Por José Luis Rodríguez*
La compleja situación de la producción azucarera, que debido a la falta de aseguramientos dejó de ingresar entre 1992 y 1999 un estimado de cinco mil millones de dólares, unida a las sombrías perspectivas de los precios que se mantuvieron cayendo sin parar durante siete años, llevó a que se estudiara el redimensionamiento del sector a partir de 1997.
En medio de una contracción económica que llevaría a racionalizar y centralizar el uso de la divisa en el país, la reestructuración azucarera se comenzó a aplicar en septiembre de 2002 mediante la llamada Operación Álvaro Reynoso, producto de la cual, de 155 centrales que existían en la nación, 71 permanecerían produciendo azúcar y 14 miel, con una capacidad total de producción equivalente a cuatro millones de toneladas de azúcar. (1)
En este caso, las tierras liberadas de la producción de caña -que se reducirían al 38% del área cañera existente- se dedicarían a otros productos agrícolas y a la ganadería, aunque se mantendrían las nuevas producciones agropecuarias en la estructura del MINAZ.
Este proceso, si bien dio oportunidades de superación a más de 100 mil trabajadores azucareros entre los que resultaron excedentes y los que continuaron activos en la industria, representó sin dudas la pérdida de la mayor parte de la fuerza técnica del sector, que resultaría muy difícil de recuperar si surgían las condiciones para una nueva expansión productiva.
Precisamente, ese entorno favorable se dio a partir de que los precios del azúcar en el mercado mundial comenzaron a incrementarse desde 2004, cuando promediaron 8,61 centavos por libra, hasta alcanzar precios en torno a 35 centavos a finales de 2011. Posteriormente los precios bajaron hasta un estimado de 19,42 centavos para el año actual, pero aún hoy resultan redituables.
El país no pudo aprovechar esta coyuntura favorable y se mantuvo un ritmo de inversiones en la industria de sólo 89,8 millones de pesos por año entre 2002 y 2010. Consecuentemente, en el último decenio la producción azucarera promedio descendió a un millón 519 mil toneladas anuales, un 71% inferior a los primeros años del Período Especial.
Al examinar comparativamente los indicadores de la producción azucarera cubana de los últimos años con Brasil, se aprecia que el costo de producir una tonelada de azúcar está por encima de la media mundial y más que duplica el promedio de la nación sudamericana, de unos 100 USD por tonelada.
La producción de azúcar por hectárea -como indicador sintético- coloca a Cuba, con tres toneladas, en la mitad del promedio mundial y sólo alcanza un tercio del promedio brasileño. Por último, Cuba participó en 2011 solamente en el 1,7% de las exportaciones mundiales del dulce, frente a un 42% Brasil.
En la desafortunada trayectoria azucarera de los últimos 20 años, además de la acelerada descapitalización en la agricultura y la industria, incidieron errores de planificación que llevaron a sobrestimar las reales potencialidades de una producción con recursos decrecientes; deficiencias técnicas del personal de dirección del sector; esquemas de financiamiento muy centralizados, sumados a la ausencia de proyectos viables de inversión extranjera directa, a lo cual se añadió una política fallida de estimulación a los productores en la agricultura y la industria.
A partir de 2008 se emprendió un proceso de gradual recuperación de la producción azucarera, que incluyó el cierre del MINAZ en 2011 y la creación de un nuevo grupo empresarial para gestionar el sector.
En ese contexto se anunció la rehabilitación de diez centrales a mediano plazo y se inició a finales de 2012 un proyecto conjunto entre AZCUBA y la Compañía de Obras e Infraestructura del grupo Odebrecht, con el fin de elevar la producción del central Cinco de Septiembre, en Cienfuegos, desde 25 mil a 140 mil toneladas de azúcar por año.
Esta inversión -valorada en 200 millones de dólares- abre nuevas perspectivas también a la incorporación de nuevas tecnologías y métodos de gestión del principal productor azucarero del mundo en estos momentos.
Por otro lado, probablemente una de las áreas de desarrollo más promisorias para el futuro esté en la generación bioeléctrica de bajo costo a partir de la producción de azúcar, que cuenta hoy con una capacidad instalada de 470,4 MW y deberá llegar a 715 MW para 2030. Igualmente, mantiene un buen potencial la producción de aguardientes y rones y se estudian otros renglones económicamente factibles.
De tal modo, la producción de azúcar ha venido creciendo en los últimos años y alcanzó 1,5 millones de toneladas en 2013. Para 2014 se pronostican 1,8 millones y deberán rebasarse los 2,4 millones de toneladas en 2015. Todo esto llevará probablemente a una recuperación gradual de una industria cuyo desempeño en la economía cubana continuará resultando importante.
*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (La Habana)
1 De los 155 centrales habían estado paralizados 45 durante cinco años por su bajo nivel de eficiencia económica, más cinco que no molieron ya en la zafra 2001-2002. En este caso, la paralización definitiva añadió 20 centrales adicionales a los que ya no funcionaban. Con posterioridad, la reorganización emprendida en el segundo semestre de 2011, mediante la cual el MINAZ pasó a ser el grupo empresarial AZCUBA, llevó a 56 el número de centrales en activo y se redujo adicionalmente la capacidad potencial de producción.
La compleja situación de la producción azucarera, que debido a la falta de aseguramientos dejó de ingresar entre 1992 y 1999 un estimado de cinco mil millones de dólares, unida a las sombrías perspectivas de los precios que se mantuvieron cayendo sin parar durante siete años, llevó a que se estudiara el redimensionamiento del sector a partir de 1997.
En medio de una contracción económica que llevaría a racionalizar y centralizar el uso de la divisa en el país, la reestructuración azucarera se comenzó a aplicar en septiembre de 2002 mediante la llamada Operación Álvaro Reynoso, producto de la cual, de 155 centrales que existían en la nación, 71 permanecerían produciendo azúcar y 14 miel, con una capacidad total de producción equivalente a cuatro millones de toneladas de azúcar. (1)
En este caso, las tierras liberadas de la producción de caña -que se reducirían al 38% del área cañera existente- se dedicarían a otros productos agrícolas y a la ganadería, aunque se mantendrían las nuevas producciones agropecuarias en la estructura del MINAZ.
Este proceso, si bien dio oportunidades de superación a más de 100 mil trabajadores azucareros entre los que resultaron excedentes y los que continuaron activos en la industria, representó sin dudas la pérdida de la mayor parte de la fuerza técnica del sector, que resultaría muy difícil de recuperar si surgían las condiciones para una nueva expansión productiva.
Precisamente, ese entorno favorable se dio a partir de que los precios del azúcar en el mercado mundial comenzaron a incrementarse desde 2004, cuando promediaron 8,61 centavos por libra, hasta alcanzar precios en torno a 35 centavos a finales de 2011. Posteriormente los precios bajaron hasta un estimado de 19,42 centavos para el año actual, pero aún hoy resultan redituables.
El país no pudo aprovechar esta coyuntura favorable y se mantuvo un ritmo de inversiones en la industria de sólo 89,8 millones de pesos por año entre 2002 y 2010. Consecuentemente, en el último decenio la producción azucarera promedio descendió a un millón 519 mil toneladas anuales, un 71% inferior a los primeros años del Período Especial.
Al examinar comparativamente los indicadores de la producción azucarera cubana de los últimos años con Brasil, se aprecia que el costo de producir una tonelada de azúcar está por encima de la media mundial y más que duplica el promedio de la nación sudamericana, de unos 100 USD por tonelada.
La producción de azúcar por hectárea -como indicador sintético- coloca a Cuba, con tres toneladas, en la mitad del promedio mundial y sólo alcanza un tercio del promedio brasileño. Por último, Cuba participó en 2011 solamente en el 1,7% de las exportaciones mundiales del dulce, frente a un 42% Brasil.
En la desafortunada trayectoria azucarera de los últimos 20 años, además de la acelerada descapitalización en la agricultura y la industria, incidieron errores de planificación que llevaron a sobrestimar las reales potencialidades de una producción con recursos decrecientes; deficiencias técnicas del personal de dirección del sector; esquemas de financiamiento muy centralizados, sumados a la ausencia de proyectos viables de inversión extranjera directa, a lo cual se añadió una política fallida de estimulación a los productores en la agricultura y la industria.
A partir de 2008 se emprendió un proceso de gradual recuperación de la producción azucarera, que incluyó el cierre del MINAZ en 2011 y la creación de un nuevo grupo empresarial para gestionar el sector.
En ese contexto se anunció la rehabilitación de diez centrales a mediano plazo y se inició a finales de 2012 un proyecto conjunto entre AZCUBA y la Compañía de Obras e Infraestructura del grupo Odebrecht, con el fin de elevar la producción del central Cinco de Septiembre, en Cienfuegos, desde 25 mil a 140 mil toneladas de azúcar por año.
Esta inversión -valorada en 200 millones de dólares- abre nuevas perspectivas también a la incorporación de nuevas tecnologías y métodos de gestión del principal productor azucarero del mundo en estos momentos.
Por otro lado, probablemente una de las áreas de desarrollo más promisorias para el futuro esté en la generación bioeléctrica de bajo costo a partir de la producción de azúcar, que cuenta hoy con una capacidad instalada de 470,4 MW y deberá llegar a 715 MW para 2030. Igualmente, mantiene un buen potencial la producción de aguardientes y rones y se estudian otros renglones económicamente factibles.
De tal modo, la producción de azúcar ha venido creciendo en los últimos años y alcanzó 1,5 millones de toneladas en 2013. Para 2014 se pronostican 1,8 millones y deberán rebasarse los 2,4 millones de toneladas en 2015. Todo esto llevará probablemente a una recuperación gradual de una industria cuyo desempeño en la economía cubana continuará resultando importante.
*El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (La Habana)
1 De los 155 centrales habían estado paralizados 45 durante cinco años por su bajo nivel de eficiencia económica, más cinco que no molieron ya en la zafra 2001-2002. En este caso, la paralización definitiva añadió 20 centrales adicionales a los que ya no funcionaban. Con posterioridad, la reorganización emprendida en el segundo semestre de 2011, mediante la cual el MINAZ pasó a ser el grupo empresarial AZCUBA, llevó a 56 el número de centrales en activo y se redujo adicionalmente la capacidad potencial de producción.
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