta ahora ha estado desembocando en el mar.
David Zubizarreta, contratista de la derivadora, asegura que los trabajos fueron reanudados en el mes de marzo y deberán concluir en el segundo semestre del 2014.
Para ese momento, en un punto cercano al barrio Taironas, en el municipio de Pinar del Río, buena parte del caudal del Guamá podrá ser reorientado hacia la zona de Alonso de Rojas (municipio de Consolación del Sur), donde se estima que beneficiará unas 2 100 hectáreas de arroz.
"En total, la obra deberá regular anualmente 44 millones de metros cúbicos (m³) de agua", explica el especialista.
"De ellos, 31 millones serán enviados a la presa El Punto —un embalse que no posee ningún afluente que le tribute directamente— a cinco km de la derivadora, y desde allí, a través de un sistema de canales de más de 20 km, continuarán rumbo a las zonas de cultivo".
En tanto, los 13 millones restantes atravesarán la cortina de la represa, mediante una obra de toma, y seguirán el cauce normal del río, a fin de no dañar la biodiversidad de esta porción del Sur pinareño, ni perjudicar a los campesinos que se sirven del Guamá para regar sus sembrados, aguas abajo.
Déjala correr... adonde hace falta
Llevada a cabo por fuerzas de la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura e Ingeniería (COAI #1) de esta provincia, la inversión ha reactivado los tres frentes comprendidos en el proyecto inicial, y abandonados sin terminar a principios de la década del noventa, por razones económicas.
"En la cortina de la represa, por ejemplo, solo se había tirado el 5 % del volumen de tierra demandado; el aliviadero se encontraba a un 50 % de su construcción, y de las cinco etapas previstas para ejecutar la obra de toma, faltaban dos", explica Zubizarreta.
Ello significa que para concluir la derivadora, entre otras acciones, habrá que transportar 102 000 m³ de tierra, 7 200 m³ de diferentes tipos de áridos, colocar 2 300 m³ de hormigón, y revestir con asfalto una superficie de 4 450 m ².
Además, se deberán desbrozar con buldócer las 112 hectáreas que conformarán el espejo de agua (o vaso) de la represa, buena parte de las cuales estaban cubiertas de monte.
Unido a ello, será preciso llevar a cabo un mantenimiento y la colocación de las compuertas en el canal encargado del trasvase del agua hacia la presa El Punto, el único objeto de obra que se logró concluir hace dos décadas.
Con premura, pero con calidad
Según los especialistas, desde la construcción de la hidrorreguladora de San Juan y Martínez, inaugurada en el año 2001, no se acometía una obra de esta envergadura en Pinar del Río.
"Hace más de una década que no enfrentábamos una tarea como esta", confirma el Máster en Ciencias Novel Hernández, quien se desempeña al frente de la Unidad de Gestión y Dirección de la Construcción (UGDC) en la Empresa de Servicios de Ingeniería y Diseño (ESID).
"Por tanto, desde el primer momento, nos dimos a la tarea de conformar un equipo con experiencia en la construcción de presas, tanto en la etapa de proyectos, como en la de ejecución".
En tal sentido, explica que se han incorporado hombres que ya estaban jubilados, como Arturo Placeres, un ingeniero de 74 años, con una extensa hoja de servicios, que incluye el haber sido jefe técnico de la hidrorreguladora de San Juan y Martínez.
"Esta es la actividad que más me gusta dentro de mi profesión, de modo que me alegra mucho poder participar una vez más en una inversión de este tipo", afirma Arturo.
Como él, la mayoría de los choferes y operadores que hoy intervienen en la derivadora, también laboraron en San Juan, o en otras similares, señala Zubizarreta, y advierte que ello ha constituido una garantía en cada uno de los frentes de trabajo. "Gracias a esto, se está haciendo todo como debe ser, con premura, pero con calidad", dice.
Sin duda un buen augurio para una obra que, más allá de las precisiones técnicas, deberá traducirse en un aumento de la producción en el macizo arrocero de Vueltabajo —el tercero más grande del país— a partir del aprovechamiento del agua de un río que hasta ahora ha estado corriendo impasible rumbo al mar.
Ronald Suárez Rivas - Granma.- Tras una larga pausa de más de dos décadas, la derivadora Guamá, un proyecto iniciado a finales de los años ochenta y detenido con el periodo especial, vuelve a ser una obra en construcción.
El propósito sigue siendo aprovechar el agua del río del mismo nombre, para apoyar el riego del macizo arrocero de Vueltabajo, mediante el desvío de una buena parte del líquido que hasta ahora ha estado desembocando en el mar.
David Zubizarreta, contratista de la derivadora, asegura que los trabajos fueron reanudados en el mes de marzo y deberán concluir en el segundo semestre del 2014.
Para ese momento, en un punto cercano al barrio Taironas, en el municipio de Pinar del Río, buena parte del caudal del Guamá podrá ser reorientado hacia la zona de Alonso de Rojas (municipio de Consolación del Sur), donde se estima que beneficiará unas 2 100 hectáreas de arroz.
"En total, la obra deberá regular anualmente 44 millones de metros cúbicos (m³) de agua", explica el especialista.
"De ellos, 31 millones serán enviados a la presa El Punto —un embalse que no posee ningún afluente que le tribute directamente— a cinco km de la derivadora, y desde allí, a través de un sistema de canales de más de 20 km, continuarán rumbo a las zonas de cultivo".
En tanto, los 13 millones restantes atravesarán la cortina de la represa, mediante una obra de toma, y seguirán el cauce normal del río, a fin de no dañar la biodiversidad de esta porción del Sur pinareño, ni perjudicar a los campesinos que se sirven del Guamá para regar sus sembrados, aguas abajo.
Déjala correr... adonde hace falta
Llevada a cabo por fuerzas de la Empresa Constructora de Obras de Arquitectura e Ingeniería (COAI #1) de esta provincia, la inversión ha reactivado los tres frentes comprendidos en el proyecto inicial, y abandonados sin terminar a principios de la década del noventa, por razones económicas.
"En la cortina de la represa, por ejemplo, solo se había tirado el 5 % del volumen de tierra demandado; el aliviadero se encontraba a un 50 % de su construcción, y de las cinco etapas previstas para ejecutar la obra de toma, faltaban dos", explica Zubizarreta.
Ello significa que para concluir la derivadora, entre otras acciones, habrá que transportar 102 000 m³ de tierra, 7 200 m³ de diferentes tipos de áridos, colocar 2 300 m³ de hormigón, y revestir con asfalto una superficie de 4 450 m ².
Además, se deberán desbrozar con buldócer las 112 hectáreas que conformarán el espejo de agua (o vaso) de la represa, buena parte de las cuales estaban cubiertas de monte.
Unido a ello, será preciso llevar a cabo un mantenimiento y la colocación de las compuertas en el canal encargado del trasvase del agua hacia la presa El Punto, el único objeto de obra que se logró concluir hace dos décadas.
Con premura, pero con calidad
Según los especialistas, desde la construcción de la hidrorreguladora de San Juan y Martínez, inaugurada en el año 2001, no se acometía una obra de esta envergadura en Pinar del Río.
"Hace más de una década que no enfrentábamos una tarea como esta", confirma el Máster en Ciencias Novel Hernández, quien se desempeña al frente de la Unidad de Gestión y Dirección de la Construcción (UGDC) en la Empresa de Servicios de Ingeniería y Diseño (ESID).
"Por tanto, desde el primer momento, nos dimos a la tarea de conformar un equipo con experiencia en la construcción de presas, tanto en la etapa de proyectos, como en la de ejecución".
En tal sentido, explica que se han incorporado hombres que ya estaban jubilados, como Arturo Placeres, un ingeniero de 74 años, con una extensa hoja de servicios, que incluye el haber sido jefe técnico de la hidrorreguladora de San Juan y Martínez.
"Esta es la actividad que más me gusta dentro de mi profesión, de modo que me alegra mucho poder participar una vez más en una inversión de este tipo", afirma Arturo.
Como él, la mayoría de los choferes y operadores que hoy intervienen en la derivadora, también laboraron en San Juan, o en otras similares, señala Zubizarreta, y advierte que ello ha constituido una garantía en cada uno de los frentes de trabajo. "Gracias a esto, se está haciendo todo como debe ser, con premura, pero con calidad", dice.
Sin duda un buen augurio para una obra que, más allá de las precisiones técnicas, deberá traducirse en un aumento de la producción en el macizo arrocero de Vueltabajo —el tercero más grande del país— a partir del aprovechamiento del agua de un río que hasta ahora ha estado corriendo impasible rumbo al mar.
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