"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

sábado, 11 de enero de 2014

Escena tensa para el trabajo


IPS

Cuba cerró un año y abrió el siguiente sumida en dos procesos muy vinculados entre sí que repercuten directamente en la vida de los trabajadores.

El año terminó en Cuba con la aprobación parlamentaria de un nuevo Código de Trabajo y el 2014 abrió entre debates de una cita sindical de carácter central. Ambos topes reiteran claves comunes: vuelven los ojos hacia los trabajadores, intentan recolocarlos en el centro de atención social y tratan de adecuar la actividad laboral a la nueva letra de un proceso de cambios económicos, que a juzgar por las declaraciones oficiales se sumerge en objetivos de complejidad mayor.

En las sesiones diciembre pasado, la Asamblea Nacional del Poder Popular acordó la creación de una comisión para la redacción final de la ley de leyes del trabajo, que tuviera en cuenta la polémica provocada en algunos puntos entre los diputados. Antes, habían discutido el anteproyecto legislativo más de 69.000 asambleas sindicales, en las que participaron poco más de dos millones 800 trabajadores. Pero la modificación consiguiente de 101 de los artículos, la inclusión de 28 nuevas normativas y las reelaboraciones completas del capítulo II, dedicado a las organizaciones sindicales, y del artículo sobre los principios que rigen el derecho de trabajo, entre otros aspectos, no fueron suficientes para contener a los parlamentarios.

Los diputados encontraron un nuevo motivo de enfrentamiento -que condujo a la poco común aprobación por mayoría; no unánime- en la presencia de lenguaje catalogado como sexista. Mariela Castro Espín propuso darle al Código un enfoque más inclusivo, e insistió en plasmar explícitamente el respeto a la identidad de género, punto que suscitó el alborozo en el país de los defensores de los derechos femeninos y de orientación gay.

Castro Espín también consiguió apoyo de otros legisladores con la propuesta de una adición contra la violencia laboral, que estableciera la obligación del empleador de respetar y velar por la integridad física, psicológica y moral del empleado, mediante mecanismos efectivos para atender sus opiniones y quejas.

A juzgar por los reportes de la prensa, el consenso parlamentario resultó más fácil en torno a las modificaciones reclamadas por los trabajadores e incorporadas para adecuar el código -vigente desde 1985- a las reglas de producción y servicio que ya comenzó a incorporar el país, con la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social a partir del 2011.

Según el dictamen de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos, presidida por José Luis Toledo Santander, el nuevo Código de Trabajo apunta a recuperar la disciplina en el trabajo, fortalecer el papel de las administraciones en la dirección de las entidades y prever cualquier acto de injusticia que se manifieste en los nexos empleado-empleador.

El secretario del Consejo de Estado, Homero Acosta, uno de los polemistas frente a la diputada Castro Espín, aseguró que el nuevo Código tiene que ver con las relaciones que se establecen hoy en el mercado laboral, como resultado de las transformaciones económicas que vive el país.

Puntos que alimentaron el debate de los trabajadores en torno a la propuesta de Código de Trabajo, han reaparecido en las reuniones sindicales convocadas para discutir el Anteproyecto de Documento del XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). El cónclave, está previsto para el próximo mes de febrero, luego de la posposición de fecha a que condujeron las demoras legislativas para aprobar el nuevo Código de Trabajo, como reconocieron las autoridades en su momento.Las reuniones sindicales recientes han demandado mayor autonomía y eficiencia en la labor de esas organizaciones de trabajadores.

Las asambleas retoman viejas aspiraciones de autonomía de los sindicatos frente a las direcciones empresariales y respuestas al panorama general cada vez más tenso del país.

Mientras unos trabajadores luchan para que los sindicatos dejen de ser marionetas de las administraciones, como los definió recientemente un analista de la televisión cubana, otros evalúan con sosiego las maneras de trabajar de la organización o reclaman una mayor participación de los trabajadores ante la dirección empresarial. El periódico Trabajadores, órgano oficial de la CTC, reveló que en las reuniones efectuadas “uno de los aspectos más recurrentes fue la crítica a la toma de decisiones administrativas inconsultas con el sindicato”.

“Muchos trabajadores no ven como algo real su participación en la confección de los planes de la economía –agrega la publicación- y consideran que estos planes son impuestos”.

Entre los asuntos más discutidos, las reuniones también han criticado la labor interna de los sindicatos, la calidad de sus dirigentes, así como el carácter rígido y nulo de la emulación establecida desde los inicios de la Revolución como un mecanismo sindical de estímulo del trabajo.

Como es lógico, los sistemas salariales han constituido otra de las notas más tocadas por los trabajadores, en medio de contingencias económicas que afectan directamente los ingresos provenientes del trabajo y la calidad consecuente del mismo.

El documento discutido establece que el movimiento sindical “defenderá la política de no perjudicar el salario de los trabajadores…”, pero lo cierto es que la combinación de crisis económica de los 90 y algunas medidas económicas más recientes atenta contra la capacidad adquisitiva de la población, y de los trabajadores en primer lugar, cuyos salarios se ven afectados, además, por inestabilidad en los ritmos de producción de sus empresas, ya sea por demoras en el suministro de materias primas o por ineficiencias de sus administraciones.
El reclamo de mayor participación de los trabajadores en la toma de decisiones de sus empresas y un mejor sistema de pagos han asomado con recurrencia en las asambleas sindicales previas al XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba.

Como expresión tácita del descontento y de los conflictos económicos cubanos, algunas reuniones reclamaron que la protección del salario ascienda de “política” a “principio en el accionar del sindicato”. De acuerdo con anuncios hechos el año pasado por la Comisión de Implementación de los Lineamientos, el proceso de Actualización del modelo económico cubano llegará en el 2014 al mundo empresarial estatal, mediante el otorgamiento de una mayor autonomía a sus direcciones. Una puerta se abriría así para arreglar o aliviar el dilema salarial en ese vital escenario de la economía insular. Pero tendrá que prever maneras más efectivas de participación de los trabajadores para garantizar la supervivencia de un socialismo que continúan defendiendo el gobierno y el decisivo sector sindical del patio, que en aras de proteger la unidad bajo la sombrilla única de la CTC ha acogido incluso a los trabajadores por cuenta propia y a otros nuevos actores que surgen progresivamente en la economía cubana.

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