La Habana, 27 dic (PL) El Ballet Nacional de Cuba (BNC) presentó un programa similar al de su primera función en 1948 para conmemorar 65 años de fundado.Las principales figuras de esta compañía en la actualidad intentaron lucir condiciones en Grand pas de quatre, una obra en la que cuatro bailarinas representan la gloria de las divas del siglo XIX, con sus respectivas particularidades.
Esta es una de las piezas adoradas de los amantes del ballet por la elegancia que supone, el gusto, el estilo romántico y porque en ella se recuerda a cuatro de las más grandes bailarinas de la historia del arte en Cuba: Josefina Méndez, Loipa Araújo, Aurora Bosch y Mirta Plá, a quienes la crítica nombró como joyas.
La escuela cubana de ballet no cuenta en estos momentos con una generación tan sólida y versátil, pero algunos artistas merecen reconocimiento como Viengsay Valdés, la más completa de todas las personalidades, indiscutible reina de la pericia técnica y el teatro.
Valdés suprimió su natural sonrisa para bordar una Madame Taglioni a la medida, precisa de pies, tirante y con ínfulas de superioridad, mientras Yanela Piñera, Grettel Morejón y Amaya Rodríguez armonizaron desde sus personajes, pero con detalles aún por trabajar.
Falta insistir en la delicadeza, la fluidez, las características que convirtieron en individualidades admirables a Cerrito, Grisi, Grahn, quienes junto a Taglioni y Essler, todas distintas, fueron las bailarinas más notables del mundo en el siglo XIX.
El público cubano reafirmó su agrado por El lago de los cisnes, esa pieza célebre del clasicismo, cuyo segundo acto culminó el programa de la primera función del BNC, como mismo cerró la presentación de la víspera en el Teatro Nacional.
Los primeros bailarines Anette Delgado y Dani Hernández demostraron talento y limpieza técnica, frente a un cuerpo de baile homogéneo salvo excepciones como los dos cisnes, que desentonaron por la disparidad entre ellas, porque más que compañeras parecían antagonistas.
Arián Molina, Serafín Castro, Camilo Ramos y José Losada ostentaron la fuerza y virilidad del bailarín cubano en Canto vital, una coreografía del ruso Azari Plisetski que se presta precisamente para resaltar las posibilidades expresivas de la danza masculina.
Con esta gala, el BNC concluyó el ciclo de presentaciones en el año 2013, pero no dejará enfriar el escenario pues el venidero 1ro de enero en el mismo teatro bailará Cascanueces en homenaje al aniversario 55 del Triunfo de la Revolución cubana.
Esta es una de las piezas adoradas de los amantes del ballet por la elegancia que supone, el gusto, el estilo romántico y porque en ella se recuerda a cuatro de las más grandes bailarinas de la historia del arte en Cuba: Josefina Méndez, Loipa Araújo, Aurora Bosch y Mirta Plá, a quienes la crítica nombró como joyas.
La escuela cubana de ballet no cuenta en estos momentos con una generación tan sólida y versátil, pero algunos artistas merecen reconocimiento como Viengsay Valdés, la más completa de todas las personalidades, indiscutible reina de la pericia técnica y el teatro.
Valdés suprimió su natural sonrisa para bordar una Madame Taglioni a la medida, precisa de pies, tirante y con ínfulas de superioridad, mientras Yanela Piñera, Grettel Morejón y Amaya Rodríguez armonizaron desde sus personajes, pero con detalles aún por trabajar.
Falta insistir en la delicadeza, la fluidez, las características que convirtieron en individualidades admirables a Cerrito, Grisi, Grahn, quienes junto a Taglioni y Essler, todas distintas, fueron las bailarinas más notables del mundo en el siglo XIX.
El público cubano reafirmó su agrado por El lago de los cisnes, esa pieza célebre del clasicismo, cuyo segundo acto culminó el programa de la primera función del BNC, como mismo cerró la presentación de la víspera en el Teatro Nacional.
Los primeros bailarines Anette Delgado y Dani Hernández demostraron talento y limpieza técnica, frente a un cuerpo de baile homogéneo salvo excepciones como los dos cisnes, que desentonaron por la disparidad entre ellas, porque más que compañeras parecían antagonistas.
Arián Molina, Serafín Castro, Camilo Ramos y José Losada ostentaron la fuerza y virilidad del bailarín cubano en Canto vital, una coreografía del ruso Azari Plisetski que se presta precisamente para resaltar las posibilidades expresivas de la danza masculina.
Con esta gala, el BNC concluyó el ciclo de presentaciones en el año 2013, pero no dejará enfriar el escenario pues el venidero 1ro de enero en el mismo teatro bailará Cascanueces en homenaje al aniversario 55 del Triunfo de la Revolución cubana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por opinar