"De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento" José Martí

lunes, 17 de noviembre de 2014

Un ingeniero de sonido cubano en la carrera por los Grammy

Por Liliana Molina Carbonell
Maykel Bárzagas tenía apenas 24 años cuando se convirtió en el primer ingeniero de sonido en Cuba que ha obtenido una nominación al Grammy Latino. Seamos exactos: una nominación y un premio. Porque aquel proyecto de grabación discográfica en el que se involucró de modo casual –el álbum Techarí, de la banda española Ojos de brujo– terminó recibiendo en 2007 uno de los lauros más codiciados de la industria de la música.
“En aquel entonces trabajaba con el grupo Interactivo. Xavi Turull, integrante de Ojos de Brujo, había viajado a Cuba para hacer un disco con la participación de músicos de nuestro país y arreglos de Roberto Carcassés, quien me convocó al estudio a participar en el fonograma. Inicialmente pensé que serían solo unos días de grabación, pero terminé en España formando parte de la mezcla y posproducción del CD. Era de las primeras cosas que hacía y no tenía mucha experiencia, así que resultó sorprendente ganar con ese álbum”.
Ahora vuelve a estar nominado a los Premios Grammy en la categoría de Grabación del año. A través de su perfil en Facebook compartió hace pocas semanas el momento en que le anunciaron oficialmente, desde Estados Unidos, su participación en el certamen:
–Hola. Soy Diana, de Santa Mónica, California. ¿Hablo con Maykel Bárzagas?... Es para darle la noticia de que usted ha sido nominado a los Latin Grammy como ingeniero, con el tema Bailando (interpretado por Enrique Iglesias, Descemer Bueno y Gente de Zona)... Hola… hola… está...?
–¿.............? !!!!!!!!!

DESDE EL SONIDO, LA EMOCIÓN

El próximo 20 de noviembre, la Academia Latina de Artes  y Ciencias de la Grabación celebrará su gala anual de premiaciones. En honor a la verdad, Maykel asegura no tener expectativas con la entrega de estos reconocimientos. Ganar nuevamente uno de los gramófonos constituye una posibilidad que no ocupa demasiado su atención, aun cuando admite lo feliz que lo ha hecho integrar, una vez más, la lista de nominados.
“Siempre es bueno que reconozcan la labor que uno hace, y que personas con experiencia decidan eso me llena de orgullo; pero realmente no me entusiasman tanto estos galardones. Creo que el gran resultado es terminar un trabajo y dejar plasmado aquello que uno quiso lograr. No hay patrones que puedan decir: esto está mejor hecho que lo otro, o tiene más calidad. ¿Acaso hay manera de medir el arte?”.
El desempeño de Maykel Bárzagas como ingeniero de sonido permite constatar una madurez profesional in crescendo. Grabaciones de conciertos en vivo y trabajos discográficos y para el séptimo arte avalan una impronta signada por el talento, la constancia y una peculiar forma de entender y sentir la música que, según afirmó en entrevista a Cuba Contemporánea, intenta transmitir desde la más auténtica emoción.
La ingeniería de sonido constituye, probablemente, una de las disciplinas más anónimas vinculadas al mundo de la música. ¿Qué te llevó a orientar tu interés por el arte hacia ese ámbito de creación?
–Mi papá, Maykel Bárzagas, es ingeniero de sonido y también fue músico en su adolescencia. Durante mucho tiempo trabajó con Silvio Rodríguez, y tuvo la responsabilidad de crear el proyecto tecnológico de los estudios Abdala y Ojalá. Crecí yendo a los ensayos de Afrocuba, Cuarto espacio y otros grupos emblemáticos de esa época. Sin dudas, eso influyó en mi formación. A los seis o siete años de edad empecé a estudiar piano, hasta que me di cuenta de que no iba a ser, precisamente, el mejor instrumentista, y decidí abandonar la carrera.
No tenía muy claro el camino a seguir, pero me encantaba la música y supuse que continuar la trayectoria que había emprendido mi padre sería una buena idea. Entonces comencé a estudiar Electrónica y luego matriculé en el Instituto Superior de Arte, donde me gradué de Sonido de Cine. Cualquiera hubiese pensado que debido a mi padre, uno de los ingenieros de sonido más importantes que ha tenido Cuba, tendría el camino abierto; sin embargo, él me puso las cosas bastante difíciles. Con 17 años lo primero que hice, de forma paralela a mis estudios, fue ser utilero. Tenía que cargar equipos de sonido muy pesados. Fue una etapa de mi vida bastante heavy, pero reconozco que me ayudó a valorar el trabajo de quienes hoy laboran conmigo y a definir realmente mi vocación.
Aunque estudiaste sonido de cine, esta es una disciplina en la que has incursionado esporádicamente durante tu carrera profesional. ¿Por qué no dedicar más tiempo a una labor que, según has afirmado en otras oportunidades, te apasiona?
–Mis trabajos en el cine han sido por puro placer profesional y por la inquietud de hacer aquello que estudié. La primera vez que incursioné en este mundo fue con la película Casa Vieja. Su director, Lester Hamlet, me llamó un día para decirme que estaba haciendo un largometraje y quería que me ocupara del diseño de banda sonora. Fue muy atrevido de su parte, porque yo nunca había hecho algo así. Siempre le voy a estar agradecido por la oportunidad.
Otra de las primeras experiencias que tuve en el cine fue con la banda sonora del animado El vuelo de las gaviotas, una coproducción brasileño-cubana. Trabajando en ese audiovisual junto a Harold López-Nussa me percaté de cuánto podía aprovechar las posibilidades de creación que permite un proyecto de este tipo. Es un campo que me interesa muchísimo. Si no fuera por lo mal pagado que es y el tiempo que lleva, creo que me dedicaría a ello casi por completo.
También he participado en otras cintas como Fábula, de Lester Hamlet; Habanastation, de Ian Padrón, y recientemente Contigo pan y cebolla, de Juan Carlos Cremata. En esta película hice todo el trabajo de la música junto a Aldo López-Gavilán, con quien ya había compartido en Casa Vieja.
Los inicios de tu trayectoria como ingeniero de sonido están muy vinculados a los estudios Abdala, donde realizaste tus primeras grabaciones. ¿Cómo recuerdas esa experiencia?
–Era un momento en que todo el mundo estaba aprendiendo. Abdala contaba con una tecnología de punta como ningún otro estudio la había tenido antes en Cuba, así que fuimos entrenándonos en la misma medida en que se iban grabando los discos. Yo trabajaba como asistente de sonido y un día decidieron darme la oportunidad de grabar por primera vez. Me dijeron que disponía de una semana para ello, pero no iba a ser un proyecto bajo el sello de una disquera, sino que tendría que buscar músicos que quisieran arriesgarse a grabar conmigo.
Entonces formé un grupo integrado por Harold López-Nussa en el piano, su hermano Ruy Adrián en el drum, Mauricio Gutiérrez en las congas, el bajista Damián Nueva, el saxofonista Rey Molina y en la guitarra Ernesto Blanco. Aquella fue mi primera grabación y la de ellos también. Pasamos muchísimo trabajo. Además, en aquel momento no existía la técnica digital que hay ahora, por lo que era mucho más complejo. Fueron tres o cuatro temas que todavía están guardados por ahí. Reencontrarme en un estudio con varios de aquellos amigos que estudiaron conmigo en la escuela de música fue una experiencia lindísima. En realidad, lo mejor no fue el resultado final, sino el hecho de ser nuestro primer paso juntos.
Una vez creada la disquera Unicornio se empezaron a grabar discos en Abdala con el objetivo de conformar un catálogo. En aquel acopio de géneros y grupos había mucho que hacer y muy pocos ingenieros de sonido, así que me dieron la oportunidad de asumir la realización de un álbum de flamenco del grupo Aires, mi primera grabación profesional. Es un disco que ahora no quisiera ni escuchar. Yo aprendí en la práctica, delante de las consolas, pasando trabajo y haciendo las cosas mal, hasta que luego, con más experiencia, logré que empezaran a salir mejor y a sentirme más satisfecho con el resultado. 
Junto a tu padre diriges el estudio MB Sound, un espacio de creación reconocido por la calidad de las propuestas que factura. ¿Cómo surgió la idea de fundar este proyecto?
–Con una tecnología muy precaria, mi papá creó un estudio de grabación en la calle I, en El Vedado, donde se hicieron los primeros discos de Habana Abierta y fonogramas de intérpretes como Athanai y Gema y Pavel. Luego tuvimos la posibilidad de mudarnos a una casa más amplia, que convertimos en el estudio de grabación MB Sound.
En ese entonces, Harold se había ganado el premio de un festival de piano en Montreaux, Suiza, y quise regalarle una primera grabación. Le dije que estábamos creando un estudio y lo invité a realizar un demo. Eso fue lo primero que hicimos en MB Sound. Después adquirimos tecnología de punta hasta convertirlo en lo que es hoy. Aquellas grabaciones le sirvieron a Harold para presentar su trabajo en Colibrí y que le permitieran hacer el disco Canciones, uno de mis fonogramas más importantes. Harold es mi mejor amigo, y hacer juntos su primer disco fue algo que me complació muchísimo. Además, los dos fuimos reconocidos por ese CD en el Festival Cubadisco con los premios a Mejor grabación y Mejor artista novel.
Agrupaciones y solistas tan importantes como Van Van, Descemer Bueno y Vocal Sampling han grabado varias de sus producciones discográficas en MB Sound. ¿Qué crees que lo distingue de otros estudios de grabación que existen en Cuba?
–La mayoría de los músicos con los que trabajamos ya vienen con una disquera que los ampara y les da la oportunidad de que, con el mismo presupuesto, graben en el estudio que ellos deseen. Teniendo incluso la posibilidad de elegir, muchos de ellos nos prefieren a nosotros que estamos en un pequeño estudio en la segunda planta de una casa. Pienso que eso radica en la química que establecemos con los músicos y en la armonía que se logra: un ambiente así permite ganar mucho en energía. Con lo poco que tenemos hemos logrado grandes resultados y eso habla bien del estudio.
Por otra parte, intento no realizar mi trabajo de manera ortodoxa o mecánica, sino por simple intuición. Llevo el sonido por un plano más emocional: siento la música y me dejo guiar por ella. Quizás eso también nos diferencia un poco. Al final uno está trabajando con sensaciones, así que más allá de la técnica busco transmitir esas emociones a través de una forma muy personal de entender el sonido.
Con Descemer Bueno en el estudio
Luego de siete años, la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación te ha vuelto a nominar a los Premios Grammy con el tema Bailando. Coméntame sobre el proceso de grabación y la experiencia de trabajar junto a Descemer Bueno, Gente de Zona y Enrique Iglesias.
–Descemer compone muchos temas por encargo y fue precisamente escribiendo una canción para Enrique Iglesias que hizo gran parte de Bailando. Estábamos en Miami en aquel momento. Se la enseñamos a Enrique, pero a él no le pareció interesante y regresamos a Cuba.
El grupo Gente de Zona acababa de desintegrarse y Randy Malcom, su nuevo integrante, me comenta que él y Alexander querían salir adelante con un nuevo proyecto. Así fue como empezamos a trabajar juntos. Me pareció interesante que pudieran grabar un tema con Descemer y les propuse un encuentro. Al principio la idea los sorprendió un poco, pues tienen estilos diferentes, pero a Descemer se le ocurrió que podían cantar juntos aquel tema que le había mostrado a Enrique. A los pocos días fuimos al estudio y empezamos a grabar.
Cuando la canción estuvo lista decidí, sin el conocimiento de ellos –ninguno estaba en el país en ese momento–, llevarla a dos o tres centros nocturnos de preferencia de los cubanos. Enseguida La Habana entera se aprendió Bailando. Eso motivó la filmación de un audiovisual dirigido por el realizador Alejandro Pérez. 
Enrique Iglesias vio el video clip en Youtube, se enamoró del tema y dijo que quería hacer una versión junto a Gente de Zona y Descemer. Fue una valentía enorme de su parte, viviendo en Estados Unidos, interpretar una canción con cubanos que radican en Cuba. Ha sido un apoyo enorme hacia nuestra música y los artistas de este país. Es impresionante lo que ha sucedido con Bailando: se convirtió en el tema más escuchado en 26 países y ha tenido cuatro nominaciones a los Grammy Latinos. No esperábamos que un tema casual entre Descemer y Gente de Zona llegara a ser un éxito mundial.
¿Cuánto representa para un joven ingeniero de sonido cubano la posibilidad de recibir un lauro en uno de los certámenes más reconocidos de la música a nivel internacional?
Todos los de "Bailando": Gente de Zona, Descemer Bueno, Enrique Iglesias y Maykel Bárzagas
–Me dio mucha alegría: por el reconocimiento y porque todo lo que venga junto a Descemer para mí es muy importante. Quizás si hubiese sido una nominación con un grupo extranjero u otra persona con quien no tenga una relación tan estrecha, no me hubiese emocionado tanto. Pero haber hecho un trabajo con él, y que tenga estos méritos, es realmente lo que me hace sentir más feliz.
En Las Vegas, que es donde se va a realizar la premiación, estoy convidado a varias reuniones con productores, ingenieros de sonido, personas relevantes dentro de la industria de la música… Eso me entusiasma muchísimo, porque es una oportunidad que no solo me ayuda a mí, sino a toda la escuela cubana de música e ingeniería.
Si gano el Grammy o no, todavía está por ver. Creo que el premio real de Bailando es lo popular que ha sido, y al final uno trabaja para eso. El mayor lauro es que Cuba entera se lo aprendió y el mundo entero lo escuchó. ¿Puede uno esperar un reconocimiento más importante?
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