EL DUENDE / RADIO-MIAMI – Con motivo del viaje a La Habana del Gobernador del Estado de New York Andrew Cuomo han salido a criticarle los elementos más recalcitrantes de la extrema derecha norteamericana, especialmente la dirigencia del Partido Republicano de New York.
De esos críticos un nombre salta a la vista. El de un individuo de origen cubano Presidente de la Comisión de Finanzas del Partido Republicano de New York que se llama Arcadio Casillas. El buen señor, según reporta un cable periodístico de la agencia Prensa Asociada fechado ayer en la Babel de Hierro, para oponerse a la nueva política del gobierno del Presidente Barack Obama hacia Cuba, esgrime como argumento que “su padre fue asesinado por el gobierno cubano afirmando además que él por su parte tuvo que arriesgar su vida para escapar de la isla”.
Dicho así sin más explicaciones ni antecedentes, cualquiera pudiera pensar que tamaña injusticia cometida contra el padre del señor Casillas y su salida ilegal de su país de origen fuera razón más que suficiente para oponerse al acercamiento diplomático entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos aunque con ello estén de acuerdo la abrumadora mayoría de los norteamericanos y los cubanos de la isla.
Las razones del señor Casillas pudiéramos calificarlas de muy personales y son bien ajenas a los deseos y los intereses de los pueblos de Cuba y Estados Unidos. Y digo personales porque cuando se emplea un argumento en un debate hay que contar la historia completa.
Digo así para señalar que el padre del señor Arcadio Casillas no era ni mucho menos un ciudadano ejemplar digno del mayor respeto puesto que sus manos manchadas de sangre proletaria le ganaron la repulsa de todo el pueblo cubano mucho antes de que pagara con su vida a fines del año 1958 el crimen cometido por él, cuando siendo capitán del ejecito cubano asesinó por la espalda el 22 de enero de 1948, en el andén de trenes de la ciudad oriental de Manzanillo al líder obrero azucarero y Representante a la Cámara de Diputados Jesús Menéndez Larrondo, un hecho que conmovió profundamente a toda la sociedad cubana de la época. Era Presidente de Cuba por entonces Ramón Grau San Martín. El capitán asesino de Jesús Menéndez se llamaba Joaquín Casillas Lumpuy.
La tragedia personal del señor Casillas de sufrir el dolor de la muerte de un padre asesino que pagó con su vida el crimen que había cometido a mansalva, nada tiene que ver hoy con el debate sobre la nueva política de Estados Unidos hacia Cuba.
¿Saldrán también a oponerse a las relaciones entre Cuba y Estados Unidos los fantasmas de los esbirros batistianos Pilar García, Esteban Ventura y Conrado Carratalá? Digo yo.
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