Según las últimas Perspectivas de la economía mundial (informe WEO) del FMI, las perspectivas de crecimiento mundial son desiguales entre las principales economías. En las economías avanzadas, se prevé que el crecimiento sea más fuerte en 2015 que en 2014, mientras que en las economías de mercados emergentes y en desarrollo se espera que sea más débil.
En conjunto, se pronostica que el crecimiento mundial será de 3,5% en 2015 y 3,8% en 2016, en términos generales igual al del año pasado. No obstante, esta cifra agregada oculta diversas evoluciones (véase el cuadro).
“Son varias las fuerzas complejas que determinan las perspectivas a escala mundial”, afirma Olivier Blanchard, Consejero Económico y Director del Departamento de Estudios del FMI. “Las secuelas de la crisis financiera y la crisis de la zona del euro —bancos débiles y un elevado nivel de endeudamiento público, empresarial y de los hogares— sigue pesando sobre el gasto y el crecimiento en algunos países. El reducido crecimiento, por su parte, hace que el proceso de desapalancamiento sea lento”.
Asimismo, Blanchard señala que el efecto combinado del envejecimiento de la población, el descenso de la inversión y los lentos avances en materia de productividad se traducirá en un crecimiento potencial significativamente menor tanto en las economías avanzadas como en la de mercados emergentes. “Unas perspectivas de crecimiento más moderadas provocan a su vez una disminución del gasto y un menor crecimiento en la actualidad”, afirma.
Además de estas fuerzas subyacentes, dos factores principales, ambos con efectos distributivos, dominan el escenario actual: el descenso del precio del petróleo y los movimientos del tipo de cambio.
“Las grandes variaciones de los precios relativos, ya sean los tipos de cambio o el precio del petróleo, generan ganadores y perdedores”, explica Blanchard.
Mejores resultados en las economías avanzadas
En 2015, el crecimiento mundial se verá impulsado por un repunte de las economías avanzadas —se prevé que aumente de 1,8% del año pasado hasta 2,4% este año— y estará respaldado por el descenso de los precios del petróleo, según señala el informe WEO.
En Estados Unidos se proyecta que el crecimiento superará 3% en 2015–16. La demanda interna se verá respaldada por los precios más bajos del petróleo, un ajuste fiscal más moderado y el apoyo continuo de una orientación acomodaticia de la política monetaria, pese a que se proyecta un aumento gradual de las tasas de interés y una cierta desaceleración de las exportaciones netas, como consecuencia de la reciente apreciación del dólar.
Tras la debilidad del segundo y tercer trimestres de 2014, el crecimiento está dando señales de repunte en la zona del euro, gracias al respaldo de los bajos precios del petróleo, las reducidas tasas de interés y un euro más débil.
Asimismo, tras un 2014 decepcionante, en Japón se espera que el debilitamiento del yen y la disminución de los precios del petróleo propicien un repunte del crecimiento.
Las economías emergentes y en desarrollo se desacelerarán
Los pronósticos de crecimiento para la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo han empeorado ligeramente. Se prevé que el crecimiento se desacelere de 4,6% en 2014 a 4,3% en 2015, debido a diversos factores.
• Los descensos del precio del petróleo frenarán bruscamente el crecimiento de los países exportadores de petróleo, en especial de los que además tienen que hacer frente a condiciones iniciales difíciles, como por ejemplo tensiones geopolíticas en el caso de Rusia.
• El interés de las autoridades chinas en reducir las vulnerabilidades creadas por el rápido crecimiento del crédito y la inversión provocarán seguramente una mayor desaceleración de la inversión, en particular la inmobiliaria.
• Las perspectivas para América Latina seguirán debilitándose debido al descenso de los precios de las materias primas. Las perspectivas de Brasil además se ven afectadas por una sequía, políticas macroeconómicas más restrictivas y una actitud más débil del sector privado.
Al contrario de lo que ocurre en las economías avanzadas, las ganancias extraordinarias generadas por los bajos precios del petróleo no se trasladan de forma tan directa a los consumidores en muchos países de mercados emergentes y en desarrollo importadores de petróleo, y se espera que eso reste fuerza a cualquier estímulo al crecimiento. En cambio, se espera que las ventajas de la caída de los precios del petróleo beneficien más a los gobiernos (por ejemplo, gracias al ahorro derivado de una disminución de los subsidios energéticos) y que, por tanto, puedan utilizarse para afianzar las finanzas públicas.
No obstante, en el conjunto de los países de bajo ingreso, el crecimiento se ha mantenido alto y se espera que disminuya ligeramente hasta situarse en 5,5% en 2015, frente a 6% de 2014, para luego repuntar en 2016, en parte gracias al incremento de la demanda externa procedente de los socios comerciales de economías avanzadas.
Los riesgos para las perspectivas están más equilibrados
Los riesgos para el crecimiento están ahora más equilibrados que hace seis meses, pero siguen inclinados a la baja. Los riesgos macroeconómicos han disminuido levemente (por ejemplo, recesión y deflación en la zona del euro), pero los riesgos financieros y geopolíticos han recrudecido.
Por el lado positivo, el descenso de los precios del petróleo podría dar al crecimiento un impulso mayor de lo previsto. Sin embargo, los siguientes riesgos a la baja siguen siendo pertinentes:
• Una apreciación más pronunciada del dólar podría desencadenar tensiones financieras en otras regiones, particularmente en los mercados emergentes.
• Las variaciones perturbadoras de los precios de los activos siguen siendo motivo de preocupación en un entorno de bajas primas por plazos y riesgo en los mercados de bonos. Dado que el contexto de estas configuraciones de precios —políticas monetarias sumamente acomodaticias e importantes brechas del producto en las economías avanzadas— está evolucionado, hay margen para sorpresas y reacciones fuertes del mercado.
• Las tensiones geopolíticas, derivadas de los acontecimientos en curso en Ucrania, Oriente Medio y África occidental, podrían generar efectos de contagio a escala regional y mundial.
• El estancamiento y el bajo nivel de inflación en las economías avanzadas, pese a la reciente mejora de los pronósticos de crecimiento a corto plazo en algunas de ellas, podrían trabar la recuperación.
Elevar el crecimiento sigue siendo una prioridad
El Informe WEO hace hincapié en que se necesitan con urgencia políticas firmes para estimular el producto efectivo y potencial.
En muchas economías avanzadas, la política monetaria acomodaticia sigue siendo esencial para apoyar la actividad económica y elevar las expectativas de inflación. También hay razones contundentes para incrementar la inversión en infraestructuraen algunas economías y para ejecutar reformas con el fin de subsanar las deficiencias que dejó al descubierto la crisis, generar inversión y estimular el producto potencial. Las prioridades varían, pero muchas economías avanzadas se beneficiarían de reformas que permitieran afianzar la participación en la fuerza laboral (Japón y la zona del euro) y los niveles generales de empleo, en vista del envejecimiento de las poblaciones, así como de medidas encaminadas a abordar el sobreendeudamiento privado.
En muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo, la política macroeconómica apenas dispone de un limitado margen de maniobra para respaldar el crecimiento. En los importadores de petróleo, sin embargo, los precios más bajos del petróleo reducirán la presión inflacionaria y las vulnerabilidades externas, y en las economías con subsidios al petróleo, el descenso de los precios puede crear margen para afianzar los saldos fiscales. Los exportadores de petróleo, por su parte, tienen que absorber el shock de los términos de intercambio, y se enfrentan a mayores vulnerabilidades fiscales y externas. Los que disponen de espacio fiscal pueden permitir un ajuste gradual del gasto público a los menores ingresos provenientes del petróleo. En otros países que gozan de cierta flexibilidad cambiaria, una depreciación ayudaría al ajuste.
Las economías de mercados emergentes y en desarrollo también tienen una importante agenda de reformas estructurales. Estas economías pueden conseguir aumentos de la productividad si flexibilizan los límites sobre el comercio y la inversión, eliminan los cuellos de botella de la infraestructura (India, Sudáfrica) y mejoran el entorno empresarial (Indonesia y Rusia). En otros países (Brasil, India y Sudáfrica), las reformas de la educación y los mercados de trabajo y productos pueden ayudar a elevar la participación en la fuerza laboral y la productividad. Por último, los precios más bajos del petróleo ofrecen una oportunidad para reducir los subsidios a la energía y reemplazarlos con programas mejor focalizados, así como para reformar la tributación de la energía (inclusive en las economías avanzadas).
“Los detalles varían según el país”, señala Blanchard. “En vista de los costos políticos a corto plazo que entrañan muchas de estas reformas, el reto será seleccionarlas con cuidado”.
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