Por Jose Luis Rodriguez *
Al
implantarse la dualidad monetaria en Cuba se creó una segmentación de
los mercados internos. En uno se operaría en pesos cubanos (CUP) tanto
en la esfera empresarial como en la de la población, mientras que en el
otro se operaría en USD primero y a partir de 2004 en pesos cubanos
convertibles (CUC).
A
su vez, el segmento que operaría en divisas tendría un tratamiento
diferente en la política monetaria, ya que para las operaciones entre
personas jurídicas se mantendría una tasa de cambio de un CUP igual a un
dólar o CUC, mientras que entre las personas naturales la tasa de
cambio se movería a través de CADECA, de acuerdo con el mercado interno,
mediante una cotización que comenzó en 35 CUP por USD en 1995 hasta
llegar a 25 CUP por CUC en la actualidad.
El
costo de estas decisiones en las relaciones entre personas jurídicas
-descontados los ya mencionados efectos potencialmente positivos de la
dualidad monetaria a corto plazo- repercutiría en la dificultad para
medir los hechos económicos en dos monedas que se vinculaban entre sí a
una tasa de cambio que sobrevaluaba el peso cubano frente al dólar.
En
este sentido, al integrar en los balances contables de las empresas las
dos monedas se distorsionaba su verdadera situación, dándose el caso de
producciones con un alto nivel de componentes importados que aparecían
como rentables al minimizar el costo externo contabilizándolas en CUP y,
a la inversa, producciones exportables que se mostraban no rentables al
minimizar el ingreso externo al contabilizarse en esa moneda. Al propio
tiempo, la tasa de cambio oficial tendía a estimular las importaciones y
desestimular las exportaciones, agravando el déficit comercial.
De
otro lado, en las relaciones con la población la tasa de cambio de
CADECA reflejaba un peso muy devaluado frente al dólar o CUC, al regirse
la tasa de cambio por la relación entre la oferta y demanda en el
mercado interno. En este sentido, un exceso de liquidez monetaria en
pesos cubanos ejercía una presión al alza en la tasa de cambio,
encareciendo la moneda convertible.
Esta
situación ha permanecido hasta la actualidad, si tomamos en cuenta que
la liquidez en manos de la población en 2012 representó alrededor del
42% del PIB, lo que refleja una presión inflacionaria latente. (1)
En
las actuales circunstancias, el proceso de reunificación monetaria
supone el ajuste de las dos tasas de cambio existentes. Por un lado,
será necesario primero devaluar la tasa de cambio oficial que hoy rige
las operaciones de las personas jurídicas y, posteriormente, lograr su
convergencia con la de CADECA, por lo que todo el ajuste tomará un
tiempo que se extenderá posiblemente a tres años o más.
La
velocidad y el modo en que se emprenda la devaluación de la tasa de
cambio oficial son de gran importancia. En una sociedad socialista no es
posible una devaluación súbita con los efectos negativos típicos de las
políticas neoliberales.
La
gradualidad anunciada en la reunificación monetaria debe garantizar la
mayor estabilidad económica y seguridad posible para todos los miembros
de la sociedad, (2) por lo que cabe esperar la introducción paulatina de
tasas de cambio diferenciales por sectores, lo cual conlleva un
complejo proceso de creación de reservas financieras, acompañado de
transformaciones jurídicas, contables y estadísticas para llevarla a
cabo.
Ya
se han ensayado desde 2011 tasas de cambio que han llegado a 10 CUP por
CUC en las ventas de productos agrícolas al turismo. En la
agroindustria azucarera se utiliza un sistema múltiple de tasas de
cambio, y las entidades comprendidas en el experimento empresarial en
curso están trabajando con tasas de 10 CUP por CUC.
El impacto de este curso de acción será lógicamente diferente según el tipo de actividad económica de que se trate.
Aquellas
empresas que una vez devaluado el CUP muestren resultados negativos,
deberán ser sometidas a un análisis para determinar si el Estado asume
mediante la política fiscal y crediticia la compensación de esos
resultados a corto plazo, con el fin de dar tiempo a su adaptación a las
nuevas condiciones.
Otras
entidades exportadoras y aquellas capaces de sustituir importaciones
deberán lograr una mejoría relativa de su competitividad a corto plazo.
En
todo caso, la eliminación de la dualidad monetaria para las personas
jurídicas tendrá un cierto costo a corto plazo y beneficios que se
evidenciarán en el mediano plazo.
En
cuanto a la población, las expectativas de las personas naturales con
la eliminación de la dualidad monetaria tienden a ser superiores a lo
que realmente puede esperarse que suceda, ya que para la mayoría de los
ciudadanos ella se asocia a una desigual distribución de ingresos y al
encarecimiento del costo de la vida, y se considera que su simple
supresión eliminaría estos negativos efectos.
Es
cierto que al aprobarse en 1993 la recepción de remesas por una parte
de la población -que según se ha calculado no rebasa el 25% del total-
aumentó la desigualdad en la distribución de ingresos.
Igualmente,
al introducirse un fuerte impuesto sobre la venta de las mercancías y
servicios en divisas como parte de la política estatal para redistribuir
socialmente una parte de esos ingresos en un segmento de la población,
los precios resultaron muy elevados para el ingreso medio del país.
No
obstante, estos nocivos efectos eran inevitables ante la urgencia de
divisas para la sobrevivencia de la nación en los años más duros del
Período Especial. Fue una decisión dolorosa, pero el gobierno cubano no
tenía alternativas. De ahí que se concibiera la dualidad como una
política transitoria a superar en la medida en que se recuperara la
economía.
Sin
embargo, producto de las deformaciones económicas existentes, la crisis
del Período Especial y la presión acrecentada del bloqueo
norteamericano, junto a una crisis económica internacional que se hizo
recurrente a partir de la siguiente década y a los errores en la
política económica del país, la dualidad monetaria se extendió durante
20 años.
Hoy es posible comenzar a revertir la situación.
En
la presente coyuntura y a partir de la profunda transformación en la
política económica que se lleva a cabo -y sólo partiendo de ella como
premisa- es factible emprender un proceso gradual que permita alinear el
valor real del peso cubano con el nivel de desarrollo alcanzado por el
país, haciéndole comparable con la economía internacional.
Todo
ello deberá contar con un programa que permita enfrentar los diferentes
obstáculos que se presentarán en el camino para alcanzar los mejores
resultados posibles.
De
este modo, la decisión adoptada para iniciar el camino que permita
corregir las deformaciones producto de la dualidad monetaria es
indispensable para avanzar en la actualización del modelo económico
cubano, ya que permitirá medir con mayor precisión los hechos económicos
y creará las condiciones para reordenar la economía cubana -incluyendo
precios y salarios- al emitir las señales adecuadas para la toma de
decisiones.
Es
necesaria una correcta comprensión de este proceso, ya que la
reunificación monetaria en sí misma es posiblemente el proceso más
complejo en la actualización del modelo económico cubano y requiere de
un alto nivel de organización, previsión y flexibilidad para alcanzar
sus objetivos.
No
debe perderse de vista que, como tal, la reunificación monetaria no
creará más que las condiciones para mejorar la gestión económica y su
medición, pero la superación de los problemas que hoy afectan a la
producción de bienes y servicios y los ingresos de la población sólo
será posible con un profundo cambio estructural en la economía, que
transite por una mayor inversión de recursos y el incremento de la
productividad del trabajo, única alternativa para disponer de mayor
riqueza.
*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.
1
Por la forma en que se computan los precios, esa presión no se refleja
en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Por otro lado, este índice
no contempla los precios en CUC.
2
En la nota oficial que comunicó el inicio de este proceso se señala:
“…ninguna medida que se adopte en el terreno monetario será para
perjudicar a las personas que lícitamente obtienen sus ingresos en CUC y
CUP. En este sentido, el proceso de unificación monetaria respeta los
principios de que la confianza ganada por las personas que han mantenido
sus ahorros en los bancos cubanos en CUC, otras divisas internacionales
y CUP, se conserve intacta y que continuará aplicándose la política
vigente de subsidios a precios minoristas y a personas donde sea
necesario, en tanto las condiciones económicas del país lo requieran”.
(Granma, 22 de octubre de 2013).
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