Por Roberto F. Campos
La Habana, (PL) A propósito de la celebración en esta capital del XVI Festival del Habano aparecen hoy anécdotas, y celebridades, aunque a veces se olvidan verdaderos personajes como Monguito, el torcedor cubano de Winston Churchill y José Stalin.Este personaje casi quedó en el olvido, pero el periodista cubano Fernando G. Campoamor -amigo del novelista estadounidense Ernest Hemingway- antes de fallecer, confesó detalles interesantes a este periodista, como la identidad del torcedor del premier británico.
Campoamor narró que se conoce de dos estadistas muy habituados a fumar habanos: el soviético José Stalin, con tabaco convertido en picadura para su pipa, y el premier británico Winston Churchill.
Precisamente, este último exhibía entre sus dedos, y junto a la V de la victoria contra el fascismo, un habano de grueso calibre.
Stalin y Churchill, precisamente recibieron piezas elaboradas por un solo par de manos, por excelencia, pertenecientes a un hombre ya fallecido (se desconoce la fecha) y que este periodista pudo entrevistar en su momento, quien vivió y murió en un poblado rural cubano.
Ramón Collazo era su nombre (Moguito), y recordó oportunamente que en los años 40 del pasado siglo la vitola nombrada Julieta No.2 se transformó en Curchill, precisamente por el placer del político.
Ramón Collazo nació el 31 de agosto de 1914 en el pueblo rural de Artemisa (actual provincia de igual nombre), a una hora de camino en automóvil desde el centro de La Habana.
Su familia era numerosa, con ocho hermanos, tres varones y cinco hembras. De los varones dos fueron tabaqueros, como el padre, y uno sastre, pero Monguito, como le decían de chico, era la lumbrera en tal habilidad. A los 13 años comenzó como aprendiz de torcedor.
Monguito, quien vivió más de 82 años, comenzó a trabajar en los talleres de la fábrica Romeo y Julieta (fundada en 1885), que se instalaron por primera vez en Artemisa, pero en los años 40 fueron trasladados a La Habana.
Las galeras de la Romeo y Julieta tuvieron su asentamiento inicial a unas cuadras (Belascoain y Virtudes) donde ahora se encuentra, en Belascoain No.852 y Peñalver, del municipio de Centro Habana.
Cuando Monguito llegó a la Romeo y Julieta ya era un "torcedor largo", lo que significaba elaborar más de 100 vitolas en ocho horas. Dijo que la Julieta No.2 ya existía, siempre fue una vitola o tipo de tabaco de gran porte, nueve pulgadas de largo y 47 milímetros de diámetro (grueso), excelente, que tira parejo, la calificó.
Resultó entonces, que ya en La Habana en 1941 -en plena Segunda Guerra Mundial- el gobierno cubano decide hacerle un obsequio al premier británico Winston Churchill por su labor en favor de la lucha contra el fascismo.
Esa decisión incluyó enviarle mil vitolas de las de mayor formato existentes, en ese caso la citada Julieta No.2. Se confecciona el lote pedido, en cuyo trabajo participa Monguito junto a Mirlo Rodríguez, José Soto, Gerardo Rodríguez y Amador Moreno, todos ya fallecidos.
En ese mismo momento el Partido Comunista quiere hacer regalo similar a José Stalin y pide a Monguito que confeccione mil más, y estas ya si las produce él solo. Luego fueron enviadas.
Ramón Collazo trabajó como tabaquero 48 años (1928-1975) y recordó que durante los 40 y 50, se le siguieron enviando lotes completos mensuales a Churchill de la Julieta No.2, unas mil piezas por vez.
Campoamor narró que se conoce de dos estadistas muy habituados a fumar habanos: el soviético José Stalin, con tabaco convertido en picadura para su pipa, y el premier británico Winston Churchill.
Precisamente, este último exhibía entre sus dedos, y junto a la V de la victoria contra el fascismo, un habano de grueso calibre.
Stalin y Churchill, precisamente recibieron piezas elaboradas por un solo par de manos, por excelencia, pertenecientes a un hombre ya fallecido (se desconoce la fecha) y que este periodista pudo entrevistar en su momento, quien vivió y murió en un poblado rural cubano.
Ramón Collazo era su nombre (Moguito), y recordó oportunamente que en los años 40 del pasado siglo la vitola nombrada Julieta No.2 se transformó en Curchill, precisamente por el placer del político.
Ramón Collazo nació el 31 de agosto de 1914 en el pueblo rural de Artemisa (actual provincia de igual nombre), a una hora de camino en automóvil desde el centro de La Habana.
Su familia era numerosa, con ocho hermanos, tres varones y cinco hembras. De los varones dos fueron tabaqueros, como el padre, y uno sastre, pero Monguito, como le decían de chico, era la lumbrera en tal habilidad. A los 13 años comenzó como aprendiz de torcedor.
Monguito, quien vivió más de 82 años, comenzó a trabajar en los talleres de la fábrica Romeo y Julieta (fundada en 1885), que se instalaron por primera vez en Artemisa, pero en los años 40 fueron trasladados a La Habana.
Las galeras de la Romeo y Julieta tuvieron su asentamiento inicial a unas cuadras (Belascoain y Virtudes) donde ahora se encuentra, en Belascoain No.852 y Peñalver, del municipio de Centro Habana.
Cuando Monguito llegó a la Romeo y Julieta ya era un "torcedor largo", lo que significaba elaborar más de 100 vitolas en ocho horas. Dijo que la Julieta No.2 ya existía, siempre fue una vitola o tipo de tabaco de gran porte, nueve pulgadas de largo y 47 milímetros de diámetro (grueso), excelente, que tira parejo, la calificó.
Resultó entonces, que ya en La Habana en 1941 -en plena Segunda Guerra Mundial- el gobierno cubano decide hacerle un obsequio al premier británico Winston Churchill por su labor en favor de la lucha contra el fascismo.
Esa decisión incluyó enviarle mil vitolas de las de mayor formato existentes, en ese caso la citada Julieta No.2. Se confecciona el lote pedido, en cuyo trabajo participa Monguito junto a Mirlo Rodríguez, José Soto, Gerardo Rodríguez y Amador Moreno, todos ya fallecidos.
En ese mismo momento el Partido Comunista quiere hacer regalo similar a José Stalin y pide a Monguito que confeccione mil más, y estas ya si las produce él solo. Luego fueron enviadas.
Ramón Collazo trabajó como tabaquero 48 años (1928-1975) y recordó que durante los 40 y 50, se le siguieron enviando lotes completos mensuales a Churchill de la Julieta No.2, unas mil piezas por vez.
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