Ros-Lehtinen, Diaz-Balart, y Curbelo, la mafia anti Cuba del Congreso norteamericano.
JOSE MANZANEDA – La ultraderecha cubanoamericana sigue buscando argumentos para atacar el restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU. Y, de paso, para dañar la imagen del Gobierno de Venezuela. Uno de los más recientes: el caso de un grupo de médicos cubanos que, habiendo abandonado su misión en Venezuela y solicitado asilo en la Embajada de EEUU en Colombia, llevaban meses sin respuesta de las autoridades norteamericanas.
La ultraderecha cubanoamericana sigue buscando argumentos para atacar el restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU (1). Y, de paso, para dañar la imagen del Gobierno de Venezuela.
Uno de los más recientes: el caso de un grupo de médicos cubanos que, habiendo abandonado su misión en Venezuela y solicitado asilo en la Embajada de EEUU en Colombia, llevaban meses sin respuesta de las autoridades norteamericanas (2).
Recordemos que, en aplicación del llamado Cuban Medical Profesional Parole (CMPP) (3), un programa aprobado en 2006 por el Presidente George W. Bush para sabotear la cooperación médica cubana, cualquiera de los cerca de 50.000 profesionales sanitarios que hoy tiene Cuba en 66 países del Sur (4), puede obtener asilo político en las embajadas o consulados estadounidenses y la entrada –por tanto- a EEUU (5).
Una gran campaña mediática ha presentado como un “drama humano” la situación de estas personas, que llevaban meses en Bogotá sin recursos ya para pagar el alquiler de su vivienda (6). Varias de ellas habían tenido incluso que obtener fuertes sumas de dinero para costearse operaciones médicas en Colombia (7).
Algo que los congresistas de la ultraderecha cubanoamericana Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart presentaron como prueba de que el Gobierno de Obama habría decidido “abandonar” a estar personas. La razón: facilitar el actual proceso de diálogo diplomático con el Gobierno de La Habana (8). Lo cierto es que, tras la presión política y la gran campaña mediática, el Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS) de EEUU ha anunciado, finalmente, que tramitará de urgencia el asilo de estas personas (9).
Estos médicos “desertores” repetían a los medios de comunicación un guión bien aprendido. Pero no solo contra el Gobierno de Cuba, sino sobre todo, contra el de Venezuela: “Venezuela está peor que Cuba”, pronunciaba la frase clave uno de ellos en el medio BBC en español (10). “Las zonas en las que habitaban (en Venezuela) eran duras”, leemos en dicho portal. “Yo vivía al lado de un basurero” o “Yo vivía en un cerro”, añadían los médicos con cierto desprecio. Curiosamente, estas personas pasaron después a vivir durante meses en el barrio “Patio bonito”, considerado por el propio alcalde de Bogotá como “el más peligroso” de la capital colombiana (11).
En una parte de la entrevista los médicos denunciaban también los sobornos que debieron pagar a varios funcionarios. “Algunos de los ahorros (…) se les fueron perdiendo (…) en forma de soborno a fuerzas de seguridad que amenazaron con mandarlos de vuelta al otro lado de la frontera”, leemos. Es decir, fueron sobornados por militares de Colombia. BBC, sin embargo, no menciona el país en este caso. Pero sí lo hace cuando los supuestos funcionarios corruptos son venezolanos. La pediatra cubana “Maité (…) –leemos- (pagó) 500 dólares al `amigo´ que la sacó de Venezuela”.
BBC utiliza eufemismos para camuflar la escandalosa complicidad del Gobierno de Colombia con el programa de EEUU de captación de médicos cubanos. “En Colombia –nos dice- pueden permanecer gracias a una pirueta del sistema migratorio del país. (…) Aunque los cubanos necesitan visa para entrar a (Colombia) (…) las autoridades les otorgan un documento (…) en el que dicen que no los deportarán mientras dure el trámite del CMPP (Cuban Medical Professional Parole)”.
Por supuesto, ni en BBC ni en otros medios leemos el menor análisis crítico sobre la inmoralidad de este programa del Departamento de Estado, que atenta contra el derecho a la salud de millones de personas pobres en todo el mundo, atendidas en exclusiva por la cooperación cubana (12). Tampoco se pone en cuestión el egoísmo y la mezquindad de estos médicos, a los que el Estado cubano no cobró un centavo por sus estudios de medicina.
Tampoco hay un solo dato que informe sobre la magnitud social del programa sanitario venezolano Barrio Adentro, en el que se insertan casi 30.000 mil cooperantes cubanos hoy en día. En 12 años, ha llevado a cabo 704 millones de consultas gratuitas, entre ellas 11 millones de consultas odontológicas (13). El cálculo de vidas salvadas, hasta 2014, era de un millón 700.000 (14). Antes de dicho programa, que hoy llega al 80 % de la población de Venezuela, más del 60 % de las personas de los llamados barrios populares –los “cerros” que uno de los médicos desertores mencionaba con desprecio- jamás había acudido a un médico (15).
Hoy, cuando Venezuela es objeto de una enorme arremetida política y mediática desde Colombia, apoyada por estos mismos grandes medios, estas personas se han prestado a servir de marionetas –mañana desechables- a los estrategas de la guerra psicológica contra Cuba y Venezuela (16).
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