La banca en la sombra creció 5 billones de dólares alcanzando un volumen de 75 billones de dólares (US$75.000.000.000.000) y superando la cifra estimada en octubre por el FMI de 70 billones de dólares. Junto a Estados Unidos y Europa, China es el país donde más ha crecido la banca en la sombra y esta situación adquiere especial relevancia a medida que la economía china se desacelera y la expansión del crédito por las vías no oficiales sigue a gran velocidad.
La banca en la sombra se refiere a los intermediarios de capital de préstamo que operan fuera de las instituciones bancarias tradicionales y por lo tanto están exentos de la regulación financiera y de las supervisiones impuestas a la banca tradicional. Por eso la banca en la sombra se ha convertido en una verdadera maldición del sistema financiero dado que su caracter desregulado representa riesgos excesivamente altos para el sistema financiero mundial. Como este sistema depende en gran medida de la financiación a corto plazo, si se desata un pánico financiero la banca en la sombra puede sobrerreaccionar y generar un tsunami descomunal de retiros de dinero en todo el sistema.
Desde el estallido de la crisis, la banca en la sombra ha ofrecido préstamos a empresas o personas que tienen problemas para conseguir la financiación bancaria tradicional. Estos préstamos se envasan y se venden en paquetes a inversores que buscan mayor rentabilidad, sin pensar en los riesgos sistémicos. Esto es porque desde los años 90 impera en la banca la idea de que no hay riesgos dado que siempre los gobiernos saldrán al rescate. En el caso chino, las inversiones alcanzaron niveles estratosféricos y pese a que no hay datos oficiales (gran parte de estas operaciones se realizan en total opacidad) se estima que su tamaño puede superar el 60 por ciento del PIB chino.
El tamaño del sistema bancario en la sombra, que incluye fondos de cobertura, fondos de inversión inmobiliaria y los vehículos de inversión fuera de balance, es de aproximadamente el 120 por ciento del producto interno bruto mundial, o una cuarta parte del total de activos financieros. El enorme volumen de estos préstamos generados por estas vías opacas es lo que ha desestabilizado a la economía mundial desencadenando numerosas quiebras bancarias. Hasta el momento, China ha absorbido las pérdidas de la banca, evitando la situación de impago, pero los riesgos de este sistema en medio de la desaceleración económica aumentan de manera acelerada. China no puede mantener el ritmo de crecimiento de los últimos años y esto significará el colapso de la burbuja de crédito y con ello una reacción en cadena por todo el sistema financiero globalmente integrado.
La banca en la sombra se refiere a los intermediarios de capital de préstamo que operan fuera de las instituciones bancarias tradicionales y por lo tanto están exentos de la regulación financiera y de las supervisiones impuestas a la banca tradicional. Por eso la banca en la sombra se ha convertido en una verdadera maldición del sistema financiero dado que su caracter desregulado representa riesgos excesivamente altos para el sistema financiero mundial. Como este sistema depende en gran medida de la financiación a corto plazo, si se desata un pánico financiero la banca en la sombra puede sobrerreaccionar y generar un tsunami descomunal de retiros de dinero en todo el sistema.
Desde el estallido de la crisis, la banca en la sombra ha ofrecido préstamos a empresas o personas que tienen problemas para conseguir la financiación bancaria tradicional. Estos préstamos se envasan y se venden en paquetes a inversores que buscan mayor rentabilidad, sin pensar en los riesgos sistémicos. Esto es porque desde los años 90 impera en la banca la idea de que no hay riesgos dado que siempre los gobiernos saldrán al rescate. En el caso chino, las inversiones alcanzaron niveles estratosféricos y pese a que no hay datos oficiales (gran parte de estas operaciones se realizan en total opacidad) se estima que su tamaño puede superar el 60 por ciento del PIB chino.
El tamaño del sistema bancario en la sombra, que incluye fondos de cobertura, fondos de inversión inmobiliaria y los vehículos de inversión fuera de balance, es de aproximadamente el 120 por ciento del producto interno bruto mundial, o una cuarta parte del total de activos financieros. El enorme volumen de estos préstamos generados por estas vías opacas es lo que ha desestabilizado a la economía mundial desencadenando numerosas quiebras bancarias. Hasta el momento, China ha absorbido las pérdidas de la banca, evitando la situación de impago, pero los riesgos de este sistema en medio de la desaceleración económica aumentan de manera acelerada. China no puede mantener el ritmo de crecimiento de los últimos años y esto significará el colapso de la burbuja de crédito y con ello una reacción en cadena por todo el sistema financiero globalmente integrado.
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